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martes, 16 de abril de 2019

Andrea di Bartolo. Cristo camino del Calvario

Cristo camino del Calvario. 1415-1420. Andrea di Bartolo Cini
Temple sobre tabla. Medidas: 54 x 49 cm
Colección Thyssen-Bornemisza. Madrid.

Como un cordero fue llevado al matadero. Estas palabras fueron pronunciadas proféticamente por Isaías a propósito del siervo de Dios que rescataría al pueblo de Dios, cinco siglos antes de la muerte de Jesús. La paciencia de Jesús, como hoy nos enseña san Cipriano en el sermón sobre los bienes de la paciencia:

Y cuando ante la cruz del Señor los astros se llenen de confusión, se conmuevan los elementos, tiemble la tierra, la noche oscurezca el día para que el sol no obligue a contemplar el crimen de los judíos sustrayendo sus rayos y no dando luz a los ojos, él no habla, no se mueve, no exhibe su majestad ni siquiera durante la pasión: con perseverancia y tesón se tolera todo, para que en Cristo se consume la plena y perfecta paciencia.

Pacientemente toleró las torturas crueles a las que fue sometido, y con paciencia sobrellevó los ultrajes y burlas que le infligieron quienes llenos de odio le arrastraron fuera de la ciudad para asesinarlo. Esta imagen está muy bien representada en la tabla que hoy contemplamos, que debió formar parte de una predela dedicada a la Pasión y Resurrección de Jesucristo, obra de Andrea di Bartolo. Cristo mira hacia atrás, encontrando con la mirada a su madre, cubierta con un manto azul, que con gran dramatismo levanta las manos hacia lo alto. Se distinguen, por el nimbo que los aureola a otros dos santos, uno de ellos claramente identificable como el discípulo amado, es decir, san Juan. Pero la escena transmite una sensación de tumulto y odio, figurada sobre todo en la actitud del soldado vuelto de espaldas entre Cristo y la Virgen, con la espada desenvainada y amenazante.

domingo, 14 de abril de 2019

Giotto. Entrada de Jesús en Jerusalén

Entrada de Jesús en Jerusalén. 1305. Giotto
Fresco. Medidas: 200 cm x 185 cm.
Capilla Scrovegni. Padua.

DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR. Comenzamos la Semana Santa con la conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén, y la celebración litúrgica de su Pasión. triunfo mesiánico y fracaso de las expectativas judías se unen en la celebración de hoy. Contemplamos la escena, en el fresco que Giotto pintó para la Capilla Scrovegni, en Padua. El edificio, construido en ladrillo, tiene planta rectangular y está cubierto con bóveda de cañón. En el exterior, la capilla se presenta como una construcción —varias veces modificada en el curso de los siglos— con contrafuertes vistos y tejado a dos aguas. Dedicada a Santa María de la Caridad, la capilla fue erigida, probablemente entre los años 1303 y 1305,1 por orden de Enrico Scrovegni, que pretendía así expiar los pecados de su padre, conocido usurero. La capilla tenía finalidad funeraria, y el propio Enrico (muerto en 1336) está enterrado allí. Su sarcófago se encuentra detrás del altar.

Tal como relata el Evangelio, aparece Jesús montado sobre un asno, cuya mansedumbre de denota en las orejas agachadas. Los niños del fondo cortan ramos de los árboles que se dibujan en el horizonte azul, y la gente arroja sus vestidos y mantos al paso del Señor, al que sigue un grupo de discípulos. La ciudad de Jerusalén se representa en una puerta, característica de cualquier ciudad medieval.

domingo, 7 de abril de 2019

Tiziano. Cristo y la adúltera

Cristo y la adúltera. 1520. Tiziano
Óleo sobre lienzo. Medidas: 82 x 136 cm.
Museo de Historia del Arte. Viena

Nos presenta la liturgia de este quinto domingo de Cuaresma la escena de la mujer sorprendida en adulterio que es presentada por los judíos ante Jesús para ponerlo a prueba. Tiziano compuso su obra mostrando a Cristo en primer plano a la izquierda, destacando sobre un grupo de personas a la derecha. Mientras todos miran a Jesús, éste pone sus ojos lleno de dulzura sobre la imagen de la mujer, que se muestra en una actitud de gran humildad.

domingo, 17 de marzo de 2019

Tiziano. La Transfiguración


 La Transfiguración. 1566. Obra de Tiziano Vecellio . 
Óleo sobre lienzo 245x297 cm
Iglesia de San Salvador, Venecia Italia

