lunes, 26 de diciembre de 2016

Hans Memling. San Esteban

San Esteban. 1480. Hans Memling
Óleo sobre tabla. Medidas: 48cm x 17cm.
Museo de Arte de Cincinnati (Estaods Unidos)

Una venerable tradición litúrgica rodea la fiesta del nacimiento del Señor con la veneración de tres santos, el primero de los cuales es san Esteban. Junto al Señor recién nacido, concurre el primer mártir que dio testimonio, con su propia sangre, del Salvador.

Contemplamos una tabla de Hans Memmling, en la que aparece retratado con las vestiduras litúrgicas de los diáconos, es decir, la dalmática sobre el alba blanca. Lleva en la mano una piedra, que simboliza su martirio. Al fondo se divisa una ciudad, pintadas con la típica minuciosidad del artista flamenco.

domingo, 25 de diciembre de 2016

Pedro Berruguete. El Nacimiento de Cristo

El nacimiento de Cristo.XV. Pedro Berruguete
 Óleo sobre tabla. Medidas: 146cm x 110cm.
Museo del Santa María. Becerril de Campos

Hoy ha nacido Jesucristo, hoy ha aparecido el Salvador; hoy en la tierra cantan los ángeles, se alegran los arcángeles; hoy saltan de gozo los justos, diciendo: Gloria a Dios en el cielo. Aleluya.

Esta antífona es cantada en el Oficio de Vísperas de la tarde de Navidad, como expresión del gozo de la Iglesia ante el misterio que, no sólo tuvo lugar en el pasado, sino que la acción del Espíritu Santo hace que vuelva a tener lugar en nuestro hoy. Dios toma nuestra naturaleza mortal, para hacernos partícipes de su divinidad.

Este aspecto orante o contemplativo fue captado por Berrugete en su magnífica tabla de la Navidad del Señor. Pertenece a su tercera época, después de su retorno de Italia. En este momento adapta el estilo que aprendió en Italia a los gustos de la clientela castellana, más conservadora y apegada a las maneras del Gótico.

sábado, 24 de diciembre de 2016

Anuncio del ángel a los pastores

Anuncio del ángel a los pasotres. XII. Anónimo
 Pintura mural al fresco
Panteón de los Reyes. San Isidoro de León

Esta noche asistiremos al gozoso momento en el que María da a luz al Salvador de los hombres, en una gruta para los rebaños de Belén, la ciudad de David. Los ángeles iluminan con su presencia la oscuridad de la humanidad, y anuncian a los humildes pastores que dormían junto a sus rebaños el gran milagro, el cumplimiento de las antiguas profecías.

Esta escena fue pintada admirablemente en el Panteón de los Reyes de la Basílica de San Isidoro de León. Este espacio queda compartimentado por dos grandes columnas exentas, resultando así una división en tres naves con un total de seis bóvedas de aristas.Tanto la parte superior de los muros que queda por encima de la línea de impostas como la superficie completa de las bóvedas (incluyendo el intradós de los arcos) fueron decoradas, en una fecha imprecisa entre los años 1124 y 1170, con pinturas al fresco realizadas al temple sobre estuco de color blanco, complementadas además con textos alusivos a los temas representados.

Durante mucho tiempo los frescos de San Isidoro de León fueron adscritos al estilo francorrománico, que penetró en España gracias a los caminos de peregrinación y a los contactos políticos con Francia, y que se estableció en las tierras leonesas, en clara oposición a la corriente que llegaba de Italia, que permaneció en el Nordés. Su desarrollo significó, en su zona de influencia, la erradicación definitiva de los restos de bizantinismo, del simbolismo excesivo y la riqueza de los atavíos, y el comienzo de los grandes ciclos historiados hispanos. Algunos expertos ven esta huella francesa en el predominio de fondos blancos, en la predilección por pocos colores fundamentales aplicados en superficies lisas y en su rudeza y gran expresividad.

La escena del anuncio a los ángeles llama la atención por su delicado realismo. El ángel ocupa una esquina de la escena. Una cartela dice: Angelus ad pastores. Los pastores están en sus ocupaciones habituales, vestidos en la forma usual del siglo XII; uno toca el caramillo, otro da de beber a un perro, dos cabras luchas entre sí, otras pastan. Lo cual significa que, en medio de lo cotidiano del espectador, también nace Dios, como sugiere la acción litúrgica de la Navidad.

viernes, 23 de diciembre de 2016

Maestro de Miraflores. El nacimiento de san Juan Bautista

El nacimiento de san Juan Bautista. 1490-1500. Maestro de Miraflores
Óleo sobre tabla. Medidas: 90 cm. x 55 cm.
Museo del Prado. Madrid

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.»

