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lunes, 19 de octubre de 2015

Luca Giordano. Abraham escucha las promesas del Señor

Abraham escucha las promesas del Señor, 1695 - 1696. Luca Giordano
Óleo sobre lienzo, 66 cm x 180 cm
Museo del Prado, Madrid. España

Ante la promesa de Dios Abrahán no fue incrédulo, sino que se hizo fuerte en la fe, dando con ello gloria a Dios, al persuadirse de que Dios es capaz de hacer lo que promete, por lo cual le valió la justificación. Y no sólo por él está escrito: «Le valió», sino también por nosotros, a quienes nos valdrá si creemos en el que resucitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, que fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.

La primera lectura de la Eucaristía de hoy nos remite a la fe de Abraham, que es imagen de nuestra propia fe en nuestro Señor Jesucristo. Abraham escuchó las promesas del Señor. Por eso, hemos escogido este óleo de Luca Jordano, en el que aparece postrado ante el Señor, que le señala la imagen de otro hombre, en el que se representa la descendencia prometida.

miércoles, 1 de julio de 2015

Guercino. Abraham despide a Hagar e Ismael.

Abraham despide a Hagar e Ismael. 1657. Guercino
Óleo sobre lienzo. Medidas: 115cm x 154cm.
Pinacoteca de Brera. Milán.

Abrahán tenía cien años cuando le nació su hijo Isaac. El chico creció, y lo destetaron. El día que destetaron a Isaac, Abrahán dio un gran banquete. Pero Sara vio que el hijo que Abrahán había tenido de Hagar, la egipcia, jugaba con Isaac, y dijo a Abrahán: «Expulsa a esa criada y a su hijo, porque el hijo de esa criada no va a repartirse la herencia con mi hijo Isaac.» Como al fin y al cabo era hijo suyo, Abrahán se llevó un gran disgusto. Pero Dios dijo a Abrahán: «No te aflijas por el niño y la criada. Haz exactamente lo que te dice Sara, porque es Isaac quien continúa tu descendencia. Aunque también del hijo de la criada sacaré un gran pueblo, por ser descendiente tuyo.»

La primera lectura de la Eucaristía sigue narrándonos la historia de Abraham. El texto del Génesis establece la contraposición entre las dos descendencias de Abraham: la que es fruto de la naturaleza, con la joven esclava, de la que surge el linaje de Ismael; y la que es fruto de la fe con la anciana esposa Sara, de la que nace el pueblo de la alianza. La escena la vemos representada en el lienzo del Guercino, el célebre pintor barroco italiano.

viernes, 26 de junio de 2015

Herrada de Landsberg. El seno de Abraham

El seno de Abraham. 1180. Herrada de Landsberg
Copia. Original: óleo sobre pergamino
Biblioteca Municipal de Estrasburgo

Dios replicó: «No; es Sara quien te va a dar un hijo, a quien llamarás Isaac; con él estableceré mi pacto y con sus descendientes, un pacto perpetuo. En cuanto a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré fecundo, lo haré multiplicarse sin medida, engendrará doce príncipes y haré de él un pueblo numeroso. Pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara el año que viene por estas fechas.»  Cuando Dios terminó de hablar con Abrahán, se retiró.

Leemos hoy en la Eucaristía uno de los textos más importantes del Antiguo Testamento, en el que Dios le promete a Abrahán una descendencia, no basada en la pura carne, sino en la fe puesta en una promesa de muy difícil cumplimiento. Abraham pasa a ser el padre en la fe de todos los creyentes, que son acogidos en su seno.

Precisamente, hemos escogido una iluminación medieval de dicha idea, en la que aparece Abraham sentado en un trono, entre los cuatro ríos que salen del Paraíso, con una multitud de niños que representan las almas de los creyentes de todo los tiempos. Pertenece a una curiosa obra de Herrada de Landsberg, una monja alsaciana del siglo XII y abadesa de la abadía de Hohenburg en los montes Vosgos, perteneciente a su enciclopedia pictórica Hortus deliciarum (El Jardín de las delicias).

Hacia el año 1165 Herrada había comenzado entre los muros de su convento la obra por la que sería conocida, el Hortus deliciarum, un compendio de todas las ciencias estudiadas en su época, incluyendo la teología. En esta obra Herrada detalla la batalla entre la Virtud y el Vicio con imágenes visuales especialmente vívidas que preceden a los textos.

Su obra muestra una escritura muy elaborada. Su principal distinción la constituyen las 336 ilustraciones que adornan el texto. Muchas de ellas son representaciones simbólicas de temas teológicos, filosóficos y literarios; algunas son históricas, algunas representan escenas relacionadas con la experiencia personal de la artista y una ilustración es una serie de retratos de sus hermanas religiosas. La técnica de algunas ilustraciones ha sido muy apreciada en casi todos los ámbitos artísticos, ya que demuestra una imaginación muy extraña entre los artistas contemporáneos de Herrada. La poesía que acompaña a los extractos de escritores de la antigüedad y de autores paganos también ha contribuido a la fama de Herrada.

