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sábado, 11 de junio de 2016

Veronese. San Bernabé curando a un enfermo

San Bernabé curando a un enfermo. 1566. Paolo Veronese
Óleo sobre lienzo. Medidas: 260cm x 193cm.
Museo de Bellas Artes de Rouen

Memoria de san Bernabé, apóstol, varón bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe, que formó parte de los primeros creyentes en Jerusalén y predicó el Evangelio en Antioquía e introdujo entre los hermanos a Saulo de Tarso, recién convertido. Con él realizó un primer viaje por Asia para anunciar la palabra de Dios, participó luego en el concilio de Jerusalén, y terminó sus días en la isla de Chipre, su patria, sin cesar de difundir el Evangelio.

Esta palabras, con las que el Martirologio romano nos anuncia la memoria de san Bernabé que hoy celebramos, nos da pie para contemplar una bella obra del Veronese, el gran pintor manierista veneciano de mediados del siglo XVI.  Se le considera creador, junto con Tiziano, de un gusto suntuoso y colorista, que en Venecia se prolongó hasta el siglo XVIII.  Amigo de Palladio y otros grandes arquitectos de la época, enmarca sus escenas en amplias arquitecturas, rasgo que lo hace precursor del barroco. Su tratamiento del color se anticipa a la pintura francesa del siglo XIX. Prefiere los tonos fríos y claros: gris, plata, azules y amarillos.

La escena, que participa plenamente de estas características generales del Veronese, nos presenta a san Bernabé ante un enfermo, que yace semidesnudo, sobre el que pone un libro. Un espectador, por detrás, lleva un cirio encendido. La escena no tiene fácil acomodo en las Escrituras. Habría que referirse a la curación del paralítico de Listra, junto a Pablo, durante su primer viaje apostólico, tal como se narra en el capítulo 14 del Libro de los Hechos de los Apóstoles.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Veronese. Alegría de la Batalla de Lepanto

Alegoría de la Batalla de Lepanto. 1572. Veronese
Óleo sobre lienzo. Medidas: 169 cm x 137 cm.
Galería de la Academia. Venecia

Celebramos hoy la fiesta de Nuestra Señora la Virgen del Rosario, instituida en el día en el que tuvo lugar la Batalla de Lepanto, en la que la Armada de la Liga Santa venció a la armada turca, librando a la Cristiandad del inminente peligro de invasión. Paolo Veronese compone en este lienzo una alegoría, en la que aparece en un plano inferior la Armada Cristiana y, por encima, una aparición celestial presidida por la Virgen María, ante la que comparecen los santos patronos de las tres principales naciones componentes de la Liga Santa: el apóstol Santiago por España, el evangelista san Marcos por Venecia, y santa Justina por la República de Génova.


martes, 14 de julio de 2015

Veronés. Moisés salvado de las aguas.

Moisés salvado de las aguas. 1580. Paolo Veronese
 Óleo sobre lienzo. Medidas: 57 cm x 43 cm.
Museo del Prado. Madrid España.

En aquellos días, un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de la misma tribu; ella concibió y dio a luz un niño. Viendo qué hermoso era, lo tuvo escondido tres meses. No pudiendo tenerlo escondido por más tiempo, tomó una cesta de mimbre, la embadurnó de barro y pez, colocó en ella a la criatura, y la depositó entre los juncos, junto a la orilla del Nilo. Una hermana del niño observaba a distancia para ver en qué paraba. La hija del Faraón bajó a bañarse en el Nilo, mientras sus criadas la seguían por la orilla. Al descubrir la cesta entre los juncos, mandó a la criada a recogerla. La abrió, miró dentro, y encontró un niño llorando. Conmovida, comentó: «Es un niño de los hebreos.» Entonces, la hermana del niño dijo a la hija del Faraón: «¿Quieres que vaya a buscarle una nodriza hebrea que críe al niño?» Respondió la hija del Faraón: «Anda.» La muchacha fue y llamó a la madre del niño. La hija del Faraón le dijo: «Llévate al niño y críamelo, y yo te pagaré.» La mujer tomó al niño y lo crió. Cuando creció el muchacho, se lo llevó a la hija del Faraón, que lo adoptó como hijo y lo llamó Moisés, diciendo: «Lo he sacado del agua.»

