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martes, 2 de mayo de 2017

Juan de Juanes. Estaban acusado de blasfemo.

San Esteban acusado de blasfemo. 1562. Juan de Juanes
Óleo sobre tabla. Medidas: 160cm x 123cm.
Museo del Prado. Madrid.

En aquellos días, Esteban decía al pueblo, a los ancianos y a los escribas: «¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! Siempre resistís al Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres. ¿Hubo un profeta que vuestros padres no persiguieran? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del justo, y ahora vosotros lo habéis traicionado y asesinado; recibisteis la Ley por mediación de ángeles, y no la habéis observado.» Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.» Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.»

Leemos hoy en la Eucaristía el final del capítulo 7 del Libro de los Hechos de los Apóstoles, que nos narra el martirio de san Esteban. Juan de Juanes pintó para la Iglesia de San Esteban de Valencia un conjunto de tablas sobre el santo, una de las cuales contemplamos hoy.


Se trata del momento en el que san Esteban afirma que contempla al Hijo del Hombre sentado a la derecha de Dios. El artista presenta al santo con el libro de la Escritura, con las que acaba de argumentar que Jesús es el Mesías, señalando en éxtasis hacia lo alto, donde aparece Jesús resucitado. Viste la dalmática de los diáconos, y la escena se sitúa dentro de una rica arquitectura ornamentada con motivos típicamente renacentistas.


Ajenos a la visión de la gloria del Resucitado, los judíos, por su parte, se tapan los oídos, llenos de rabia, y levantan los puños en señal del rencor que les provoca Esteban. La obra de Juan de Juanes refleja con gran belleza el dramatismo del momento: el éxtasis del mártir frente al odio de los que rechazan la fe. Una tabla, en suma, destinada a la contemplación de los fieles, al estar expuesta en el retablo del templo dedicado al santo en la capital valenciana.

martes, 21 de abril de 2015

Juan de Juanes. Martirio de san Esteban

Martirio de san Esteban. 1562. Juan de Juanes
Óleo sobre tabla. Medidas: 160 cm x 123 cm.
Museo del Prado. Madrid

Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.» Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y, con estas palabras, expiró. Saulo aprobaba la ejecución.

La primera lectura de la Eucaristía de hoy pone ante nuestros ojos el primer martirio, la primera confesión hasta la muerte, de un discípulo de Cristo. La muerte de san Esteban abre el camino a una gloriosa serie, que todavía perdura en nuestros días.

Contemplamos la escena en una tabla pintada por Juan de Juanes. Mientras el santo se encomienda a Dios, los expresivos sayones lapidan con ira a Esteban vestido con ropa de diácono. Al fondo aparece Saulo, el futuro San Pablo, contemplando la escena enmarcada por un característico paisaje salpicado de ruinas clásicas, obeliscos y pirámides, según los modelos de Rafael que se repiten en casi toda la obra de Juan de Juanes. Fue pintada para el retablo de San Esteban de Valencia, junto a otras escenas de la vida del santo.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Juan de Juanes. Entierro de San Esteban

Entierro de San Esteban. 1562. Juan de Juanes
Óleo sobre tabla. Medidas: 160cm x 123cm.
Museo del Prado. Madrid.

Aquel día, se desató una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén; todos, menos los apóstoles, se dispersaron por Judea y Samaria. Unos hombres piadosos enterraron a Esteban e hicieron gran duelo por él.

El Capítulo octavo del Libro de los Hechos de los Apóstoles comienza con la narración del entierro de san Esteban. Su muerte, junto con la persecución impulsada por Saulo, marcan el inicio de la vida de la Iglesia, que no se dejó atemorizar por dicha tragedia sino que, movida por el Espíritu Santo, prosiguió con más fuerza su labor evangelizadora.

Volvemos a escoger el ciclo de tablas que Juan de Juanes pintó para la Iglesia de San Esteban de Valencia. El entierro de san Esteban, composición similar a la del Entierro de Cristo, en un paisaje con monumentos que evocan a la ciudad de Roma, utiliza gestos teatrales, casi declamatorios en sus personajes, acentuados por sus formas blandas esfumadas, adecuadas a una religión que insiste más en los aspectos devocionales, en captar los sentimientos del fiel y provocar su respuesta emotiva. De interés es, sin duda, el retrato del comitente, don Juan de Aguiló -antes considerado como el autorretrato del pintor-, en el mismo espacio que las personas sagradas, mirando al fiel que se identifica con él. 

martes, 6 de mayo de 2014

Juan de Juanes. Estaban acusado de blasfemo.

San Esteban acusado de blasfemo. 1562. Juan de Juanes
Óleo sobre tabla. Medidas: 160cm x 123cm.
Museo del Prado. Madrid.

