La Crucifixión. 1495. Maestro de los Altares de Aquisgrán
Óleo sobre tabla. Medidas: 107cm x 120cm.
National Gallery. Londres.
En el Evangelio que leemos en la eucaristía de hoy, le pide Jesús a Dios, su Padre, que lo glorifique. Esta gloria resplandece en la Cruz de nuestro Señor, donde el cordero es sacrificado en la nueva y definitiva Pascua, que establece la nueva alianza entre Dios y los hombres, salvándonos del poder del pecado y de la muerte.
Esta gloria es, también, la que resplandece en los mártires que, a lo largo de la Historia de la Iglesia, han derramado su sangre por dar testimonio de Cristo. Hoy recordamos, de hecho, el martirio de san Carlos Luanga y sus compañeros, en la Uganda del siglo XIX. Convertidos al cristianismo, resistieron las pecaminosas sugestiones del rey, y aceptaron sus suplicios en la confianza de lo que el Señor les tenía reservado.
Por eso, hemos escogido hoy una tabla que representa la Crucifixión de nuestro Señor. Se trata del panel central del Tríptico de la Iglesia de Santa Columba de Colonia. En primer plano aparecen la Virgen y san Juan, en actitud orante ante el Señor crucificado.
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