En el altar mayor de la iglesia de San Salvador, se encuentra la Transfiguración de Cristo, Esta obra fue encargada a Tiziano en 1534, durante la construcción, por parte de Guglielmo dei Grigi, del nuevo altar mayor de esta iglesia veneciana. Posteriormente en el 59, se le encargará también la tela de la Anunciación para e Con este lienzo se debía cubrir, los días festivos, el precioso frente de altar en plata dorada, pero no fue entregado hasta 1563. El Evangelio según Lucas, que este segundo domingo de cuaresma se lee en la liturgia, nos narra el evento de la Transfiguración.

El efecto teatral de la tela responde al lugar que ocupa, punto de convergencia de las miradas de los fieles en el centro del altar de la Iglesia. La composición es muy innovadora al situar a Cristo en el centro de la escena, resplandeciente de luz y rodeado por Moisés y Elías, a izquierda y derecha respectivamente. En la zona inferior podemos observar a los tres apóstoles en forzados movimientos, pudiendo ser contemplados desde lejos.La pintura excluye los colores fríos y juega con una impetuosa paleta de tonalidades cálidas, desde el rojo al bronce, teniendo su momento culminante en la luz dorada que rodea a Cristo. Tiziano emplea una pincelada fluida y agitada. La iluminación es la habitual en la década de 1560, jugando con los contrastes de luz y sombra para acentuar el dramatismo del momento, reforzando así la teatralidad de la obra, anticipándose así al Barroco. 

martes, 7 de noviembre de 2017

Andrea Previtali. Cristo bendiciendo

Cristo bendiciendo. 1515. Andrea Previtali
Óleo sobre tabla. Medidas: 47 cm x 38 cm.
National Gallery. Londres

Nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada miembro está al servicio de los otros miembros. Esta frase de la lectura de la Carta a Los Romanos nos invita a venerar al Señor, en la representación que de él hizo Andrea Previtali, en esta table frontal en la que nos mira con bondad mientras nos bendice.

lunes, 6 de noviembre de 2017

Tiziano. Jesucristo

Jesucristo. 1530. Tiziano
Óleo sobre lienzo. Medidas: 82 cm x 60 cm
Museo de Historia del Arte. Viena

 ¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amén.

Este texto de la Carta a Los Romanos que leemos hoy en la Eucaristía constituye un hermoso canto de alabanza, una Doxología, en la que damos gracias a Dios por la Salvación que nos ha otorgado en Jesucristo. Eso nos invita a la oración, contemplando este hermoso retrato de Jesucristo pintado por Tiziano.

domingo, 5 de noviembre de 2017

Annibale Carraci. La Crucifixión

Crucifixión. XVI. Annibale Carraci
Óleo sobre lienzo. Medidas: 33 cm x 23 cm.
Galería de Pintura. Berlín.

No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Leemos en la Eucaristía de hoy este texto del Evangelio, que nos invita a contemplar la humildad de Cristo, que no renunció a su condición divina sino que tomó nuestra condición,l y se rebajó hasta el punto de aceptar ponerse como esclavo a nuestro servicio y sufrir la ignominiosa pasión en la Cruz.

sábado, 4 de noviembre de 2017

Saraceni. San Carlos Borromeo lleva la comunión a un apestado

San Carlos Borromeo lleva la comunión a un apestado. 1618. Carlo Saraceni
Óleo sobre lienzo.
Iglesia de los Siervos de Maria en Cesena (Italia)

Celebreamos hoy la memoria de san Carlos Borromeo, arzobispo de Milán y excepcional impulsor de la Reforma Católica promovida en el Concilio de Trento. Dedicó todos sus esfuerzos a la vida pastoral, como nos lo muestra el lienzo de Sareceni en el que visita, con riesgo de su vida, a un enfermo de peste para confortarle en su agonía.

Aunque Saraceni nació en Venecia, sus pinturas son de un estilo más romano; se trasladó a Roma en 1598, uniéndose a la Accademia di san Luca en 1607. Cuando la famosa Muerte de la Virgen de Caravaggio (hoy en el Museo del Louvre), fue rechazada en 1606 por la iglesia de Santa Maria della Scala, fue Saraceni quien realizó un sustituto apropiado, que permanece allí. Fue influido por la dramática iluminación de Caravaggio, sus figuras monumentales, detalles naturalístico, de manera que se cuenta entre los primeros "tenebristas" o "caravaggistas".

