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viernes, 19 de abril de 2019

Zurbarán. San Lucas como pintor ante Cristo en la Cruz

San Lucas como pintor ante Cristo en la Cruz. 1650. Francisco de Zurbarán
Óleo sobre lienzo. Medidas: 105cm x 84cm.
Museo del Prado. Madrid.

Viernes Santo. La actitud ante este día la encuentro perfectamente retratada en el personaje que Zurbarán situó al pie de la Cruz: san Lucas. Observa el acontecimiento que tiene delante para poder pintarlo con los instrumentos de pintura que sostiene en la mano izquierda, pero contempla desde la fe, simbolizada por la mano sobre el corazón, el misterio central de la historia de la humanidad.

Ante un fondo oscuro se recorta la figura casi escultórica del Crucificado al que devotamente mira san Lucas que, además de evangelista, fue médico y artista. Tras esa referencia de carácter bíblico quizá se esconde una alusión más general al valor de la pintura como arte que alcanzaba su mayor utilidad en su condición de instrumento devocional. También se ha apuntado que puede tratarse de un autorretrato -más alegórico que literal- de Zurbarán. 

El Crucificado aparece clavado a la Cruz con cuatro clavos, fórmula que deriva en última instancia de Durero y que fue muy común entre los pintores que trabajaron en Sevilla en el siglo XVII, como Pacheco, Velázquez o Alonso Cano. 

Zurbarán. San Lucas como pintor ante Cristo en la Cruz

San Lucas como pintor ante Cristo en la Cruz. 1650. Francisco de Zurbarán
Óleo sobre lienzo. Medidas: 105cm x 84cm.
Museo del Prado. Madrid.

Viernes Santo. La actitud ante este día la encuentro perfectamente retratada en el personaje que Zurbarán situó al pie de la Cruz: san Lucas. Observa el acontecimiento que tiene delante para poder pintarlo con los instrumentos de pintura que sostiene en la mano izquierda, pero contempla desde la fe, simbolizada por la mano sobre el corazón, el misterio central de la historia de la humanidad.

Ante un fondo oscuro se recorta la figura casi escultórica del Crucificado al que devotamente mira san Lucas que, además de evangelista, fue médico y artista. Tras esa referencia de carácter bíblico quizá se esconde una alusión más general al valor de la pintura como arte que alcanzaba su mayor utilidad en su condición de instrumento devocional. También se ha apuntado que puede tratarse de un autorretrato -más alegórico que literal- de Zurbarán. 

El Crucificado aparece clavado a la Cruz con cuatro clavos, fórmula que deriva en última instancia de Durero y que fue muy común entre los pintores que trabajaron en Sevilla en el siglo XVII, como Pacheco, Velázquez o Alonso Cano. 

Zurbarán. San Lucas como pintor ante Cristo en la Cruz

San Lucas como pintor ante Cristo en la Cruz. 1650. Francisco de Zurbarán
Óleo sobre lienzo. Medidas: 105cm x 84cm.
Museo del Prado. Madrid.

Viernes Santo. La actitud ante este día la encuentro perfectamente retratada en el personaje que Zurbarán situó al pie de la Cruz: san Lucas. Observa el acontecimiento que tiene delante para poder pintarlo con los instrumentos de pintura que sostiene en la mano izquierda, pero contempla desde la fe, simbolizada por la mano sobre el corazón, el misterio central de la historia de la humanidad.

Ante un fondo oscuro se recorta la figura casi escultórica del Crucificado al que devotamente mira san Lucas que, además de evangelista, fue médico y artista. Tras esa referencia de carácter bíblico quizá se esconde una alusión más general al valor de la pintura como arte que alcanzaba su mayor utilidad en su condición de instrumento devocional. También se ha apuntado que puede tratarse de un autorretrato -más alegórico que literal- de Zurbarán. 

