Transfiguración del Señor.1520-28. Giovanni Francesco Penni
Óleo sobre tabla. Medidas: 396cm x 263cm.
Museo del Prado. Madrid. España
La fiesta de la Transfiguración comenzó a celebrarse en el Oriente cristiano. Tuvo gran importancia, por la exaltación de la divinidad de Cristo, tan característica de la piedad oriental. Llegó a Occidente de la mano, fundamentalmente, de los monjes cluniacenses. Pero su institución litúrgica en el 6 de agosto no llegó en la Iglesia latina hasta el año 1457, con motivo de la victoria sobre los turcos en la batalla de Belgrado. fue un papa español, Calixto III, de la familia Borja, cuya preocupación por el alarmante expansionismo turco le movió a organizar la defensa de Belgrado. atribuyó aquella victoria al Señor Transfigurado.
La iconografía oriental ha reproducido con profusión la escena, en iconos en los que Cristo ocupa el vértice de un monte, apareciendo junto a él Moisés y Elías, y los tres apóstoles tumbados a los pies. La iconografía occidental se centró más bien en la imagen de Jesús como Salvado de los hombres. De hecho, el título habitual referido a la Transfiguración era el de san Salvador, y la representación usual era la del Pantocrátor, es decir, el Cristo en Majestad.
A partir del siglo XV, comienza a ser frecuente la representación pictórica de la escena, precisamente desde el momento en el que se instituyó litúrgicamente el 6 de agosto como fiesta de la Transfiguración. Nosotros hemos escogido una obra un poco posterior, de origen italiano: una copia parcial de la Trasfiguración de Rafael, pintada por Penni.
La obra original fue encargada en 1516 por el Cardenal Giulio de Medici para la Catedral de Narbona. El prelado solicitó a Sebastiano del Piombo para el mismo destino una Resurrección de Lázaro, dando lugar a una competición entre ambos artistas. Giulio se quedó con la obra de Rafael y encargó una copia a Giovanni Francesco Penni, quien la llevó a Nápoles.
La Transfiguración es el más ambicioso cuadro de altar de Rafael, en el que incluyó un episodio ajeno a este pasaje bíblico, el fracaso de los Apóstoles al exorcizar a un endemoniado, que le permitió una exhibición de estados físicos y anímicos susceptibles de superar a los desplegados por Piombo.
La copia difiere del original tanto por su calidad como en detalles puntuales -Cristo, Elías y Moisés aparecen inmersos en una aureola y han desaparecido los árboles a la izquierda-, pero también por una notable atenuación del claroscuro.
A mediados del siglo XVII el duque de Medina de las Torres adquirió la pintura, que su hijo Nicolás cedió a las Carmelitas de Santa Teresa de Madrid y, de allí, pasó al Museo del Prado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario