Abraham. 1410. Lorenzo Monaco
Óleo y oro sobre tabla. Medidas: 58 cm x 42 cm.
Museo Metropolitano. Nueva York
El Señor habló a Abrán, después que Lot se había separado de él: «Desde tu puesto, dirige la mirada hacia el norte, mediodía, levante y poniente. Toda la tierra que abarques te la daré a ti y a tus descendientes para siempre. Haré a tus descendientes como el polvo; el que pueda contar el polvo podrá contar a tus descendientes. Anda, pasea el país a lo largo y a lo ancho, pues te lo voy a dar.»
La primera lectura nos lleva a la figura de Abraham, al que Dios prometió dar una descendencia y una tierra, como contrapartida a la fe que el arameo depositó en la Palabra del Señor. Abraban es, por excelencia, el hombre que creyó. Por eso, hemos escogido hoy esta tabla de Lorenzo Monaco, que representa a Abraham sentado, con su hijo Isaac a los pies, y los instrumentos del sacrificio: el cuchillo y el fuego.
Lorenzo Monaco entró en el monasterio de la orden de los camaldulenses de Santa Maria degli Angeli en Florencia en 1391, donde trabajó como miniaturista en el scriptorium y como pintor sobre tela, consagrándose en aquel tiempo como uno de los mejores pintores de temática sagrada en Florencia. Pintó de manera más esporádica al fresco y su mayor obra con esta técnica es la decoración de la capilla de la familia Bartolini en la Basílica de la Santa Trinidad (Basilica di Santa Trinita).
En 1404, su estilo se orientó hacia el gótico internacional. En sus numerosos retablos dorados, se encuentra un estilo característico de los movimientos sinuosos de las figuras y los vestidos, de colores brillantes y cromáticamente muy ricos (profusión de oro y azul de lapislázuli), con originales composiciones arquitectónicas.
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