San Blas, 1491. Hans Memling
Óleo sobre tabla, Medidas: 205 x 75 cm
Museo de la Iglesia de Santa Ana. Lübeck
Celebramos hoy la memoria de san Blas, un santo del que no conocemos muchos datos con certeza pero cuya veneración está ampliamente extendida, como lo prueba la bendición que con dos velas se hace contra los males de garganta. Quizás puede ser asumido que San Blas fue obispo y que sufrió el martirio al comienzo del siglo cuarto. Todas las particularidades sobre su vida y martirio que se encuentran en las Actas son puramente legendarias y no tienen valor histórico. Hay además varias recensiones del texto de las Actas. De acuerdo con la leyenda, Blas era médico en Sebaste antes de que subiera a la sede episcopal. Durante la persecución de Licinius fue hecho prisionero por orden del gobernador, Agricolaus. Los enviados por el gobernador para detenerlo lo encontraron en el campo, en una cueva a la que se había retirado, y mientras estaba en prisión realizó la maravillosa curación de un muchacho que tenía una espina en la garganta y estaba en peligro de muerte. Después de sufrir varias formas de tortura San Blas fue degollado; las Actas relatan también el martirio de siete mujeres.
La veneración al santo oriental fue traída pronto a Europa, como muestran los relatos de los martirologios históricos del siglo diecinueve, y la recensión en latín de la leyenda de San Blas; de esta forma Blas llegó a ser uno de los santos más populares de la Edad Media. Actualmente la razón de esa inusual veneración no ha sido aclarada todavía. Lo más probable es que un motivo fuese que, según la leyenda, fue médico y se le atribuyeron curaciones maravillosas; por ello los fieles buscaron su ayuda e intercesión cuando estaban enfermos. Se le dedicaron iglesias y altares sin número y muchas localidades (Taranto, Ragusa, la Abadía de San Blas en el Bosque Negro, etc.) decían tener algunas de sus reliquias. Fue también uno de los catorce Santos Mártires.
La tabla que contemplamos pertenece al Tríptico de la Crucifixión, que fue pintado por Hans Memling para la Catedral de Lübeck. La tabla centra tiene como tema la Crucifixión, y las dos laterales están dedicadas a san Blas y a san Egidio.
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