El Crucificado aparece clavado a la Cruz con cuatro clavos, fórmula que deriva en última instancia de Durero y que fue muy común entre los pintores que trabajaron en Sevilla en el siglo XVII, como Pacheco, Velázquez o Alonso Cano. 

martes, 16 de abril de 2019

Andrea di Bartolo. Cristo camino del Calvario

Cristo camino del Calvario. 1415-1420. Andrea di Bartolo Cini
Temple sobre tabla. Medidas: 54 x 49 cm
Colección Thyssen-Bornemisza. Madrid.

Como un cordero fue llevado al matadero. Estas palabras fueron pronunciadas proféticamente por Isaías a propósito del siervo de Dios que rescataría al pueblo de Dios, cinco siglos antes de la muerte de Jesús. La paciencia de Jesús, como hoy nos enseña san Cipriano en el sermón sobre los bienes de la paciencia:

Y cuando ante la cruz del Señor los astros se llenen de confusión, se conmuevan los elementos, tiemble la tierra, la noche oscurezca el día para que el sol no obligue a contemplar el crimen de los judíos sustrayendo sus rayos y no dando luz a los ojos, él no habla, no se mueve, no exhibe su majestad ni siquiera durante la pasión: con perseverancia y tesón se tolera todo, para que en Cristo se consume la plena y perfecta paciencia.

Pacientemente toleró las torturas crueles a las que fue sometido, y con paciencia sobrellevó los ultrajes y burlas que le infligieron quienes llenos de odio le arrastraron fuera de la ciudad para asesinarlo. Esta imagen está muy bien representada en la tabla que hoy contemplamos, que debió formar parte de una predela dedicada a la Pasión y Resurrección de Jesucristo, obra de Andrea di Bartolo. Cristo mira hacia atrás, encontrando con la mirada a su madre, cubierta con un manto azul, que con gran dramatismo levanta las manos hacia lo alto. Se distinguen, por el nimbo que los aureola a otros dos santos, uno de ellos claramente identificable como el discípulo amado, es decir, san Juan. Pero la escena transmite una sensación de tumulto y odio, figurada sobre todo en la actitud del soldado vuelto de espaldas entre Cristo y la Virgen, con la espada desenvainada y amenazante.

domingo, 14 de mayo de 2017

Fra Angelico. Cristo glorificado


Cristo glorificado en la corte Celestial. 1423.  Fra Angelico
Témpera al huevo sobre tabla. Medidas  31 x 73 cm
National Gallery. Londres.

«Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.» 

Leemos este Domingo este fragmento del capítulo 14 del Evangelio según san Juan. La Resurrección supuso la glorificación del Cristo Crucificado y su retorno al Padre. La contemplación de la gloria del Resucitado ha sido un tema recurrente de la iconografía cristiana. Un ejemplo de profunda resonancia mística es la tabla que hoy proponemos, procedente originariamente del convento dominico de Fiesole, cerca de Florencia, precisamente el convento de Fra Angelico, que pintó las tablas que componían su altar mayor. Nos muestra a Cristo, portando la bandera gloriosa de la Cruz, alabado por la corte celestial de los ángeles. No se trata de algo que quede fuera del alcance del hombre, sino que esta tabla nos propone la consideración de lo que será participar en Cristo de la gloria eterna.

San Ambrosio de Milán, en su Tratado sobre el Bien de la Muerte, ponderaba esta participación en la gloria de la Resurrección como meta de la existencia humana. Estas son sus palabras:

Caminemos intrépidamente hacia nuestro Redentor, Jesús; caminemos intrépidamente hacia aquella asamblea de los santos, hacia aquella reunión de los justos. Pues nos encaminaremos al encuentro con nuestros padres, al encuentro con los preceptores de nuestra fe: y si tal vez no podemos exhibir obras, que la fe venga en ayuda nuestra y la heredad nos defienda. Porque el Señor será la luz de todos; y aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre resplandecerá sobre todos. Nos encaminaremos allí donde el Señor Jesús preparó estancias para sus humildes siervos, para que donde él esté estemos también nosotros. Tal fue su voluntad. Cuáles sean esas estancias, óyeselo decir a él mismo: En casa de mi Padre hay muchas estancias. Y ¿cuál es su voluntad? Volveré —dice— y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros.