La obra tiene defectos habituales en las obras literarias del siglo XII: faltas de ortografía, palabras y construcciones no utilizadas en la gramática clásica y giros estilísticos en varias frases que no serían aceptados en una escuela de poesía latina de su época. Sin embargo, su sentimiento es sincero, las líneas poéticas son musicales y admirablemente adaptadas a su propósito, el servicio a la divinidad. Herrada considera que su comunidad es una congregación unida para servir a Dios cantando alabanzas en su nombre.

Después de haber sido preservado durante siglos en la abadía de Hohenburg, el manuscripto del Hortus deliciarum pasó a la biblioteca municipal de Estrasburgo durante la Revolución francesa. Allí las miniaturas fueron copiadas en 1818 por Christian Moritz. De esta forma, aunque el manuscrito original fue destruido durante el incendio de la biblioteca de Estrasburgo en el asedio de la ciudad de 1870 durante la guerra franco-prusiana, actualmente todavía se puede apreciar el valor artístico y literario de la obra de Herrada.

martes, 23 de junio de 2015

Lorenzo Monaco. Abraham

Abraham. 1410. Lorenzo Monaco
Óleo y oro sobre tabla. Medidas: 58 cm x 42 cm.
Museo Metropolitano. Nueva York

El Señor habló a Abrán, después que Lot se había separado de él: «Desde tu puesto, dirige la mirada hacia el norte, mediodía, levante y poniente. Toda la tierra que abarques te la daré a ti y a tus descendientes para siempre. Haré a tus descendientes como el polvo; el que pueda contar el polvo podrá contar a tus descendientes. Anda, pasea el país a lo largo y a lo ancho, pues te lo voy a dar.»

La primera lectura nos lleva a la figura de Abraham, al que Dios prometió dar una descendencia y una tierra, como contrapartida a la fe que el arameo depositó en la Palabra del Señor. Abraban es, por excelencia, el hombre que creyó. Por eso, hemos escogido hoy esta tabla de Lorenzo Monaco, que representa a Abraham sentado, con su hijo Isaac a los pies, y los instrumentos del sacrificio: el cuchillo y el fuego.

Lorenzo Monaco entró en el monasterio de la orden de los camaldulenses de Santa Maria degli Angeli en Florencia en 1391, donde trabajó como miniaturista en el scriptorium y como pintor sobre tela, consagrándose en aquel tiempo como uno de los mejores pintores de temática sagrada en Florencia. Pintó de manera más esporádica al fresco y su mayor obra con esta técnica es la decoración de la capilla de la familia Bartolini en la Basílica de la Santa Trinidad (Basilica di Santa Trinita).

En 1404, su estilo se orientó hacia el gótico internacional. En sus numerosos retablos dorados, se encuentra un estilo característico de los movimientos sinuosos de las figuras y los vestidos, de colores brillantes y cromáticamente muy ricos (profusión de oro y azul de lapislázuli), con originales composiciones arquitectónicas.

viernes, 10 de octubre de 2014

Alonso Berruguete. El sacrificio de Isaac

Sacrifico de Isaac. 1526-1532. Alonso Berruguete
Madera tallad ay policromada. Medidas: 89 cm x 46 cm. x 32 cm.
Museo Nacional de Escultura. Valladolid

Comprended de una vez que hijos de Abrahán son los hombres de fe. Además, la Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, le adelantó a Abrahán la buena noticia: «Por ti serán benditas todas las naciones.» As! que son los hombres de fe los que reciben la bendición con Abrahán, el fiel. 

Leemos hoy este fragmento de la Carta a los Gálatas, en el cual la figura de Abrahán se convierte en el principal argumento del apóstol para afirmar la superioridad de la fe en Jesucristo sobre la justificación que procede de cumplir la Ley de Moisés.

La fe de Abraham es prototipo de la fe de todos los creyentes. Abrahán creyó el mensaje de los ángeles, que le anunciaron una numerosa descendencia, cuando ya era anciano. Pero el momento más dramático fue cuando el Señor lo puso a prueba, exigiendo el sacrificio de su único hijo Isaac.

Con impresionante dramatismo lo talló Berruguete en su célebre talla, destinada al retablo de San Benito el Real de Valladolid, que hoy contemplamos. Abraham dirige una angustiosa mirada al cielo, mientras sujeta por el cabello a su hijo, que tiene las manos atadas.

lunes, 1 de julio de 2013

Abraham y los tres ángeles


Abraham y los ángeles.s. XVI . Fabrizio Santafede
Óleo sobre lienzo.116 x176 cm
Coleccion Privada

La primera lectura de hoy me deja bastante pensativo y delante de esta imagen puedo pensar e en como Abraham trataba con Dios. Un Dios del que se había fiado, un Dios al que obedeció y un Dios que juez es a la vez misericordioso con el justo. Abraham trata con Dios con confianza, no con regateo, y buscando la justicia divina. 

