martes, 30 de abril de 2013

Cristo crucificado


Cristo crucificado, 1632. Obra de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez
Óleo sobre lienzo, 248 x 169 cm
Museo del Prado, Madrid. España

Ante esta imagen el evangelio de hoy (Jn 14, 27-31a) me suscita algunos pensamientos. Cristo nos deja la paz, una paz que es diferente a como la da el mundo, una paz que ha de pasar por la cruz y la humillación, una paz que nace de la serenidad del corazón cuando se defiende la Verdad. Cristo nos anima y nos dice, que no tiemble nuestro corazón, que no seamos cobardes que seamos capaces de contestar ante quien nos quier subyugar a su caprichos y hacernos esclavos de sus deseos. 

Hoy creemos encontrar la paz acomodándonos en un buen puesto, con buenas condiciones y "calidad de vida" pero, sin embargo, la paz que Cristo nos enseña es, paradojicamente, vista como una guerra, una lucha de contrarios, un nadar contra la corriente que no tiene en la Verdad, que es Cristo, su fundamento. En Mateo 10:34-36 leemos: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa.” 

Hemos de ser fieles a la verdad, nos cueste lo que nos cueste, Cristo subió al leño por enfrentarse al mal y así nos liberó de ese mismo mal que nos envuelve y corroe; ¿a quien le gusta estar en la cruz? Tenemos, sin embargo la confianza de que Él nos sostiene en todo ese trance y nuestra conciencia, como la conciencia de tantos mártires, que llegaron a dar la vida por la Verdad, por Cristo, nos fortifica y confirma.

Cristo nos habla del Padre y en éste estamos seguros y a buen recaudo, a pesar de los sufrimientos y los dolores pasajeros del mundo. Vivimos aquí, pero como extranjeros y anhelamos nuestro regreso a la verdadera patria.

El Maestro nos enseña a amar mas la voluntad del Padre que plegarnos a la voluntad del Príncipe del mundo. Incluso en nuestra casa, dice Mateo, encontraremos enemigos, que camuflados tantas veces en pequeños "señoritos" quieren gobernar su señorío a su imagen y semejanza y no a la del evangelio y en plena comunión con la Iglesia de Cristo. Tantos pequeños señores nos quieren  encandilar y nos quieren seducir acomodándonos a sus antojos. Por eso debemos estar alertas  y saber que hacer, la voluntad del Padre, ésta hará que nuestro retorno a casa sea cierta y segura, a pesar del modo en que lo hagamos. Solo la Verdad nos hará libres, solo a través de la cruz encontrémonos la verdadera serenidad, la paz y la luz.

"La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. 
Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.
Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el Príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mi, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que lo que el Padre me manda yo lo hago."
(Jn 14, 27-31a)

El comentario que hace la pagina web del Museo del Prado dice con mucho acierto: "Representación serena de un Cristo inerte, apolíneo en sus proporciones y clavado con cuatro clavos, según aconseja el maestro y suegro del pintor, Francisco Pacheco, que pinta en 1614 de modo semejante el mismo tema. Al apoyar los pies en un subpedáneo y eliminarse cualquier referencia espacial, se acentúa la sensación de soledad, silencio y reposo, frente a la idea de tormento de la Pasión."  

La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. 

lunes, 29 de abril de 2013

Santa Catalina de Siena


El éxtasis de Santa Catalina de Siena,1743. Obra de Pompeo Girolamo Batoni.
Óleo sobre lienzo 
Museo di Villa Guinigi, Lucca. Italia

Hoy celebra la Iglesia a santa Catalina de Siena. Virgen y doctora de la Iglesia (1347-1380) Fue todo un prodigio de criatura. La penúltima de 25 hermanos. Hija del matrimonio formado por el dulce y bonachón Giacomo Benincasa, tintorero de pieles y de Lapa de Puccio dei Piangenti, mujer enérgica y trabajadora. Nació en Siena el 1347, el año anterior a la tristemente célebre Peste Negra que asoló a toda Europa.

Ella vendría a sanar grandes males que poco después se levantarían también en el seno de la Iglesia. A pesar de su corta vida y de no haber ocupado cargos de responsabilidad, parece casi increíble cómo una joven mujer de pueblo pudo realizar empresas tan grandes como le tenía reservadas el Señor. Aquella niña alegre y juguetona  como correspondía a su edad, quedó prontamente truncada cuando siendo muy niña todavía, caminaba con su hermana y recibió una maravillosa visión del cielo: Veía a Jesús sentado en un rico trono y le acompañaban los Apóstoles San Pedro, San Pablo y San Juan...

Se entregó más a la oración, hacía todo mucho mejor que antes y de modo casi impropio de una jovencita de su edad. Parecía estar ensimismada y fuera de sí. Su madre para quitarle de la cabeza estas "manías", la pone al servicio de la criada de la casa. Catalina acepta gustosa esta nueva misión y se entrega de lleno a servir a los demás. Lo hace con gran cariño. Madre Lapa quiere que se aficione a la vida de sociedad y que piense en contraer matrimonio con un joven bueno y apuesto que ella le propone. Catalina no piensa así.

Ella se ha desposado ya secretamente con su Señor Jesucristo... Por fin el bueno y pacífico de su padre toma cartas en el asunto y dice: "Que nadie moleste a mi hija Catalina. Que ella sea quien tome la decisión de su futuro. Si ella quiere servir a Jesucristo que nadie se lo impida". A los quince años de edad, asistía generosamente a los pobres, servía a los enfermos y daba consuelo a los afligidos y prisioneros. Ella prosiguió el camino de la humildad, la obediencia y la negación de su propia voluntad. En medio de sus sufrimientos, su constante plegaria era que dichos sufrimientos podían servir para la expiación de sus faltas y la purificación de su corazón.

Como una consagración más formal a Dios, a los diez y ocho años, Santa Catalina recibió el largo hábito blanco y negro deseado de la tercera orden de Santo Domingo. El hecho de pertenecer a una tercera orden significaba que la persona viviría la espiritualidad Dominica, pero en el mundo secular. Ella fue la primera mujer soltera en ser admitida. A partir de ese momento su celda llego a ser su paraíso, y se ofrecía a si misma en oración y mortificación. Durante tres años vivió como en una ermita, manteniéndose en silencio y sin hablar con nadie excepto Dios y su confesor. Durante este período, había momentos en que formas repugnantes y figuras tentadoras se presentarían en su imaginación, y las tentaciones más degradantes la asediaban. Posteriormente, el diablo extendió en su alma como una nube y una oscuridad tan grande que fue la prueba más severa jamás imaginable. Santa Catalina continuó con un espíritu de oración ferviente, de humildad y de confianza en Dios. Mediante ello perseveró victoriosa, y al final fue liberada de dichas pruebas que solo habían servido para purificar su corazón. Cuando Jesús la visitó después de este tiempo, ella le pregunto: "¿Dónde estabas Tú, mi divino Esposo, mientras yacía en una condición tan abandonada y aterradora?" Ella escuchó una voz que le decía, "Hija, estaba en tu corazón, fortificándote por la gracia." En 1366, Santa Catalina experimentó lo que se denominaba un ‘matrimonio místico’ con Jesús. Cuando ella estaba orando en su habitación, se le apareció una visión de Cristo, acompañado por Su madre y un cortejo celestial. Tomando la mano de Santa Catalina, Nuestra Señora la llevó hasta Cristo, quien le colocó un anillo y la desposó Consigo, manifestando que en ese momento ella estaba sustentada por una fe que podría superar todas las tentaciones. Para Catalina, el anillo estaba siempre visible, aunque era invisible para los demás.

Uno de los mayores logros de Santa Catalina fue su labor de llevar de vuelta el Papado a Roma a partir de su desplazamiento a Avignon, Francia. Asimismo, se la llego a reconocer como "conciliadora" ella comenzó ayudando a resolver varios conflictos familiares, y luego su trabajo se amplió para incluir el establecimiento de la paz en las ciudades estados italianas. 

Murió en Roma, donde habia sido llamada por Urbano VI, el 29 de abril de 1380, a la edad de treinta y tres años.