Pero me objetarás que hablaba únicamente a los discípulos, que sólo a ellos les prometió las muchas estancias. Entonces, ¿es que sólo las preparaba para los Once? Y cómo se cumplirá aquello de que vendrán de todas partes y se sentarán en el reino de Dios? ¿Es que podemos dudar de la eficacia de la voluntad divina? Pero, en Cristo, querer y hacer son una misma cosa. Seguidamente les señaló el camino, les indicó el sitio, diciendo: Y donde yo voy, ya sabéis el camino. El lugar: junto al Padre; el camino: Cristo, como él mismo dijo: Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.

Adentrémonos por este camino, mantengamos la verdad, vayamos tras la vida. Es camino que conduce, verdad que confirma, vida que se entrega. Y para que conozcamos sus verdaderos planes, al final del discurso añade: Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo, donde yo estoy y contemplen mi gloria. Padre: esta repetición es confirmatoria, lo mismo que aquello: ¡Abrahán, Abrahán! Y en otro lugar: Yo, yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes. Bellamente pide aquí lo que antes había prometido. Y este primero prometer y luego pedir, y no a la inversa, primero pedir y luego prometer, es un prometer como árbitro del don, consciente de su propio poder; pide al Padre como intérprete de la piedad. Prometió primero, para que conozcas su poder; luego pidió, para que caigas en la cuenta de su piedad. No pidió primero y luego prometió, para que no pareciera que prometía lo que previamente había impetrado, más bien que otorgaba lo que antes había prometido. Ni consideres superfluo que pidiera, pues de esta manera te expresa su comunión con la voluntad del Padre, lo cual es una prueba de unidad, no un aumento de poder.

Te seguimos, Señor Jesús; pero llámanos para que podamos seguirte, ya que sin ti nadie puede subir. Porque tú eres el camino, la verdad, la vida, la posibilidad, la fe, el premio. Recibe a los tuyos como el camino, confírmalos como la verdad, vivifícalos como la vida.

domingo, 7 de mayo de 2017

Cristóbal García Salmerón. El Buen Pastor

El Buen Pastor. XVII. Cristóbal García Salmerón
Óleo sobre lienzo. Medidas: 141 cm. x 107 cm.
 Museo del Prado. Madrid.

El domingo cuarto de Pascua nos propone la meditación de la figura de Cristo como buen pastor, a quien seguimos, quien nos protege, y quien da la vida por sus ovejas. En la contemplación de esta imagen, hemos elegido una obra del pintor conquense García Salmerón, procedente del Convento del Carmen Calzado de Toledo, que hoy se conserva en el Museo del Prado.

Nos presenta una serena imagen de Cristo, que lleva a sus hombros una oveja, y porta un cartel en el que se lee: Ego sum pastor bonus et cognosco oves meas el cognoscunt me meae (Yo soy el buen pastor, y conozco a mis ovejas, y ellas me conocen).

San Gregorio Magno, en sus Homilías sobre los Evangelios, comenta este pasaje con estas palabras:

Yo soy el buen Pastor, que conozco a mis ovejas, es decir, que las amo, y las mías me conocen. Habla, pues, como si quisiera dar a entender a las claras: «Los que me aman vienen tras de mí». Pues el que no ama la verdad es que no la ha conocido todavía.

Acabáis de escuchar, queridos hermanos, el riesgo que corren los pastores; calibrad también, en las palabras del Señor, el que corréis también vosotros. Mirad si sois, en verdad, sus ovejas, si le conocéis, si habéis alcanzado la luz de su verdad. Si le conocéis, digo, no sólo por la fe, sino también por el amor; no sólo por la credulidad, sino también por las obras. Porque el mismo Juan Evangelista, que nos dice lo que acabamos de oír, añade también: Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso.

