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jueves, 13 de junio de 2019

San Antonio


Visión de San Antonio de Padua, 1660-1662, Obra de Alonso Cano.  
Óleo sobre lienzo, 136 x 111 cm. 
Convento del Ángel Custodio, Granada. España

Hoy celebra la Iglesia a san Antonio, que nació en Lisboa (Portugal) en 1195 y murió en Pádua (Italia) en 1231, de allí que lo llamen de Antonio de Pádua o de Lisboa. En su bautizo recibió el nombre de Fernando de Bulhoes y Tavieira de Azevedo. Joven, ingresó en la Orden de los Conegos Regulares Agustinos e hizo sus estudios superiores: Derecho Canónico, Ciencias, Filosofía y Teología en el Monasterio de Santa Cruz de Coimbra. Conoció los cinco monjes franciscanos (Bernardo de Corbio, Pedro de S. Germiniano, Otao, Adjuto y Acurcio). Instalados en el Convento de Santo Antao, en los Olivares, cerca de Coimbra, los cuales partieron en misión para Marruecos. En 1219/20 Fernando es ordenado sacerdote.

Ese mismo año llegan a Coimbra las reliquias do los Santos Mártires de Marruecos. Fernando cambia el hábito de Conónigo de San Agustín por el de fraile franciscano, toma entonces el nombre de Antonio, recordando al patriarca de los monjes egipcios y porque a él estaba dedicada la casa de los frailes menores a la cual ingresaba.

Embarcó para evangelizar los moros en Marruecos pero, llegando allá, una enfermedad lo obligó a regresar a Portugal, en el viaje de regreso una tempestad llevó el barco hasta Sicilia, donde se quedó en el convento franciscano de Messina y se dirigió rumbo a Asís, con el fin de asistir al Capitulo General de la Orden, del que forma parte San Francisco, el santo fundador de la orden. De allí, se retiró para Eremitorio del Monte-Paulo, un pequeño convento de la Romaña italiana. El 19 de marzo de 1222, en un acto de ordenación, pronuncia un sermón memorable y se revela un gran orador sagrado.

Es consignado al oficio de orador el cual ejerce en la Romaña, contra las herejías de los Cataros, Patarinos y Valdenses. A finales de 1223 San Francisco lo designa como Lector de Teología en Boloña. En 1224 es enviado a Francia, para luchar contra las herejías de los Albigenses. Actúa, primero en Montpellier. Después del Pentecostés, pregona en Tolosa. En septiembre de 1225 es nombrado Guardián del Convento de Puy-en-Velay. En 1226 es elegido por los frailes, Custodio de la Provincia de Limoges. En ese mismo año muere San Francisco. En 1227 pregona en Rimini. En 1231 hace notables y concurridísimos sermones de la Cuaresma. 

Después de la Pascua de 1231, Antonio se retiró a la localidad de Camposampiero, pero decidió retornar a Padua poco después. Ya en las proximidades de Padua, se detuvo en el convento de Arcella donde murió prematuramente cuando todavía no alcanzaba la edad de treinta y seis años. Es solemnemente canonizado el 30 de mayo (fiesta del Espíritu Santo), por el Papa Gregorio IX, en la catedral de Epoleto.

Iconográficamente san Antonio es representado como un joven imberbe con amplia tonsura monacal; es representado con el hábito de su Orden Franciscana, (de color marrón, pero también puede ser grisaceo, como vistieron algunas  comunidades franciscanas hasta finales del siglo XVIII y XIX), en algunos casos puede llevar capa corta. El hábito es cinturado con un cordón con los tres nudos que simbolizan la consagración a Dios como religioso franciscano, por los votos de obediencia, pobreza y castidad, del cual por lo general, penden unos rosarios. El Santo calza sandalias.

El santo en pié o de rosillas aparece con el Niño Jesús, el cual puede estar en pié o sentado sobre él o sobre un libro. Entre los elementos iconográficos más usuales de San Antonio podemos mencionar: El Niño Jesús, el libro, la Cruz, los Lirios y el Pan, en la pintura se pueden encontrar representaciones de San Antonio y sus milagros como por ejemplo: Los Peces escuchando el Sermón, el Burro arrodillado ante la hostia y como en el caso que nos ocupa, San Antonio y la Virgen María.

miércoles, 29 de mayo de 2019

Espíritu Santo


El Espíritu Santo, 1750. Obra de Corrado Giaquinto
Óleo sobre lienzo, 64x48 cm
Colección Privada

Dijo Jesús a sus discípulos: "Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que toma de lo mío y os lo anunciará."
Juan 16,12-15

Ante la inminente cercanía de la Ascensión, y la marcha de Cristo al Padre, éste nos hace un  anuncio muy claro de la venida del Espíritu Santo, un anuncio constante que manifiesta a los discípulos en todo el discurso de despedida. El mismo Jesús da a conocer a las tres personas que conforman el Dios en el que creemos: el Padre, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad, que ni uno solo de sus hijos se pierda; el Hijo, Jesús, que ha venido a hacer la Voluntad del Padre, ha destruido el poder de la muerte ha vencido al pecado y restaurado al hombre creado a imagen del Padre. El ha abierto el camino al Padre; el Espíritu Santo, que constituye la fortaleza inquebrantable, el apoyo, la presencia de Dios mismo en este mundo, en la Creación, en nuestra vida cotidiana, y en nuestro interior. Presencia, esta última, incuestionable, evidente, que hace posible la Gracia de Dios.

Hay pues una fuerza poderosa, a cuya custodia nos ha encomendado Jesús, en la cual debemos confiar y a la cual hemos de acudir: esta es el Espíritu Santo, que no es ni más ni menos que el Espíritu de Dios mismo, uno y trino. Él debe iluminar cada uno de nuestros pasos. Él nos guiará hacia la luz. El abrirá nuestras entendederas, nuestra inteligencia y hará posible lo que de otro modo sería imposible. Es a Él a quien debemos abandonarnos, seguros que ha de llevarnos al Padre, y con Él, a la Vida Eterna.

Así hemos de acudir constantemente a los sacramentos, en los que misteriosamente nos reencontramos de un modo muy especial con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Por el Espíritu Santo se nos permite alcanzar una unión más íntima y vital con Dios. Por ejemplo en el sacramento de la reconciliación dice la formula de la absolución, "...y envió el Espíritu Santo para la remisión de los pecados..." y en toda plegaria eucarística se invoca al Espíritu Santo en el momento de la epíclesis para que el Padre lo envíe sobre los dones del altar y sean estos transformados en cuerpo y sangre de nuestro señor Jesucristo. En los sacramentos, encontramos nuestra fuerza y la gracia que nos asiste, el Espíritu que nos guía a la Verdad plena 

Ven, Espíritu Santo,
Llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos
el fuego de tu amor.
Envía, Señor, tu Espíritu.
Que renueve la faz de la Tierra.