Pompeo Batoni era un hombre culto que ganó fama internacional a una edad temprana. Fue el primer artista italiano consciente de elaborar una alternativa formal al arte rococó y la pintura veneciana, que se sentía ya obsoleta. Se formó en Roma, donde estudió a Rafael y el arte del Renacimiento clásico. Rápidamente se acercó con un programa de "reforma" para la pintura a lo largo de las líneas académicas controladas. Se dedicó a crear una serie de pinturas que se podrían utilizar como un nuevo modelo para el arte religioso. En sus pinturas cada figura se plantea de un modo integrado. Con el trabajo de su rival Anton Raphael Mengs, el arte de Batoni marcó los inicios de neoclasicismo, en un fino y cortés estilo.


domingo, 28 de abril de 2013

La visión de San Juan Evangelista de Jerusalén


La visión de San Juan Evangelista de Jerusalén, 1636-37. Obra de Alonso Cano
Óleo sobre lienzo. 83 x 44 cm
Colleccion Wallace, Londres. Inglaterra

Estos domingos de pascua estamos leyendo el libro del Apocalipsis y hoy con la lectura de este texto (Ap 21, 1-5a) me ha venido a la memoria esta magnifica pintura del pintor sevillano Alonso cano.

Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Y escuché una voz potente que decía desde el trono: "Ésta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado." Y el que estaba sentado en el trono dijo: "Todo lo hago nuevo."

Cada vez que el Templo de Jerusalén era destruido, para los autores judíos el misticismo del trono de Dios adquiría una nueva importancia. La réplica terrena de la Casa de Dios desaparecía, pero su arquetipo celestial era indestructible. Para los autores judíos, concretamente para Ezequiel, la Jerusalén celestial era eterna y volvería a tomar forma física en una ciudad terrena en el antiguo lugar sagrado y Dios moraría en medio de su pueblo en el mundo terreno. Esta nueva Jerusalén sería el paraíso terrenal: los que habitasen en ella gozarían de una intimidad perfecta con Dios; el pecado sería vencido y la muerte aniquilada en la victoria.” San Juan tenía una visión parecida, pero con una diferencia fundamental: una vez que se perdió el Arca de la Alianza, el debir del Templo de Jerusalén quedó vacío, pero Juan vio a Jesús, identificado con el mismo Dios, sentado en el trono celestial, por lo tanto, el evangelista describió su Nueva Jerusalén como hemos leido hoy en la liturgia.

Esta nueva Jerusalén, sin embargo, no era una simple ciudad en la que se erigiría un Templo para adorar a Dios, sino que la ciudad toda se había convertido en un Templo, al mismo tiempo que Dios era el Templo mismo, por lo que Juan explicó: “Pero Templo no vi en ella, pues el Señor, Dios todopoderoso, con el Cordero, era su templo.” Como en otras versiones proféticas, fue un ángel quien se encargó de mostrar a Juan la Ciudad Santa, uno “de los siete ángeles que tenían las siete copas, llenas de las siete últimas plagas”. 

El 23 de noviembre de 1635 Alonso Cano se compromete mediante escritura pública a realizar un retablo dedicado a San Juan Evangelista para la iglesia del convento de Santa Paula de Sevilla, perteneciente a religiosas jerónimas.  En esta obra resaltan más que en ningúna otra la expresividad y gracia de las manos de Cano, que aquí contribuyen decisivamente a la evocación de la escena. El ángel, de gran belleza y elegancia, es también un motivo predilecto del pintor, como se verá en algunas otras obras seleccionadas.

Aquí aparece un ángel agachado sobre San Juan, en un escorzo bien conseguido. Sus alas desplegadas y los extremos de su fina capa al viento crean un efecto especialmente barroco. La figura del evangelista, que porta una gruesa túnica blanca y una capa rosada, equilibra la composición, con una postura contrapuesta a la del ángel. El atrevido colorido del cuadro es también muy armónico, singular en la escuela española.

En los últimos años sevillanos el estilo de Alonso Cano es mucho más elegante. El ángel en concreto, parece no pertenecer a este mundo materia y es casi etereo. El color y la luz también han cambiado, distantes ya del tenebrismo inicial. Ahora se trata de luz natural, aunque sigue usando las sombras fuertes para acentuar los volúmenes. Los colores empleados, los malvas, azules, rosas, amarillos y verdes se armonizan delicadamente en una pincelada bastante más fluida. Anticipan la paleta y la técnica que Alonso Cano adoptará definitivamente en Madrid, influido por las obras de los venecianos.

sábado, 27 de abril de 2013

Nuestra Señora de Montserrat


Nuestra Señora de Motserrat, s. XII. Autor anónimo
Talla sobre madera de álamo y estuco policomado. 95 cm
Monasterio de Montserrat, Barcelona. España

Hoy sábado celebramos la festividad de Nuestra Señora de Motserrat, venerada no solo en el monasterio del mismo nombre sino en muchas otras partes de la cristiandad. Por ejemplo, en Italia se han contado más de ciento cincuenta iglesias o capillas dedicadas a la Virgen de Montserrat, bajo cuya advocación se erigieron algunas de las primeras iglesias de México, Chile y Perú, y con el nombre de Montserrat han sido bautizados monasterios, pueblos, montes e islas en América.

El culto de la Virgen de Montserrat se remonta más allá de la invasión de España por los árabes. La imagen, ocultada entonces, fue descubierta en el siglo IX. Para darle culto, se edificó una capilla a la que el rey Wifredo el Velloso agregó más tarde un monasterio benedictino.

Cuenta la leyenda que unos pastores estaban pastando sus ovejas cerca de Montserrat y descubrieron la imagen de madera en una cueva, en medio de un misterioso resplandor y cantos angelicales. Por órdenes del obispo de llevarla a la catedral, comenzó la procesión, pero no llegó a su destino, ya que la estatua se empezó a poner increíblemente pesada y difícil de manejar. Entonces fue depositada en una ermita cercana, y permaneció allí hasta que se construyó el actual monasterio benedictino.

Los milagros atribuidos a la Virgen de Montserrat fueron cada vez más numerosos y los peregrinos que iban hacia Santiago de Compostela los divulgaron. Entre los santos que visitaron el lugar venerado se encuentran S. Pedro Nolasco, S. Raymundo de Peñafort, S. Vicente Ferrer, S. Francisco de Borja, S. Luis Gonzaga, S. José de Calasanz, S. Antonio María Claret y S. Ignacio de Loyola, que, siendo aún caballero, se confesó con uno de los monjes y pasó una noche orando ante la imagen de la Virgen. 

Poetas Goethe y Federico Schiller escribieron acerca de la montaña. El lugar se hizo famoso gracias a Richard Wagner, quien utilizó el sitio para dos de sus óperas, Parsifal y Lohengrin.

Regina caeli, laetare, alleluia.
Quia quem meruisti portare, alleluia.
Resurrexit, sicut dixit, alleluia.
Ora pro nobis Deum, alleluia.
Gaude et laetare Virgo María, alleluia.
Quia surrexit Dominus vere, alleluia.

Alégrate, reina del cielo, aleluya.
Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.
Ha resucitado, según predijo; aleluya.
Ruega por nosotros a Dios; aleluya.
Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
Porque ha resucitado verdaderamente el Señor; aleluya.

viernes, 26 de abril de 2013

San Isidoro


San Isidoro, 1655. Obra de Bartolomé Esteban Murillo
Óleo sobre lienzo. 193 x 165 cm.
 Catedral de Sta. María, Sevilla, España

Nació en Cartagena, España hacia el año 560. Su padre llamado Severiano, pertenecía a un familia hispano-romana de elevado rango social; su madre, en cambio, era de origen visigodo y, según parece, estaba lejanamente emparentada con la realeza.

San Isidoro era el menor de cuatro hermanos. Sus dos hermanos, Leandro y Fulgencio también llegaron a ser santos. Su hermana Santa Florentina, fue abadesa de varios monasterios.

Su hermano Leandro que era mucho mayor que él, se encargó de su educación porque quedaron huérfanos siendo Isidoro un niño. Parece ser que Leandro era muy severo, porque cuenta una leyenda, que siendo Isidoro muy niño huyó de su casa para escapar de la severidad de su hermano. Luego volvió por voluntad propia, lleno de buenos propósitos. Leandro lo encerró para impedir que se escape de nuevo. Probablemente lo envió a un monasterio para seguir estudiando. Un día se acercó a un pozo para sacar agua y notó que las cuerdas habían hecho hendidura en la dura piedra. Entonces comprendió que también la conciencia y la voluntad del hombre pueden vencer las duras dificultades de la vida. Entonces regresó con amor a sus libros.