Saraceni maduró rápidamente entre 1606 y 1610. Su carrera plenamente madura se desarrolla en la década posterior a 1610. En 1616–17 colaboró con los frescos para la Sala Regia en el Palazzo Quirinale, Roma. En 1618 recibió pago por dos pinturas en la iglesia de S. Maria dell' Anima. En 1620 regresó a Venecia, donde murió ese mismo año.

lunes, 2 de octubre de 2017

Giaquinto. La Magdalena penitente

La Magdalena penitente. 1750. Corrado Giaquinto
Óleo sobre lienzo. Medidas: 160 cm x 118 cm
The Metropolitan Museum of Art. Nueva York.

Celebramos la memoria de los santos ángeles custodios, los espíritus enviados por Dios para protegernos y guardarnos durante nuestra vida. Hemos escogido un lienzo de Corrado Giaquinto, en el que contemplamos, precisamente, a un ángel orientando a la Magdalena penitente hacia lo lato, es decir, inspirándola pensamientos divinos. Se le representa junto a la penitente, levantando el dedo hacia lo alto.

Nacido al norte de Bari, en Molfetta, Giaquinto fue alumno de Francesco Solimena y de Sebastiano Conca. Conoció una carrera internacional muy brillante, viajando mucho: fue así llamado a la corte de España entre 1753 y 1762 para realizar trabajos en los palacios reales de Madrid, del Escorial y de Aranjuez). Allí sería nombrado pintor de cámara, director general de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (diciembre de 1753) y director artístico de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara.

viernes, 29 de septiembre de 2017

Piero della Francesca. San Miguel

Arcángel san Miguel.. 1469. Piero della Francesca
öleo sobre tabla. Medidas: 133 cm x 59 cm.
National Gallery. Londres

En este día celebra la iglesia la fiesta de los santos arcángeles. Por eso contemplamos esta tabla de Piero de la Francesca en la que se representa a san Miguel, con la espada en la mano pisando la serpiente. Se trata de una típica imagen renacentista, con un magnífico estudio anatómico y una belleza en el canon masculino que evoca la perfección clásica.

Piero della Francesca fue un pintor italiano del Quattrocento. Actualmente se le aprecia sobre todo como pintor especialista en frescos, pero en su época fue conocido también como un geómetra y matemático, maestro de la perspectiva y de la geometría euclidiana, temas en los que se concentró a partir del año 1470. Su pintura se caracterizó por su estilo sereno y el uso de las formas geométricas, particularmente en relación con la perspectiva y la luz. Es uno de los principales y fundamentales personajes del Renacimiento.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Fray Bartolomeo. Cristo con los cuatro Evangelistas

Cristo con los cuatro Evangelista. 1516. Fray Bartolomeo
Óleo sobre lienzo. Medidas: 282 cm x 204 cm.
Palacio Pitti. Roma.

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.» Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando el Evangelio y curando en todas partes.

La liturgia inicia hoy la lectura del capítulo noveno del Evangelio según san Lucas, con el envió de Jesús a los doce apóstoles para anunciar el Evangelio. La Iglesia nace de este mandato de Jesús, cuyo contenido es dar a conocer la Buena Noticia de que en Jesucristo hemos sido salvados. El Evangelio no sólo será esta Buena Noticia, sino que vendrá contenido en los llamados evangelios canónicos, que nos dan a conocer la obra de Jesucristo.

Por eso, hemos escogido hoy una obra del Cuatroccento italiano, del dominico toscano Fray Bartolomeo. Aparece Cristo resucitado sobre una esfera que representa el globo del mundo, con la cartela Salvator Mundi, es decir, Salvador del Mundo, y coronado todo ello con los signos eucarísticos del cáliz y la patena. Muestra el Señor las señales de su pasión, mediante un atrevido escorzo que nos habla de un movimiento que ha superado la rigidez medieval. A sus pies están los cuatro evangelistas, sin sus atributos característicos, portando los libros de los Evangelios.

domingo, 14 de mayo de 2017

Fra Angelico. Cristo glorificado


Cristo glorificado en la corte Celestial. 1423.  Fra Angelico
Témpera al huevo sobre tabla. Medidas  31 x 73 cm
National Gallery. Londres.

«Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.» 

Leemos este Domingo este fragmento del capítulo 14 del Evangelio según san Juan. La Resurrección supuso la glorificación del Cristo Crucificado y su retorno al Padre. La contemplación de la gloria del Resucitado ha sido un tema recurrente de la iconografía cristiana. Un ejemplo de profunda resonancia mística es la tabla que hoy proponemos, procedente originariamente del convento dominico de Fiesole, cerca de Florencia, precisamente el convento de Fra Angelico, que pintó las tablas que componían su altar mayor. Nos muestra a Cristo, portando la bandera gloriosa de la Cruz, alabado por la corte celestial de los ángeles. No se trata de algo que quede fuera del alcance del hombre, sino que esta tabla nos propone la consideración de lo que será participar en Cristo de la gloria eterna.

San Ambrosio de Milán, en su Tratado sobre el Bien de la Muerte, ponderaba esta participación en la gloria de la Resurrección como meta de la existencia humana. Estas son sus palabras:

Caminemos intrépidamente hacia nuestro Redentor, Jesús; caminemos intrépidamente hacia aquella asamblea de los santos, hacia aquella reunión de los justos. Pues nos encaminaremos al encuentro con nuestros padres, al encuentro con los preceptores de nuestra fe: y si tal vez no podemos exhibir obras, que la fe venga en ayuda nuestra y la heredad nos defienda. Porque el Señor será la luz de todos; y aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre resplandecerá sobre todos. Nos encaminaremos allí donde el Señor Jesús preparó estancias para sus humildes siervos, para que donde él esté estemos también nosotros. Tal fue su voluntad. Cuáles sean esas estancias, óyeselo decir a él mismo: En casa de mi Padre hay muchas estancias. Y ¿cuál es su voluntad? Volveré —dice— y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros.

Pero me objetarás que hablaba únicamente a los discípulos, que sólo a ellos les prometió las muchas estancias. Entonces, ¿es que sólo las preparaba para los Once? Y cómo se cumplirá aquello de que vendrán de todas partes y se sentarán en el reino de Dios? ¿Es que podemos dudar de la eficacia de la voluntad divina? Pero, en Cristo, querer y hacer son una misma cosa. Seguidamente les señaló el camino, les indicó el sitio, diciendo: Y donde yo voy, ya sabéis el camino. El lugar: junto al Padre; el camino: Cristo, como él mismo dijo: Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.

Adentrémonos por este camino, mantengamos la verdad, vayamos tras la vida. Es camino que conduce, verdad que confirma, vida que se entrega. Y para que conozcamos sus verdaderos planes, al final del discurso añade: Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo, donde yo estoy y contemplen mi gloria. Padre: esta repetición es confirmatoria, lo mismo que aquello: ¡Abrahán, Abrahán! Y en otro lugar: Yo, yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes. Bellamente pide aquí lo que antes había prometido. Y este primero prometer y luego pedir, y no a la inversa, primero pedir y luego prometer, es un prometer como árbitro del don, consciente de su propio poder; pide al Padre como intérprete de la piedad. Prometió primero, para que conozcas su poder; luego pidió, para que caigas en la cuenta de su piedad. No pidió primero y luego prometió, para que no pareciera que prometía lo que previamente había impetrado, más bien que otorgaba lo que antes había prometido. Ni consideres superfluo que pidiera, pues de esta manera te expresa su comunión con la voluntad del Padre, lo cual es una prueba de unidad, no un aumento de poder.

Te seguimos, Señor Jesús; pero llámanos para que podamos seguirte, ya que sin ti nadie puede subir. Porque tú eres el camino, la verdad, la vida, la posibilidad, la fe, el premio. Recibe a los tuyos como el camino, confírmalos como la verdad, vivifícalos como la vida.

domingo, 23 de abril de 2017

Cima da Conegliano. La Incredulidad de Santo Tomás

La Incredulidad de Santo Tomás. 1502-1504. Cima da Conegliano
Óleo sobre tabla. Medidas: 294cm x 199cm.
National Gallery. Londres.

La liturgia del segundo domingo de Pascua nos narra la incredulidad de Santo Tomás. Para ilustrarla, hemos escogido una obra del renacimiento italiano, pintada por Cima da Conegliano. La obra fue encargada en 1497 para el altar de la Iglesia de San Francisco en Portogruaro, al norte de Venecia. En el centro de una rica estancia, con dos ventanales al fondo desde los que se divisa un paisaje, se aparece Cristo a los apóstoles, que lo rodean en medio círculo. Va desnudo, cubierto con un manto de color blanco. Santo Tomás se destaca a su izquierda, dirigiendo su mano derecha hacia la herida del costado de Jesús.