Oh Dios, que has iluminado a tus hijos con la luz del Espíritu Santo
Haznos dóciles a tu Espíritu para obrar rectamente
Y gozar siempre de su consuelo,


Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

martes, 28 de mayo de 2019

El Veronese. El Padre eterno y el Espíritu Santo


El Padre eterno y el Espíritu Santo, 1580. Obra de Paolo Caliari, el Veronese 
Óleo sobre lienzo

Jesús a sus discípulos: "Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado."

San Agustín dice al respecto en su comentario al evangelio de san Juan:

El Señor, al prometer que él iba a enviar el Espíritu Santo, afirma: Cuando haya venido él, acusará al mundo respecto a pecado y respecto a justicia y respecto a juicio. ¿Qué significa esto? El Señor Cristo ¿tal vez no acusó al mundo respecto a pecado cuando aseveró: Si no hubiese venido y les hubiese hablado, no tendrían pecado; ahora, en cambio, no tienen excusa de su pecado? Pero, para que alguien no diga quizá que esto se refiere propiamente a los judíos, no al mundo, ¿acaso no aseveró en otro lugar: Si fueseis del mundo, el mundo amaría lo que era suyo? ¿Tal vez no lo acusó respecto a justicia cuando aseveró: Padre justo, el mundo no te conoció? ¿Tal vez no lo acusó respecto a juicio cuando aseveró que él iba a decir a los de la izquierda: Id al fuego eterno, que está preparado para el diablo y sus ángeles?

En el santo evangelio se descubren también muchos otros pasajes donde Cristo acusa de estas cosas al mundo. ¿Qué significa, pues, que, por así decirlo, atribuya propiamente al Espíritu Santo esto? ¿Parece acaso que, porque Cristo habló sólo entre la gente de los judíos, no ha acusado al mundo, de forma que se entienda que se acusa al que oye al acusador? Al contrario, se entiende que, mediante sus discípulos derramados por el orbe entero, el Espíritu Santo ha acusado no a una única gente sino al mundo, porque cuando iba a ascender al cielo les dijo esto: No os toca saber los tiempos o momentos que el Padre puso en su potestad; pero recibiréis fuerza del Espíritu Santo que caerá de improviso sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén y en Judea entera y en Samaría y hasta los confines de la tierra. Esto significa acusar al mundo.

martes, 14 de mayo de 2019

San Matias


San Matías, 1610 - 1612 Obra de  Pedro Pablo Rubens
Óleo sobre tabla, 107,2 x 82,5 cm
Museo del Prado, Madrid. España

Hoy celebramos al apóstol san Matias, elegido, según nos cuentan los Hechos de los apóstoles 1, 15-17, después de la muerte de Judas y tras ser testigo de la resurrección del Señor. "Hace falta, por tanto, que uno se asocie a nosotros como testigo de la resurrección de Jesús, uno de los que nos acompañaron mientras convivió con nosotros el Señor Jesús, desde que Juan bautizaba, hasta el día de su ascensión... Echaron suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles."

Dice san Juan Crisostomo, comentando el libro de los Hechos de los Apóstoles, "Todos rezan, diciendo: Señor, tú penetras el corazón de todos, muéstranos. «Tú, no nosotros». Llaman con razón al que penetra todos los corazones, pues él solo era quien había de hacer la elección. Le exponen su petición con toda confianza, dada la necesidad de la elección. No dicen: «Elige», sino muéstranos a cuál has elegido, pues saben que todo ha sido prefijado por Dios. Echaron suertes. No se creían dignos de hacer por sí mismos la elección, y por eso prefieren atenerse a una señal."

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. (Jn 14-13) y los discípulos fueron fieles a ello. San Agustín cogiendo esta frase de san Juan nos exhorta a seguir el ejemplo del Maestro, al igual que los discípulos lo hicieron. "Hizo él lo que él mismo había enseñado; los apóstoles hicieron lo que habían aprendido de él y nos intimaron a imitarles. Hagámoslo también nosotros. Pues si bien no somos lo que él en cuanto nos creó, somos lo que él en cuanto por nosotros se encarnó. Y si sólo lo hubiera hecho él quizá nadie de nosotros debería tener la audacia de imitarlo, pues él era hombre, pero sin dejar de ser Dios. Pero en cuanto hombre, los siervos imitaron al Señor, los discípulos al Maestro, y lo hicieron asimismo los que nos precedieron en la familia de Dios, que son nuestros padres, pero también consiervos nuestros. Dios no nos hubiera mandado hacerlo, de saber que el hombre era incapaz de realizarlo."

(San Agustín de Hipona, Comentario al salmo 56)

El cuadro que hoy nos ocupa esta dentro de la serie de los doce apóstoles que pinto Rubens entre 1610 y 1612 y realizado probablemente para un miembro de la nobleza flamenca deseoso de evidenciar su fidelidad al catolicismo. El interés por las representaciones de los apóstoles experimentó un gran incremento en el mundo católico desde finales del siglo XVI, como reacción a la Reforma religiosa que negaba el poder de intercesión de los santos.  Rubens, uno de los principales creadores de imágenes de devoción que exaltaran los dogmas católicos, potencia en los cuadros de sus apóstoles la idea de sacrificio y entrega, al representarlos con instrumentos relacionados con sus respectivos martirios. Son pintados al poco de volver de Italia, inspirandose en la escultura clásica y en la pintura de Miguel Ángel y de Caravaggio. La fuerza física que muestran las figuras sirve como metáfora de su valor moral y firmeza, mientras que la luz, muy dirigida y contrastada, ayuda a enfatizar el valor de la determinación y seguridad demostrada por estos santos. 



sábado, 20 de abril de 2019

Cristo Yacente


 Cristo Yacente, 1625-30. Obra de Gregorio Fernandez
Talla de madera policromada
Museo Nacional de Escultura, Valladolid. España

¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey duerme. La tierra está temerosa y sobrecogida, porque Dios se ha dormido en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo. Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción al abismo.


Va a buscar a nuestro primer padre como si éste fuera la oveja perdida. Quiere visitar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte. El, que es al mismo tiempo Dios e Hijo de Dios, va a librar de sus prisiones y de sus dolores a Adán y a Eva.

El Señor, teniendo en sus manos las armas vencedoras de la cruz, se acerca a ellos. Al verlo, nuestro primer padre Adán, asombrado por tan gran acontecimiento, exclama y dice a todos: «Mi Señor esté con todos». Y Cristo, respondiendo, dice a Adán: «Y con tu espíritu». Y, tomándolo por la mano, lo levanta, diciéndole: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz».

