martes, 18 de junio de 2013

La flagelación de Cristo


La flagelación de Cristo, 1657. Obra de Guercino
Óleo sobre lienzo,  250 x 185 cm

El evangelio de hoy (Mateo 5, 43-48) trae palabras duras para aceptar y difíciles de cumplir desde una perspectiva puramente humana. Jesús no enseña a amor y orar para resumir diciéndonos, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.

En esta imagen podemos ver como, mientras están flagelando al hombre, Cristo, éste se dirige a nosotros y con su mirada nos interroga, nos habla, nos provoca con su perdón y su amor. Amar al enemigo, a aquel que lo flagela, lo insulta, lo hostiga y lo crucifica. El sabe que el amor es mas fuerte que la muerte y que la perfección de la que nos habla esta en darse hasta cuando te quitan la  propia vida. 

Jesús nos enfrenta con la mentalidad que nacía de divisiones entre judíos y no judíos, entre prójimo y no prójimo, entre santo y pecador, entre puro e impuro, etc. Jesús manda sobreponerse a este orden nacido de divisiones interesadas. Nos enseña a superar estas divisiones en el Amor. Si el Padre celestial, hace salir el sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque solo amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? La perfección del Padre celestial esta ahí, difícil de alcanzar desde nuestra propia humanidad pero nada imposible, con la ayuda de Dios y nuestro firme propósito de vivir evangelicamente.

El amor es el principio y el fin de todo. No hay mayor amor que dar la vida para los hermanos (Jn 15,13). Jesús imitó al Padre y reveló su amor. Cada gesto, cada palabra de Jesús, desde el nacimiento hasta la hora de morir en la cruz, era una expresión de este amor creador que no depende del presente que recibe, ni discrimina al otro por motivo de raza, sexo, religión o clase social, sino que nace de un querer al otro, gratuitamente. Fue un creciendo continuo en ese Amor redentor desde el nacimiento hasta la muerte en Cruz en la que ofreció su perdón a quien lo estaba torturando. Padre, ¡perdonalos! ¡No saben lo que hacen! (Lc 23,34).

Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.

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