Se formó con lecturas de Agustín de Hipona y San Gregorio Magno; estudió en la escuela Catedralicia de Sevilla donde aprendió latín, griego y hebreo. Al morir su hermano Leandro, arzobispo de Sevilla, lo sucedió en el gobierno de la diócesis, y su episcopado duró 37 años (599-636). Vivió en una época de transición entre la decadencia de la Edad Antigua y del mundo romano, y el nacimiento de la Edad Media y de las nuevas nacionalidades de influencias germanas. Fue como un puente entre la Edad Antigua que terminaba y la Edad Media que comenzaba. Su influencia fue muy grande en Europa, especialmente en España. Entre sus discípulos está San Ildefonso de Toledo

Isidoro llegó a ser uno de los hombres mas sabios de su época, aunque al mismo tiempo era un hombre de profunda humildad y caridad. Se lo llamó el Maestro de la Edad Media o de la Europa Medieval y primer organizador de la cultura cristiana. Desplegó todos sus recursos pedagógicos para contrarrestar la creciente influencia de las culturas consideradas bárbaras. Propició el desarrollo de las artes liberales, del derecho y de las ciencias, presidió el segundo Concilio de Sevilla en 619, y en el Cuarto Concilio Nacional de Toledo, iniciado el 5 de diciembre del 633, estableció las bases de un decreto que impuso una política educativa obligatoria para todos los obispos del reino. Según parece, San Isidoro previó que la unidad religiosa y un sistema educativo amplio, podían unificar los elementos heterogéneos que amenazaba desintegrar España y gracias a eso gran parte del país se convirtió en un centro de cultura, mientras que el resto de Europa se hundía en la barbarie.

La principal contribución de San Isidoro a la cultura, fueron sus Etimologías u Orígenes (630), una "summa" muy útil de la ciencia antigua condensando, mas con celo que con espíritu crítico, los principales resultados de la ciencia de la época, dividido en veinte libros, tuvo enorme influencia en las instituciones educativas del Medioevo siendo uno de los textos clásicos hasta mediados del siglo XVI. Compuso numerosos trabajos históricos y litúrgicos, tratados de astronomía y geografía, diálogos, enciclopedias, biografías de personas ilustres, textos teológicos y eclesiásticos, un código de reglas monacales, ensayos valorativos sobre el Antiguo y Nuevo Testamento, y un diccionario de sinónimos. La historia de los visigodos, es la única fuente de información sobre los godos. También escribió historia de los vándalos y de los suevos.


Su episcopado duró treinta y siete años, bajo seis reyes, completó la obra comenzada por San Leandro, que fue de convertir a los visigodos del arrianismo al catolicismo. Su principal preocupación como obispo fue la de lograr una madurez cultural y moral del clero español. Fundó un colegio eclesiástico, prototipo de los futuros seminarios, dedicándose personalmente a la instrucción de los candidatos al sacerdocio.

Otro de los grandes servicios que San Isidoro prestó a la Iglesia española fue el de completar el misal y el breviario mozárabes, que San Leandro había empezado a adaptar de la antigua liturgia española.

Cuando sintió que iba a morir, pidió perdón públicamente por todas sus faltas, perdonó a sus enemigos y suplicó al pueblo que rogara a Dios por él. Distribuyendo entre los pobres el resto de sus posesiones, volvió a su casa y murió apaciblemente el 4 de abril del año 636 a la edad de 80 años.

El año 1063 fue trasladado su cuerpo a León, donde hoy recibe culto en la iglesia de su nombre.

El papa Inocencio XIII lo declaró Doctor de la Iglesia, en 1722.

El lienzo está realizado para ser contemplado desde un punto de vista bajo, ya que fueron creadas para estar colgadas en la Sacristía de la Catedral de Sevilla, por lo que destaca la pincelada fluida y pastosa empleada por el maestro, sobre todo en la túnica y en la capa. Sin embargo, Murillo no ha renunciado a recoger a la perfección la actitud serena y concentrada del santo, sujetando de manera solemne en báculo de obispo con su mano derecha mientras que con la izquierda sostiene el libro que alude a su actividad de escritor de asuntos teológicos en la España visigoda. El santo patrono de la ciudad sevillana y Doctor de la Iglesia recorta su monumental figura ante un cortinaje oscuro que deja ver una columna y un celaje en la zona de la derecha, resultando una composición de gran belleza.

jueves, 25 de abril de 2013

San Marcos


San Marcos, 1771. Obra de Francisco Bayeu y Subías.
Óleo sobre lienzo,  59 cm x 59 cm
Museo del Prado, Madrid. España

Hoy celebramos la fiesta del evangelista san Marcos. Según tradición eclesiástica, Marcos, llamado también Juan Marcos o simplemente Juan, es el autor de un evangelio y el intérprete que traducía a Pedro en sus predicaciones frente a auditorios de habla griega. Era hijo de una cierta María, cuya casa de Jerusalén estaba abierta a la primitiva comunidad Cristiana. Primo de Bernabé, probablemente fuera como él de estirpe sacerdotal. Afirma por una parte la tradición que Marcos nunca habría oído personalmente la predicación del Señor, pero por otra muchos han querido descubrirlo en aquel muchacho que huyó desnudo en el huerto de Getsemaní, episodio que sólo el evangelio a él atribuido refiere. Tal vez haya conocido al grupo de seguidores sin llegar a ser propiamente discípulo.

Se le cita por primera vez en Hechos 12:12, cuando Simón Pedro, milagrosamente liberado de la cárcel, se refugia en casa de María, madre de "Juan, por sobrenombre Marcos". 
Al comenzar la expansión del evangelio, Pablo y Bernabé salieron de Jerusalén hacia Antioquía llevando con ellos a Marcos; éste los acompañó en sus primeras empresas misionales, a Chipre y Perges. En el primer viaje de Pablo (Hechos 13:5), pero se separó de ellos cuando llegaron a Panfilia, regresando a Jerusalén (Hechos 13:13 en estos versículos se hace referencia a él simplemente como "Juan") por causas desconocidas.

Bernabé, deseoso de  llevar nuevamente a Marcos con ellos cuando el apóstol planeaba su segundo viaje, encontró la oposición de Pablo, que partió solo. Marcos siguió, pues, a Bernabé una vez más hasta Chipre.(Hechos 15:37-39). Sin embargo, Marcos reaparece junto a Pablo en Roma, pero es creencia que fue más bien discípulo de Pedro, quien confirma esta suposición al llamarlo "hijo" suyo en su primera carta (1Pedro 5:13). El evangelio que se le atribuye, además, sigue muy de cerca el esquema de los discursos de Pedro que nos ha conservado el libro de los Hechos de los Apóstoles.

No está claro si este personaje, "Juan, llamado Marcos" es el mismo al que se hace referencia en algunas epístolas atribuidas a Pablo, concretamente en 2Timoteo 4:11, Colosenses 4:10, Filemón 1:24. En Colosenses se dice de él que es primo, o sobrino, de Bernabé, lo que podría explicar que éste disputase con Pablo acerca de Marcos.

Nada sabemos de su existencia posterior. La segunda carta a Timoteo lo señala entre los compañeros de  este discípulo de Pablo; conforme a un dato que recoge el historiador Eusebio de Cesarea (a comienzos del siglo IV), la Iglesia de Alejandría lo habría tenido por fundador. La tradición dice que Marcos evangelizó como Obispo de Alejandría, en Egipto, donde realizó varios milagros y estableció una iglesia y su famosa escuela cristiana, nombrando un obispo, tres presbíteros y siete diáconos. 

Según la tradición, la Iglesia Copta de Etiopía tiene su origen en las prédicas de San Marcos, autor del Segundo Evangelio en el siglo I, que llevó el cristianismo a Egipto en la época del emperador Nerón.

Los Hechos de San Marcos, un escrito de mitad del siglo IV, refieren que San Marcos fue arrastrado por las calles de Alejandría, atado con cuerdas al cuello. Después lo llevaron a la cárcel y al día siguiente le volvieron a aplicar el mismo martirio hasta que falleció martirizado en el año 68, un 25 de abril. Luego echaron su cuerpo a las llamas, pero los fieles lograron sacarlo y evitar su destrucción.