Yo soy tu Dios, que por ti y por todos los que han de nacer de ti me he hecho tu hijo; y ahora te digo que tengo el poder de anunciar a los que están encadenados: "Salid", y a los que se encuentran en las tinieblas: "Iluminaos", y a los que duermen: "Levantaos".

A ti te mando: Despierta, tú que duermes, pues no te creé para que permanezcas cautivo en el abismo; levántate de entre los muertos, pues yo soy la vida de los muertos. Levántate, obra de mis manos; levántate, imagen mía, creado a mi semejanza. Levántate, salgamos de aquí, porque tú en mí, y yo en ti, formamos una sola e indivisible persona.

Por ti, yo, tu Dios, me he hecho tu hijo; por ti, yo, tu Señor, he revestido tu condición servil; por ti, yo, que estoy sobre los cielos, he venido a la tierra y he bajado al abismo; por ti, me he hecho hombre, semejante a un inválido que tiene su cama entre los muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto, he sido entregado a los judíos en el huerto, y en el huerto he sido crucificado.


Contempla los salivazos de mi cara, que he soportado para devolverte tu primer aliento de vida; contempla los golpes de mis mejillas, que he soportado para reformar, de acuerdo con mi imagen, tu imagen deformada; contempla los azotes en mis espaldas, que he aceptado para aliviarte del peso de los pecados, que habían sido cargados sobre tu espalda; contempla los clavos que me han sujetado fuertemente al madero, pues los he aceptado por ti, que maliciosamente extendiste una mano al árbol prohibido.


Dormí en la cruz, y la lanza atravesó mi costado, por ti, que en el paraíso dormiste, y de tu costado diste origen a Eva. Mi costado ha curado el dolor del tuyo. Mi sueño te saca del sueño del abismo. Mi lanza eliminó aquella espada que te amenazaba en el paraíso.

Levántate, salgamos de aquí. El enemigo te sacó del paraíso; yo te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celeste. Te prohibí que comieras del árbol de la vida, que no era sino imagen del verdadero árbol; yo soy el verdadero árbol, yo, que soy la vida y que estoy unido a ti. Coloqué un querubín que fielmente te vigilara; ahora te concedo que el querubín, reconociendo tu dignidad, te sirva.

El trono de los querubines está a punto, los portadores atentos y preparados, el tálamo construido, los alimentos prestos; se han embellecido los eternos tabernáculos y moradas, han sido abiertos los tesoros de todos los bienes, y el reino de los cielos está preparado desde toda la eternidad».

(De una homilía antigua sobre el grande y santo Sábado (PG 43, 439.451.462-463)



jueves, 18 de abril de 2019

Última Cena


Última cena. 1570. Obra de Tintoretto
Óleo sobre lienzo, 228x535 cm
 Iglesia de San Trovaso, Venecia. Italia

Última cena o Lavatorio. 1549. Obra de Tintoretto
Óleo sobre lienzo. 210 cm x 533 cm
Museo del Prado, Madrid. España

Hoy día de Jueves Santo he escogido dos imágenes de un mismo autor, Jacopo Robusti Tintoretto debido a que tal día como hoy la Iglesia celebra en una misma celebración diferentes cosas y en ellos se aprecia muy bien el sentido litúrgico espiritual del día. Por una parte, la institución de la eucaristía,  la del sacerdocio y el amor fraterno, servicio, caridad.

En el cuadro de arriba podemos ver como Cristo, sacerdote eterno distribuye la comunión  la eucaristía  su cuerpo a los discípulos y como éstos hacen extensiva la misma a cuantos a ella se acercan, pobres, enfermos y niños, gozan de sus beneficios y bondades. Solo un personaje queda fuera, ¿Judas, quizás? o es representación de la libre voluntad del hombre de no aceptar el misterio eucarístico distribuido en la iglesia y que es presencia real del salvador entre nosotros.

pero la eucaristía repartida y celebrada por Cristo y después por los discípulos y los sacerdotes de la Iglesia  ha de ser un fiel reflejo del servicio y la entrega, reflejada en el segundo cuadro, en el que vemos a Jesús en el momento cuando se dispone a lavar los pies de San Pedro, como ejemplo de humildad y servicio al prójimo. A la derecha arriba se vislumbra la celebración de la Última Cena en otra estancia, como ejemplo de intimidad.

Dos cuadros que nos dan las claves para entender  los diferentes aspectos de este día santo y ayudados con la meditación de las lecturas de hoy  (Libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14; Primera carta del apóstol San Pablo a los corintios 11, 23-26; Evangelio según San Juan 13, 1-15) podremos entregarnos, al comienzo de este triduo pascual, a entrar con Cristo en el misterio admirable de la redención.

sábado, 6 de abril de 2019

Imago Pietatis



Icono-relicario. Icono, 1300. Caja de reliquias,1380. Anónimo
Procedente del Monasterio de Santa Catalina del Sinaí
Temple sobre tabla, Icono: 23 × 28 cm, caja de reliquias: 98,7 × 97,1 cm

Tanto la lectura de ayer del libro de la Sabiduría, como hoy Jeremías me ha traído a la memoria a Cristo como Varón de Dolores y recordando su iconografia mi recuerdo y devoción me ha llevado a recordar un magnifico icono bizantino que se conserva en Roma y que es el origen de esta iconografía que evoluciona en occidente de manera muy elevada a partir del siglo XIV y XV de manos de maestros flamencos hasta el mas abigarrado barroco. 

La representación de Cristo como Varón de Dolores, culmen de la historia de la salvación anunciada por los profetas del antiguo testamento y verificada en el nuevo, es un motivo iconográfico que se remonta hasta  la época del Papa San Gregorio Magno (segunda mitad del siglo VI, principios del siglo VII) donde  hemos de buscar el origen de la iconografía del Varón de Dolores. Cuenta la leyenda que durante la celebración de la Santa Misa en la iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén celebrada por el santo,  uno de los asistentes hizo pública su duda sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Inmediatamente y ante las oraciones del Santo Padre una imagen de Cristo se apareció sobre el altar, en pie, mostrando los estigmas sangrantes de la Pasión así como los atributos típicos de ella ( Santa Cruz, corona de espinas, clavos, sepulcro) y derramando sobre el cáliz su propia sangre que manaba de las llagas.  San Gregorio ordenó dejar un recuerdo pictórico de tal acontecimiento en la Iglesia de Santa Cruz de Roma, lugar del acontecimiento. Venía esta nueva iconografía y el esparcimiento de las distintas versiones populares del milagro a significar un respaldo al culto al Santísimo Sacramento, así como a los postulados teológicos del propio San Gregorio a favor de la corporeidad de la Resurrección de Cristo, en contra de algunas corrientes de la época que defendían la incorporeidad de una resurrección meramente espiritual. Cabe pues considerar esta iconografía como una plasmación visual de los planteamientos ideológicos defendidos por el Magno Papa, idealizados en un Cristo palpitante, sangrante y rotundamente corpóreo.