Ponernos delante de Dios siempre puede enrojecernos, asustarnos, o incluso acostumbrarnos debido a nuestra inseguridad, pero cuando nos sabemos escuchados por Él encontramos un interlocutor que es a la vez juez justo, padre misericordioso y amigo cercano. La oración constante en su presencia es la via segura de comunicación independientemente de las manifestaciones o teofanias que el quiera regalarnos. Pero, ¿que mayor regalo que su Palabra leída, meditada, rezada y contemplada? ¿que mayor don teofánico que la eucaristía, Dios mismo presente y manifestado, dado en alimento para nuestra debilidad?

Cuando los hombres se levantaron de junto a la encina de Mambré, miraron hacia Sodoma; Abrahán los acompañaba para despedirlos.
El Señor pensó:
-« ¿Puedo ocultarle a Abrahán lo que pienso hacer? Abrahán se convertirá en un pueblo grande y numeroso, con su nombre se bendecirán todos los pueblos de la tierra; lo he escogido para que instruya a sus hijos, su casa y sucesores, a mantenerse en el camino del Señor, haciendo justicia y derecho; y asÍ cumplirá el Señor a Abrahán lo que te ha prometido.»
El Señor dijo:
-«La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte, y su pecado es grave; voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación; y si no, lo sabré.»
Los hombres se volvieron y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abrahán.
Entonces Abrahán se acercó y dijo a Dios:
-«¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás al lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo, ¿no hará justicia?»
El Señor contestó:
-«Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos.»
Abrahán respondió:
-«Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?»
Respondió el Señor:
-«No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco.»
Abrahán insistió:
-«Quizá no se encuentren más que cuarenta.»
Le respondió:
-«En atención a los cuarenta, no lo haré.»
Abrahán siguió:
-«Que no se enfade mi Señor, si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta? »
Él respondió:
-«No lo haré, si encuentro allí treinta.»
Insistió Abrahán:
-«Me he atrevido a hablar a mi Señor. ¿Y si se encuentran sólo veinte? »
Respondió el Señor:
-«En atención a los veinte, no la destruiré.»
Abrahán continuó:
-«Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez? »
Contestó el Señor:
-«En atención a los diez, no la destruiré.»
Cuando terminó de hablar con Abrahán, el Señor se fue; y Abrahán volvió a su puesto.

Génesis 18, 16-33

miércoles, 26 de junio de 2013

Abraham escucha las promesas del Señor


Abraham escucha las promesas del Señor, 1695 - 1696. Luca Giordano
Óleo sobre lienzo, 66 cm x 180 cm
Museo del Prado, Madrid. España

Hoy la liturgia nos propone la alianza que realiza Dios con Abraham. Él despues de haber salido de Ur de los Caldeos, siente que la duda le asalta, que el tiempo pasa y que Dios se demora en la realización de la promesa. Abrahán puede sentir lo mismo que a menudo sentimos nosotros, cuando leemos que Dios no deja a la humanidad de su mano y, al mismo tiempo, observamos que las desgracias se multiplican. Pero, Abrahán siente lo mismo que sentimos nosotros a menudo, cuando leemos que Dios no deja a la humanidad de su mano y, al mismo tiempo, observamos que las desgracias se multiplican.

Pero Yahvé cumplió con su promesa y le dio descendencia y la tierra prometida. “Yo soy el Señor que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra… aquel día el Señor hizo alianza con Abrán”.

El final de las promesas y del acercamiento de Dios fue a través Cristo Jesús, su propio Hijo. Con Él no nos dio la posibilidad de vivir la unión amorosa con todo un Dios ya en nuestra tierra, y en una nueva tierra y en un nuevo cielo donde podremos gozar de la plenitud de la vida y del amor por toda la eternidad.

Lectura del libro del Génesis 15, 1-12. 17-18
En aquellos días, Abrán recibió en una visión la palabra del Señor: -«No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante. »-
Abrán contestó: -«Señor, ¿de qué me sirven tus dones, si soy estéril, y Eliezer de Damasco será el amo de mi casa? »
Y añadió: -«No me has dado hijos, y un criado de casa me heredará.»
La palabra del Señor le respondió: -«No te heredará ése, sino uno salido de tus entrañas.»
Y el Señor lo sacó afuera y le dijo: -«Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.»
Y añadió: -«Así será tu descendencia.»
Abran creyó al Señor, y se le contó en su haber.
El Señor le dijo: -«Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.»
Él replicó: -«Señor Dios, ¿cómo sabré que yo voy a poseerla?»
Respondió el Señor: -«Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.»
Abran los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los espantaba.
Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él.
El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados.
Aquel día el Señor hizo alianza con Abrán en estos términos: -«A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río Eufrates.»