Por ello dice también el Señor en el texto que comentamos: Igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre, yo doy mi vida por las ovejas. Como si dijera claramente: «La prueba de que conozco al Padre y el Padre me conoce a mí está en que entrego mi vida por mis ovejas; es decir: en la caridad con que muero por mis ovejas, pongo de manifiesto mi amor por el Padre».

Y de nuevo vuelve a referirse a sus ovejas, diciendo: Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna. Y un poco antes había dicho: Quien entre por mí se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. O sea, tendrá acceso a la fe, y pasará luego de la fe a la visión, de la credulidad a la contemplación, y encontrará pastos en el eterno descanso.

Sus ovejas encuentran pastos, porque quienquiera que siga al Señor con corazón sencillo se nutrirá con un alimento de eterno verdor. ¿Cuáles son, en efecto, los pastos de estas ovejas, sino los gozos eternos de un paraíso inmarchitable? Los pastos de los elegidos son la visión del rostro de Dios, con cuya plena contemplación la mente se sacia eternamente.

Busquemos, por tanto, hermanos queridísimos, estos pastos, en los que podremos disfrutar en compañía de tan gran asamblea de santos. El mismo aire festivo de los que ya se alegran allí nos invita. Levantemos, por tanto, nuestros ánimos, hermanos; vuelva a enfervorizarse nuestra fe, ardan nuestros anhelos por las cosas del cielo, porque amar de esta forma ya es ponerse en camino.

Que ninguna adversidad pueda alejarnos del júbilo de la solemnidad interior, puesto que, cuando alguien deseade verdad ir a un lugar, las asperezas del camino, cualesquiera que sean, no pueden impedírselo.

Que tampoco ninguna prosperidad, por sugestiva que sea, nos seduzca, pues no deja de ser estúpido el caminante que, ante el espectáculo de una campiña atractiva en medio de su viaje, se olvida de la meta a la que se dirigía.

viernes, 14 de abril de 2017

Zurbarán. San Lucas como pintor ante Cristo en la Cruz

San Lucas como pintor ante Cristo en la Cruz. 1650. Francisco de Zurbarán
Óleo sobre lienzo. Medidas: 105cm x 84cm.
Museo del Prado. Madrid.

Viernes Santo. La actitud ante este día la encuentro perfectamente retratada en el personaje que Zurbarán situó al pie de la Cruz: san Lucas. Observa el acontecimiento que tiene delante para poder pintarlo con los instrumentos de pintura que sostiene en la mano izquierda, pero contempla desde la fe, simbolizada por la mano sobre el corazón, el misterio central de la historia de la humanidad.

Ante un fondo oscuro se recorta la figura casi escultórica del Crucificado al que devotamente mira san Lucas que, además de evangelista, fue médico y artista. Tras esa referencia de carácter bíblico quizá se esconde una alusión más general al valor de la pintura como arte que alcanzaba su mayor utilidad en su condición de instrumento devocional. También se ha apuntado que puede tratarse de un autorretrato -más alegórico que literal- de Zurbarán. 

El Crucificado aparece clavado a la Cruz con cuatro clavos, fórmula que deriva en última instancia de Durero y que fue muy común entre los pintores que trabajaron en Sevilla en el siglo XVII, como Pacheco, Velázquez o Alonso Cano. 

martes, 11 de abril de 2017

Andrea di Bartolo. Cristo camino del Calvario

Cristo camino del Calvario. 1415-1420. Andrea di Bartolo Cini
Temple sobre tabla. Medidas: 54 x 49 cm
Colección Thyssen-Bornemisza. Madrid.

Como un cordero fue llevado al matadero. Estas palabras fueron pronunciadas proféticamente por Isaías a propósito del siervo de Dios que rescataría al pueblo de Dios, cinco siglos antes de la muerte de Jesús. La paciencia de Jesús, como hoy nos enseña san Cipriano en el sermón sobre los bienes de la paciencia:

Y cuando ante la cruz del Señor los astros se llenen de confusión, se conmuevan los elementos, tiemble la tierra, la noche oscurezca el día para que el sol no obligue a contemplar el crimen de los judíos sustrayendo sus rayos y no dando luz a los ojos, él no habla, no se mueve, no exhibe su majestad ni siquiera durante la pasión: con perseverancia y tesón se tolera todo, para que en Cristo se consume la plena y perfecta paciencia.