Desde este Ecce Homo o Imago pietatis, Cristo se va a representar con los elementos de la pasion, mostrando las llagas redentoras o en el Lagar místico o surgiendo de si un surtidor que riega la tierra. En ella Cristo vierte la sangre de su costado sobre un cáliz, manteniendo plenamente su simbolismo sacramental y su carácter alegórico. Por evolución de la teatralidad barroca el Varón de Dolores se nos muestra en ocasiones aún crucificado a la Santa Cruz que se fue incluyendo con el tiempo en la composición, dando lugar a interpretaciones tan particulares. Lo podemos ver también redimiendo el globo terráqueo. En este caso el Varón de Dolores se dispone sobre el orbe que representa la tierra, de rodillas, con todas las llagas de la pasión presente, pleno de sentido alegórico y elevando en súplica la mirada a los cielos.

La piedad popular fue acoplando el pasaje a su devocionario particular. Dado que la mística representación de características casi alegóricas resultaba compleja de asimilar por el pueblo llano, este fue poco a poco incluyendo el pasaje entre aquellos que conformaban parte de la pasión para su más fácil comprensión y, dado que Cristo se nos mostraba con todas las llagas de la pasión patentes y en el sepulcro, la presencia del ángel o ángeles se vió directamente relacionada con la del Ángel de la Resurrección mencionado en las sagradas escrituras, ubicándole en el interior del sepulcro en el momento de la Resurrección de Cristo. En este tipo de representaciones, Cristo parece mostrar los primeros signos vitales en pleno misterio divino de la resurrección: entre la vida y la muerte, en una mirada que parece volver a brillar de vitalidad mientras el cuerpo inerte aún a penas le sostiene, cual despertando de un letargo.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Salvador Gómez. San Alberto Magno

Aparición de la Virgen a San Alberto Magno. 1660. Vicente Salvador Gómez
Óleo sobre lienzo. 132 x 100 cm
Museo de Bellas Artes.Valencia. España.

Celebramos hoy a san Alberto Magno, patrono de las ciencias naturales. "Doctor Universallis", "Doctor Expertus". Nace en el castillo de Bollstadt, cerca de la ciudad bávara de Lavingen. Es noble y rico, pero además quiere ser sabio. Busca la ciencia con pasión, cuando he aquí que, oyendo predicar en Padua a Jordán de Sajonia, general de los Hermanos Predicadores, se amplían los horizontes de sus anhelos. Ahora quiere ser santo. Cuando Jordán baja del pulpito, el joven alemán cae a sus pies, pidiéndole el hábito blanco de Santo Domingo. Tenía entonces treinta años. Después, toda su vida se resume en estas tres palabras: rezar, estudiar y enseñar. Enseña en las principales casas de su Orden, especialmente en Colonia y en París, y "dondequiera que sienta su cátedra, dice un contemporáneo suyo, parece monopolizar a todos los amantes de la verdad". En 1260, una orden del Pontífice le separa de sus libros para hacerle obispo de Ratisbona. Fue un pequeño paréntesis, en que el profesor descubre sus talentos de administrador y de reformador. Dos años más tarde dejaba la mitra y volvía a coger los libros. Murió a la edad de 87 años en Colonia.

Fue un forjador de grandes maestros, entre los cuales descuella el más ilustre de todos: Santo Tomás de Aquino. En las escuelas de la Edad Media se decía de él este adagio: Mundo luxisti, quia totum scibile scisti. Lo cual quiere decir: "Iluminaste al mundo, porque supiste todo lo que se puede saber."

San Alberto Magno se esfuerza por recoger todos los frutos de la experiencia antigua, atesorados en Aristóteles, Avicena y Nicolás de Damasco, madurándolos y aumentándolos con su propia experiencia. Amplía las consideraciones aristotélicas sobre la esfericidad de la tierra, explica la Vía Láctea como una multitud de estrellas, habla de las antípodas, y determina las horas del día y el ritmo de las estaciones para cada sección del globo; explica la formación de las montañas por la erosión; nos ofrece en uno de sus libros el germen de la descripción de la tierra; en su laboratorio hace interesantes experiencias químicas, formula teorías audaces, es un hábil destilador, conoce el uso del agua fuerte y del arsénico, y separa en el crisol los metales preciosos de las materias impuras.

Sacerdote, obispo y Doctor de la Iglesia, fue un destacado teólogo, geógrafo, filósofo y figura representativa de la química y, en general un maestro de la ciencia medieval. Su humildad y pobreza fueron notables.

martes, 19 de septiembre de 2017

Resurrección del hijo de la viuda de Naín

Resurrección del hijo de la viuda de Naín, 1530-1532. Matthias Gerung
Tinta sobre pergamino. Biblia Ottheinrich, Folio 81V 

¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate! así llamo Jesús al hijo de la viuda de Naim. Leemos en la Eucaristía de hoy este pasaje del Evangelio según san Lucas, en el que Jesús, movido a misericordia ante la triste escena del duelo de la viuda enterrando a su único hijo, devuelve la vida al difunto y se lo entrega a su madre. Dos son, pues, los aspectos que contemplamos: el poder de Jesús como Señor de la vida que es, y la misericordia como motivo de su acción.

Contemplamos la escena representada en una iluminación del siglo XVI en una Biblia alemana. Aparece el Señor a la puerta de la ciudad, de donde sale el cortejo fúnebre.

miércoles, 24 de mayo de 2017

Espíritu Santo


El Espíritu Santo, 1750. Obra de Corrado Giaquinto
Óleo sobre lienzo, 64x48 cm
Colección Privada

Dijo Jesús a sus discípulos: "Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que toma de lo mío y os lo anunciará."
Juan 16,12-15

Ante la inminente cercanía de la Ascensión, y la marcha de Cristo al Padre, éste nos hace un  anuncio muy claro de la venida del Espíritu Santo, un anuncio constante que manifiesta a los discípulos en todo el discurso de despedida. El mismo Jesús da a conocer a las tres personas que conforman el Dios en el que creemos: el Padre, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad, que ni uno solo de sus hijos se pierda; el Hijo, Jesús, que ha venido a hacer la Voluntad del Padre, ha destruido el poder de la muerte ha vencido al pecado y restaurado al hombre creado a imagen del Padre. El ha abierto el camino al Padre; el Espíritu Santo, que constituye la fortaleza inquebrantable, el apoyo, la presencia de Dios mismo en este mundo, en la Creación, en nuestra vida cotidiana, y en nuestro interior. Presencia, esta última, incuestionable, evidente, que hace posible la Gracia de Dios.

