Santa bárbara. 1520. Maestro de Becerril
Óleo sobre tabla. Medidas: 145 cm x 65 cm.
Museo del Prado. Madrid
Recordamos hoy la figura, un tanto borrosa, de la mártir santa Bárbara, de la que el e Martirologio romano afirma que se dice que fue virgen y mártir en Nocomedia (s. III/IV). Según la tradición, habría nacido en Nicomedia, cerca del mar de Mármara, hija de un rey sátrapa de nombre Dióscoro, quien la encerró en una torre. El motivo del encierro pudo haber sido para evitar que los hombres admiraran su belleza y la sedujeran, o para evitar el proselitismo cristiano. Durante una ausencia de su padre, Bárbara se convirtió al cristianismo, y mandó construir tres ventanas en su torre, simbolizando la Santísima Trinidad. Su padre se enteró del significado del simbolismo de estas ventanas y se enfadó, queriendo matarla. Por eso, Bárbara huyó y se refugió en una peña milagrosamente abierta para ella. Atrapada pese al milagro, se enfrenta a su destino.
Fue atada a un potro, flagelada, desgarrada con rastrillos de hierro, colocada en un lecho de trozos de cerámica cortantes y quemada con hierros al fuego. Finalmente, el mismo rey Dióscoro la envió al juez, quien dictó la pena capital por decapitación. Su mismo padre fue quien la decapitó en la cima de una montaña, tras lo cual un rayo lo alcanzó, dándole muerte también.
La tabla de la santa pertenece a un autor de origen palentino, perteneciente al primer renacimiento. No ha sido posible hasta el momento identificar su nombre, el más aventajado de los discípulos de Juan de Flandes, influido también por Pedro Berruguete. Debido a ello, se utiliza para designarle el nombre del lugar para el que hizo una de sus obras más relevantes, el retablo de la iglesia de San Pelayo del pueblo palentino de Becerril de Campos, comprado por la catedral de Málaga para instalarlo en una de sus capillas. Además de la deuda con Juan de Flandes y con Berruguete, el Maestro de Becerril se muestra receptivo a las influencias italianas, y gusta representar en sus pinturas arquitectura renaciente en la que, en ocasiones, se incorporan esculturas o relieves a los que el pintor otorga un significado simbólico.
En la tabla de santa Bárbara, aparece ésta en pie, con sus atributos característicos. la palma del martirio, y la torre en la que fue encerrada. Destacan las ricas vestiduras, y la arquitectura que enmarca el retrato.
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