San Cirilo de Alejandría comenta la aparición del Señor en su Comentario al Evangelio de san Juan, destacando la nueva condición de la humanidad de Cristo, definitivamente transfigurada en el misterio de la Pascua. Estas son sus palabras:


Observa de qué modo Cristo, penetrando milagrosamente a través de las puertas cerradas, demostró a sus discípulos que era Dios por naturaleza, aunque no distinto del que anteriormente había convivido con ellos; y mostrándoles su costado y las señales de los clavos puso en evidencia que el templo que pendió de la cruz y el cuerpo que en él se había encarnado, lo había él resucitado, después de haber destruido la muerte de la carne, ya que él es la vida por naturaleza, y Dios.

Ahora bien, da la impresión de que fue tal su preocupación por dejar bien sentada la fe en la resurrección de la carne, que, no obstante haber llegado el tiempo de trasladar su cuerpo a una gloria inefable y sobrenatural, quiso sin embargo aparecérseles, por divina dispensación, tal y como era antes, no llegasen a pensar que ahora tenía un cuerpo distinto de aquel que había muerto en la cruz. Que nuestros ojos no son capaces de soportar la gloria del santo cuerpo —en el supuesto de que Cristo hubiera querido manifestarla antes de subir al Padre— lo comprenderás fácilmente si traes a la memoria aquella transfiguración operada anteriormente en la montaña, en presencia de los santos discípulos.

Cuenta, en efecto, el evangelista san Mateo que Cristo, tomando consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió a una montaña y allí se transfiguró delante de ellos; que su rostro resplandecía como el sol y que sus vestidos se volvieron blancos como la nieve; y que, no pudiendo ellos soportar la visión, cayeron de bruces.

Así pues, por un singular designio, nuestro Señor Jesucristo, antes de recibir la gloria que le era debida y conveniente a su templo ya transfigurado, se apareció todavía en su primitiva condición, no queriendo que la fe en la resurrección recayera en otra forma y en otro cuerpo distinto de aquel que había asumido de la santísima Virgen, en el cual además había muerto crucificado, según las Escrituras, ya que la muerte sólo tenía poder sobre la carne, e incluso de la carne había sido expulsada. Pues si no resucitó su cuerpo muerto, ¿dónde está la victoria sobre la muerte?

O ¿cómo podía cesar el imperio de la corrupción, sino mediante una criatura racional, que hubiera pasado por la experiencia de la muerte? No, cierto, mediante un alma o un ángel ni siquiera por mediación del mismo Verbo de Dios. Y como la muerte sólo obtuvo poder sobre lo que por naturaleza es corruptible, sobre eso mismo es justo pensar que debía emplearse toda la virtualidad de la resurrección, a fin de derrocar el tiránico poder de la muerte.

Por tanto, todo el que tenga un adarme de sentido común contará entre los milagros del Señor el que entrara en la casa estando la puertas cerradas. Saluda, pues, a los discípulos con estas palabras: Paz a vosotros, designándose a sí mismo con el nombre de «paz». En efecto, los que gozan de la presencia de Cristo, es lógico que estén tranquilos y serenos. Es precisamente lo que Pablo deseaba a los fieles, diciendo: Y la paz de Cristo, que sobrepasa todo juicio, custodie vuestros corazones y vuestros pensamientos. Y la paz de Cristo, que sobrepasa todo juicio, dice no ser otra que su Espíritu, el cual colma de toda clase de bienes a quien participare de él.

miércoles, 19 de abril de 2017

Altobello Melone. El camino de Emaús

El camino de Emaús. 1516. Altobello Melone
Óleo sobre tabla. Medidas: 145cm x 144cm.
National Gallery. Londres.

La liturgia del Miércoles de Pascua nos presenta el relato de los discípulos de Emaús. De regreso a su aldea, dos discípulos son abordados por un tercer caminante, al que desconocen, y que les interroga sobre lo que conversaban durante el camino. Ellos se sorprenden de que el desconocido caminante ignore todo lo sucedido en Jerusalén durante la celebración de la Pascua. "Tú eres el único forastero que no sabes lo que ha pasado". En latín, este texto dice: "Tu solus peregrinus es in Ierusalem....". La duplicidad de sentidos de la palabra latina "peregrinus", forastero y peregrino, dio lugar desde la Edad Medía a representar a Cristo, el caminante desconocido, como un peregrino. Es exactamente lo que hace el autor que hoy hemos escogido, Altobello Mellone, en su tabla sobre los discípulos de Emaús.