Pacientemente toleró las torturas crueles a las que fue sometido, y con paciencia sobrellevó los ultrajes y burlas que le infligieron quienes llenos de odio le arrastraron fuera de la ciudad para asesinarlo. Esta imagen está muy bien representada en la tabla que hoy contemplamos, que debió formar parte de una predela dedicada a la Pasión y Resurrección de Jesucristo, obra de Andrea di Bartolo. Cristo mira hacia atrás, encontrando con la mirada a su madre, cubierta con un manto azul, que con gran dramatismo levanta las manos hacia lo alto. Se distinguen, por el nimbo que los aureola a otros dos santos, uno de ellos claramente identificable como el discípulo amado, es decir, san Juan. Pero la escena transmite una sensación de tumulto y odio, figurada sobre todo en la actitud del soldado vuelto de espaldas entre Cristo y la Virgen, con la espada desenvainada y amenazante.

miércoles, 29 de marzo de 2017

Jean Provost. Ecce Homo

Ecce Homo. Finales XV. Jan Provost
Óleo sobre tabla. Medidas: 45cm x 30cm
Museo Diocesano de Palencia

Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allí a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo, muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe él con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicando me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle. 

Son palabras de santa Teresa, procedentes del capítulo 9 del Libro de su Vida. Es una reacción que bien podría haber suscitado esta tabla conservada en el Museo Diocesano de Palencia, atribuida a Jan Provost, procedente de la Parroquia de la Magdalena, de Población de Campos (diócesis de Palencia).

La figura de Cristo transmite serenidad sublime, esperanza y misterio. Como dice el profeta Isaías, sus llagas nos han curado. El Señor fue expuesto por Pilato al populacho, diciendo: Ahí tenéis al hombre. Efectivamente, en la Pasión de Cristo no sólo vemos lo que el hombre es capaz de hacer en su crueldad sino, sobre todo, lo que el hombre nuevo, Cristo redentor, hace en favor de cada uno de nosotros, pecadores.

La reacción orante de santa Teresa en la contemplación de la imagen de Cristo sufriente nos invita, también hoy, a nosotros, a arrepentirnos de cuanto nos aparta de Cristo, quien por nosotros ha sufrido de tal forma.

martes, 28 de marzo de 2017

Diego Velázquez. Cristo contemplado por el alma cristiana.

Cristo contemplado por el alma cristiana. 1628. Diego Velázquez
Óleo sobre lienzo. Medidas: 165cm x 206cm
National Gallery. Londres

Mira, ánima mía, cuál estaría allí aquél mancebo hermoso y vergonzoso... tan maltratado y tan avergonzado y desnudo. Mira cómo aquella carne tan delicada, tan hermosa como una flor de toda carne, es allí por todas partes abierta y despedazada. Esto escribía fray Luis de Granada en el Libro de la Oración y Meditación, y nos puede ayudar a introducir esta obra de Velázquez, que se titula Cristo después de la flagelación contemplado por el alma cristiana.

Se trata de una obra que no describe el acontecimiento de la Flagelación del Señor, sino destinada a la contemplación del orante cristiano para despertar su devoción. Consta de treds personajes: Cristo, desnudo e irradiando luz, que mira de frente al espectador; el ángel de la guarda, y el alma cristiana en forma de niño de rodillas. Tirados en el suelo ante Jesús se encuentran los instrumentos de la flagelación: varias y el flagelo.

