martes, 21 de junio de 2016

San Luis Gonzaga


San Luis Gonzaga meditando en su estudio, 1798-1800. Obra de Goya. 
Óleo sobre lienzo. 260 × 160 cm 
Museo Provincial, Zaragoza. España

Celebramos hoy la memoria de San Luis Gonzaga, religioso jesuita que nació en Castiglione delle Stiviere, Lombardía, el 9 de marzo de 1568  y murió en Roma, el 21 de junio de 1591. Beatificado por Paulo V el 19 de octubre de 1605, y canonizado el 13 de diciembre de 1726 por Benedicto XIII, quien lo declaró patrono de la juventud, título confirmado por Pío XI el 13 de junio de 1926.

Hijo del marqués de Gonzaga. La primera comunión se la dio San Carlos Borromeo, Arzobispo de Milán. Su entrega a Dios en su infancia fue completa y absoluta y ya en su adolescencia, decidió ingresar a la Compañía de Jesús, pese a la rotunda negativa de su padre, que soñaba para él una exitosa carrera militar. Durante los años siguientes, el santo dio pruebas de ser un novicio modelo. 

Su director espiritual fue el gran sabio jesuita San Roberto Belarmino, el cual le aconsejó tres medios para llegar a ser santo: 1º. Frecuente confesión y comunión. 2º. Mucha devoción a la Sma. Virgen. 3º. Leer vidas de Santos. Ante una imagen de la Sma. Virgen en Florencia  se consagro con perpetuo "Voto de castidad".

En 1591 atacó con violencia a Roma una epidemia de peste; Luis atendió con heroísmo a los apestados en S. Giacomo degli Incurabili, en San Juan de Letrán, en S. María de la Consolación, y en el hospital improvisado junto a la iglesia del Gesú, el santo desplegó una actividad extraordinaria; instruía, consolaba y exhortaba a los enfermos, y trabajaba con entusiasmo y empeño en las tareas más repugnantes hasta que contrajo la enfermedad. moría a los 23 años, tras una vida rica en experiencias. Reconocía que "el Señor le había dado un gran fervor en ayudar a los pobres", y añadía: "cuando uno tiene que vivir pocos años, Dios lo incita más a emprender tales acciones".

El cuadro es una obra de altar, de grandes proporciones y de acusada religiosidad y simbolismo. Representa a San Luis Gonzaga, vestido con la negra sotana jesuítica, que medita ante un crucifijo sostenido por su mano derecha a través del blanco paño de pureza. En su mano izquierda, reposando lánguidamente sobre la mesa, el tallo de azucenas, símbolo de la vida de castidad. Sobre la mesa otros elementos simbólicos: la corona que alude a la renuncia de las riquezas terrenales, el marquesado de Castiglione; la calavera y las disciplinas, como los símbolos ascéticos de su vida religiosa.

La luz es la que realmente actúa y crea una atmósfera intimista. Una luz grisácea, casi nebulosa, que desde lo alto invade suavemente la escena matizando y reforzando una composición cargada de simplicidad, creando ese efecto de recogimiento. Sin embargo, el rostro del santo tiene luz propia, una luz más radiante dirigida al crucifijo y recogida por el paño blanco y los objetos de la mesa, concentrando todo el misticismo devocional al que está dirigido.

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