Hemos comenzado en la primera lectura de la Eucaristía el ciclo del Éxodo. Los israelitas bajaron a Egipto, y después de una larga estancia, fueron esclavizados por los egipcios. La orden de matar a los recién nacidos también se cumplió en el caso del niño israelita que fue arrojado al Nilo en una cesta, y rescatado por la hija del Faraón. Es la escena que emplea el Veronés en el lienzo que contemplamos.

Al finalizar la década de 1570 y en los primeros años de la siguiente, Veronés realizó una serie de pinturas impregnadas de un sentimiento arcádico de la naturaleza donde el paisaje adquirió un protagonismo inexistente en su producción anterior. El hallazgo de Moisés se prestaba a un tratamiento pictórico acorde con estas premisas, permitiéndole desplegar su gusto por una puesta en escena fastuosa sin transgredir los límites impuestos por la reforma tridentina.

El tema de Moisés y la hija del Faraón conoció cierta popularidad a mediados del siglo XVI de la mano de Bonifazio Veronese, decayendo después hasta el revival veronesiano en la década de 1580. Moisés salvado de las aguas ha querido identificarse con uno de los tres lienzos de este tema que vio Ridolfi, concretamente con el que poseían los marqueses della Torre en Venecia. Lo sea o no, lo cierto es que Veronés abordó varias veces este pasaje, cuyo punto de partida debió ser una perdida composición, conocida por un grabado de J. B. Jackson.

La versión del Prado, la de mayor calidad de las existentes, presenta una composición habilísima. Un espléndido paisaje con una ciudad al fondo y dos árboles que se recortan sinuosos en el cielo enmarca a los personajes, distribuidos en un semicírculo que se inicia en la criada negra vestida de amarillo y rojo que porta la cesta, y concluye en un bufón que delata la elevada condición social de sus acompañantes. En medio aparecen distintas criadas y en el centro, la hija del faraón con su suntuoso traje de brocado color perla. Pocas veces en la historia de la pintura un tema religioso fue objeto de un tratamiento tan profano. El hallazgo de Moisés, visualizado como una escena campestre ambientada en una villa contemporánea, debió colgar en el gabinete de algún amante de la pintura de Veronés

miércoles, 11 de junio de 2014

Veronese. San Bernabé curando a un enfermo

San Bernabé curando a un enfermo. 1566. Paolo Veronese
Óleo sobre lienzo. Medidas: 260cm x 193cm.
Museo de Bellas Artes de Rouen

Memoria de san Bernabé, apóstol, varón bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe, que formó parte de los primeros creyentes en Jerusalén y predicó el Evangelio en Antioquía e introdujo entre los hermanos a Saulo de Tarso, recién convertido. Con él realizó un primer viaje por Asia para anunciar la palabra de Dios, participó luego en el concilio de Jerusalén, y terminó sus días en la isla de Chipre, su patria, sin cesar de difundir el Evangelio.

Esta palabras, con las que el Martirologio romano nos anuncia la memoria de san Bernabé que hoy celebramos, nos da pie para contemplar una bella obra del Veronese, el gran pintor manierista veneciano de mediados del siglo XVI.  Se le considera creador, junto con Tiziano, de un gusto suntuoso y colorista, que en Venecia se prolongó hasta el siglo XVIII.  Amigo de Palladio y otros grandes arquitectos de la época, enmarca sus escenas en amplias arquitecturas, rasgo que lo hace precursor del barroco. Su tratamiento del color se anticipa a la pintura francesa del siglo XIX. Prefiere los tonos fríos y claros: gris, plata, azules y amarillos.