El derrumbe de Cristo, su cuerpo desnudo y maltratado y, sobre todo, su mirada llena de ternura, buscan invitar al alma cristiana a la compunción. Ese alma cristiana, en palabras del mismo Jesús, ha de hacerse como un niño para entrar en el Reino de los Cielos. Y el pintor busca este efecto sentimental para mover, precisamente, al alma cristiana, a volver a ser como un niño ante Dios, abandonando su perversidad y recuperando la inocencia, por la que Cristo se deja maltratar.

sábado, 11 de marzo de 2017

Juan de Flandes. Entierro de Cristo

Entierro de Cristo. 1506-1519. Juan de Flandes
Óleo sobre tabla.
Retablo Mayor de la Catedral de Palencia

Este sábado primero de Cuaresma nos propone la liturgia el texto del Sermón de la Montaña, en el Evangelio de san Mateo, en el que Jesús afirma que hemos de amar no sólo a quienes nos aman, sino también a nuestros enemigos. Jesús mismo nos dio ejemplo, entregando su vida para salvar a quienes se habían enemistado con Dios y con los hombres, es decir, a todos nosotros. Por eso, vamos al recurrir al mismo autor, Juan de Flandes, para contemplar el misterio del entierro de nuestro Señor Jesucristo.

La obra se encuentra en el retablo mayor de la Catedral de Palencia. Los personajes centrales (Jesús muerto, María, la Magdalena, Nicodemo, José de Aritmatea y el apóstol san Juan), se mezclan con otros personajes y objetos secundarios, como es el perro que en primer plano olfatea el clavo que ha estado clavado en la mano del Señor, símbolo de la fidelidad; o el búho que está asomado en la ventana redonda del fondo, que no sólo alude a la hora de la tarde en la que se verificó el entierro, sino que invita a los creyentes a la actitud de vigilancia, permaneciendo despiertos a la espera del triunfo del Señor en la Resurrección.

Se ha considerado que el personaje situado en el centro de la escena vestido de negro es el propio maestro, por lo que estaríamos hablando de un autorretrato de Juan de Flandes.


domingo, 27 de noviembre de 2016

Cristo Pantocrátor

Cristo Pantocrátor. XIII. Anónimo
Mosaico
Santa Sofía de Constantinopla

TIEMPO DE ADVIENTO. Tiempo de espera al retorno glorioso de nuestro Señor, tiempo de preparación para nuestro encuentro con el Salvador. Tiempo de esperanza y de renovación espiritual. Esto es lo que acabamos de comenzar este domingo.

Contemplamos uno de los más conocidos mosaicos bizantinos, que decoran la que fuera maravillosa basílica de la capital del Imperio Romano de Oriente, la segunda Roma. Cristo, sereno, bendice a los fieles, y les muestra el Evangelio en el que están contenidas las palabras de la vida.

FELIZ Y SANTO TIEMPO DE ADVIENTO

sábado, 25 de junio de 2016

Mabuse. Cristo entre la Virgen María y San Juan Bautista

Cristo entre la Virgen María y San Juan Bautista. 1510. Mabuse
Óleo sobre papel. Medidas: 122cm x 133cm.
Museo del Prado. Madrid

Contemplamos este sábado una obra devocional, en la que aparece Cristo rodeado de la Virgen y san Juan, en la conocida iconografía de la Déesis, la intercesión ante el Salvador. Cristo es representado como Salvador del Mundo, bendiciendo a la humanidad, entre San Juan y la Virgen, que se giran hacia él. Las tres figuras, de medio cuerpo, se sitúan bajo unos arcos de complicada tracería gótica. En el centro se abre una claraboya circular por la que asoma un ángel cantor. 

Es copia libre de las mismas figuras del Políptico del Cordero Místico de Jan y Hubert van Eyck de la Catedral de San Bavón en Gante. Las cabezas están dibujadas sobre hojas de papel pegadas a la tabla y después pintadas. El San Juan es, con su elocuente gestualidad, el que más se aleja del modelo original. 

