El Bautismo de Cristo.1510-1520. Joachim Patinir
Óleo sobre tabla. Medidas: 59 cm x 76 cm.
Museo de Historia del Arte. Viena.
Con la celebración del Bautismo del Señor, vamos a concluir el ciclo de celebraciones del tiempo de Navidad. Puede parecer extraño la asociación de este misterio con los del nacimiento e infancia del Señor. El nexo de unión viene dado por la Epifanía, es decir, la manifestación de la divinidad del Señor.
En la tabla que contemplamos, del flamenco Patinir, queda clara esta relación, cuando sobre el cielo azulado se abre un punto de claridad, desde donde el Padre Eterno se dirige hacia la escena primera, en la que san Juan está bautizando a Jesús, que está en pie, cubierto sólo con un paño de pureza, en el río Jordán.
Patinir es considerado el padre del paisaje por el extraordinario protagonismo que le otorga en sus cuadros. Sus inmensas vistas combinaban observación del detalle naturalista con la fantasía lírica. No obstante, el paisaje no es un tema autónomo sino que se justifica y apoya en temas religiosos.
Los cuadros de Patinir se caracterizan por el uso progresivo de los colores, que sirven para acentuar la sensación de distancia en los grandes espacios que pinta. Así, en la parte inferior de los cuadros, donde se encuentra el primer plano, predominan el marrón y el pardo. Según se va alejando el paisaje se va imponiendo el color verde y, en las zonas más lejanas, es el color azul el que predomina. La línea del horizonte suele estar situada en la zona más alta del cuadro ("horizonte alto"), lo que permite la representación de un espacio muy amplio. Por encima de esta línea suele pintar parte del cielo con un blanco brillante que hace intuir que el espacio prosigue detrás y que sugiere la curvatura de la Tierra.
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