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lunes, 1 de junio de 2015

Martirio de ...

Martirio de los priores de las cartujas inglesas de Londres, Nottingham y Axholme, 1626 - 1632
Óleo sobre lienzo, 337 cm x 298 cm
Museo del Prado, Madrid. España.

En esta escena se alude a la convulsión religiosa que representó la ruptura de Enrique VIII con la Iglesia católica y la monarquía española, que se visualiza en el ciclo del Paular a través de los martirios y muertes de varios de los miembros más destacados de los cartujos ingleses. 

La serie de pinturas realizada para el claustro de la cartuja de El Paular (Rascafría, Madrid) encargada a Vicente Carducho en 1626, formada por un conjunto de 56 obras con escenas de la vida de San Bruno (1-27) e historias de cartujos (28-54), más dos escudos (55 y 56).

Vemos en este lienzo la prisión de John Houghton, Robert Lawrence y Agustine Webster, priores de las cartujas de Londres, Nottingham y Axholme respectivamente. El lugar de su encierro y muerte fue la Torre de Londres.

Al leer hoy las actas del martirio de san Justino, del que celebramos su memoria, no he podido evitar trasportarlas a cualquier época histórica en la que tantos han dado su vida por Cristo con los mismos argumentos, ser Cristiano y lo que ello significa y conlleva. Por eso hoy podemos mirar a este cuadro recordando tantos actos martiriales que nos conducen a la misma conclusión tras la respuesta llena de seguridad de los mártires; "Es nuestro deseo más ardiente el sufrir por amor de nuestro Señor Jesucristo, para ser salvados. Este sufrimiento nos dará la salvación y la confianza ante el tribunal de nuestro Señor y Salvador, que será universal y más terrible que éste".

Les dejo aquí, para su reflexión, el relato referido: 

Apresados los santos, fueron conducidos ante el prefecto de Roma, de nombre Rústico. Llegados ante el tribunal, el prefecto Rústico dijo a Justino: «Ante todo cree en los dioses y obedece a los emperadores». Justino contestó: «El hecho de que obedezcamos los preceptos de nuestro Salvador Jesucristo no puede ser objeto ni de acusación ni de detención». Rústico replicó: «¿Qué doctrinas profesas?» Justino dijo: «Me he esforzado por conocer todas las doctrinas, y sigo las verdaderas doctrinas de los cristianos, aunque desagrade a aquellos que son presa de sus errores». Rústico replicó: «¿Estas doctrinas te agradan a ti, desgraciado?» Justino contestó: «Sí, porque profeso la verdadera doctrina siguiendo a los cristianos». Rústico preguntó: «¿Qué doctrinas son ésas?» Justino contestó: «Adoramos al Dios de los cristianos, que es uno, y creador y artífice de todo el universo, de las cosas visibles e invisibles; creemos en nuestro Señor Jesucristo como Hijo de Dios, anunciado por los profetas como el que había de venir al género humano, mensajero de salvación y maestro de insignes discípulos. Yo soy un hombre indigno para poder hablar adecuadamente de su infinita divinidad; reconozco que para hablar de él es necesaria la virtud profética, pues fue profetizado, como te dije, que éste, de quien he hablado, es el Hijo de Dios. Yo sé que los profetas que vaticinaron su venida a los hombres recibían su inspiración del cielo».

Rústico preguntó: «¿Luego tú eres cristiano?» Justino respondió: «Sí, soy cristiano». El prefecto dijo a Justino: «Escucha, tú que te las das de saber y conocer las verdaderas doctrinas; si después de azotado mando que te corten la cabeza, ¿crees que subirás al cielo?» Justino contestó: «Espero que entraré en la casa del Señor si soporto todo lo que tú dices; pues sé que a todos los que vivan rectamente les está reservada la recompensa divina hasta el fin de los siglos». El prefecto Rústico preguntó: «Así, pues, ¿te imaginas que cuando subas al cielo recibirás la justa recompensa?» Justino contestó: «No me lo imagino, sino que lo sé y estoy cierto». El prefecto Rústico dijo: «Vamos al asunto que nos interesa y nos apremia. Poneos de acuerdo y sacrificad a los dioses». Justino respondió: «Nadie, a no ser por un extravío de su razón, pasa de la piedad a la impiedad». Rústico replicó: «Si no hacéis lo que os mandamos, seréis torturados sin misericordia». Justino contestó: «Es nuestro deseo más ardiente el sufrir por amor de nuestro Señor Jesucristo, para ser salvados. Este sufrimiento nos dará la salvación y la confianza ante el tribunal de nuestro Señor y Salvador, que será universal y más terrible que éste».