La imagen que hoy proponemos es un boceto que Bayeu preparo para las pechinas de la cúpula de la colegiata de La Granja (Segovia). Bayeu continuó el proyecto iniciado por Giambattista Tiepolo, fallecido en 1770, confiriendo a las composiciones la armonía, solidez y claridad aprendidas durante su formación con Mengs.

Se asocia a San Marcos con el león porque su Evangelio empieza hablando del desierto, y el león era considerado el rey del desierto también porque empieza hablando del río Jordán y a sus alrededores había muchas fieras, entre ellas el león. También se dice que es el león ya que la figura de Juan Bautista abre el relato como "Voz que clama en el desierto", voz que sería como la de un león.

San Marcos aparece en actitud de escribir inspirado por los ángeles, tranquilo y sereno meditando, quizás en lo escrito, el secreto mesiánico, del que Marcos hace un tema central. Dando así todo su fruto: Jesús, siervo humillado por la maldad y la ignorancia de los hombres que él había venido a rescatar, es exaltado por Dios. Así ha de serlo todo el que a él se una de corazón y lo siga en el camino del anonadamiento, el único que permite comprender esa "Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios". Marcos nos ha trasmitido el evangelio en un lenguaje popular, muchas veces incorrecto en la forma, pero vivaz y lleno de encanto.

miércoles, 24 de abril de 2013

El que cree en mí


Transfiguración de Cristo, ca. 1520. Obra de Gerard David
Óleo sobre tabla

este cuadro de Gerard David, puede ayudarnos a meditar sobre el texto de san Juan que hoy leemos en la liturgía (Jn 12, 44-50)

El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.
Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre.

Él habla del Padre, manifestando así su quénosis, es decir su anonadamiento, sin dejar por eso de reconocer que, quien a Él lo ve, ha visto al Padre porque el es Dios. Él es la luz que ilumina toda tiniebla, de la misma manera que se manifestó en el Tabor, anticipando su gloria a los discípulos. Él es el salvador del mundo, lleno de misericordia que no viene a juzgar sino a perdonar y rescatar al hombre de su pecado.

La Palabra de Dios será el juez de aquellos que no han cumplido lo escuchado y no han sido consecuentes con lo creído. Ahí estará nuestra condenación o salvación. ¿Creemos en el Hijo de Dios?

El cuadro refleja no solo el momento de la transfiguración sino que, en el se manifiesta claramente que es el Padre quien envía al Hijo y éste quien manifiesta al Hijo. la escena está contextualizada en un paisaje concreto como si quisiera entrar dentro de una historia que transciende el tiempo mismo. Un momento determinado que cada uno podemos hacer nuestro y entrar dentro de la escena. Un momento sereno en lo que conlleva la tremenda manifestación en la que casi podemos escuchar las mismas palabras de Jesús que hemos leído arriba. Un momento casi infinito que se extiende por el paisaje que se pierde a la vista como si quisiese éste transcender la materialidad terrena, agitada y sorprendente para el hombre que contempla la teofanía y que en la figura de los discípulos se maravilla y sorprende. Una, única y personal relación humana de Cristo y con Cristo, al que vemos que, tras la  manifestación, trata con los discípulos de manera directa. Con ellos habla y se sienta y los enseña a la derecha de la escena. Como a ellos también a nosotros nos dice, El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado

martes, 23 de abril de 2013

San Jorge


Lucha de San Jorge y el dragón. 1606-1610. Obra de Pedro Pablo Rubens.  
Óleo sobre lienzo. 304 x 256 cm. 
Museo del Prado. Madrid. España

Hoy celebramos la memoria de san Jorge, alrrededor del cual se han creado muchas y míticas historias. Casi todas las noticias que se tienen de San Jorge están basadas en tradiciones y leyendas que se originaron en el siglo V y, que de boca en boca, han pasado a través de los siglos.

La leyenda, posiblemente originada en el siglo IV, cuenta la historia de Jorge, un romano que tras morir su padre, un oficial del ejército romano de nombre Geroncio, se trasladó con su madre Policromía hasta la ciudad natal de ésta: Lydda  (actual Lod, Israel). Allí fue educado por su madre en la fe cristiana. Más tarde se incorporó al ejército romano donde no tardó en ascender y antes de cumplir los 30 años fue tribuno y comes. Fue destinado a Nicomedia cómo guardia personal del emperador Diocleciano (284-305).

En el año 303, la tetrarquía formada por los Augustos  Diocleciano y Maximiano, como coemperador,  y los césares  Galerio y Constancio emitió una serie de edictos que abolían los derechos de los cristianos y exigían a la vez que cumplieran con las prácticas religiosas tradicionales.  Se iniciaba una nueva persecución del cristianismo.  Las persecuciones más violentas se produjeron en las provincias orientales. Jorge no cumplió las órdenes de y manifestó que él también era cristiano. Fue decapitado frente a las murallas de Nicomedia el octavo día antes de las calendas de mayo a la hora sexta que equivale al mediodía del  23 de abril del año 303.  Este dato aparece en la versión más antigua de la pasión del mártir que debemos a Pasícrates y que es tachada de extravagante por la Iglesia.

Su veneración como mártir comenzó relativamente pronto. Se tienen noticias a través de relatos de peregrinos de una antigua iglesia de Lidda dedicada a San Jorge, siendo este el punto de partida de su culto. Los testigos de sus torturas y posterior muerte acudieron a la emperatriz Alejandra de Bizancio para contarle aquel momento.   Los mismos convencieron a la emperatriz  de que se convirtiera al cristianismo.   Su cuerpo fue enviado a Lydda (también conocida como “Hagio Georgiopolis”) para que fuera enterrado. Su tumba todavía es venerada por los cristianos, principalmente por los cristianos ortodoxos griegos. En Israel se cuenta que el venerable nació en Lydda (Israel) y no en Capadocia, como cuenta la leyenda.

Sin embargo la leyenda más conocida es la del dragón y probablemente el origen de todos los cuentos de hadas sobre princesas y dragones en Occidente.

“En un lago vivía un gran dragón, cuyo olor era nauseabundo, tenía atemorizada a toda la ciudad. Muertos de miedo, los habitantes decidieron entregarle cada día dos corderos al dragón para satisfacer su hambre y que no atacase la villa. Pero cuando los animales empezaron a escasear se decidió enviar a una persona, escogida por sorteo, y un cordero. Aquella familia que veía cómo un miembro era devorado por el dragón recibía, a cambio, todo tipo de riquezas como compensación.

Un día fue la princesa la escogida por sorteo para acompañar al cordero. Sea como fuere, de camino hasta la cueva del dragón, la princesa se encontró al caballero Jorge,( que según la version tardia de “La Leyenda Dorada” de Fray Santiago de La Vorágine en torno al 1264 ) quien le dijo: “En nombre de Cristo, te ayudaré” y éste, matando al dragón clavándole su espada, la rescató. De la sangre que brotó del cuerpo sin vida del monstruo nació una rosa roja que el caballero le entregó a la princesa.

El rey ofreció al caballero todas las riquezas a imaginar, pero él prefirió que se repartieran entre los habitantes del reino. Además, se construyó una iglesia en su nombre, de la cual brotaba un agua milagrosa que era capaz de curar a los enfermos."

En la tradición cristiana, el guerrero es San Jorge, el caballo representaría a la iglesia y el dragón representa el mal, la insolidaridad, la hipocresía, la injusticia…

La leyenda de San Jorge y el dragón es universal, aunque los protagonistas sean otros personajes, pues hay leyendas en diversas regiones europeas, incluso en Japón. 

En España, la tradición catalana, ubica este hecho en la ciudad de Montblanc, en Tarragona, y el 23 de abril se representa la ayuda que sus habitantes recibieron del santo en su lucha contra los musulmanes.

En Aragón quedó ligado a la figura de San Jorge a raíz de la tradición de la aparición del santo caballero en la batalla de Alcoraz que tuvo lugar en el año 1096 en las cercanías de Huesca.  El ejército aragonés asediaba la ciudad cuando llegaron en su ayuda tropas musulmanas desde Zaragoza.  El propio rey aragonés, Sancho Ramírez. perderá la vida. La tradición asegura que la batalla fue ganada por los cristianos tras la aparición de San Jorge.  Huesca se rindió al rey Pedro I.

