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martes, 18 de junio de 2019

Crucifixión

Crucifixión. 1510. Seguidor van der Weyden
Óleo sobre tabla. Medidas: 47 cm x 31 cm.
Museo del Prado. Madrid

Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.

El mayor ejemplo de amor a los enemigos nos lo dio el propio Señor, aceptando el tormento y la muerte con amor, para salvar precisamente a aquellos que lo rechazaban. Por eso, hemos escogido esta hermosa tabla, que se inspira en los modelos de Rogier van der Weyden. Así, en la figura de Cristo influye el prototipo de La Crucifixión de Viena (Kunsthistorisches Museum) y en la de la Magdalena el del Descendimiento del Prado. Pese a su técnica cuidada y al dominio del paisaje, en deuda con Gerard David, el autor carece de la pericia de Van der Weyden para enlazar las figuras. La fecha de 1513 y el anagrama de Alberto Durero son un añadido apócrifo. Estuvo colgada en el Alcázar de Madrid y en el Monasterio de El Escorial de donde ingresó en el Museo en 1839.

lunes, 17 de junio de 2019

Maestro del Papagayo. San Pablo escribiendo

San Pablo escribiendo. XVI. Maestro del Papagayo
Óleo sobre tabla. Medidas: 68 cm x 93 cm.
Museo del Prado. Madrid

Para no poner en ridículo nuestro ministerio, nunca damos a nadie motivo de escándalo; al contrario, continuamente damos prueba de que somos ministros de Dios con lo mucho que pasamos: luchas, infortunios, apuros, golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, saber, paciencia y amabilidad, con dones del Espíritu y amor sincero, llevando la palabra de la verdad y la fuerza de Dios. Con la derecha y con la izquierda empuñamos las armas de la justicia, a través de honra y afrenta, de mala y buena fama.

Este texto de la Segunda Carta a los Corintios que leemos en la Eucaristía nos da pie para contemplar esta imagen del santo apóstol escribiendo. Su autor es el llamado Maestro del Papagayo, pintor flamenco de composiciones religiosas y retratos. Recibe su nombre del papagayo con el que juega Jesús en algunas de las Vírgenes con Niño que se le atribuyen. Su obra presenta analogías estéticas e iconográficas con la del Maestro de las Medias Figuras, como se puede apreciar en las bellas jóvenes en el papel de santas. Por sus rasgos comunes las obras de ambos se confunden frecuentemente; sin embargo, las obras del Maestro del Papagayo se caracterizan por una mayor riqueza cromática, expresividad y humanidad que las del Maestro de las Medias Figuras. También recibe influencias de Joos van Cleve y de Jan Gossaert. Del repertorio de este último se sirvió para varias representaciones de la Sagrada Familia y la Virgen con el Niño. La proximidad con algunas obras de Ambrosius Benson hace pensar que también mantuvo contactos con la escuela de Brujas. Las pinturas del Maestro del Papagayo se reconocen por los rostros anchos, la nariz fina y los dedos y uñas alargados.

sábado, 25 de mayo de 2019

Roger van der Weyden. Descendimiento de la Cruz

Descendimiento de la Cruz. 1442-1445. Rogier van der Weyden
Óleo sobre tabla. Medidas: 213 cm x 43 cm
Galería de Pintura. Berlín

Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.

Las palabras de Jesús que se pronuncian hoy en el Evangelio de la Eucaristía nos previenen ante las persecuciones que los cristianos han de sufrir, siguiendo el ejemplo del propio Señor, que fue crucificado por nuestros pecados. Por eso, hemos traído hoy a nuestra contemplación la tabla central del llamado Tríptico de Miraflores, que pintó a mediados del siglo XV Roger van der Weyden, y que posteriormente fue copiado por Juan de Flandes para la Capilla Real de Granada.

Se trata de una Piedad, llena de emoción y sentimiento, enmarcada en una arquitectura gótica, y con un paisaje en profundidad, en el que se divisa una ciudad a la orilla de un lago.

viernes, 24 de mayo de 2019

Van der Weyden. El Redentor, la Virgen y san Juan

El Redentor, la Virgen y san Juan. XV. Rogier van der Weyden
Óleo sobre tabla. Medidas: 18 cm x 10 cm
Museo del Louvre. París

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.

El Evangelio de hoy nos invita a la confianza. Jesús nos llama amigos, y nos manda amarnos. Jesús hace presente entre los hombres el amor de Dios, de tal forma que, a través de él, podemos acercarnos a Dios.