En aquellos días, Esteban decía al pueblo, a los ancianos y a los escribas: «¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! Siempre resistís al Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres. ¿Hubo un profeta que vuestros padres no persiguieran? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del justo, y ahora vosotros lo habéis traicionado y asesinado; recibisteis la Ley por mediación de ángeles, y no la habéis observado.» Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.» Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.»

Leemos hoy en la Eucaristía el final del capítulo 7 del Libro de los Hechos de los Apóstoles, que nos narra el martirio de san Esteban. Juan de Juanes pintó para la Iglesia de San Esteban de Valencia un conjunto de tablas sobre el santo, una de las cuales contemplamos hoy.


Se trata del momento en el que san Esteban afirma que contempla al Hijo del Hombre sentado a la derecha de Dios. El artista presenta al santo con el libro de la Escritura, con las que acaba de argumentar que Jesús es el Mesías, señalando en éxtasis hacia lo alto, donde aparece Jesús resucitado. Viste la dalmática de los diáconos, y la escena se sitúa dentro de una rica arquitectura ornamentada con motivos típicamente renacentistas.


Ajenos a la visión de la gloria del Resucitado, los judíos, por su parte, se tapan los oídos, llenos de rabia, y levantan los puños en señal del rencor que les provoca Esteban. La obra de Juan de Juanes refleja con gran belleza el dramatismo del momento: el éxtasis del mártir frente al odio de los que rechazan la fe. Una tabla, en suma, destinada a la contemplación de los fieles, al estar expuesta en el retablo del templo dedicado al santo en la capital valenciana.

martes, 10 de septiembre de 2013

Juan de Juanes. La Última Cen


La Última Cena. 1562. Juan de Juanes
Óleo sobre tabla. Medidas: 116cm x 191cm.
Museo del Prado. Madrid. España

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.

La liturgia de este día nos presenta en el Evangelio la elección que hizo Jesús de los doce apóstoles, el inicio del nuevo Pueblo de Dios, que es la Iglesia, a imagen de lo doce patriarcas y las doce tribus de Israel. Por eso, hemos escogido una obra en la que aparecen los doce apóstoles junto a Jesús, precisamente durante la Última Cena.

La Última Cena de Juan de Juanes fue pintada para el banco del retablo mayor de San Esteban, de Valencia, junto a las pinturas sobre la vida de San Esteban, la composición se basa, al parecer, en la famosa obra que Leonardo da Vinci pintó para el refectorio de Santa María delle Grazie de Milán, aunque el modelado de las figuras y el color remiten a Rafael. 

Sobre la mesa, delante de la figura de Cristo, aparece el Santo Cáliz que se conserva en la Catedral de Valencia, regalado en 1424 por Alfonso V. La jarra y la jofaina del primer término aluden al Lavatorio de los pies, previo a la Cena. Todos los Apóstoles llevan nimbo con su nombre excepto Judas Iscariote, aunque su nombre aparece en el banco que ocupa. Tiene la barba y el cabello rojos, según la tradición, viste de amarillo -color simbólico de la envidia-, y oculta a sus compañeros la bolsa del dinero.

lunes, 26 de agosto de 2013

Juan de Juanes. Melquisedec, rey de Salem


Melquisedec, rey de Salem. 1545. Juan de Juanes
Óleo sobre tabla. Medidas: 80cm x 35cm.
Museo del Prado. Madrid. España

Conmemoración de san Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo, que saludó y bendijo a Abrahán cuando volvía victorioso, ofreciendo al Señor un sacrificio santo, una hostia inmaculada. Como figura típica de Cristo, ha sido interpretado rey de la paz y de la justicia y sacerdote eterno, aun falto de genealogía.

Esta noticia del Martirologio Romano para este día nos habla e unos de los personajes más misterioros pero, a la vez, más mencionados, en la Historia Sagrada y en la vida de la Iglesia. Misterioso, pues no sabemos nada de él, excepto el pasaje en el que se le cita en el Libro del Génesis, cuando Abraham le da el diezmo y él ofrece el sacrificio. Pero también es el más mencionado, pues todos los días se le citaba en el Canon de la Misa, pidiéndole al Señor que aceptara el Sacrificio de la Eucaristía, como había aceptado de sacrificio del sumo sacerdote Melquisedec. Por eso, era frecuente representarlo en relación con el sacramento de la Eucaristía.

Es el caso que nos ocupa hoy, con una obra del pintor Juan de Juanes. Esta obra formó parte del tabernáculo del retablo mayor de la iglesia de la Natividad de la Virgen en Fuente de la Higuera (Valencia), lo que explica el rico trabajo en oro tanto de los fondos como de las traseras de las tablas, que están esgrafiadas y policromadas. Esta obra se completaba con Jesús mostrando el cáliz y la Sagrada Forma, y con  el sacerdote Aarón que lleva una vasija de incienso.