San Basilio.XVII. Copia de El Greco
Óleo sobre lienzo. Medidas: 241 cm x 162 cm.
Museo del Prado. Madrid. España
Celebramos hoy la memoria de los santos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno. Contemplamos, precisamente, un retrato del primero. Aparece en actitud meditativa mientras lee un libro que sostiene con la mano izquierda; con la derecha recoge el báculo pastoral guarnecido con manga de paño verde. El personaje se sitúa en primer plano, en un exterior dominado por un paisaje muy abierto, con montañas al fondo y una larga muralla en segundo término, a la izquierda del espectador. En ese mismo flanco se distinguen numerosas figuras en actitud de escuchar la plática o predicación de un personaje con mitra, probablemente el mismo que protagoniza la composición y que se enmarca por el amplio celaje que subraya la monumentalidad de la figura.
La identidad del personaje fue reconocida de forma bastante temprana con san Basilio, aunque la dependencia de esta representación con la tela de San Ildefonso pintada por el Greco entre 1608 y 1613 para la capilla Oballe en la Iglesia de San Vicente Mártir de Toledo, y conservada en el real monasterio del Escorial, explicaría los vaivenes sobre la identificación del santo obispo, entre otras cosas porque esa importante obra del cretense no se reconoció como san Ildefonso hasta el siglo XX. Previamente, el santo pasó por identificarse como san Eugenio o incluso san Blas. Sin embargo, tanto la procedencia como las primeras referencias de la pintura indicaban con claridad la identificación con san Basilio el Magno, uno de los cuatro padres de la Iglesia griega, nacido en Cesárea de Capadocia, Asia Menor, en 328, que alcanzó la dignidad de obispo en 370.
Aunque no es frecuente en las representaciones del santo, la escena del fondo ilustra el encuentro entre el obispo, el emperador Valente y el prefecto Modesto ante las murallas de Cesárea, y donde Basilio mostró inflexible su posición contra el avance de la herejía arriana. Fue precisamente la representación del paisaje con la escena del fondo donde el pintor de este lienzo introdujo las variaciones fundamentales con respecto a la composición del Greco, el San Ildefonso escurialense. El santo sigue con absoluta fidelidad el original, pero se le ha envuelto en un espacio más amplio que ha permitido incluir esas referencias paisajísticas y narrativas. El tratamiento pictórico se aparta de las características del Greco en sus años finales, y la modulación del rostro o de la vestimenta acreditan una filiación artística próxima a la pintura naturalista del segundo tercio del siglo XVII
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