Igualmente, los otros mártires dijeron: «Haz lo que quieras; somos cristianos y no sacrificaremos a los ídolos». El prefecto Rústico pronunció la sentencia, diciendo: «Por no haber querido sacrificar a los dioses ni obedecer la orden del emperador, que sean azotados y conducidos al suplicio, para sufrir la pena capital de acuerdo con las leyes». Los santos mártires, glorificando a Dios, fueron conducidos al lugar acostumbrado; allí fueron decapitados y consumaron su martirio en la confesión de nuestro Señor Jesucristo.


De las Actas del martirio de san Justino y compañeros (Caps 1-5: cf PG 6, 1366-1371)

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Rodríguez Losada. Mártir

Una mártir en tiempos de Diocleciano, 1870. José María Rodríguez de Losada 
Óleo sobre lienzo, 50 × 38 cm
Museo Romantico, Madrid. España

Leyendo el evangelio de hoy, Lucas 21, 12-19, me viene a la memoria este cuadro, anónimo por el tema y el personaje pero lleno de significado en todos los tiempos. 

El texto dice así: 

Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio.

Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.

Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía.

Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

El lienzo representa a una mártir cristiana en tiempos del emperador Diocleciano, que persiguió a los cristianos. El cuerpo de la mártir está cubierto con una túnica blanca, tendido sobre un potro de tortura, con los pies y las muñecas atadas mediante cordeles. A los pies de la víctima, se encuentra el tajo con el hacha ensangrentada. Esta obra se inspira en los maestros españoles del siglo XVII, de tendencia tenebrista. 

sábado, 1 de junio de 2013

Martirio de ...


Martirio de los priores de las cartujas inglesas de Londres, Nottingham y Axholme, 1626 - 1632
Óleo sobre lienzo, 337 cm x 298 cm
Museo del Prado, Madrid. España.

En esta escena se alude a la convulsión religiosa que representó la ruptura de Enrique VIII con la Iglesia católica y la monarquía española, que se visualiza en el ciclo del Paular a través de los martirios y muertes de varios de los miembros más destacados de los cartujos ingleses. 

La serie de pinturas realizada para el claustro de la cartuja de El Paular (Rascafría, Madrid) encargada a Vicente Carducho en 1626, formada por un conjunto de 56 obras con escenas de la vida de San Bruno (1-27) e historias de cartujos (28-54), más dos escudos (55 y 56).

Vemos en este lienzo la prisión de John Houghton, Robert Lawrence y Agustine Webster, priores de las cartujas de Londres, Nottingham y Axholme respectivamente. El lugar de su encierro y muerte fue la Torre de Londres.

Al leer hoy las actas del martirio de san Justino, del que celebramos su memoria, no he podido evitar trasportarlas a cualquier época histórica en la que tantos han dado su vida por Cristo con los mismos argumentos, ser Cristiano y lo que ello significa y conlleva. Por eso hoy podemos mirar a este cuadro recordando tantos actos martiriales que nos conducen a la misma conclusión tras la respuesta llena de seguridad de los mártires; "Es nuestro deseo más ardiente el sufrir por amor de nuestro Señor Jesucristo, para ser salvados. Este sufrimiento nos dará la salvación y la confianza ante el tribunal de nuestro Señor y Salvador, que será universal y más terrible que éste".

Les dejo aquí, para su reflexión, el relato referido: 

Apresados los santos, fueron conducidos ante el prefecto de Roma, de nombre Rústico. Llegados ante el tribunal, el prefecto Rústico dijo a Justino:

«Ante todo cree en los dioses y obedece a los emperadores».

Justino contestó:

«El hecho de que obedezcamos los preceptos de nuestro Salvador Jesucristo no puede ser objeto ni de acusación ni de detención».

Rústico replicó:

«¿Qué doctrinas profesas?»

Justino dijo:

«Me he esforzado por conocer todas las doctrinas, y sigo las verdaderas doctrinas de los cristianos, aunque desagrade a aquellos que son presa de sus errores».

Rústico replicó:

«¿Estas doctrinas te agradan a ti, desgraciado?» Justino contestó:

«Sí, porque profeso la verdadera doctrina siguiendo a los cristianos».

Rústico preguntó:

«¿Qué doctrinas son ésas?»

Justino contestó:

«Adoramos al Dios de los cristianos, que es uno, y creador y artífice de todo el universo, de las cosas visibles e invisibles; creemos en nuestro Señor Jesucristo como Hijo de Dios, anunciado por los profetas como el que había de venir al género humano, mensajero de salvación y maestro de insignes discípulos. Yo soy un hombre indigno para poder hablar adecuadamente de su infinita divinidad; reconozco que para hablar de él es necesaria la virtud profética, pues fue profetizado, como te dije, que éste, de quien he hablado, es el Hijo de Dios. Yo sé que los profetas que vaticinaron su venida a los hombres recibían su inspiración del cielo».