Hay pues una fuerza poderosa, a cuya custodia nos ha encomendado Jesús, en la cual debemos confiar y a la cual hemos de acudir: esta es el Espíritu Santo, que no es ni más ni menos que el Espíritu de Dios mismo, uno y trino. Él debe iluminar cada uno de nuestros pasos. Él nos guiará hacia la luz. El abrirá nuestras entendederas, nuestra inteligencia y hará posible lo que de otro modo sería imposible. Es a Él a quien debemos abandonarnos, seguros que ha de llevarnos al Padre, y con Él, a la Vida Eterna.

Así hemos de acudir constantemente a los sacramentos, en los que misteriosamente nos reencontramos de un modo muy especial con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Por el Espíritu Santo se nos permite alcanzar una unión más íntima y vital con Dios. Por ejemplo en el sacramento de la reconciliación dice la formula de la absolución, "...y envió el Espíritu Santo para la remisión de los pecados..." y en toda plegaria eucarística se invoca al Espíritu Santo en el momento de la epíclesis para que el Padre lo envíe sobre los dones del altar y sean estos transformados en cuerpo y sangre de nuestro señor Jesucristo. En los sacramentos, encontramos nuestra fuerza y la gracia que nos asiste, el Espíritu que nos guía a la Verdad plena 

Ven, Espíritu Santo,
Llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos
el fuego de tu amor.
Envía, Señor, tu Espíritu.
Que renueve la faz de la Tierra.

Oh Dios, que has iluminado a tus hijos con la luz del Espíritu Santo
Haznos dóciles a tu Espíritu para obrar rectamente
Y gozar siempre de su consuelo,


Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

martes, 23 de mayo de 2017

El Veronese. El Padre eterno y el Espíritu Santo


El Padre eterno y el Espíritu Santo, 1580. Obra de Paolo Caliari, el Veronese 
Óleo sobre lienzo

Jesús a sus discípulos: "Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado."

San Agustín dice al respecto en su comentario al evangelio de san Juan:

El Señor, al prometer que él iba a enviar el Espíritu Santo, afirma: Cuando haya venido él, acusará al mundo respecto a pecado y respecto a justicia y respecto a juicio. ¿Qué significa esto? El Señor Cristo ¿tal vez no acusó al mundo respecto a pecado cuando aseveró: Si no hubiese venido y les hubiese hablado, no tendrían pecado; ahora, en cambio, no tienen excusa de su pecado? Pero, para que alguien no diga quizá que esto se refiere propiamente a los judíos, no al mundo, ¿acaso no aseveró en otro lugar: Si fueseis del mundo, el mundo amaría lo que era suyo? ¿Tal vez no lo acusó respecto a justicia cuando aseveró: Padre justo, el mundo no te conoció? ¿Tal vez no lo acusó respecto a juicio cuando aseveró que él iba a decir a los de la izquierda: Id al fuego eterno, que está preparado para el diablo y sus ángeles?

En el santo evangelio se descubren también muchos otros pasajes donde Cristo acusa de estas cosas al mundo. ¿Qué significa, pues, que, por así decirlo, atribuya propiamente al Espíritu Santo esto? ¿Parece acaso que, porque Cristo habló sólo entre la gente de los judíos, no ha acusado al mundo, de forma que se entienda que se acusa al que oye al acusador? Al contrario, se entiende que, mediante sus discípulos derramados por el orbe entero, el Espíritu Santo ha acusado no a una única gente sino al mundo, porque cuando iba a ascender al cielo les dijo esto: No os toca saber los tiempos o momentos que el Padre puso en su potestad; pero recibiréis fuerza del Espíritu Santo que caerá de improviso sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén y en Judea entera y en Samaría y hasta los confines de la tierra. Esto significa acusar al mundo.

martes, 9 de mayo de 2017

El Buen Pastor. Ravena


El Buen Pastor. s.V. Autor anónimo
Mosaico
Mausoleo de Gala PlacidiaRavena. Italia

Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno.

Seguimos meditando en la figura de Jesucristo como Buen Pastor. ^Por eso, vamos a visitar una de sus representaciones más célebres. El Mausoleo de Gala Placidia en Rávena (Italia) es un célebre enterramiento monumental de la hermana del emperador Honorio, Gala Placidia. Construido entre 425 y 433. Más que por su arquitectura, este monumento es mundialmente famoso por sus suntuosos mosaicos, los más antiguos de la villa. Ellos marcan la transición entre el arte paleocristiano y el bizantino, es el más antiguo y mejor conservado de todos los monumentos con mosaicos, y al mismo tiempo uno de los más perfectos artísticamente.

Se trata de una pequeña capilla dedicada a San Lorenzo. Tiene planta de cruz griega, con uno de los lados ligeramente más largo y el crucero está cubierto con una cúpula. Esta pequeña construcción situada al lado de San Vital contiene varios sarcófagos en su interior, el más importante de los cuales estaba destinado a Gala Placidia, hija del emperador romano Teodosio el Grande y esposa del rey visigodo Ataúlfo. Las paredes y techos interiores están totalmente revestidos de mosaicos hechos a base de pequeñas teselas que crean un universo de colores. De todos ellos, el que más destaca es el del timpano central, Cristo como Buen Pastor en el paraíso, uno de los motivos iconográficos paleocristianos más difundidos desde el tiempo de las catacumbas. Está tranquilamente sentado sobre una roca del prado y pastorea a seis ovejas que le contemplan y buscan su protección. Además, el Salmo 23 nos explica la escena “El Señor es mi Pastor; nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas”. 

La figura de Cristo se muestra idealizada y manifiesta la herencia helenística o pagana. Es un modelo humano joven y sin barba, que en nada se parece a la imagen siriaca que se impondrá en el siglo siguiente. La belleza de sus facciones, sumada a la dignidad y a la serenidad de su pose, nos hacen recordar los presupuestos de cómo habían de representarse los dioses en el clasicismo. Cristo se asemeja a un joven Apolo. Obsérvese la cuidada vestimenta: una dalmática dorada, en una referencia al preciado metal,  manto y sandalias preciosas, con un halo dorado símbolo de su santidad. No lleva un cayado normal, sino uno en forma de cruz y trata cariñosamente a su rebaño. Las ovejas en diversas posturas le miran fijamente y un fondo de montañas y vegetación completa la delicada escena, que tiene lugar en el Paraíso. 