Hemos escogido hoy una Déesis, es decir, la intercesión que ante Cristo resucitado hacen la Virgen y san Juan, perteneciente al llamado Tríptico de la Familia Braque. De pequeñas dimensiones se considera realizado para la devoción privada de una dama de esta familia que lo legó en su testamento a su nieto en 1497. El reverso de las hojas muestra los escudos de armas de la familia Braque, Jean y su esposa Catalina de Brabante. Ésta última encargó el tríptico tras la muerte de su esposo en 1452. Se trata de una de las obras más destacadas de Van der Weyden. Su estilo es cercano al retablo de Beaune, las figuras del la Virgen y de Cristo parecen sacadas directamente de la representación del Juicio Final. No hay seguridad de que fuera realizado enteramente por el pintor, de hecho se aprecian contornos realizados a lápiz lo que no es propio del pintor.

miércoles, 17 de abril de 2019

Autor desconocido. La Última Cena

La Última Cena. 1485. Seguidor del Maestro de la Virgo inter Virgines
Óleo sobre tabla. Medidas: 69 x 38 cm
Colección Thyssen-Bornemisza. Madrid.

Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo, Señor? El respondió: El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!» Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: ¿Soy yo acaso, Rabbí? Dícele: Sí, tú lo has dicho. 

La liturgia del Miércoles Santo nos presenta este texto del Evangelio según san Mateo, en el que, a a continuación de narrarnos la traición de Judas, nos cuenta cómo Jesús anunció la traición en medio de la Última Cena. Jesús, ante la obstinación de Judas, pronuncia una sentencia que retumba en todo el texto: Mejor le valdría no haber nacido.

Para ilustrar esta escena, hemos escogido una obra atribuida a varios maestros anónimos, relacionados estilísticamente con la escuela del norte de los Países Bajos, hasta que los historiadores Boon y Eisler la asignaron a un seguidor del Maestro de la Virgo inter Virgines. El artista en esta Última Cena, colocó a los doce apóstoles alrededor de una mesa sentando a Cristo a la izquierda, al que reconocemos por tener a san Juan descansando en su regazo y por ofrecer el pan a Judas. En esta pintura se ha concedido gran importancia al sencillo bodegón, que hallamos en la mesa y en el que destaca una gran fuente vacía en el centro y a su alrededor, en círculo, objetos como una jarra y cuchillos.

miércoles, 10 de abril de 2019

Hugo van der Goes. Crucifixión

Crucifixión. 1470. Hugo van der Goes
Óleo sobre tabla.
Museo Correr. Venecia

Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre.

A medida que avanzamos hacia la Semana Santa, se va haciendo patente el conflicto que desembocará en la Pasión y Muerte del Señor. Jesús reprocha a los judíos el no aceptarle como su verdadero Dios y Salvador. Los judíos, por su parte, toman a Jesús por un blasfemo.

Contemplamos hoy una Crucifixión de Hugo van der Goes. Nacido en Gante, es poco lo que se sabe sobre su vida, aunque fue unos de los pintores flamencos más importantes de la segunda mitad del siglo XV después de la muerte de Jan Van Eyck. Entró en el gremio de artistas en 1467 pero antes de esta fecha no se sabe nada sobre su vida. Las primeras informaciones ciertas sobre este pintor lo sitúan en los años 1460 en Brujas donde colabora con la decoración en las fiestas en honor de las bodas del duque de Borgoña, Carlos el Temerario.Ya en vida gozó de amplia fama, teniendo encargos tanto de los burgueses como de la aristocracia.

Al sufrir enfermedad mental, se retiró como hermano lego al monasterio Rodeklooster, cerca de Bruselas alrededor de 1478 con la esperanza de que, viviendo en un monasterio, se recobraría de su depresión. No interrumpió su actividad pues es por esta época cuando realizó su Muerte de la Virgen, donde se transparenta una tensión dramática más aguda, traducida por la irrefrenable animación expresiva de los personajes. Van der Goes intentó suicidarse por motivos de su enfermedad mental en 1480, y murió dos años más tarde. En su estancia en el monasterio Roderklooster también viaja alguna vez a Colonia y Lovaina.

En su obra acusa la influencia de autores como Jan Van Eyck y Rogier van der Weyden que habían logrado representar con solvencia el cuerpo humano y el acabado realista en el detalle. Posteriormente conoce sin duda algunas obras italianas contemporáneas, y este contacto influye sobre él, en el sentido de acabar en una ordenación más monumental del espacio.

martes, 9 de abril de 2019

Anónimo. La Crucifixión

La Crucifixión. 1460-1470. Círculo de van der Weyden
Óleo sobre tabla. Medidas: 32 cm x 20 cm.
Colección de Arte Estatal. Dresde.