El Evangelio de la Eucaristía nos narra hoy el nacimiento de san Juan Bautista. San Lucas pone en paralelo su historia con la de Jesús, estableciendo una relación que culminará en el reconocimiento de Juan en Jesús del enviado por Dios para salvar a los hombres.

Contemplamos una tabla que muestra un interior doméstico de gran riqueza. La ventana del fondo tiene una vidriera con la Anunciación, tema alusivo a la encarnación de Cristo, del que el Bautista es precursor, y a la Virgen María, a la que Isabel entrega al niño San Juan en presencia de Zacarías. Proviene de la Cartuja de Miraflores. 

jueves, 22 de diciembre de 2016

Dieric Bouts. La adoración del niño por los ángeles

El Nacimiento. 1445. Dieric Bouts
Óleo mixta tabla
Museo del Prado. Madrid

La liturgia nos presenta hoy la oración del Magnificat, que María pronunció como respuesta a la alabanza de su prima Isabel. María proclama la grandeza del Señor, que en el nacimiento de Jesús nos ha rescatado de la opresión del pecado y de la muerte, Hemos vuelto a elegir una de la cuatro tablas del Tríptico de la Virgen de Dieric Bouts, en la que se representa la Adoración del Niño por los ángeles.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Dieric Bouts. La Visitación

La Visitación. 1445. Dieric Bouts
Óleo mixta tabla
Museo del Prado. Madrid

Leemos hoy en la Eucaristía el relato de la Visitación de la Virgen María a su prima santa Isabel. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de vientre.

He mos escogido uno de los paneles del Tríptico de la Virgen de Dieric Bouts. En este tríptico se representan cuatro escenas: la Anunciación, la Visitación, la Adoración de los ángeles y la Adoración de los Magos. Realizado hacia 1445, se considera la primera obra conservada de mano de Dirk Bouts y muestra ya un estilo similar al de las pinturas que ejecutó después, excepción hecha del canon de sus figuras, mucho más corto en este tríptico que en obras posteriores. Prescindiendo del interés que Bouts siente por el paisaje desde el principio, lo que resulta más digno de destacar en la obra del Museo del Prado son las formas ovales de los rostros de sus figuras, como se constata en el de la Virgen, que evidencia la simplificación de volúmenes de que hacen gala los pintores de los Países Bajos del Norte. Dirk Bouts recibe otros influjos al instalarse en los Países Bajos del Sur -entre 1444 y 1448 debe estar ya en Lovaina, donde morirá en 1475-. Se aprecia en esta obra la forma peculiar que tenía el pintor de traducir el mundo que le rodea, transmitiendo a sus figuras poco expresivas, sumidas en un silencio meditativo y con sus movimientos detenidos, una sensación de recogimiento, que se aleja de la fuerte emotividad de Roger van der Weyden y de la monumentalidad de Jan van Eyck, cuyo arte conoció y de los que se sirvió en la síntesis personal de su estilo.

Pese a la fecha temprana en que Bouts ejecuta el tríptico, toma de Van der Weyden algunos esquemas compositivos, como la arquitectura pintada que simula una portada con arquivolta esculpida, que este último había ideado pocos años antes para el Tríptico de Miraflores (Gemäldegalerie, Berlin), o la composición de la Visitación que deriva de otra de Van der Weyden en el Museum der bildenden Künste de Leipzig. Sin duda, en esos primeros años de la carrera de Bouts, la influencia eyckiana -mitigada después- constituye la base principal de su lenguaje pictórico. Igual que el pintor de Brujas, en el tríptico del Prado, Bouts diferencia las distintas materias como los cabellos o los tejidos -perceptibles en el arcángel Gabriel de la Anunciación-, emplea la luz como factor de unidad, dota las diferentes escenas de una atmósfera dorada y de un modelado vigoroso. 

martes, 20 de diciembre de 2016

Fra Angelico. La Anunciación

La Anunciación.1425-1428. Fra Angelico
 Óleo sobre lienzo. Medidas: 194cm x 194cm.
Museo del Prado. Madrid. España

Leemos hoy en la Eucaristía el relato de la Anunciación,  en nuestro camino litúrgico, junto con María, hacia la celebración del Nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. El recuerdo no sólo es un ejercicio de memoria, sino la certeza, en el Espíritu Santo, de que en nuestro hoy vuelve a realizarse el misterio de la redención de la naturaleza humana, herida por el pecado de los primeros padres, a través de la obediencia del Hijo de Dios.

Fra Angelico puso en relación Encarnación y Redención en su célebre tabla de la Anunciación, custodiada en el Museo del Prado. Aunque Guido di Piero trabajó como pintor e iluminador en Florencia con anterioridad a su ordenación como dominico hacia 1420-1422 y la adopción del nombre de Fra Giovanni de Fiesole (sólo fue llamado Fra Angelico tras su muerte), sus primeras obras documentadas se fechan entre 1423 y 1429. Dentro de este periodo se incluye la realización de esta obra, pintada para el convento de Santo Domingo en Fiésole y probablemente sufragada por Angelo di Zanobi di Taddeo Gaddi, nieto del pintor Taddeo Gaddi.

