La Virgen, el niño y san Juan. 1517. Antonio Allegri da Correggio
Óleo sobre tabla. Medidas: 48cm x 37cm.
Museo del Prado. Madrid
Celebramos hoy la solemnidad del Nacimiento de san Juan Bautista. Se trata del único santo cuyo nacimiento terranal se celebra, además del nacimiento o tránsito a la vida eterna en la muerte terrena. como imagen para nuestra contemplación, hemos escogido una tabla destinada a la devoción, en la que aparece la Virgen, junto a los dos niños, pintada por Corregio.
Fuera de Roma o Florencia, ningún pintor fue tan decisivo en la formulación del lenguaje clásico como Antonio Correggio, un artista relativamente conocido en vida pero enormemente influyente tras su muerte, sobre todo en las décadas inmediatamente anteriores y posteriores a 1600, cuando su combinación de virtuosismo técnico, dramatismo lumínico y expresividad gestual, captó el interés de pintores como Federico Barocci, Anibale Carraci o Giovanni Lanfranco.
Formado con su tío Lorenzo Allegri, la etapa juvenil de Correggio, anterior a su estancia en Roma entre 1518 y 1519, es incomprensible sin el conocimiento de Andrea Mantegna, de quien la tradición hace discípulo, y Leonardo da Vinci. Esta doble influencia se percibe con nitidez en esta obra, pintada en Parma entre 1515 y 1517 mientras trabajaba en la Camera di San Paolo. Si de Mantegna y su San Sebastián (Museo del Louvre) procede el apunte clasicista de la sandalia de la Virgen, las deudas con Leonardo son mayores. Así, la ambientación de la escena en una caverna remite a la Virgen de las Rocas del Louvre, mientras el gesto y peinado de la Virgen derivan de la Leda, conocida sólo por copias, y la exactitud en el tratamiento de la botánica y el sfumato son elementos constantes en la producción madura de Leonardo.
La pintura ilustra el primer encuentro entre el Niño Jesús y su primo, concretamente, el momento en que la Virgen presenta a su hijo a un San Juan Bautista de cabello oscuro que porta una pequeña cruz. La actitud de Jesús, en disposición de abrazar tanto a su primo como a la cruz, adquiere un doble significado afectivo y teológico. Práctica habitual en Correggio fue la reutilización de modelos, lo que explica el parecido del Niño Jesús con el que aparece en la Sagrada Familia con San Juanito del Museo de Bellas Artes de Orleáns.
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