martes, 4 de junio de 2013

El tributo al Cesar


El tributo al Cesar, 1620. Valentin de Boulogne
Óleo sobre lienzo, 111x154 cm
Museo nacional del Castillo, Versalles. Francia

El evangelio según san Marcos (12, 13-17) que leemos hoy en la liturgia nos hace dirigirnos a esta representación del acontecimiento evangélico. Un cuadro con influencia de Caravaggio donde los claroscuros se manifiestan de manera notable y se crea en el un clima casi, diríamos con acierto, como la cuestión de la narración. De manera casi inusual quieren comprometer a Jesús, primero se le adula y luego se le quiere llevar al terreno propio. Sin embargo el autor, queriendo aclarar visualmente el momento, pone el acento de la luz en el personaje de Cristo y no solo iluminando sobre manera el rostro sino dirigiéndonos la mirada hacia la mano de éste  para que nos demos cuenta que la cuestión que se dirime está ahí.

El mundo y Dios,  dos realidades que para un cristiano no han de contraponerse cuando este sabe dar su justa medida al valor de lo material y se deja iluminar en la oscuridad por el que es la luz, Cristo.

En aquel tiempo, enviaron a Jesús unos fariseos y partidarios de Herodes, para cazarlo con una pregunta.
Se acercaron y le dijeron: -«Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa de nadie; porque no te fijas en lo que la gente sea, sino que enseñas el camino de Dios sinceramente. ¿Es lícito pagar impuesto al César o no? ¿Pagamos o no pagamos?»
Jesús, viendo su hipocresía, les replicó: -« ¿Porqué intentáis cogerme? Traedme un denario, que lo vea.»
Se lo trajeron. Y él les preguntó: -«¿De quién es esta cara y esta inscripción?»
Le contestaron: -«Del César.»
Les replicó: -«Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios, a Dios.» Se quedaron admirados.

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