La Anunciación del Prado es considerada actualmente una de las primeras obras maestras de su autor, y fue realizada en un momento decisivo para el arte florentino, cuando trabajaban en la ciudad epígonos del gótico internacional como Lorenzo Monaco o Gerardo Starnina; pintores al tanto de las innovaciones nórdicas, Gentile da Fabriano; y artistas revolucionarios como Masaccio o Brunelleschi.Iconográficamente se trata de una obra tradicional cuya tabla central muestra el ciclo de la pérdida (Adán y Eva expulsados del Paraíso) y salvación del hombre (Anunciación de María), mientras los cinco paneles de la predella ilustran otros tantos episodios de la vida de la Virgen. Sin embargo, en la plasmación visual de estos temas Fra Angelico demostró conocer las transformaciones que estaban sucediéndose en el arte toscano.

Así, la minuciosidad en la representación de flores y objetos deriva de Gentile da Fabriano, responsable también de la voluntad de unificar el espacio mediante la arquitectura; mientras el intento de profundidad espacial de la camera virginis remite a cuanto habían hecho Masolino y Masaccio en la Capilla Brancacci. De igual modo, la estructura que cobija La Anunciación fue de las primeras en seguir la recomendación dada en 1425 por Brunelleschi para los retablos de San Lorenzo, que debían ser cuadrados y sin adornos. Todo ello no puede hacernos olvidar que estamos ante una obra temprana que, como tal, delata los titubeos de su autor, perceptibles en el deficiente manejo de la perspectiva y el escaso conocimiento de la anatomía.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Anuncio del ángel a Zacarías

Anuncio del ángel a Zacarías. 1485-1490. Domenico Ghirlandaio
 Pintura al fresco
Capilla Tornabuoni. Florencia

En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel. Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada. Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según el ritual de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso. Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.

Así se inicia el relato que hoy leemos en la Eucaristía, del comienzo del Evangelio según san Lucas, que nos narra la concepción de Juan el Bautista. Contemplamos la escena en un magnífico fresco de Ghirlandaio, pintando en la Capilla Tornabuoni de Florencia.


Ghirlandaio, que era entonces el artista más famoso de la época entre los ricos mercaderes florentinos, trabajó allí entre 1485 y 1490 con ayuda de su taller. En su taller se encontraban otros artistas, incluidos sus hermanos Davide y Benedetto, su cuñado Sebastiano Mainardi y, probablemente, también un jóvencísimo Miguel Ángel, que en aquella época era alumno de Ghirlandaio, pero cuya mano no se reconoce en ninguna escena. Dado el tamaño de la empresa, gran parte fue pintada con ayudantes, pero Domenico dejó al maestro todo el ciclo de diseño y supervisión de manera que el estilo final fuese homogéneo.

La popularidad de Ghirlandaio residía en su maestría en ambientar las escenas sagradas en la vida social de la época y su capacidad inigualable para retratar a los miembros de la alta sociedad de Florencia, entre los cuales los Tornabuoni, aliados de los Medici, eran una de las familias más importantes. En conjunto, el resultado final fue desigual: las escenas más bajas, más cercanas al espectador, tienen retratos maravillosos, composición equilibrada y detalles maravillosos.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Gerard David. Navidad

Navidad, 1480. Gerard David
Óleo sobre tabla, Medidas: 47 x 34 cm
Museo Metropolitano de Arte. Nueva York

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".» Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

Leemos en el Evangelio de hoy el comienzo relato de san Mateo del Nacimiento de Cristo. José es el protagonista, a quien se dirige el mensaje del ángel para que acoja a María, que ya está embarazada. Hemos escogido una bella tabla flamenca, en la que aparece precisamente José en el momento del nacimiento, encuadrado en una arquitectura abierta que permite ver el paisaje. José aparece representado con un rostro sereno, como si estuviese embargado en la oración. Dos pequeños ángeles adoran al Niño, y los pastores se asoman curiosos a la escena.

sábado, 17 de diciembre de 2016

Anónimo. El árbol de Jesé

El árbol de Jesé.1140. Anónimno inglés
 Iluminación sobre pergamino
Palacio Lambeth. Londres

Hoy es el primer día de las llamadas ferias mayores. Son los últimos días del Adviento, que recorremos junto con María hacia el Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Leemos en la Eucaristía el comienzo del Evangelio según san Mateo, que se inicia con la genealogía del Señor. Esto nos lleva a considerar nuevamente la profecía de Isaías a cerca del árbol de Jesé: el tronco de Jesé brotará un renuevo, sobre el que se posará el Espíritu Santo.

