Cristo, varón de dolores. XVI. Adrián Isenbrandt
Óleo sobre tabla. Medidas: 46cm x 29cm.
Museo del Prado. Madrid. España
Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor."»
Jesús anuncia en el Evangelio que leemos hoy en la Eucaristía su propia muerte en Jerusalén, con tantos otros profetas, y se duele por la suerte de la ciudad, que rechaza al que ha sido por Dios enviado a ella.
Jesús anuncia en el Evangelio que leemos hoy en la Eucaristía su propia muerte en Jerusalén, con tantos otros profetas, y se duele por la suerte de la ciudad, que rechaza al que ha sido por Dios enviado a ella.
El tema del Cristo doliente ha sido representado en múltiples ocasiones. Hoy hemos escogido una obra del flamenco Isenbrandt: su Cristo, varón de dolores. Jesús, coronado de espinas y con las manos atadas a la Cruz está sentado en el Gólgota. En el plano medio, a la izquierda, a las puertas de Jerusalén, se representa el camino del Calvario, mientras que, a la derecha, la comitiva se dirige hacia el monte Calvario, situado en el fondo, sobre el que se alzan las cruces de Cristo y de los dos ladrones.
Isenbrant separa en esta obra la historia de la Crucifixión del Cristo de Pasión, del primer plano, imagen de devoción destinada a la meditación del fiel, por cuya salvación ha muerto Jesús en la Cruz. El paisaje tiene evidentes deudas con los de Joachim Patinir, perteneciente a una generación anterior a la de Isenbrant.
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