Aparecen los dos discípulos que caminan hacia Emaús y, detrás de ellos, Cristo los detiene. Va vestido con un traje corto, de caminante, en un tono azul celeste, con un amplio sombrero con una concha cosida: alusión evidente a la popular peregrinación a Santiago de Compostela. El aire que respira la obra es plenamente renacentista. Especialmente la figura de Cristo es de una excepcional belleza.



martes, 18 de abril de 2017

Corregio. Noli me tangere

Noli me tangere. 1525. Correggio
Óleo sobre tabla. Medidas: 130cm x 103cm.
Museo del Prado. Madrid

Este Martes de Pascua contemplamos el encuentro del Resucitado con María Magdalena, para lo cual recurrimos a la célebre obra de Corregio. María Magdalena, de rodillas y ricamente vestida a la moda del siglo XVI, reconoce a Cristo resucitado en la figura de un hortelano. La escena muestra la primera aparición de Cristo tras su muerte. Magdalena, acaba de reconocer a su Maestro que, situado junto a unos aperos de labranza, señala al cielo indicándole No me toques (Noli me tangere), que todavía no he subido al Padre

El detallismo con que la obra está pintada delata el destino del encargo, la capilla de la familia Ercolani en Bolonia, uno de los pocos encargos privados realizados por Correggio tras regresar a Parma en 1520 después de su estancia de formación en Roma. La composición es de un equilibrio extraordinario, en el que se contrarrestan la inestabilidad de la figura de la Magdalena con la serenidad de Cristo frente a un paisaje iluminado por la luz del amanecer. 

Esta obra fue regalada por el príncipe Ludovisi a Felipe IV (1605-1665), quien destinó la obra al Monasterio de El Escorial.

martes, 11 de abril de 2017

Andrea di Bartolo. Cristo camino del Calvario

Cristo camino del Calvario. 1415-1420. Andrea di Bartolo Cini
Temple sobre tabla. Medidas: 54 x 49 cm
Colección Thyssen-Bornemisza. Madrid.

Como un cordero fue llevado al matadero. Estas palabras fueron pronunciadas proféticamente por Isaías a propósito del siervo de Dios que rescataría al pueblo de Dios, cinco siglos antes de la muerte de Jesús. La paciencia de Jesús, como hoy nos enseña san Cipriano en el sermón sobre los bienes de la paciencia:

Y cuando ante la cruz del Señor los astros se llenen de confusión, se conmuevan los elementos, tiemble la tierra, la noche oscurezca el día para que el sol no obligue a contemplar el crimen de los judíos sustrayendo sus rayos y no dando luz a los ojos, él no habla, no se mueve, no exhibe su majestad ni siquiera durante la pasión: con perseverancia y tesón se tolera todo, para que en Cristo se consume la plena y perfecta paciencia.

Pacientemente toleró las torturas crueles a las que fue sometido, y con paciencia sobrellevó los ultrajes y burlas que le infligieron quienes llenos de odio le arrastraron fuera de la ciudad para asesinarlo. Esta imagen está muy bien representada en la tabla que hoy contemplamos, que debió formar parte de una predela dedicada a la Pasión y Resurrección de Jesucristo, obra de Andrea di Bartolo. Cristo mira hacia atrás, encontrando con la mirada a su madre, cubierta con un manto azul, que con gran dramatismo levanta las manos hacia lo alto. Se distinguen, por el nimbo que los aureola a otros dos santos, uno de ellos claramente identificable como el discípulo amado, es decir, san Juan. Pero la escena transmite una sensación de tumulto y odio, figurada sobre todo en la actitud del soldado vuelto de espaldas entre Cristo y la Virgen, con la espada desenvainada y amenazante.

miércoles, 22 de marzo de 2017

Leandro Bassano. La Coronación de espinas

La Coronación de espinas. 1590-98. Leandro Bassano
Óleo sobre pizarra. Medidas: 54 x 49 cm 
Museo del Prado. España

La Coronación de espinas es un momento de más sufrimiento moral que físico. El Señor, después de la tremenda tortura de la flagelación, es sentado en medio de la soldadesca, que para burlarse de él, reviste de las insignias reales a quien ha pretendido afirmarse como rey: la coronal (en vez de laurel, como los emperadores, de espinas), y el manto rojo de los magistrados. En lugar de cetro de mando, se le pone entre las manos una vara. Es la hora de las tinieblas: la crueldad humana no se detiene ante el tremendo sufrimiento de quien ha sido torturado. Solo la paciencia de Dios ilumina en la esperanza tan lóbrega escena.