Las complejas arquitecturas permiten fechar la obra en la década de 1510, tras la vuelta del pintor de Roma. Perteneció a Felipe II, quien lo envió a El Escorial en 1584.

viernes, 3 de junio de 2016

Luini. Cristo

Cristo. 153. Atribuido a Bernardino Luini
Óleo sobre tabla, 73 x 57 cm
National Gallery. Londres

Celebramos hoy la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. En ella, contemplamos y adoramos el amor que Dios Padre nos ha manifestado en el Hijo, nuestro Señor Jesucristo, cuyo Corazón lleno de amor nos consigue la Redención.

Contemplamos una tabla atribuida al pintor renacentista italiano Luini, en la que aparece Cristo, haciendo un gesto con las dos manos que significa la unidad en su persona, en la que se combinan las dos naturalezas, humana y divina. Por eso, una mano tiene un dado, que apunta a los dos dedos de la otra mano.

Bernardino Luini por su tierra natal (1480-1532), fue un pintor del Norte de Italia del círculo de Leonardo. Repitió diseños del maestro y se esmeró en imitar sus tipos físicos, lo que consiguió con relativo acierto, por lo cual muchas de sus obras fueron atribuidas a Leonardo. Nacido en Dumenza, cerca de la localidad de Luino, de la que toma su sobrenombre, fue un prominente pintor lombardo de principios del siglo XVI. Son escasos los detalles que se conocen de su vida. Trabajó en Milán, donde pintó varios frescos en palacios e iglesias de la ciudad y sus alrededores. Los más conocidos son los frescos para Villa Pelucca en Sesto San Giovanni (hoy en la Pinacoteca de Brera, Milán).

lunes, 23 de mayo de 2016

Pedro Berruguete. Cristo Salvador del mundo

Cristo Salvador del mundo, 1501. Pedro Berruguete
Óleo sobre tabla.
Museo Camón Aznar. Zaragoza

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo.

Este texto de la Primera Carta de San Pedro, que leemos en la Eucaristía de hoy, nos introduce en la contemplación de este magnífico Salvador de pedro Berruguete, pintado para la predela del retablo de la iglesia palentina de Guaza de Campos, que hoy se conserva en el Museo Camón Aznar de Zaragoza. 

El Señor, desnudo y cubierto con el manto púrpura regio, muestra las heridas de su Pasión tras la resurrección. Lleva en la mano la bola del mundo, sobre la que se yergue la Cruz como bandera victoriosa. El fondo es dorado, al estilo bizantino, propio de la etapa del pintor previa a su paso por Italia.

domingo, 29 de noviembre de 2015

Cristo Pantocrátor

Cristo Pantocrátor. XIII. Anónimo
Mosaico
Santa Sofía de Constantinopla

TIEMPO DE ADVIENTO. Tiempo de espera al retorno glorioso de nuestro Señor, tiempo de preparación para nuestro encuentro con el Salvador. Tiempo de esperanza y de renovación espiritual. Esto es lo que acabamos de comenzar este domingo.

Contemplamos uno de los más conocidos mosaicos bizantinos, que decoran la que fuera maravillosa basílica de la capital del Imperio Romano de Oriente, la segunda Roma. Cristo, sereno, bendice a los fieles, y les muestra el Evangelio en el que están contenidas las palabras de la vida.

FELIZ Y SANTO TIEMPO DE ADVIENTO

sábado, 14 de noviembre de 2015

Cavallini. El Juicio Final

 El Juicio Final, 1293. Pietro Cavallini
Fresco, 320 x 1400 cm
Santa Cecilia in Trastevere, Roma. Italia.

Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu palabra todopoderosa se abalanzó, como paladín inexorable, desde el trono real de los cielos al país condenado; llevaba la espada afilada de tu orden terminante; se detuvo y lo llenó todo de muerte; pisaba la tierra y tocaba el cielo. Porque la creación entera, cumpliendo tus órdenes, cambió radicalmente de naturaleza, para guardar incólumes a tus hijos. Se vio la nube dando sombra al campamento, la tierra firme emergiendo donde había antes agua, el mar Rojo convertido en camino practicable y el violento oleaje hecho una vega verde; por allí pasaron, en formación compacta, los que iban protegidos por tu mano, presenciando prodigios asombrosos. Retozaban como potros y triscaban como corderos, alabándote a ti, Señor, su libertador.

