Llanto bajo la Cruz. 1503. Lucas Cranach el Viejo
Óleo sobre tabla. Medidas: 138 cm x 99 cm.
Pinacoteca Antigua. Munich
Oía el cuchicheo de la gente: «Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo.» Mis amigos acechaban mi traspié: «A ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él.» Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará. Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos.
Estas palabras pertenecen al capítulo 20 del Libro del profeta Jeremías. Las leemos en la liturgia de este último viernes de Cuaresma, el de Dolores. Nos sirven de introducción para la oración de este día ante Cristo crucificado, que por nosotros padeció y por nuestra salvación se ofreció hasta la muerte.
La imagen que contemplamos nos muestra una peculiar representación del momento de la muerte del Señor. El pintor establece un triángulo con los tres crucificados, quedando Cristo en primer plano. El paisaje es boscoso y oscuro hacia el ladrón renegado, pero sobre Cristo se describe un amplio paisaje, con un cielo azul de fondo, que tiende a oscurecerse con una tormenta que alude a la muerte del Señor. En el centro de este triángulo, María llora mirando al Hijo, y san Juan la consuela.
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