Y entonces dijo Jesús: «Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada.» 

Estos versos del capítulo octavo del Evangelio según san Juan que leemos en la Eucaristía de hoy, inciden en la idea de que es precisamente en la Cruz el lugar donde se manifiesta la gloria de Dios, a pesar de que los ojos humanos vean el martirio y la ignominia del crucificado. son dos, pues, las formas de contemplar la cruz: los judíos vieron el descrédito y el sufrimiento lacerante del ejecutado, pero los creyentes contemplan la gloria de Dios.

Esta idea fue muy bien captada por el anónimo autor de la tabla que contemplamos hoy, perteneciente al círculo de van der Weyden. Por una parte vemos a Jesús, ya muerto, ofrecido en lamentable espectáculo a la Virgen, a san Juan y a la Magdalena. Pero sobre la tierra, al fondo, se describe el arco iris, que simboliza la nueva alianzas que Dios hace con los hombres, sellada con la Sangre de Jesucristo.

viernes, 5 de abril de 2019

Jan provost. Ecce Homo

Ecce homo. XVI. Jan Provost
Óleo sobre tabla. Medidas: 45 cm x 30 cm.
Museo Diocesano de Palencia

Se dijeron los impíos: «Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones,nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.

La primera lectura, del Libro de la Sabiduría, nos pone sobre la pista de la temática central de la Liturgia de este domingo: el anuncio de la Pasión del Señor. Por eso, hemos escogido esta conocida obra, perteneciente a la colección del magnífico Museo Diocesano de Palencia. Jan Provost fue uno de los más famosos pintores de su generación. Conoció a Durero en Amberes, en 1520. Hay una efigie de este último en la National Gallery de Londres que se cree pintada por Provost. Las pinturas religiosas de Provost acusan la influencia tanto de Gérard David como de Hans Memling.

sábado, 2 de febrero de 2019

Rogier van der Weyden. La Presentación del Señor

La Presentación en el Templo, 1455. Rogier van der Weyden
Óleo sobre tabla, Medidas: 139 x 70 cm
Pinacoteca Antigua. Munich.

Contemplamos y veneramos hoy el Misterio de la Presentación del Señor en una de las obras maestras de la Pinacoteca de Munich. Se trata de la tabla lateral del llamado Altar de Santa Columba, de Rogier van der Weyden. El Tríptico del altar de Santa Columba es un retablo pintado al óleo sobre tabla hacia 1455 por Rogier van der Weyden para el altar de la iglesia de Santa Columba de Colonia .

En la tabla central aparece la Adoración de los Reyes Magos. Las figuras están enmarcadas por un fondo arquitectónico, muestra de la influencia del reciente viaje de Van der Weyden a Italia, donde conoció la pintura del Renacimiento meridional, especialmente en la obra de Gentile da Fabriano. Los paneles laterales muestran la Anunciación (izquierda) y la Presentación de Jesús en el Templo (derecha).

El cromatismo, como es habitual en la pintura de Van der Weyden, es vivo y contrastado; se representan con miniuciosidad los objetos, como corresponde a la escuela flamenca de pintura.

En la parte central de la escena, María entrega al niño Jesús a Simeón, que lo toma en brazos en medio de una arquitectura espectacular que representa al Templo de Jerusalén. Junto a él está la anciana Ana, y san José observa la escena representado como atención y serenidad. Está escrito el texto del comienzo del cántico de Siméon: Nunc dimittis servum tumm Domine secundum verbum tuum in pace, es decir, Ahora Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.

Hay dos signos propios de la festividad litúrgica claramente reconocibles. Por una parte, san José lleva en la mano un cirio, como está prescrito en la celebración cristiana de la Presentación; por otra parte, una sirvienta con un llamativo vestido verde, lleva una cesta con las dos tórtolas de la ofrenda prescrita en la Ley.

domingo, 1 de octubre de 2017

Joos van Cleve. El Salvador

El Salvador. 1520. Atribuido a Joos van Cleve
Óleo sobre tabla. Medidas: 60 cm x 47 cm.
Museo del Prado. Madrid. España

Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

La segunda lectura de la Eucaristía de hoy nos propone el célebre canto del abajamiento y la exaltación de Cristo, contenido en la Carta de san Pablo a los Filipenses. Cristos se convierte no sólo en el anunciador del Reino de Dios sino él, en persona, el cumplimiento propio de dicho anuncio. Por eso, hemos escogido hoy un magnífico Cristo en majestad para ilustrar este cántico, atribuido al pintor flamenco Joos van Cleve, activo durante el Renacimiento especialmente en los países nórdicos.