En el Apocalipsis, el primer caballo es blanco, símbolo bíblico de pureza. Este caballo representa a la iglesia cristiana primitiva en su pureza original. San Jorge, el guerrero, lucha contra el dragón, el mal, sustentado por el caballo blanco, la iglesia.

Cuenta la leyenda que  en Capadocia, había un dragón que atacaba al reino...

lunes, 22 de abril de 2013

El Buen Pastor. Ravena


El Buen Pastor. s.V. Autor anónimo
Mosaico
Mausoleo de Gala PlacidiaRavena. Italia

Siguiendo con el evangelio según san Juan, continuamos leyendo el discurso del Buen Pastor en Jn 10, 1-10. Para ellos proponemos una figura llena de color y serenidad donde veremos un Pastor de lineas muy clásicas que mantiene una tranquila relacion con el rebaño.

Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños...

El Mausoleo de Gala Placidia en Rávena (Italia) es un célebre enterramiento monumental de la hermana del emperador Honorio, Gala Placidia. Construido entre 425 y 433. Más que por su arquitectura, este monumento es mundialmente famoso por sus suntuosos mosaicos, los más antiguos de la villa. Ellos marcan la transición entre el arte paleocristiano y el bizantino, es el más antiguo y mejor conservado de todos los monumentos con mosaicos, y al mismo tiempo uno de los más perfectos artísticamente.

Se trata de una pequeña capilla dedicada a San Lorenzo. Tiene planta de cruz griega, con uno de los lados ligeramente más largo y el crucero está cubierto con una cúpula. Esta pequeña construcción situada al lado de San Vital contiene varios sarcófagos en su interior, el más importante de los cuales estaba destinado a Gala Placidia, hija del emperador romano Teodosio el Grande y esposa del rey visigodo Ataúlfo. Las paredes y techos interiores están totalmente revestidos de mosaicos hechos a base de pequeñas teselas que crean un universo de colores. De todos ellos, el que más destaca es el del timpano central, Cristo como Buen Pastor en el paraíso, uno de los motivos iconográficos paleocristianos más difundidos desde el tiempo de las catacumbas. Está tranquilamente sentado sobre una roca del prado y pastorea a seis ovejas que le contemplan y buscan su protección. Además, el Salmo 23 nos explica la escena “El Señor es mi Pastor; nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas”. 

La figura de Cristo se muestra idealizada y manifiesta la herencia helenística o pagana. Es un modelo humano joven y sin barba, que en nada se parece a la imagen siriaca que se impondrá en el siglo siguiente. La belleza de sus facciones, sumada a la dignidad y a la serenidad de su pose, nos hacen recordar los presupuestos de cómo habían de representarse los dioses en el clasicismo. Cristo se asemeja a un joven Apolo. Obsérvese la cuidada vestimenta: una dalmática dorada, en una referencia al preciado metal,  manto y sandalias preciosas, con un halo dorado símbolo de su santidad. No lleva un cayado normal, sino uno en forma de cruz y trata cariñosamente a su rebaño. Las ovejas en diversas posturas le miran fijamente y un fondo de montañas y vegetación completa la delicada escena, que tiene lugar en el Paraíso. 

Los mosaicos paleocristianos siguen la técnica romana, aunque son de origen griego, deriva de la palabra musa. Su uso se aplicó al revestimiento de suelos y murales, paredes y techos; están realizados con teselas, pequeñas piezas cúbicas de piedra o cristal, de cerámica vidriada de intenso color. Los mosaicos se forman yuxtaponiendo sobre un fondo de cemento pequeñas piezas llamadas teselas, que tienen distintos colores y que forman dibujos diversos. En los mosaicos se suelen distinguir tres técnicas:

Opus sectile, marmol irregular. 
Opus Tesselatum, teselas cúbicas de igual tamaño y distintos colores.
Opus Verniculatum, teselas de contornos curvilíneos.


domingo, 21 de abril de 2013

El Buen Pastor


El Buen Pastor. s. III. Anónimo
Fresco

Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.  Jn 10, 11

Cristo como buen pastor, con un cordero sobre los hombros como símbolo del alma a la que salva.
Al representar a Cristo nadie recordaba ya la imagen del Mesías pues los evangelistas no mencionan la descripción física del Mesías.
Los primeros cristianos de las catacumbas tuvieron que inventar su iconografía, acudiendo al Buen Pastor, que alegorizaba a Jesús salvando al alma del fiel. Imagen ya citada por el profeta Ezequiel , Isaias o Jeremias, por ejemplo:

Como un pastor vela por su rebaño… así velaré yo por mis ovejas… la oveja perdida, la buscaré.  Ez. 34, 12

Pondré a la cabeza de ellas a un pastor único para que se preocupe de ellas, a mi servidor David. El será su pastor. Ez 34, 23

Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas. Is 40, 11

Que todas las naciones escuchen la palabra de Yahvé; proclámenla en las islas lejanas: «El que dispersó a Israel, lo reunirá y lo cuidará como un pastor a su rebaño.»  Jer 31, 10

Las narraciones de la parábola del Buen Pastor son ricas en imágenes. El evangelio de Lucas es el único en mencionar que el pastor trae la oveja sobre la espalda, ( "...cuando la encuentra se la carga muy feliz sobre los hombros, y al llegar a su casa reúne a los amigos y vecinos y les dice: “Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido” Lc 4, 5) quizás influido por la imagen griega del pastor crióforo o, Hermes Crióforo, que porta la oveja del sacrificio, una figura habitual en el mundo tardorromano. Tambien se cree que el antecedente artístico residía en el Moscóforo griego, al que cristianizaron sustituyendo el ternero por una oveja.

El evangelista Mateo ("Al contemplar aquel gran gentío, Jesús sintió compasión, porque estaban decaídos y desanimados, como ovejas sin pastor." Mt 9, 36) y Marcos utilizan esta figura varias veces en boca de Jesús ("Al desembarcar, Jesús vio toda aquella gente, y sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles largamente." Mc 6, 34)

Así también el capítulo 10 del evangelio de Juan, que leemos hoy en este IV domingo de Pascua, eran muy usados en la liturgia del bautismo tomando el salmo 23 como parte de la catequesis bautismal. De ahí que la representación del Buen Pastor estuviera presente en casi todos los baptisterios o pilas bautismales de la antigüedad cristiana. 

Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno. 
Jn 10, 27-30

Otro elemento aprovechado es el dato que introduce Mateo indicando que el pastor tiene su rebaño en el monte ya que al bajar desde allí a buscar a la oveja perdida, este "descenso" simbolizaría la Encarnación y el anonadamiento de Jesús. También tal "descenso" del monte se ha comparado con el descenso de Cristo al infierno que se menciona en el credo "descendió a los infiernos" y a través de esta comparación con toda la pasión y muerte de Jesús. 

La figura del Pastor se sigue utilizando en las cartas neotestamentarias como por ejemplo en los Hebreos, 1 de Pedro o el Apocalipsis. 

"Que los bendiga el Dios de la paz que rescató de entre los muertos a Jesús, nuestro Señor, Pastor Supremo de las ovejas por haber derramado la sangre de la Alianza eterna" (Heb 13, 20)

"Pues eran ovejas descarriadas, pero han vuelto al pastor y guardián de sus almas."(1Pe 2, 25)

"...porque el Cordero que está junto al trono será su pastor y los guiará a los manantiales de las aguas de la vida, y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos." (Ap 7, 17)

El pastor con las ovejas y su relacion de éstas con Él, es motivo de comentarios de los Padres de la Iglesia.