Los mosaicos paleocristianos siguen la técnica romana, aunque son de origen griego, deriva de la palabra musa. Su uso se aplicó al revestimiento de suelos y murales, paredes y techos; están realizados con teselas, pequeñas piezas cúbicas de piedra o cristal, de cerámica vidriada de intenso color. Los mosaicos se forman yuxtaponiendo sobre un fondo de cemento pequeñas piezas llamadas teselas, que tienen distintos colores y que forman dibujos diversos. En los mosaicos se suelen distinguir tres técnicas:

Opus sectile, marmol irregular. 
Opus Tesselatum, teselas cúbicas de igual tamaño y distintos colores.
Opus Verniculatum, teselas de contornos curvilíneos.



lunes, 1 de mayo de 2017

San José obrero

Infancia de Cristo, ca.1620. Obra de Gerrit van Honthorst 
Óleo sobre lienzo. 137x185 cm 
Museo del Hermitage, San Petersburgo. Rusia

Hoy celebra la Iglesia la figura de san Jose, en el martirologio romano lo cita así:  San José Obrero, el carpintero de Nazaret, que con su trabajo remedió las necesidades de María y de Jesús e inició al Hijo de Dioen los trabajos de los hombres. Por esta razón, en este día, en el que se celebra la fiesta del trabajo en muchas partes del mundo, los obreros cristianos honran a san José como modelo y patrono suyo.

En el trabajo, todo hombre ha de ser dignificado. Éste no ha de ser una vía de insensible productividad marcada por objetivos interesados. Únicamente la obtención de máximo lucro corrompe al hombre y lo convierte en esclavo de  quien debería ser señor.  Solo una manera en la que el hombre con su esfuerzo y el acto renovado diariamente de querer aportar algo a la creación con su trabajo hace que el hombre se asemeje mas a su creador. No somos números que producen con el fin de mantener una economía sino que somos instrumentos de Dios y es en el trabajo donde ponemos a disposición de los demás los dones que Dios nos ha entregado. Sobre la actividad humana en todo el mundo el concilio Vaticano segundo decía estas palabras en la constitución pastoral que habla sobre la Iglesia en el mundo actual.

Con su trabajo y su ingenio el hombre se ha esforzado siempre por mejorar su vida; pero hoy, gracias a la ayuda de la ciencia y de la técnica, ha desarrollado y sigue desarrollando su dominio sobre casi toda la naturaleza y, gracias sobre todo a las múltiples relaciones de todo tipo establecidas entre las naciones, la familia humana se va reconociendo y constituyendo progresivamente como una única comunidad en todo el mundo. De donde resulta que muchos bienes que el hombre esperaba alcanzar de las fuerzas superiores, hoy se los procura con su propio trabajo. Ante este inmenso esfuerzo, que abarca ya a todo el genero humano, el hombre no deja de plantearse numerosas preguntas: ¿Cuál es el sentido y el valor de esa actividad? ¿Cómo deben ser utilizados todos estos bienes? Los esfuerzos individuales y colectivos ¿qué fin intentan conseguir? La Iglesia, que guarda el depósito de la palabra de Dios, de la que se deducen los principios en el orden moral y religioso, aunque no tenga una respuesta preparada para cada pregunta, intenta unir la luz de la revelación con el saber humano para iluminar el nuevo camino emprendido por la humanidad.

San Jose puede ser un modelo de humilde trabajador que supo custodiar un tesoro a él entregado y a la vez desarrollo sus dones en la familia de Nazaret, nos entregó a Cristo en la sencillez y laboriosidad del trabajo y su escucha atenta y disponibilidad  a la misión encomendada por Dios nos hacen ver como en el desarrollo humilde de la actividad diaria, en la vocación a la que Dios nos ha llamado, se manifiesta de lleno la voluntad de Dios. El Papa Francisco en su homilía en la Misa de comienzo del ministerio petrino el dia 19 de marzo de este año cito de esta manera a san José:

Dios no desea una casa construida por el hombre, sino la fidelidad a su palabra, a su designio; es Dios mismo quien construye la casa, pero de piedras vivas marcadas por su Espíritu.
José es "custodio" porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es aún más sensible a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas. 


El tema de este lienzo se piensa que es una historia apócrifa de la infancia de Cristo: Jesús ayuda del carpintero José. Gerrit van Honthorst fue uno de los principales seguidores holandeses de Caravaggio. La influencia del gran maestro italiano es clara en la naturaleza terrena de la escena, en las medias distancias que se muestran, y en los poderosos contrastes de luz y sombra. Aquí una vela como una fuente de luz intensa puede referirse a las palabras de Cristo: "Yo soy la luz del mundo"

jueves, 27 de abril de 2017

Nuestra Señora de Montserrat

Nuestra Señora de Motserrat, s. XII. Autor anónimo
Talla sobre madera de álamo y estuco policomado. 95 cm
Monasterio de Montserrat, Barcelona. España

Hoy celebramos la festividad de Nuestra Señora de Motserrat, venerada no solo en el monasterio del mismo nombre sino en muchas otras partes de la cristiandad. Por ejemplo, en Italia se han contado más de ciento cincuenta iglesias o capillas dedicadas a la Virgen de Montserrat, bajo cuya advocación se erigieron algunas de las primeras iglesias de México, Chile y Perú, y con el nombre de Montserrat han sido bautizados monasterios, pueblos, montes e islas en América.

El culto de la Virgen de Montserrat se remonta más allá de la invasión de España por los árabes. La imagen, ocultada entonces, fue descubierta en el siglo IX. Para darle culto, se edificó una capilla a la que el rey Wilfredo el Velloso agregó más tarde un monasterio benedictino.

Cuenta la leyenda que unos pastores estaban pastando sus ovejas cerca de Montserrat y descubrieron la imagen de madera en una cueva, en medio de un misterioso resplandor y cantos angelicales. Por órdenes del obispo de llevarla a la catedral, comenzó la procesión, pero no llegó a su destino, ya que la estatua se empezó a poner increíblemente pesada y difícil de manejar. Entonces fue depositada en una ermita cercana, y permaneció allí hasta que se construyó el actual monasterio benedictino.

Los milagros atribuidos a la Virgen de Montserrat fueron cada vez más numerosos y los peregrinos que iban hacia Santiago de Compostela los divulgaron. Entre los santos que visitaron el lugar venerado se encuentran san Pedro Nolasco, san Raymundo de Peñafort, san Vicente Ferrer, san Francisco de Borja, san Luis Gonzaga, san José de Calasanz, san Antonio María Claret y san Ignacio de Loyola, que, siendo aún caballero, se confesó con uno de los monjes y pasó una noche orando ante la imagen de la Virgen. 

miércoles, 26 de abril de 2017

Murillo. San Isidoro

San Isidoro, 1655. Obra de Bartolomé Esteban Murillo
Óleo sobre lienzo. 193 x 165 cm.
 Catedral de Sta. María, Sevilla, España

Nació en Cartagena, España hacia el año 560. Su padre llamado Severiano, pertenecía a un familia hispano-romana de elevado rango social; su madre, en cambio, era de origen visigodo y, según parece, estaba lejanamente emparentada con la realeza. San Isidoro era el menor de cuatro hermanos. Sus dos hermanos, Leandro y Fulgencio también llegaron a ser santos. Su hermana Santa Florentina, fue abadesa de varios monasterios. Su hermano Leandro que era mucho mayor que él, se encargó de su educación porque quedaron huérfanos siendo Isidoro un niño. Parece ser que Leandro era muy severo, porque cuenta una leyenda, que siendo Isidoro muy niño huyó de su casa para escapar de la severidad de su hermano. Luego volvió por voluntad propia, lleno de buenos propósitos. Leandro lo encerró para impedir que se escape de nuevo. Probablemente lo envió a un monasterio para seguir estudiando. Un día se acercó a un pozo para sacar agua y notó que las cuerdas habían hecho hendidura en la dura piedra. Entonces comprendió que también la conciencia y la voluntad del hombre pueden vencer las duras dificultades de la vida. Entonces regresó con amor a sus libros.