La figura de Cristo como Salvador, en su majestad, es de menos de medio cuerpo, en actitud de bendecir. Tiene el mundo -con un paisaje- en la mano izquierda. Repite el modelo del Salvator Mundi del Museo del Louvre, pero la versión del Louvre presenta un modelado suave y un colorido cálido, propio de la primera versión. En la obra del Museo del Prado los colores y la luz son más fríos, el modelado es más duro y pulido. Los rasgos alargados y femeninos del Cristo recuerdan a Leonardo. Se trata de una pintura extraña en Joos van Cleve, pero existen paralelismos con los retratos tardíos por la técnica pastosa y realizar las manos con gran volumen.

viernes, 15 de septiembre de 2017

Van der Goes. Crucifixión.

Crucifixión. XV. Hugo van der Goes
Óleo sobre tabla. Medidas: 42 cm x 27 cm.
Museo Carrer. Venecia

Contemplaqmos hoy junto a la Madre la Pasión y muerte del Señor en la Cruz. Recurrimos a una tabla de Hugo van der Goes, en la que se representa la Cruz del Señor, al pie de la cual lloran el Discípulo Amado y la Madre del Señor. La Cruz se levanta sobre una roca, en la que se muestra una calavera y su mandíbulo, que aluden a Adán.

Hugo van der Goes nació en Gante. Es poco lo que se sabe sobre su vida, aunque fue unos de los pintores flamencos más importantes de la segunda mitad del siglo XV. Las primeras informaciones ciertas sobre este pintor lo sitúan en los años 1460 en Brujas donde colabora con la decoración en las fiestas en honor de las bodas del duque de Borgoña, Carlos el Temerario. Ya en vida gozó de amplia fama, teniendo encargos tanto de los burgueses como de la aristocracia.

Al sufrir enfermedad mental, se retiró como hermano lego al monasterio Rodeklooster, cerca de Bruselas alrededor de 1478 con la esperanza de que, viviendo en un monasterio, se recobraría de su depresión. No interrumpió su actividad pues es por esta época cuando realizó su Muerte de la Virgen, donde se transparenta una tensión dramática más aguda, traducida por la irrefrenable animación expresiva de los personajes. Van der Goes intentó suicidarse por motivos de su enfermedad mental en 1480, y murió dos años más tarde. En su estancia en el monasterio Roderklooster también viaja alguna vez a Colonia y Lovaina.

En su obra acusa la influencia de autores como Jan Van Eyck y Rogier van der Weyden que habían logrado representar con solvencia el cuerpo humano y el acabado realista en el detalle. Posteriormente conoce sin duda algunas obras italianas contemporáneas, y este contacto influye sobre él, en el sentido de acabar en una ordenación más monumental del espacio.

sábado, 22 de abril de 2017

Juan de Flandes. Aparición de Cristo a su madre

Aparición de Cristo a su madre. 1500. Juan de Flandes
Óleo sobre tabla. Medidas: 22cm x 16cm.
Gemäldegalerie de Berlín. Alemania

Aunque los evangelios no nos narran una aparición particular del Resucitado a su madre, la tradición cristiana ha considerado con frecuencia esta circunstancia, que no sólo ha pasado al arte, sino que ha sido objeto de la devoción popular a través de las llamadas Procesiones del Encuentro.

Este tema también fue abordado por Juan de Flandes. Su tabla de la Aparición de Cristo a su madre tiene una estructura similar a las de la Anunciación: María se encuentra de rodillas, meditando ante el libro de las Escrituras, que tiene abierto ante ella. Aparece Jesús, revestido únicamente con el manto púrpura de su realeza. Se lee el mensaje: Resurrexit et adhuc sum tecum. Se trata del introito del día de Pascua: He resucitado y estoy contigo.

En la presente tabla predomina el ambiente de oración sobre los sentimientos naturales de alegría. No se trata tanto de un encuentro afectivo, cuanto de la constatación del misterio de la divinidad de Jesucristo, resucitado de entre los muertos. Jesús y María quedan encuadrados por una estructura arquitectónica, en cuyo frontispicio se adivina el escudo de los Reyes Católicos. Por encima de esta estructura, asisten a la aparición en sendos nimbos el Padre Eterno y el Espíritu Santo, confiriendo al conjunto la plenitud teológica del misterio de la Trinidad.

miércoles, 12 de abril de 2017

Autor desconocido. La Última Cena

La Última Cena. 1485. Seguidor del Maestro de la Virgo inter Virgines
Óleo sobre tabla. Medidas: 69 x 38 cm
Colección Thyssen-Bornemisza. Madrid.

Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo, Señor? El respondió: El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!» Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: ¿Soy yo acaso, Rabbí? Dícele: Sí, tú lo has dicho. 

La liturgia del Miércoles Santo nos presenta este texto del Evangelio según san Mateo, en el que, a a continuación de narrarnos la traición de Judas, nos cuenta cómo Jesús anunció la traición en medio de la Última Cena. Jesús, ante la obstinación de Judas, pronuncia una sentencia que retumba en todo el texto: Mejor le valdría no haber nacido.

Para ilustrar esta escena, hemos escogido una obra atribuida a varios maestros anónimos, relacionados estilísticamente con la escuela del norte de los Países Bajos, hasta que los historiadores Boon y Eisler la asignaron a un seguidor del Maestro de la Virgo inter Virgines. El artista en esta Última Cena, colocó a los doce apóstoles alrededor de una mesa sentando a Cristo a la izquierda, al que reconocemos por tener a san Juan descansando en su regazo y por ofrecer el pan a Judas. En esta pintura se ha concedido gran importancia al sencillo bodegón, que hallamos en la mesa y en el que destaca una gran fuente vacía en el centro y a su alrededor, en círculo, objetos como una jarra y cuchillos.

miércoles, 5 de abril de 2017

Hugo van der Goes. Crucifixión

Crucifixión. 1470. Hugo van der Goes
Óleo sobre tabla.
Museo Correr. Venecia

Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre.

A medida que avanzamos hacia la Semana Santa, se va haciendo patente el conflicto que desembocará en la Pasión y Muerte del Señor. Jesús reprocha a los judíos el no aceptarle como su verdadero Dios y Salvador. Los judíos, por su parte, toman a Jesús por un blasfemo.

Contemplamos hoy una Crucifixión de Hugo van der Goes. Nacido en Gante, es poco lo que se sabe sobre su vida, aunque fue unos de los pintores flamencos más importantes de la segunda mitad del siglo XV después de la muerte de Jan Van Eyck. Entró en el gremio de artistas en 1467 pero antes de esta fecha no se sabe nada sobre su vida. Las primeras informaciones ciertas sobre este pintor lo sitúan en los años 1460 en Brujas donde colabora con la decoración en las fiestas en honor de las bodas del duque de Borgoña, Carlos el Temerario.Ya en vida gozó de amplia fama, teniendo encargos tanto de los burgueses como de la aristocracia.

Al sufrir enfermedad mental, se retiró como hermano lego al monasterio Rodeklooster, cerca de Bruselas alrededor de 1478 con la esperanza de que, viviendo en un monasterio, se recobraría de su depresión. No interrumpió su actividad pues es por esta época cuando realizó su Muerte de la Virgen, donde se transparenta una tensión dramática más aguda, traducida por la irrefrenable animación expresiva de los personajes. Van der Goes intentó suicidarse por motivos de su enfermedad mental en 1480, y murió dos años más tarde. En su estancia en el monasterio Roderklooster también viaja alguna vez a Colonia y Lovaina.

En su obra acusa la influencia de autores como Jan Van Eyck y Rogier van der Weyden que habían logrado representar con solvencia el cuerpo humano y el acabado realista en el detalle. Posteriormente conoce sin duda algunas obras italianas contemporáneas, y este contacto influye sobre él, en el sentido de acabar en una ordenación más monumental del espacio.

martes, 4 de abril de 2017

Anónimo. La Crucifixión

La Crucifixión. 1460-1470. Círculo de van der Weyden
Óleo sobre tabla. Medidas: 32 cm x 20 cm.
Colección de Arte Estatal. Dresde.

Y entonces dijo Jesús: «Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada.» 

Estos versos del capítulo octavo del Evangelio según san Juan que leemos en la Eucaristía de hoy, inciden en la idea de que es precisamente en la Cruz el lugar donde se manifiesta la gloria de Dios, a pesar de que los ojos humanos vean el martirio y la ignominia del crucificado. son dos, pues, las formas de contemplar la cruz: los judíos vieron el descrédito y el sufrimiento lacerante del ejecutado, pero los creyentes contemplan la gloria de Dios.