Mirad si sois, en verdad, sus ovejas, si le conocéis, si habéis alcanzado la luz de su verdad. Si le conocéis, digo, no sólo por la fe, sino también por el amor; no sólo por la credulidad, sino también por las obras... Sus ovejas encuentran pastos, porque quienquiera que siga al Señor con corazón sencillo se nutrirá con un alimento de eterno verdor. ¿Cuáles son, en efecto, los pastos de estas ovejas, sino los gozos eternos de un paraíso inmarchitable? Los pastos de los elegidos son la visión del rostro de Dios, con cuya plena contemplación la mente se sacia eternamente.
San Gregorio Magno, Homilía 14 

La representaciones artísticas de volver con la oveja rescatada simboliza la ascensión. Esta presencia de los sufrimientos y de la muerte de Jesús en la simbología del pastor explica también que esta imagen haya sido tan usada en los sarcófagos y frescos de las catacumbas o cementerios cristianos: es un símbolo de la victoria sobre la muerte. Los árboles que a veces aparecen a un lado y otro del pastor son imagen del paraíso perdido y recobrado gracias a la intervención del Pastor.
Diversos elementos se añaden a la representación del pastor con simbologías diversas: el rótulo que indica su condición de maestro y el pastoral o báculo (usado hasta hoy por los obispos) que indica su autoridad.

El Señor es mi pastor, nada me falta.
En prados de hierba fresca me hace reposar,
me conduce junto a fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el camino justo,
haciendo honor a su Nombre.
Aunque pase por un valle tenebroso,
ningún mal temeré,
porque Tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad.

Me preparas un banquete
enfrente de mis enemigos,
perfumas con ungüento mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu amor y tu bondad me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

Salmo 23

sábado, 20 de abril de 2013

Jesús y los discípulos


Jesús y los discípulos, 1308-1311. Obra de Duccio di Buoninsegna
Temple sobre tabla. 36,5 × 47,5 cm

La obra que hoy contemplamos pertenece al conjunto de "La Maestà" de la catedral de Siena ya citada en este apartado. Es considerada la obra maestra del pintor italiano Duccio di Buoninsegna. 

Quedar ante esta imagen y meditar el texto del evangelio san Juan que hoy nos propone la liturgia es un ejercicio de silencio, de pregunta y de respuesta.

¿También vosotros queréis marcharos? pregunta Jesús y Pedro responde, ¿adonde vamos a acudir? Tu tienes palabras de vida eterna.

Respondió Pedro por todos, uno por muchos, la unidad por todos sin excepción: Le respondió, pues, Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? ¿Nos rechazas de tu lado?, ¿Nos vas a dar otro tú? ¿A quién iremos? Si de ti nos apartamos, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 

Mirad cómo Pedro, dice san Agustin, por donación de Dios, porque el Espíritu Santo ha vuelto a crearlo, ha entendido. ¿Por qué, sino, porque ha creído? Tú tienes palabras de vida eterna, pues tienes la vida eterna en el servicio de tu cuerpo y tu sangre. Y nosotros hemos creído y conocido. No hemos conocido y hemos creído, sino hemos creído y conocido, pues hemos creído para conocer, porque, si quisiéramos primero conocer y después creer, no seríamos capaces ni de conocer ni de creer. ¿Qué hemos creído y qué hemos conocido? Que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, esto es, que tú eres la vida eterna misma, y que en tu carne y sangre no das sino lo que eres.

Los discípulos estaban un tanto escandalizados por las palabras de Jesús, les escandaliza  que haya dicho: Os doy a comer mi carne y a beber mi sangre. ¿Si, pues, vierais al Hijo del hombre ascender adonde estaba antes? 

San Agustín comenta: ¿Qué significa esto? ¿Con esto resuelve lo que les había turbado? ¿Con esto aclara la causa que los había escandalizado? Con esto, sencillamente, en el caso que lo hubiesen entendido. Ellos, en efecto, suponían que él iba a distribuir su cuerpo; él, en cambio, dijo que iba a subir al cielo, por supuesto, integramente. "Cuando veáis al Hijo del hombre ascender adonde estaba antes", entonces veréis ciertamente que distribuye su cuerpo no del modo que suponéis, y entonces entenderéis ciertamente que su gracia no se consume a bocados. Y asevera: "El espíritu es quien vivifica; la carne no sirve de nada." El espíritu pone en movimiento  a las obras de la carne como su instrumento, así el hombre se vivifica en él, y éste actúa para su salvación.

viernes, 19 de abril de 2013

La conversión de san Pablo


La conversión de san Pablo. 1614. Juan Bautista Maino
Óleo sobre lienzo. 243 x 157 cm

Hoy el libro de  los Hechos de los apóstoles (9, 1-20) nos cuenta como Saulo -san Pablo- después de perseguir a los seguidores de Cristo, éste le sale al encuentro en el camino de Damasco, se le revela y Saulo, a partir de entonces, cambia de aptitud y se convertirá en el apóstol de los gentiles.

En aquellos días, Saulo seguía echando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor. Fue a ver al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a traerse presos a Jerusalén a todos los que seguían el nuevo camino, hombres y mujeres.
En el viaje, cerca ya de Damasco, de repente, una luz celeste lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía:
- «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?»
Preguntó él:
- «¿Quién eres, Señor?»
Respondió la voz:
- «Soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate, entra en la ciudad, y allí te dirán lo que tienes que hacer.»

Después en el relato vemos como Ananias es llamado por el Señor para acoger a Saulo. El perseguidor es acogido, a pesar de los recelos del anciano, solo por que el Señor a sí lo manda.

Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una visión:
- «Ananías.»
Respondió él:
- «Aquí estoy, Señor.»
El Señor le dijo:
- «Ve a la calle Mayor, a casa de judas, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando, y ha visto a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista.»
Ananías contestó:
- «Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén. Además, trae autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre.»
El Señor le dijo:
- «Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para dar a conocer mi nombre a pueblos y reyes, y a los israelitas. Yo le enseñaré lo que tiene que sufrir por mi nombre.»

La fuerza del Altisimo es capaz de derribar todas las fronteras y allanar todos los caminos. Se sirve de todos aquellos que pueden parecer indignos a los ojos de los hombres para convertirlos en instrumentos suyos. El caso de Pablo sera un ejemplo para estar muy atentos a la voz de Dios Como vimos ayer con el etíope y Felipe. Hoy vemos al anciano Ananias, con el gran Saulo.

Salió Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo:
- «Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y te llenes de Espíritu Santo.»
Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se levantó, y lo bautizaron. Comió, y le volvieron las fuerzas.
Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios.

El anciano acoge, liberado del recelo a quien parecía indigno, el joven, perdido su orgullosa autoridad, acepta la verdad de Cristo y se hace bautizar. Con la fuerza del Espíritu Santo proclama que Jesús es el Hijo de Dios. Ese Jesús que es el pan de la vida, el mismo que aseguro de si, "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día." Pablo creyó en Jesús,   comió del pan de la vida y vive para siempre. Hagamos nosotros lo mismo y dispongamos nuestro corazón abriéndolo a la gracia de Dios para se verdaderos testigos de quien nos ha prometido, ni mas ni menos, que la vida eterna.

El cuadro que contemplamos, puede ser uno mas de la gran iconografía que existe del tema que nos ocupa, pero me parece que la escena carece de la violencia que otros manifiestan. Saulo ha caído del caballo, los compañeros se alejan por la derecha como si la escena no fuese con ellos, y Cristo irrumpe en en un dialogo privado con Saulo que desposeído de todo su vigor acepta humildemente la presencia de la divinidad que lo llama. Los ángeles asisten como testigos mudos del evento manifestando en su presencia lo sobrenatural del caso. 
Posiblemente y, ya que Maino fue uno de los introductores en España de la cultura figurativa de Caravaggio y del círculo de pintores activos en Roma a principios del siglo XVII, haga aquí el artista una manifestación de maestría compositiva de cuanto pudo ver y aprender en Italia entre 1600 y 1608.

jueves, 18 de abril de 2013


El bautismo del eunuco etíope por el diácono Felipe, 1545-1550. Lambert Sustris
Óleo sobre lienzo, 71 x 132 cm 
Museo del Louvre, París. Francia

En el libro de los Hechos de los apóstoles 8, 26-40, nos relata el acontecimiento que hoy vemos en esta imagen, en que Felipe, después de explicar el sentido de las escrituras y anunciar la Buena Noticia, bautiza al hombre que manifestó creer de todo corazón en Cristo.

Felipe se pone en camino hacia el sur obedeciendo a un ángel y allí se encuentra su misión. El mensaje cristiano está marcado a menudo por llamamientos a nuestro esfuerzo o nuestros servicios, tanto en el caso de Felipe, como en el del eunuco, que sirven y trabajan, uno explicando y otro intentando entender. Un extraño acceso se abre a la fe de forma inesperada ya que, a los que están abiertos a la acción del Espíritu  Santo éste obra en sus mentes y corazones, moviendolos a la conversión.