La tradición iconográfica del árbol de Jesé viene a poner de manifiesto el entronque de Jesús con la familia del rey David, de la que habría de surgir el Mesías, y del cumplimiento en su persona de las antiguas profecías de Israel.

Contemplamos una iluminación, en la que ese árbol viene figurado en la Virgen María; las ramas de dicho árbol son los distintos misterios de su vida; y, por encima de ella, florece en una pequeña medalla Jesús. Todo ello surge de las entrañas de Jesé, el padre del rey David.

lunes, 12 de diciembre de 2016

Anónimo. Virgen de Guadalupe

La Virgen de Guadalupe. XVIII. Anónimo
Óleo sobre tabla. Medidas: 177 cm. x 110 cm.
Museo del Prado. Madrid

Con gran gozo recordamos hoy a la Santísima Virgen de Guadalupe, reina de Méjico y patrona de América. Un sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la ciudad de México a asistir a sus clases de catecismo y a oír la Santa Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó una voz que lo llamaba por su nombre.

Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo.

De regresó a su pueblo Juan Diego se encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó lo ocurrido. La Virgen le pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le repitiera el mensaje. Esta vez el obispo, luego de oir a Juan Diego le dijo que debía ir y decirle a la Señora que le diese alguna señal que probara que era la Madre de Dios y que era su voluntad que se le construyera un templo.

De regreso, Juan Diego halló a María y le narró los hechos. La Virgen le mandó que volviese al día siguiente al mismo lugar pues allí le daría la señal. Al día siguiente Juan Diego no pudo volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo. La madrugada del 12 de diciembre Juan Diego marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba muriendo. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para evitarla. De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba. Avergonzado, le explicó lo que ocurría. La Virgen dijo a Juan Diego que no se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba sano. Entonces el indio le pidió la señal que debía llevar al obispo. María le dijo que subiera a la cumbre del cerro donde halló rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y se las llevó al obispo.

Una vez ante Monseñor Zumarraga Juan Diego desplegó su manta, cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe. Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que había señalado el indio.

El lienzo que contemplamos, perteneciente al Museo del Prado, es una reproducción del siglo XVIII de la imagen original, a la que se añaden las escenas de la aparición de la Virgen, y una imagen de la primitiva iglesia de Guadalupe. Una inscripción añade: Se tocó a su original el día 20 de mayo de 1749 años.

viernes, 9 de diciembre de 2016

Luis de Morales. San Juan Bautista

San Juan Bautista. 1565. Luis de Morales
Óleo sobre tabla. Medidas: 47 cm. x 34 cm.
Museo del Prado. Madrid

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado." Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores." Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»

Leemos hoy en la Eucaristía este fragmento del capítulo 11 del Evangelio según san Mateo, que nos presenta una de las figuras centrales del tiempo de Adviento: san Juan Bautista, que anunció la llegada del Señor, y nos sigue sirviendo su predicación como preparación para que recibamos, también nosotros, al Señor que volverá con gloria.

Contemplamos una tabla del Divino Morales, el célebre pintor manierista. Esta cabeza del Bautista deriva de la figura de medio cuerpo que Morales incluyó en el retablo de la iglesia parroquial de Arroyo de la Luz (Cáceres), realizado en 1563. Se trata de una pintura trabajada minuciosamente por medio de finas capas de pigmento matizadas por medio de veladuras. Debió de formar parte de un retablo o un tríptico destinado a algún oratorio privado.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Zurbarán. Inmaculada Concepción

La Inmaculada Concepción. 1628-1630. Francisco de Zurbarán
Óleo sobre lienzo. Medidas: 128 cm. x 89 cm.
Museo del Prado. Madrid

El culto a la Inmaculada es una de las señas de identidad de la sociedad española del siglo XVII, sobre todo a raíz de una gran polémica entre sus defensores y sus detractores que tiene lugar en Sevilla en 1616. A partir de ese momento la ciudad se convierte en uno de los grandes focos concepcionistas del país y sus pintores dedican gran parte de sus energías a promover la devoción. Zurbarán es uno de los más activos en este sentido y a él se deben varias obras de este tema, como ésta, una de sus composiciones más tempranas y en la que muestra su característica Virgen niña y estática. 

Aparece con las manos unidas en oración y rodeada por los símbolos de las letanías que recuerdan las virtudes que acompañan a la imagen de la Virgen. 

La abundancia de estos complejos signos de lectura teológica hace que la imagen tenga dos posibles visiones para el fiel: la del manifiesto doctrinal extremadamente complejo y sólo descifrable para unos pocos entendidos, y la de la imagen devocional, que muestra una María hermosa e infantil, que despierta el fervor de los más sencillos.