Esta idea fue muy bien captada por el anónimo autor de la tabla que contemplamos hoy, perteneciente al círculo de van der Weyden. Por una parte vemos a Jesús, ya muerto, ofrecido en lamentable espectáculo a la Virgen, a san Juan y a la Magdalena. Pero sobre la tierra, al fondo, se describe el arco iris, que simboliza la nueva alianzas que Dios hace con los hombres, sellada con la Sangre de Jesucristo.

sábado, 25 de marzo de 2017

Roger van der Weyden. La Anunciación

La Anunciación. 1455. Rogier van der Weyden
Óleo sobre tabla. Medidas: 138 cm x 70 cm.
Pinacoteca Antigua. Munich

Celebramos hoy la Solemnidad de la Anunciación del Señor. Nuevo meses antes de la Navidad, contemplamos el misterio de la Encarnación del Señor, gracias al sí de María. Hemos escogido para esta ocasión la tercera de las tablas, que integra el Tríptico del Altar de Santa Colomba, pintado a mediados del siglo XV por Roger van der Weyden.

María aparece, orante, de rodillas en un reclinatorio, con el libro de la Antigua Alianza. Se le aparece un ángel, vestido con blancas y resplandecientes vestiduras, en el contexto de una rica estancia, con un lecho cubierto por un baldaquín, una de cuyas cortinas está recogida permitiendo la visión del resto de la estancia. Predomina el color rojo del fondo. Delante de ambos personajes, está un jarrón en el que está puesta una azucena, símbolo de la pureza de la Virgen. Por una ventana penetra una rayo de luz, que se dirige hacia María; en este contexto, una paloma que simboliza el Espíritu Santo, alude a la Encarnación del Señor. Del ángel sale un cartela, con la palabras de su salutación Ave Maria. 

miércoles, 8 de marzo de 2017

La visita de la reina de Saba


La visita de la reina de Saba al rey Salomón, 1559. Obra de Lucas de Heere
Óleo sobre lienzo, 183 x 260 cm
Catedral de san Bavón, Gante, Bélgica

El evangelio de san Lucas que hemos leido hoy dice al respecto de la conversión citando como ejemplo a la reina de Saba. "Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón."

Tantas veces no dejamos impresionar por los poderes humanos, nos encandilan sus fastos, sus brillos sus éxitos y sus conquistas, su popularidad, su poder e influencia, su dinero y toda la materialidad engañosa que le rodea y dejando nuestros espíritu a merced de este encantanmiento sucumbimos fascinados a sus pies. 

Es, sin embargo, la sabiduría de Dios la que nos ha de atraer y por la que hemos de recorrer largos caminos llenos, tantas veces, de esfuerzo para buscar y encontrar. Como dice la reina del Sur en II Cro 9, 5: "He visto cosas mucho mayores de lo que esperaba y me habían contado"

No han de ser los poderes del mundo los que nos han de decir como actuar y a que o quien nos tenemos que convertir. ¿No buscamos acaso mas que la sabiduría de Dios, el Reino de Dios y su justicia? Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón, Cristo, el Señor.

El pintor Lucas de Heere pintó, en Gante, por orden del embajador Viglio van Aytta el cuadro "La visita de la reina de Saba al rey Salomón" (I Re 10:1 y II Cron 9:1). Fue especialmente encargado para el cerramiento del coro con ocasión de la celebración en la catedral de San Bavón de Gante del capítulo XXII de la Orden del Toisón de Oro, el último que se haría en esas tierras.

Salomón es representado con los rasgos de Felipe II: rubio, con barba, labio belfo y mentón acusado. El atuendo, corona de laurel incluida, es más bien el de un emperador romano, como el templo que se ve tras él. El trono no deja lugar a dudas de la intención del cuadro: se trata del famoso trono de oro y marfil de Salomón, con dos leones flanqueando sus brazos y seis escalones (I Re 10:19 y II Cron 9:18). La reina de Saba representa en una sutil alegoría a los Países Bajos, que ponen a su disposición todas sus riquezas a cambio de un gobierno justo y sabio.

viernes, 17 de febrero de 2017

Lucas van Valckenburg. La torre de Babel

La Torre de Babel, 1594. Lucas van Valckenburg
Óleo sobre tabla, Medidas: 41 x 56 cm
Museo del Louvre. París

Al emigrar los hombres desde oriente, encontraron una llanura en la tierra de Senaar y se establecieron allí. Se dijeron unos a otros: «Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos al fuego». Y emplearon ladrillos en vez de piedras, y alquitrán en vez de argamasa. Después dijeron: «Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance el cielo, para hacernos un nombre, no sea que nos dispersemos por la superficie de la tierra».