Para ilustrarla, hemos escogido una obra que busca, precisamente, este efecto de tinieblas: la Coronación de espinas de Bassano. La temática de la obra, que invita al creyente a meditar sobre la Pasión, su reducido tamaño, y el dramatismo que supo imprimirle su autor, aprovechando el color de la pizarra para ambientar la escena, apenas iluminada por una antorcha y un brasero, e incluyendo una lágrima prominente en la mejilla de Cristo, justifican su inclusión entre las imágenes de devoción que poseía Felipe II en el oratorio privado del Alcázar de Madrid.

Se inventariaron entonces dos pinturas más sobre pizarra de similares características que había presentado al rey el escultor milanés afincado en España Pompeo Leoni: Cristo camino del Calvario y Expulsión de los mercaderes del Templo. Dadas las similitudes (idéntico tamaño y soporte y marcos de ébano), parece lógico suponer un mismo origen a todas ellas. Las tres estaban cubiertas por una cortina de tafetán, lo que permitía al soberano descubrir sólo la imagen ante la que quería orar en cada ocasión. Finalmente, el inventario advierte que, ya en época de Felipe II, la Coronación estaba hendida y pegada, circunstancias aún visibles y razón por la que sólo se tasó en 50 ducados frente a los 100 de sus compañeras.

domingo, 19 de marzo de 2017

Ducio. Cristo y la samaritana

Cristo y la samaritana. 1310. Duccio di Buoninsegna
Temple y oro sobre tabla. Medidas: 43,5cm x 46cm.
Colección Thyssen-Bornemisza. Madrid. España

La liturgia del tercer domingo de Cuaresma se centra en la página del Evangelio de san Juan del diálogo de Jesús con la samaritana: Jesús se manifiesta como Dios, que se ofrece a los hombres como agua que nos quita por siempre la sed y como agua que limpia nuestros pecados. Para ilustrar la escena, hemos escogido una obra maestra del Trecento italiano, pintada por Ducio di Buoninsegna.

Esta pequeña tabla formaba parte de la predela de la Maestá, altar encargado a Duccio para el Duomo de Siena. Este gran conjunto fue desmembrado hacia 1771 y, aunque la mayor parte se conserva en el Museo dell'Opera del Duomo (Siena), las otras tablas pasaron a colecciones privadas y museos.

La escena representa a Cristo sentado en el brocal del pozo de Jacob, hacia allí se dirige la samaritana portando un cántaro en la cabeza; la comunicación entre ambos se realiza mediante gestos. A la derecha, un grupo de discípulos observa la escena enmarcados por un fondo arquitectónico -la ciudad de Samaria, llamada Sicar- en un intento de dar profundidad espacial a la pintura. Esta tabla de Duccio es una evidencia temprana de la evolución del arte del Trecento hacia patrones de mayor naturalismo, carácter narrativo y preocupación por el espacio.

San Agustín de Hipona, en su Comentario al Evangelio de san Juan, considera en esa mujer a la Iglesia, que aún no es santa, pero está en camino de serlo. Éstas son sus palabras:

Llega una mujer. Se trata aquí de una figura de la Iglesia, no santa aún, pero sí a punto de serlo; de esto, en efecto, habla nuestra lectura. La mujer llegó sin saber nada, encontró a Jesús, y él se puso a hablar con ella. Veamos cómo y por qué. Llega una mujer de Samaria a sacar agua.

Los samaritanos no tenían nada que ver con los judíos; no eran del pueblo elegido. Y esto ya significa algo: aquella mujer, que representaba a la Iglesia, era una extranjera, porque la Iglesia iba a ser constituida por gente extraña al pueblo de Israel.

Pensemos, pues, que aquí se está hablando ya de nosotros: reconozcámonos en la mujer, y, como incluidos en ella, demos gracias a Dios. La mujer no era más que una figura, no era la realidad; sin embargo, ella sirvió de figura, y luego vino la realidad. Creyó, efectivamente, en aquel que quiso darnos en ella una figura. Llega, pues, a sacar agua.