Se formó con lecturas de san Agustín de Hipona y San Gregorio Magno; estudió en la escuela Catedralicia de Sevilla donde aprendió latín, griego y hebreo. Al morir su hermano Leandro, arzobispo de Sevilla, lo sucedió en el gobierno de la diócesis, y su episcopado duró 37 años (599-636). Vivió en una época de transición entre la decadencia de la Edad Antigua y del mundo romano, y el nacimiento de la Edad Media y de las nuevas nacionalidades de influencias germanas. Fue como un puente entre la Edad Antigua que terminaba y la Edad Media que comenzaba. Su influencia fue muy grande en Europa, especialmente en España. Entre sus discípulos está San Ildefonso de Toledo

Isidoro llegó a ser uno de los hombres mas sabios de su época, aunque al mismo tiempo era un hombre de profunda humildad y caridad. Se lo llamó el Maestro de la Edad Media o de la Europa Medieval y primer organizador de la cultura cristiana. Desplegó todos sus recursos pedagógicos para contrarrestar la creciente influencia de las culturas consideradas bárbaras. Propició el desarrollo de las artes liberales, del derecho y de las ciencias, presidió el segundo Concilio de Sevilla en 619, y en el Cuarto Concilio Nacional de Toledo, iniciado el 5 de diciembre del 633, estableció las bases de un decreto que impuso una política educativa obligatoria para todos los obispos del reino. Según parece, San Isidoro previó que la unidad religiosa y un sistema educativo amplio, podían unificar los elementos heterogéneos que amenazaba desintegrar España y gracias a eso gran parte del país se convirtió en un centro de cultura, mientras que el resto de Europa se hundía en la barbarie.

La principal contribución de San Isidoro a la cultura, fueron sus Etimologías u Orígenes (630), una "summa" muy útil de la ciencia antigua condensando, mas con celo que con espíritu crítico, los principales resultados de la ciencia de la época, dividido en veinte libros, tuvo enorme influencia en las instituciones educativas del Medioevo siendo uno de los textos clásicos hasta mediados del siglo XVI. Compuso numerosos trabajos históricos y litúrgicos, tratados de astronomía y geografía, diálogos, enciclopedias, biografías de personas ilustres, textos teológicos y eclesiásticos, un código de reglas monacales, ensayos valorativos sobre el Antiguo y Nuevo Testamento, y un diccionario de sinónimos. La historia de los visigodos, es la única fuente de información sobre los godos. También escribió historia de los vándalos y de los suevos.

Su episcopado duró treinta y siete años, bajo seis reyes, completó la obra comenzada por San Leandro, que fue de convertir a los visigodos del arrianismo al catolicismo. Su principal preocupación como obispo fue la de lograr una madurez cultural y moral del clero español. Fundó un colegio eclesiástico, prototipo de los futuros seminarios, dedicándose personalmente a la instrucción de los candidatos al sacerdocio. Otro de los grandes servicios que San Isidoro prestó a la Iglesia española fue el de completar el misal y el breviario mozárabes, que San Leandro había empezado a adaptar de la antigua liturgia española. Cuando sintió que iba a morir, pidió perdón públicamente por todas sus faltas, perdonó a sus enemigos y suplicó al pueblo que rogara a Dios por él. Distribuyendo entre los pobres el resto de sus posesiones, volvió a su casa y murió apaciblemente el 4 de abril del año 636 a la edad de 80 años. El año 1063 fue trasladado su cuerpo a León, donde hoy recibe culto en la iglesia de su nombre. El papa Inocencio XIII lo declaró Doctor de la Iglesia, en 1722.

El lienzo está realizado para ser contemplado desde un punto de vista bajo, ya que fueron creadas para estar colgadas en la Sacristía de la Catedral de Sevilla, por lo que destaca la pincelada fluida y pastosa empleada por el maestro, sobre todo en la túnica y en la capa. Sin embargo, Murillo no ha renunciado a recoger a la perfección la actitud serena y concentrada del santo, sujetando de manera solemne en báculo de obispo con su mano derecha mientras que con la izquierda sostiene el libro que alude a su actividad de escritor de asuntos teológicos en la España visigoda. El santo patrono de la ciudad sevillana y Doctor de la Iglesia recorta su monumental figura ante un cortinaje oscuro que deja ver una columna y un celaje en la zona de la derecha, resultando una composición de gran belleza.

viernes, 21 de abril de 2017

La pesca milagrosa

La pesca milagrosa. 1444. Obra de Konrad Witz.
Temple sobre tabla, 132 × 154 cm
Museo de arte e historia, Ginebra,  Suiza

La pesca milagrosa es la obra más conocida del pintor del gótico flamenco suizo Konrad Witz. Pintada al temple sobre tabla, data del año 1444. En el marco se puede leer "Hoc opus pinxit magister conradus sapientis de Basilea 1444, esto es, esta obra fue pintada por el maestro Konrad Witz de Basilea en 1444. Es un fragmento del retablo de san Pedro que se cree  pudo estar destinado para la catedral de San Pedro en Ginebra. En esta obra se representa el episodio del evangelio de hoy viernes de la octava pascual: la pesca milagrosa que aparece en el capítulo 21 del Evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: - «Me voy a pescar.» Ellos contestan: - «Vamos también nosotros contigo.» Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: - «Muchachos, ¿tenéis pescado?» Ellos contestaron: - «No.» Él les dice: - «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.» La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: - «Es el Señor.» Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: - «Traed de los peces que acabáis de coger.» Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: - «Vamos, almorzad.» Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

En primer plano, a la derecha, aparece la figura monumental de Cristo, medio vuelto de espaldas y envuelto en una capa de intenso color rojo, color que simboliza su pasión. Parece estar flotando por encima de las aguas, esto se debe a querer acentuar ser un milagro ocurrido después de la Resurrección, por lo que aparece como una aparición posterior a la muerte. En segundo plano aparecen los apóstoles, en su barca, recogiendo con dificultades las redes llenas de peces. Vemos la figura de Pedro en la barca y nadando hacia el maestro que espera en la orilla y que ha sido reconocido por Juan. Los apóstoles están representados de manera realista, como personas normales aunque llevan halo debido a la santidad de estos y la convención iconográfica, por ejemplo la figura de Pedro es reconocible por su iconografía, o el joven Juan . Se logran efectos de transparencia de las aguas a través de la técnica de finas veladuras que hace que una capa de color nos muestre la otra subyacente. Detrás se ve un paisaje umbrío, en tonos verde oscuro y con el cielo grisáceo, que se pretende representar con realismo, en una de las primeras representaciones paisajísticas que pretenden ser veraces, al reflejar el lago Lemán o lago de Ginebra en calma, con gran realismo en las aguas. Es uno de los primeros cuadros occidentales que representan un paisaje perfectamente identificable. Los montes que quedan detrás son claramente reconocibles: el Salève o el Dôle que es el que queda encima de la cabeza de Cristo y tiene un perfil muy fácil de reconocer. Las cabezas de las figuras están repintadas ya que fueron dañadas durante el más intenso período de iconoclasia protestante.

sábado, 15 de abril de 2017

Cristo Yacente


 Cristo Yacente, 1625-30. Obra de Gregorio Fernandez
Talla de madera policromada
Museo Nacional de Escultura, Valladolid. España

¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey duerme. La tierra está temerosa y sobrecogida, porque Dios se ha dormido en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo. Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción al abismo.


Va a buscar a nuestro primer padre como si éste fuera la oveja perdida. Quiere visitar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte. El, que es al mismo tiempo Dios e Hijo de Dios, va a librar de sus prisiones y de sus dolores a Adán y a Eva.

El Señor, teniendo en sus manos las armas vencedoras de la cruz, se acerca a ellos. Al verlo, nuestro primer padre Adán, asombrado por tan gran acontecimiento, exclama y dice a todos: «Mi Señor esté con todos». Y Cristo, respondiendo, dice a Adán: «Y con tu espíritu». Y, tomándolo por la mano, lo levanta, diciéndole: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz».

Yo soy tu Dios, que por ti y por todos los que han de nacer de ti me he hecho tu hijo; y ahora te digo que tengo el poder de anunciar a los que están encadenados: "Salid", y a los que se encuentran en las tinieblas: "Iluminaos", y a los que duermen: "Levantaos".

A ti te mando: Despierta, tú que duermes, pues no te creé para que permanezcas cautivo en el abismo; levántate de entre los muertos, pues yo soy la vida de los muertos. Levántate, obra de mis manos; levántate, imagen mía, creado a mi semejanza. Levántate, salgamos de aquí, porque tú en mí, y yo en ti, formamos una sola e indivisible persona.

Por ti, yo, tu Dios, me he hecho tu hijo; por ti, yo, tu Señor, he revestido tu condición servil; por ti, yo, que estoy sobre los cielos, he venido a la tierra y he bajado al abismo; por ti, me he hecho hombre, semejante a un inválido que tiene su cama entre los muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto, he sido entregado a los judíos en el huerto, y en el huerto he sido crucificado.


Contempla los salivazos de mi cara, que he soportado para devolverte tu primer aliento de vida; contempla los golpes de mis mejillas, que he soportado para reformar, de acuerdo con mi imagen, tu imagen deformada; contempla los azotes en mis espaldas, que he aceptado para aliviarte del peso de los pecados, que habían sido cargados sobre tu espalda; contempla los clavos que me han sujetado fuertemente al madero, pues los he aceptado por ti, que maliciosamente extendiste una mano al árbol prohibido.


Dormí en la cruz, y la lanza atravesó mi costado, por ti, que en el paraíso dormiste, y de tu costado diste origen a Eva. Mi costado ha curado el dolor del tuyo. Mi sueño te saca del sueño del abismo. Mi lanza eliminó aquella espada que te amenazaba en el paraíso.

Levántate, salgamos de aquí. El enemigo te sacó del paraíso; yo te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celeste. Te prohibí que comieras del árbol de la vida, que no era sino imagen del verdadero árbol; yo soy el verdadero árbol, yo, que soy la vida y que estoy unido a ti. Coloqué un querubín que fielmente te vigilara; ahora te concedo que el querubín, reconociendo tu dignidad, te sirva.

El trono de los querubines está a punto, los portadores atentos y preparados, el tálamo construido, los alimentos prestos; se han embellecido los eternos tabernáculos y moradas, han sido abiertos los tesoros de todos los bienes, y el reino de los cielos está preparado desde toda la eternidad».

(De una homilía antigua sobre el grande y santo Sábado (PG 43, 439.451.462-463)


jueves, 13 de abril de 2017

Última Cena


Última cena. 1570. Obra de Tintoretto
Óleo sobre lienzo, 228x535 cm
 Iglesia de San Trovaso, Venecia. Italia

Última cena o Lavatorio. 1549. Obra de Tintoretto
Óleo sobre lienzo. 210 cm x 533 cm
Museo del Prado, Madrid. España

Hoy día de Jueves Santo he escogido dos imágenes de un mismo autor, Jacopo Robusti Tintoretto debido a que tal día como hoy la Iglesia celebra en una misma celebración diferentes cosas y en ellos se aprecia muy bien el sentido litúrgico espiritual del día. Por una parte, la institución de la eucaristía,  la del sacerdocio y el amor fraterno, servicio, caridad.

En el cuadro de arriba podemos ver como Cristo, sacerdote eterno distribuye la comunión  la eucaristía  su cuerpo a los discípulos y como éstos hacen extensiva la misma a cuantos a ella se acercan, pobres, enfermos y niños, gozan de sus beneficios y bondades. Solo un personaje queda fuera, ¿Judas, quizás? o es representación de la libre voluntad del hombre de no aceptar el misterio eucarístico distribuido en la iglesia y que es presencia real del salvador entre nosotros.

pero la eucaristía repartida y celebrada por Cristo y después por los discípulos y los sacerdotes de la Iglesia  ha de ser un fiel reflejo del servicio y la entrega, reflejada en el segundo cuadro, en el que vemos a Jesús en el momento cuando se dispone a lavar los pies de San Pedro, como ejemplo de humildad y servicio al prójimo. A la derecha arriba se vislumbra la celebración de la Última Cena en otra estancia, como ejemplo de intimidad.

Dos cuadros que nos dan las claves para entender  los diferentes aspectos de este día santo y ayudados con la meditación de las lecturas de hoy  (Libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14; Primera carta del apóstol San Pablo a los corintios 11, 23-26; Evangelio según San Juan 13, 1-15) podremos entregarnos, al comienzo de este triduo pascual, a entrar con Cristo en el misterio admirable de la redención.