Avanzamos en el libro del Génesis hasta el momento de la construcción de la torre de Babel, después del diluvio. Nuevamente la soberbia humana pretende prescindir de Dios, y erige una torre en la buscar refugio, olvidando la fuerza salvadora de Dios.

jueves, 9 de febrero de 2017

El Bosco. La Creación de Adán y Eva

La Creación de Adán y Eva, 1500. Hieronymus Bosch
Óleo sobre tabla, Medidas: 188 x 77 cm
Museo del Prado. Madrid.

Leemos en la primera lectura de la Eucaristía de hoy el relato de la Creación. Por eso, vamos a contemplar una de las tablas del tríptico del Jardín de las Delicias, de El Bosco, que es, sin duda, una de las más conocidas e interesantes pinturas del inicio del Renacimiento.

Se trata de un tríptico pintado al óleo sobre tabla de 220 x 389 cm, compuesto de una tabla central de 220 x 195 cm y dos laterales de 220 x 97 cada una (pintadas en sus dos lados) que se pueden cerrar sobre aquella.

Obra de contenido simbólico, sobre el que se han ofrecido variadas interpretaciones, como El carro de heno o la Mesa de los pecados capitales, obras todas ellas adquiridas por el rey Felipe II de España, gran admirador del pintor, y guardadas durante algún tiempo en el Monasterio de El Escorial, obedece a una intención moralizante y satírica que iba a hacer fortuna ya en su época como demuestra la temprana aparición de copistas e imitadores.

El postigo de la izquierda representa el Paraíso terrenal. Al fondo puede verse la Fuente de la Vida. En primer plano hay una escena del todo atípica ya que no representa ni la creación de Eva de la costilla de Adán, tampoco el modo de comportarse en el jardín, ni la reconvención que sigue a la expulsión del paraíso, los únicos temas relatados en el Génesis en relación con este episodio. En esta curiosa y original escena aparecen Dios, Eva y Adán. Adán está despierto, lo que sólo aparece en miniaturas, y Dios le está presentando a Eva, recién creada. Dios está representado de una manera anticuada para los tiempos del Bosco: como Jesucristo. Eva se encuentra arrodillada en el suelo y toma de la mano a Dios. Adán, tumbado, mira a la futura pecadora. Junto al primer hombre y la primera mujer aparece el Árbol de la vida (un exótico drago), y en un segundo plano, a la derecha, el Árbol del bien y del mal (una palmera, también llamado el árbol de la ciencia), ya que alrededor de él se enrolla la serpiente tentadora. Dado que en el siguiente panel se representa un mundo lujurioso, se ha interpretado esta tabla como el preludio de lo que después acontecerá.

En lo que a primera vista parece el típico Edén, asociado a la idea de paz y sosiego, con poco que observemos, ese idílico escenario se ve truncado. Varios signos de hostigamiento irrumpen, los animales se enfrentan unos a otros: un león derriba a un ciervo y se dispone a comerlo, un extraño bípedo es perseguido por un jabalí. En el estanque, las disputas entre los animales vuelven a reanudarse: un leopardo lleva en la boca un ratón, un ave devora una rana. Son señales ajenas a la paz paradisíaca que suelen interpretarse como aviso de pecado.

El pecado femenino se personifica en los bichejos que se arrastran por la tierra (insectos y reptiles) o nadan por el agua (anfibios y peces), ya que, de los Cuatro elementos (tierra, agua, fuego y aire), la tierra y el agua eran consideradas esencias pasivas llenas de fecundidad que, como la mujer, reciben la semilla.

El pecado masculino se representa por las alimañas que vuelan (insectos voladores, aves, murciélagos…), ya que el aire es considerado un elemento activo, asociado al fuego y opuesto a la tierra, por lo tanto, masculino.

El demonio está escondido en los estanques y las rocas que son, para El Bosco, la guarida de los espíritus malignos. Por ejemplo, en la fuente de la vida vemos una estructura entre mineral y orgánica, con un orificio por el que asoma una lechuza, un explícito símbolo de la malicia, que también aparece en El carro de heno. Cabe la posibilidad de que este elemento arquitectónico, similar a una flecha de una catedral, en el centro del cuadro, sea un símbolo fálico preconizador de los placeres de la carne de la tabla central.3 A su derecha, una roca cuya forma es el rostro oculto del Diablo, del que surge la serpiente que se enrosca al Árbol de la fruta prohibida. Los extraños contornos de esos montes rocosos del fondo indican una posible perturbación de la pacífica convivencia.

Aparecen en la obra animales reales, pero extremadamente exóticos, en la época de El Bosco, como jirafas, elefantes, leones, leopardos, cuando África era prácticamente desconocida en Europa. El autor sólo pudo tener referencia de esas bestias a través de los «Bestiarios mitológicos» medievales (que sin duda superó con creces) y los dibujos que comenzaban a circular gracias a la imprenta, sobre todo los que tenían Egipto como tema principal.