Rústico preguntó:

«¿Luego tú eres cristiano?»

Justino respondió:

«Sí, soy cristiano».

El prefecto dijo a Justino:

«Escucha, tú que te las das de saber y conocer las verdaderas doctrinas; si después de azotado mando que te corten la cabeza, ¿crees que subirás al cielo?»

Justino contestó:

«Espero que entraré en la casa del Señor si soporto todo lo que tú dices; pues sé que a todos los que vivan rectamente les está reservada la recompensa divina hasta el fin de los siglos».

El prefecto Rústico preguntó:

«Así, pues, ¿te imaginas que cuando subas al cielo recibirás la justa recompensa?»

Justino contestó:

«No me lo imagino, sino que lo sé y estoy cierto». El prefecto Rústico dijo:

«Vamos al asunto que nos interesa y nos apremia. Poneos de acuerdo y sacrificad a los dioses».

Justino respondió:

«Nadie, a no ser por un extravío de su razón, pasa de la piedad a la impiedad».

Rústico replicó:

«Si no hacéis lo que os mandamos, seréis torturados sin misericordia».

Justino contestó:

«Es nuestro deseo más ardiente el sufrir por amor de nuestro Señor Jesucristo, para ser salvados. Este sufrimiento nos dará la salvación y la confianza ante el tribunal de nuestro Señor y Salvador, que será universal y más terrible que éste».

Igualmente, los otros mártires dijeron:

«Haz lo que quieras; somos cristianos y no sacrificaremos a los ídolos».

El prefecto Rústico pronunció la sentencia, diciendo:

«Por no haber querido sacrificar a los dioses ni obedecer la orden del emperador, que sean azotados y conducidos al suplicio, para sufrir la pena capital de acuerdo con las leyes».

Los santos mártires, glorificando a Dios, fueron conducidos al lugar acostumbrado; allí fueron decapitados y consumaron su martirio en la confesión de nuestro Señor Jesucristo.

De las Actas del martirio de san Justino y compañeros (Caps 1-5: cf PG 6, 1366-1371)

lunes, 6 de mayo de 2013

Mártires


Fotografía del Beato Martín Martínez Pascual. 
Nacido el 11 de noviembre de 1910 en Valdealgorfa (Teruel) 
Fusilado el 18 de agosto de 1936 Siétamo (Huesca). 
Presbítero Católico

La lectura del  evangelio según san Juan (15,26-16,4a) de hoy me hace pensar mucho sobre la imagen de cuantos a través de la Historia han dado testimonio de Cristo, un testimonio que sin duda ha sido sostenido por la fuerza del Espíritu Santo. No solo es que hayan sido insultados, calumniados, perseguidos o privados de su libertad, sino que han llegado a dar su vida por Cristo, Solo, y como única razón, testimoniar la Verdad que es Cristo, no renunciar a él y no plegarse a falsos conceptos que empequeñecen su valiente y radical seguimiento. 

Es tremendo escucha palabras  como, os he hablado de esto, para que no tambaleéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Pensamos que son palabras del pasado, cuando las primeras persecuciones eran propiciadas por los emperadores romanos y que finalizaron con la paz Constantino en el siglo IV. Me vienen a la memoria algunos casos posteriores, aunque olvidaré otros que sin duda Dios los tendrá en su eterna compañía. 

Mártires de Sebaste
Mártires de Marrakech
Mártires de Córdoba
Mártires de Cajonos
Mártires de Inglaterra y Gales
Mártires de Canada
Mártires del Brasil
Mártires de Uganda
Mártires de Japón
Mártires de China
Mártires de Corea
Mártires de la Persecución contra la Iglesia Méjico
Mártires de la Persecución contra la Iglesia en España
Mártires de la Iglesia Ortodoxa del s. XX
Mártires de la Segunda Guerra Mundial
Mártires de Sudán
Mártires de Camboya
Mártires de Vietnam
Mártires de República Democrática del Congo
Mártires de Oriente Medio
etc, etc, ...

Posiblemente en los veinte siglos que la Iglesia lleva anunciando el evangelio, nunca tantos mártires como en el siglo XX fueron llevados al patíbulo por odio a la fe. Hombres y mujeres que dieron testimonio de manera valiente en todo el mundo. Hombre y mujeres que tenían una mirada limpia y decidida como la que contemplamos hoy en el beato Martin, (su foto fue tomada instantes antes de su ejecución) Martires por Cisto asistidos por el Espíritu Santo que no dudaron de Él y que dieron testimonio sin tambalear ni temer y que sin duda se acordaron de esta palabras del Maestro:

"Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
Os he hablado de esto, para que no tambaleéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho."


(Jn 15,26-16,4a)

Les dejo dos interesantes artículos sobre el martirio y sobre la situación actual.