Jesús le dice: «Dame de beber». Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?». Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.

Ved cómo se trata aquí de extranjeros: los judíos no querían ni siquiera usar sus vasijas. Y como aquella mujer llevaba una vasija para sacar el agua, se asombró de que un judío le pidiera de beber, pues no acostumbraban a hacer esto los judíos. Pero aquel que le pedía de beber tenía sed, en realidad, de la fe de aquella mujer.

Fíjate en quién era aquel que le pedía de beber: Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te pide de beber, le pedirias tú, y él te daría agua viva».

Le pedía de beber, y fue él mismo quien prometió darle el agua. Se presenta como quien tiene indigencia, como quien espera algo, y le promete abundancia, como quien está dispuesto a dar hasta la saciedad. Si conocieras –dice–el don de Dios. El don de Dios es el Espíritu Santo. A pesar de que no habla aún claramente a la mujer, ya va penetrando, poco a poco, en su corazón y ya la está adoctrinando. ¿Podría encontrarse algo más suave y más bondadoso que esta exhortación? Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te pide de beber, le pedirias tú, y él te daría agua viva. ¿De qué agua iba a darle, sino de aquella de la que está escrito: En ti está la fuente viva? Y ¿cómo podrán tener sed los que se nutren de lo sabroso de tu casa?

De manera que le estaba ofreciendo un manjar apetitoso y la saciedad del Espíritu Santo, pero ella no lo acababa de entender; y como no lo entendía, ¿qué respondió? La mujer le dice: «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla». Por una parte, su indigencia la forzaba al trabajo, pero, por otra, su debilidad rehuía el trabajo. Ojalá hubiera podido escuchar: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Esto era precisamente lo que Jesús quería darle a entender, para que no se sintiera ya agobiada; pero la mujer aún no lo entendía.

sábado, 4 de marzo de 2017

Caravaggio. La vocación de san Mateo


La Vocación de San Mateo 1601. Michelangelo Merisi da Caravaggio
Óleo sobre lienzo. 338 x 348 cm
Iglesia de San Luis de los Franceses. Roma

Contemplamos hoy una de las obras maestras de Caravaggio, encargada en 1599 para decorar la Capilla Contarelli de las iglesia de San Luis de los Franceses en Roma. En la obra vemos dos planos: uno superior, en el que se ve una ventana, y otro inferior, donde alrededor de la meses se sientan varios personajes. Curiosamente, la luz no entra por la ventana, sino que viene con Cristo, que alza la mano dirigiéndose a Mateo, que esta encorvado sobre sus monedas.

Llama poderosamente la atención la belleza del rostro de Jesucristo, en paralelo con la actitud de Mateo, que hasta entonces solo tiene ojos para el dinero. La obra es un portento de contraste entre luz y tiniebla, e ilustra a la perfección lo que implica ser iluminado por Cristo.

También es muy llamativo el gesto imperativo de Jesús, repetido con sorpresa por uno de los que están sentados a la mesa de los impuestos: ¿cómo puede dirigirse Jesús a una persona tan engolfada en sus asuntos, en sus dineros, en su pecado? A través de este gesto, Caravaggio consigue resaltar la paradoja relatada en el Evangelio: los justos se extrañan de que el profeta ignore la condición pecadora de aquel hombre; en cambio, el Salvador afirma que no ha sido enviado por Dios a salvar a los justos sino, precisamente, a los pecadores. Es aquí donde reluce, en toda su intensidad, la luz divina.

lunes, 6 de febrero de 2017

Giusto de' Menabuoi. La creación del mundo

Creación del mundo, 1378. Giusto de' Menabuoi
Fresco
Baptisterio de la Catedral de Padua.

Leemos hoy en la Eucaristía la primera página de la Biblia: el relato de la Creación del mundo, del Libro del Génesis. Contemplamos la versión de este relato en los pinceles de un artista del Trecento italiano Giusto de' Menabuoi. Fuera de la esfera de las estrellas fijas, representados por los signos del zodiaco se encuentra el creador, entronizado sobre querubines y serafines, ante un telón de fondo de oro y una esfera de cristal. En la zona circular dentro de los cielos están las órbitas de los planetas, y en el círculo más interno muestra un mapa del mundo en el que aparecen no sólo Italia y la zona del Mediterráneo, sino también del resto de Europa, África del Norte y Asia.