La obra presenta un intenso y variado cromatismo. Predominan los verdes y el azul intenso del fondo, que contrastan con el manto rojo de Dios y la blancura de los cuerpos de Adán y Eva.

sábado, 28 de enero de 2017

Ambrosius Benson. Santo tomás y una donante

Santo Tomás y un donante.1528. Ambrosius Benson
 Óleo sobre tabla. Medidas: 104 cm x 57 cm.
Museo del Prado. Madrid. España

Celebramos hoy la memoria de Santo Tomás de Quino, al que contemplamos en una tabla que perteneció, con otras seis tablas, al convento de dominicos de Santa Cruz la Real, de Segovia. Acerca de santo Tomás de Aquino, el papa Benedicto XVI nos dejó una interesante catequesis, en la Audencia General de 2 de junio de 2010, cuya primera parte transcribimos a continuación .

Tomás nació entre 1224 y 1225 en el castillo que su familia, noble y rica, poseía en Roccasecca, en los alrededores de Aquino, cerca de la célebre abadía de Montecassino, donde sus padres lo enviaron para que recibiera los primeros elementos de su instrucción. Algunos años más tarde se trasladó a la capital del reino de Sicilia, Nápoles, donde Federico IIi había fundado una prestigiosa universidad. En ella se enseñaba, sin las limitaciones vigentes en otras partes, el pensamiento del filósofo griego Aristóteles, en quien el joven Tomás fue introducido y cuyo gran valor intuyó inmediatamente. Pero, sobre todo, en aquellos años trascurridos en Nápoles nació su vocación dominica. En efecto, Tomás quedó cautivado por el ideal de la Orden que santo Domingo había fundado pocos años antes. Sin embargo, cuando vistió el hábito dominico, su familia se opuso a esa elección, y se vio obligado a dejar el convento y a pasar algún tiempo con su familia.

En 1245, ya mayor de edad, pudo retomar su camino de respuesta a la llamada de Dios. Fue enviado a París para estudiar teología bajo la dirección de otro santo, Alberto Magno, del que hablé recientemente. Alberto y Tomás entablaron una verdadera y profunda amistad, y aprendieron a estimarse y a quererse, hasta tal punto que Alberto quiso que su discípulo lo siguiera también a Colonia, donde los superiores de la Orden lo habían enviado a fundar un estudio teológico. En ese tiempo Tomás entró en contacto con todas las obras de Aristóteles y de sus comentaristas árabes, que Alberto ilustraba y explicaba.

En ese período, la cultura del mundo latino se había visto profundamente estimulada por el encuentro con las obras de Aristóteles, que durante mucho tiempo permanecieron desconocidas. Se trataba de escritos sobre la naturaleza del conocimiento, sobre las ciencias naturales, sobre la metafísica, sobre el alma y sobre la ética, ricas en informaciones e intuiciones que parecían válidas y convincentes. Era una visión completa del mundo desarrollada sin Cristo y antes de Cristo, con la pura razón, y parecía imponerse a la razón como «la» visión misma; por tanto, a los jóvenes les resultaba sumamente atractivo ver y conocer esta filosofía. Muchos acogieron con entusiasmo, más bien, con entusiasmo acrítico, este enorme bagaje del saber antiguo, que parecía poder renovar provechosamente la cultura, abrir totalmente nuevos horizontes. Sin embargo, otros temían que el pensamiento pagano de Aristóteles estuviera en oposición a la fe cristiana, y se negaban a estudiarlo. Se confrontaron dos culturas: la cultura pre-cristiana de Aristóteles, con su racionalidad radical, y la cultura cristiana clásica. Ciertos ambientes se sentían inclinados a rechazar a Aristóteles por la presentación que de ese filósofo habían hecho los comentaristas árabes Avicena y Averroes. De hecho, fueron ellos quienes transmitieron al mundo latino la filosofía aristotélica. Por ejemplo, estos comentaristas habían enseñado que los hombres no disponen de una inteligencia personal, sino que existe un único intelecto universal, una sustancia espiritual común a todos, que actúa en todos como «única»: por tanto, una despersonalización del hombre. Otro punto discutible que transmitieron esos comentaristas árabes era que el mundo es eterno como Dios. Como es comprensible se desencadenaron un sinfín de disputas en el mundo universitario y en el eclesiástico. La filosofía aristotélica se iba difundiendo incluso entre la gente sencilla.