Juicio final. 1510. Juan de Borgoña
Pintura al fresco
Sala Capitular de la Catedral de Toledo
La liturgia de este día nos recuerda, junto al Corazón de Jesús, el Corazón Inmaculado de santa María. Por eso, hemos querido contemplar el misterio del amor de Dios manifestado en Jesucristo a través de una de las Déesis más impresionantes de la pintura: la que nos dejó Juan de Borgoña, por encargo del Cardenal Cisneros, en la Sala Capitular de la Catedral de Toledo.
Cristo aparece sentado sobre la bola del mundo, con los bazos abiertos en actitud de acoger a toda la Creación. Bajo él se muestra la Cruz, envuelta en un hálito luminoso, signo de la gloria con la que aparecerá al final de los tiempos. A su derecha e izquierda están arrodillados san Juan y la Virgen en actitud orante, y envuelve toda la escena el senado de los apóstoles, sentados sobre sus tronos. Por debajo de ellos, a su derecha, están los elegidos; a su izquierda, los réprobos, con cartelas que aluden a los siete pecados capitales. Por último, bajo todos ellos, los difuntos que resucitan al toque de la trompeta para comparecer al Juicio.
El centro de la obra está en Cristo, exaltado al punto central de toda la creación. A sus pies, María y san Juan interceden por toda la Humanidad, implorando la salvación de los seres humanos. Este mensaje de amor es el que se pone de relieve en la fiesta de hoy: María intercede por nosotros en el amor ante el amor por excelencia, contenido en el Corazón de Jesús.
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