Leemos en la Eucaristía de hoy este pasaje del capítulo 18 del Libro de la Sabiduría. Sobre todo la primera frase ha sido utilizada por la liturgia para referirse a la Encarnación del Verbo, la Sabiduría de Dios, en nuestro Señor Jesucristo. Por eso, contemplamos un fresco que representa a Jesucristo Pantocrátor, sentado sobre el trono celestial y rodeado de la mandorla mística, mientras es alabado por los siete áneles.

jueves, 29 de octubre de 2015

Isenbrandt. Cristo, varón de dolores

Cristo, varón de dolores. XVI. Adrián Isenbrandt
Óleo sobre tabla. Medidas: 46cm x 29cm.
Museo del Prado. Madrid. España

Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor."»

Jesús anuncia en el Evangelio que leemos hoy en la Eucaristía su propia muerte en Jerusalén, con tantos otros profetas, y se duele por la suerte de la ciudad, que rechaza al que ha sido por Dios enviado a ella.

El tema del Cristo doliente ha sido representado en múltiples ocasiones. Hoy hemos escogido una obra del flamenco Isenbrandt: su Cristo, varón de dolores. Jesús, coronado de espinas y con las manos atadas a la Cruz está sentado en el Gólgota. En el plano medio, a la izquierda, a las puertas de Jerusalén, se representa el camino del Calvario, mientras que, a la derecha, la comitiva se dirige hacia el monte Calvario, situado en el fondo, sobre el que se alzan las cruces de Cristo y de los dos ladrones. 

Isenbrant separa en esta obra la historia de la Crucifixión del Cristo de Pasión, del primer plano, imagen de devoción destinada a la meditación del fiel, por cuya salvación ha muerto Jesús en la Cruz. El paisaje tiene evidentes deudas con los de Joachim Patinir, perteneciente a una generación anterior a la de Isenbrant.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Cristo Pantocrátor

Cristo Pantocrátor. XIII. Anónimo
Mosaico
Santa Sofía de Constantinopla

TIEMPO DE ADVIENTO. Tiempo de espera al retorno glorioso de nuestro Señor, tiempo de preparación para nuestro encuentro con el Salvador. Tiempo de esperanza y de renovación espiritual. Esto es lo que acabamos de comenzar este domingo.

Contemplamos uno de los más conocidos mosaicos bizantinos, que decoran la que fuera maravillosa basílica de la capital del Imperio Romano de Oriente, la segunda Roma. Cristo, sereno, bendice a los fieles, y les muestra el Evangelio en el que están contenidas las palabras de la vida.

FELIZ Y SANTO TIEMPO DE ADVIENTO

lunes, 20 de octubre de 2014

Perugino. Cristo en el sarcófago

Cristo en el sarcófago. 1513. Pietro Perugino
Óleo sobre lienzo. Medidas: 87 cm x 90 cm.
Galleria Nazionale dell’Umbria. Perugia

Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo –por pura gracia estáis salvados–, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir.

Este texto pertenece al comienzo del segundo capítulo de la Carta a los Efesios. Está asignado a la primera lectura de la Eucaristía de hoy. Nos habla de la obra de la Redención que Jesucristo ha realizado con su muerte y resurrección, movido por el inmenso amor con el que Dios ha amado a sus criaturas.

La imagen que contemplamos es la llamada Pala o Altar de los Decemviri o Cristo en el Sarcófago, lienzo pintado por el Perugino para la Iglesia de la Asunción de Perugia. Cristo aparece resucitado, emergiendo del sepulcro, y mostrando las heridas de manos y costado. Lleva la corona de espinas, y está rodeado por un sencillo nimbo. La cabeza inclina muestra un rostro de gran serenidad, con los ojos cerrados. El fondo oscuro confiere a la imagen de Cristo una luminosidad que alude a la luz de la resurrección.