La escena, que participa plenamente de estas características generales del Veronese, nos presenta a san Bernabé ante un enfermo, que yace semidesnudo, sobre el que pone un libro. Un espectador, por detrás, lleva un cirio encendido. La escena no tiene fácil acomodo en las Escrituras. Habría que referirse a la curación del paralítico de Listra, junto a Pablo, durante su primer viaje apostólico, tal como se narra en el capítulo 14 del Libro de los Hechos de los Apóstoles.

viernes, 24 de mayo de 2013

María Auxiliadora


Alegoría de la batalla di Lepanto, 1571. Obra de Paolo Veronese
Óleo sobre tela, 169×137 cm
Galeria de la Academia, Venecia. Italia

Celebramos hoy a María, bajo la advocación de Auxiliadora. El primero que llamó a la Virgen María con este título de "Auxiliadora" fue San Juan Crisóstomo, en Constantinopla en al año 345, el dice: " Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios".

San Sabas en el año 532 narra que en oriente había una imagen de la Virgen que era llamada "Auxiliadora de los enfermos", porque junto a ella se obraban muchas curaciones.

San Juan Damasceno en el año 749 fue el primero en propagar la jaculatoria: "María Auxiliadora , rogad por nosotros". Y repite: la virgen es "auxiliadora para evitar males y peligros y auxiliadora para conseguir la salvación".

En Ucrania, Rusia, se celebra la fiesta de María Auxiliadora el 1 de octubre desde el año 1030, en ese año libró a la ciudad de la invasión de una terrible tribu de bárbaros paganos.

Se tiene constancia de que hacia el año 1558 ya figuraba en las letanías que se acostumbraban recitar en el santuario de Loreto Italia.

En el año 1572, el Papa San Pió V, (promovió contra los turcos la Liga Santa que quedó constituida por España, Venecia y los propios Estados Pontificios, con participación genovesa) ordenó que en todo el mundo católico se rezara en las letanias la advocación " María Auxiliadora, rogad, por nosotros", porque en ese año Nuestra Señora libró prodigiosamente en la batalla de lepanto a toda la cristiandad que venía a ser destruida por un ejército mahometano de 282 barcos y 88.000 soldados.

En el año 1600 los católicos del sur de Alemania hicieron una promesa a la Virgen de honrarla con el título de auxiliadora si los libraba de la invasión de los protestantes y hacía que se terminara la terrible guerra de los 30 años. La Madre de Dios les concedió ambos favores y pronto había ya más de 70 capillas con el título de María Auxiliadora de los cristianos.

En 1683 los católicos al obtener inmensa victoria en Viena contra los enemigos de la religión, fundaron la asociación de María Auxiliadora, la cual existe hoy en más de 60 países.

En 1814, el Papa Pío VII, prisionero del general Napoleón, prometió a la Virgen que el día que llegara a Roma, en libertad, lo declararía fiesta de María Auxiliadora. Inesperadamente el pontífice quedó libre, y llegó a Roma el 24 de mayo. Desde entonces quedó declarado el 24 de mayo como día de María Auxiliadora.

En 1860 la Santísima Virgen se aparece a San Juan Bosco y le dice que quiere ser honrada con el título de "Auxiliadora", y le señala el sitio para que le construya en Turín, Italia, un templo. Desde este Santuario comienza a extenderse por el mundo la devoción a María bajo el título de Auxiliadora de los Cristianos.

Pero será exactamente en 1862, en plena madurez de Don Bosco, cuando éste hace la opción mariana definitiva: "La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana". Le hacer percibir a María como "Auxiliadora del Pueblo de Dios".

El cuadro que nos ocupa esta basado en el evento de la Batalla de Lepanto. la obra está dividida en dos partes: La parte superior muestra a María auxiliadora de la coalición cristiana contra el turco, llamada Liga Santa, formada por el Reino de España (Santiago Apóstol), los Estados Pontificios (San Pedro), la República de Venecia (San Marcos), la Orden de Malta (san Juan), la República de Génova (Santa Justina) y un grupo de ángeles que ayuda con sus flechas en la batalla.
En la parte inferior dividida por una linea de nubes se desarrolla la batalla. La naves cristianas son iluminadas por rayos de luz provenientes de los alto, indicando así el éxito de éstos, en contra de la sombras proyectadas sobre la armada otomana que anticipa su ruina.