El Varón de Dolores. 1255. Anónimo
Témpera sobre tabla. Medidas 32 x 23 cm
National Gallery. Londres.
El Señor resucitado mostró a sus discípulos las huellas de su Pasión. La piedad cristiana ha visto en este gesto no sólo una manifestación de su presencia a fin de convencer la incredulidad del discípulo, sino también una imagen destinada a mover a la devoción de quien en ella contempla los inmensos dolores y esfuerzos que la costó al Señor la redención de cada uno de nosotros, sus indignos siervos.
Nosotros contemplamos hoy una tabla procedente del círculo franciscano de la Italia del siglo XIII, en la que llama la atención la actitud de los ángeles, que se tapan ojos y oídos en presencia del cuerpo llagado del Señor: la criatura ha asesinado a su creador. ¡Hasta tal punto ha llegado el anonadamiento de Dios para rescatar al hombre!
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