Dios puede hablarnos en cualquier lugar para enviarnos a cualquier parte.No importa donde nos encontremos, el Señor nos indicará hacia donde debemos ir, aunque en ocasiones no encontremos lógica humana en ello. Felipe da testimonio de esto, fue enviado a un camino poco utilizado, hacia el sur, bajando de Jerusalén hacia Gaza, un camino desértico, donde aparentemente no había nada ni nadie. Muchas veces nuestros ojos no pueden ver lo que nuestro Señor ve. Dios pide que hablemos el Evangelio a toda criatura, pues El no hace acepción de personas. El etíope, un hombre gentil, no era judío claro esta, era quizás, un hombre de raza negra (africano) ;aparentemente había venido a Jerusalén para adorar, lo que significa que simpatizaba, o estaba persuadido del Dios de los judíos. Era un esclavo, pero funcionario de la Reina Candace, éste era el que cuidaba de todos los tesoros de la reina, algo así como el recaudador de Impuestos en la actualidad. Aunque eunuco (castrado por servir en casa de la reina) gozaba de cierto nivel social y posición económica. Había venido desde Egipto para adorar, y además se presentó la oportunidad de poder conseguir parte de la Escritura. Específicamente el Libro de Isaías, estaba deseoso de saber más. Era hombre necesitado en su interior, en busca de la verdad, y de algo que llenara el vacío de su vida. Y ahora estaba a punto de encontrar esta verdad. Dios en su soberana voluntad por medio de su Palabra despierta la inquietud.

Cuando Dios habla, su Palabra es como espada de dos filos, penetra, y además corta hacia dos lados. El Espíritu de Dios le habló a Felipe para que se acercara al carro del Etíope, y Felipe no solo obedeció, sino se esforzó, seguramente tuvo que alcanzar al carro del etíope. La predicación del Evangelio involucra esfuerzo.

Felipe captó la necesidad del funcionario,y tomo como referencia el pasaje que leía el etíope, (Isaías). Presentó el plan de Salvación. Y algo precioso sucedió el etíope, aceptó a Jesucristo como Salvador personal. Esta es la obra de Dios. El etíope tuvo la certeza de su salvación, pero fue mas allá este hombre quería ser bautizado inmediatamente. Reconocía la autoridad de Felipe , sabía también que esta era una oportunidad propicia. Por ello el no dudó en pedírselo a Felipe: “…he aquí agua, ¿que impide que sea bautizado?. No fue cosa fácil dar respuesta a esta pregunta. Ya que Felipe necesitaba estar seguro que la profesión de Fe del nuevo integrante. Entonces respondió: “si crees de todo corazón, bien puedes” Y la respuesta fue contundentemente clara: “creo que Jesucristo es el hijo de Dios.” Y el Eunuco fue bautizado.

Debemos estar atentos a la voz de Dios, no importa el lugar, las circunstancias, el peligro ni las personas. Nunca sabremos donde estará la última persona que está siendo tocada por el Espíritu Santo; por ello debemos incansablemente seguir en la tarea de llevar el Evangelio. Dios obrará por medio de su Espíritu y los hombres vendrán al conocimiento de la Verdad.

El artista se recrea en un ambiente sereno, una ciudad al fondo, un encuentro de personajes en el camino y el rió como fuente salvífica. Toda la escena se llena de una bucólica paz con coloridos serenos que invitan a quedarse y contemplar éste fantástico paisaje en el que se desenvuelve todo.

miércoles, 17 de abril de 2013

La cena de Emaús


La cena de Emaús, 1621. Obra de Hendrick ter Brugghen
Óleo sobre lienzo. 109x141cm

San Juan sigue hablándonos estos días del discurso del pan de la vida (Jn 6, 35-40).

 «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis.
Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día.
Esta es la voluntad de mi Padre:'que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.»

Hendrick Ter Brugghen fue, uno de los miembros más destacados de la escuela de los caravaggistas de Utrecht. En este cuadro nos muestra a Cristo ofreciendo el pan no solo a los dos discípulos en la cena, sino a todo el que se adentra en el cuadro creando así un íntima y sorpresiva relación entre el espectador y el motivo principal de la escena, Jesús y el pan. Los dos discípulos que, atentos y maravillados, asisten al evento, no parecen centrar su atención o mirada en la persona del Maestro resucitado sino en el pan que ofrece éste, es decir a sí mismo, inmolado en la cruz, resucitado y presente entre ellos. Haciéndose a un lado dejan, que todos nosotros entremos en la escena para ser participes de la invitación de Jesús y su sorprendente percepción del misterio. 

San Agustín comenta el pasaje evangélico de esta esplendida  manera:

Ahora bien, Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida. Quien viene a mí no tendrá hambre y quien cree en mí nunca tendrá sed. «Quien viene a mí» es lo mismo que «y quien cree en mí»; y, en cuanto a lo que dijo: «No tendrá hambre», ha de entenderse esto: Nunca tendrá sed; efectivamente, una y otra cosa significan la saciedad eterna, donde no hay escasez alguna. Deseáis el pan venido del cielo: lo tenéis ante vosotros y no lo coméis. Pero os dije que me habéis visto y no habéis creído. Pero no por eso he destruido yo al pueblo. En efecto, ¿acaso vuestra infidelidad ha anulado la lealtad de Dios? De hecho, mira lo que sigue: Todo lo que me da el Padre vendrá a mí; y al que venga a mí no lo echaré fuera. ¿Qué clase de interior es ese del que no se sale fuera? Gran penetral y dulce secreto. ¡Oh secreto sin tedio, sin amargura de pensamientos malos, sin interpelación de tentaciones y dolores! ¿Acaso no es ése el secreto al que entrará aquel siervo benemérito a quien el Señor va a decir: Entra al gozo de tu Señor?
Y a quien vendrá a mí, no lo echaré fuera, porque he descendido del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. ¿Al que, pues, vendrá a ti no lo echarás fuera precisamente porque has descendido del cielo no para hacer tu voluntad, sino la voluntad del que te envió? ¡Gran sacramento! Por favor, aldabeemos a una; salga hacia nosotros algo que nos alimente según nos deleitó.¡Grande y dulce secreto aquel! Quien vendrá a mí. Atiende, atiende y sopesa: A quien vendrá a mí, no lo echaré fuera. ¿Por qué? Porque he descendido del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. ¿Ésa misma es, pues, la causa por la que no echas fuera a quien viene a ti: que has descendido del cielo no a hacer tu voluntad, sino la del que te envió? Ésa misma. ¿Por qué preguntamos si es esa misma? Es ésa misma, lo dice él mismo. Por cierto, nonos es lícito sospechar cosa distinta de la que dice: A quien venga a mí, no lo echaré fuera Y, como si preguntases por qué: Porque no he venido a hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Temo que el alma haya salido fuera de Dios porque era soberbia; más bien, no lo dudo, pues está escrito: «Inicio de todo pecado, la soberbia», e: Inicio de la soberbia del hombre, apostatar de Dios. Está escrito, es firme, es verdad. Después, ¿qué se dice del mortal soberbio, ceñido de los andrajos de la carne, abrumado por el peso del cuerpo corruptible y que empero se enorgullece y olvida la piel de que está vestido? ¿Qué le dice la Escritura? ¿Por qué se ensoberbece la tierra y la ceniza? ¿Por qué se ensoberbece? Diga por qué se ensoberbece. Porque en su vida arrojó su intimidad. ¿Qué significa «arrojó», sino «echó lejos»? Esto significa salir fuera. Pues entrar dentro es apetecer la intimidad, arrojar la intimidad es salir fuera. Arroja la intimidad el soberbio, apetece la intimidad el humilde. Si la soberbia nos echa, la humildad nos hace regresar. He venido no a hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. He venido en condición baja; he venido a enseñar la humildad; he venido como maestro de humildad. Quien viene a mí se me incorpora; quien viene a mí es hecho humilde; quien se me adhiere será humilde porque hace no su voluntad, sino la de Dios, y no será echado fuera, precisamente porque, cuando era soberbio, estaba arrojado fuera.
(Comentario al Ev. de Jn. 25)


martes, 16 de abril de 2013

El martirio de San Esteban


El martirio de San Esteban,1616-1617. Obra de  Rubens
Óleo sobre lienzo, 437 x 278 cm 
Museo de Bellas Artes, Valenciennes, Francia

El texto de hoy de los Hechos de los Apóstoles explica el mismo cuadro que hoy sugerimos para la contemplación. Está cargado del  dramatismo y la teatralidad barrocas que caracterizan al autor y en el se representan claramente todos los personajes. Esteban, cristo a la derecha del Padre, los acusadores y el joven Saulo. Éste es la tabla central de un Tríptico en el que las tapas reflejan una maravillosa Anunciación y en el interior describe el discurso de Esteban y su martirio.

«¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! Siempre resistís al Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres. ¿Hubo un profeta que vuestros padres no persiguieran? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del justo, y ahora vosotros lo habéis traicionado y asesinado; recibisteis la Ley por mediación de ángeles, y no la habéis observado.»

La reacción de Esteban y sus enemigos pone en relieve que se trata de una batalla espiritual, cada bando con sus características propias.

Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo:
-«Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.»

Benedicto XVI hablando de san Esteban en la audiencia del miercoles 10 enero de 2007, dice:

Como Jesús había explicado a los discípulos de Emaús que todo el Antiguo Testamento habla de Él, de su cruz y de su resurrección, de este modo, san Esteban, siguiendo la enseñanza de Jesús, lee todo el Antiguo Testamento en clave cristológica. Demuestra que el misterio de la Cruz se encuentra en el centro de la historia de la salvación narrada en el Antiguo Testamento, muestra realmente que Jesús, el crucificado y resucitado, es el punto de llegada de toda esta historia. Y demuestra, por tanto, que el culto del templo también ha concluido y que Jesús, el resucitado, es el nuevo y auténtico «templo». Precisamente este «no» al templo y a su culto provoca la condena de san Esteban, quien, en ese momento --nos dice san Lucas--, al poner la mirada en el cielo vio la gloria de Dios y a Jesús a su derecha. Y mirando al cielo, a Dios y a Jesús, san Esteban dijo: «Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está en pie a la diestra de Dios» (Hechos 7, 56). Le siguió su martirio, que de hecho se conforma con la pasión del mismo Jesús, pues entrega al «Señor Jesús» su propio espíritu y reza para que el pecado de sus asesinos no les sea tenido en cuenta (Cf. Hechos 7,59-60). 

Y los Hechos de los Apostoles prosiguen:

Entonces, gritando fuertemente, se taparon sus oídos y se precipitaron todos a una sobre él; le echaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearle. Los testigos pusieron sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo. Mientras le apedreaban, Esteban hacía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Después dobló las rodillas y dijo con fuerte voz: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y diciendo esto, se durmió.

La violencia contra Esteban se propagó contra toda la Iglesia (Hch 8,1-3)

Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación:
- «Señor Jesús, recibe mi espíritu.»
Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito:
- «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.»
Y, con estas palabras, expiró. Saulo aprobaba la ejecución.

Prosigue Benedicto XVI:

El lugar del martirio de Esteban, en Jerusalén, se sitúa tradicionalmente algo más afuera de la Puerta de Damasco, en el norte, donde ahora se encuentra precisamente la iglesia de Saint- Étienne, junto a la conocida «École Biblique» de los dominicos. Al asesinato de Esteban, primer mártir de Cristo, le siguió una persecución local contra los discípulos de Jesús (Cf. Hechos 8, 1), la primera que se verificó en la historia de la Iglesia. Constituyó la oportunidad concreta que llevó al grupo de cristianos hebreo-helenistas a huir de Jerusalén y a dispersarse. Expulsados de Jerusalén, se transformaron en misioneros itinerantes. «Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Buena Nueva de la Palabra» (Hechos 8, 4). La persecución y la consiguiente dispersión se convierten en misión. El Evangelio se propagó de este modo en Samaria, en Fenicia, y e Siria, hasta llegar a la gran ciudad de Antioquía, donde, según Lucas, fue anunciado por primera vez también a los paganos (Cf. Hechos 11, 19-20) y donde resonó por primera vez el nombre de «cristianos» (Hechos 11,26). 

Saulo aprobaba su muerte. Aquel día se desató una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, a excepción de los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria. Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él. Entretanto Saulo hacía estragos en la Iglesia; entraba por las casas, se llevaba por la fuerza hombres y mujeres, y los metía en la cárcel.   

En Saulo, dice Benecito XVI,  podemos ver las maravillas de Dios ya que el  adversario empedernido de la visión de Esteban, después del encuentro con Cristo resucitado en el camino de Damasco, reanuda la interpretación cristológica del Antiguo Testamento hecha por el primer mártir, la profundiza y completa, y de este modo se convierte en el «apóstol de las gentes». La ley se cumple, enseña él, en la cruz de Cristo. Y la fe en Cristo, la comunión con el amor de Cristo, es el verdadero cumplimiento de toda la Ley. Este es el contenido de la predicación de Pablo. Él demuestra así que el Dios de Abraham se convierte en el Dios de todos. Y todos los creyentes en Cristo Jesús, como hijos de Abraham, se convierten en partícipes de las promesas. En la misión de san Pablo se cumple la visión de Esteban. 

Las circunstancias del martirio indican que la lapidación de San Esteban no fue un acto de violencia de la multitud sino una ejecución judicial.  De entre los que estaban presentes consintiendo su muerte, uno, llamado Saulo, el futuro Apóstol de los Gentiles, supo aprovechar la semilla de sangre que sembró aquel primer mártir de Cristo.

Los restos de Esteban fueron encontrados por el sacerdote Luciano en Gamala de Palestina, en diciembre del año 415. El hallazgo suscitó gran conmoción en el mundo cristiano. Las reliquias se distribuyeron por todo el mundo, lo cual contribuyó a propagar el culto de San Esteban, obrando Dios numerosos milagros por la intercesión del protomartir.

San Evodio, obispo de Uzalum, en Africa y San Agustín, dejaron descripción de muchos de los milagros. San Agustín dijo en un sermón: "Bien está que deseemos obtener por su intercesión los bienes temporales, de suerte que, imitando al mártir, consigamos finalmente los bienes eternos". Ciertamente, la misión principal del Mesías no es remediar los males temporales, pero a pesar de ello, durante su vida mortal, Jesús sanó a los enfermos, libró a los posesos y socorrió a los miserables a fin de darnos pruebas sensibles de su amor y de su poder divino.  Las sanaciones físicas son además una señal de la obra de sanación espiritual que Jesús hace.  Sabemos que, aunque no otorge una sanación física, siempre sana los corazones que a El se abren.

La historia de Esteban nos dice mucho. Por ejemplo, nos enseña que no hay que disociar nunca el compromiso social de la caridad del anuncio valiente de la fe. Era uno de los siete que estaban encargados sobre todo de la caridad. Pero no era posible disociar caridad de anuncio. De este modo, con la caridad, anuncia a Cristo crucificado, hasta el punto de aceptar incluso el martirio. Esta es la primera lección que podemos aprender de la figura de san Esteban: caridad y anuncio van siempre juntos. 

San Esteban nos habla sobre todo de Cristo, de Cristo crucificado y resucitado como centro de la historia y de nuestra vida. Podemos comprender que la Cruz ocupa siempre un lugar central en la vida de la Iglesia y también en nuestra vida personal. En la historia de la Iglesia no faltará nunca la pasión, la persecución. Y precisamente la persecución se convierte, según la famosa fase de Tertuliano, fuente de misión para los nuevos cristianos. Cito sus palabras: «Nosotros nos multiplicamos cada vez que somos segados por vosotros: la sangre de los cristianos es una semilla» («Apologetico» 50,13: «Plures efficimur quoties metimur a vobis: semen est sanguis christianorum»). Pero también en nuestra vida la cruz, que no faltará nunca, se convierte en bendición. Y aceptando la cruz, sabiendo que se convierte y es bendición, aprendemos la alegría del cristiano, incluso en momentos de dificultad. El valor del testimonio es insustituible, pues el Evangelio lleva hacia él y de él se alimenta la Iglesia. San Esteban nos enseña a aprender estas lecciones, nos enseña a amar la Cruz, pues es el camino por el que Cristo se hace siempre presente de nuevo entre nosotros. (Benedicto XVI, miercoles,10 enero 2007)