Cristo yacente adorado por el papa Pío V. 1572. Parrasio Micheli
Óleo sobre cobre. Medidas: 42 cm x 30 cm.
Museo del Prado. Madrid.
Nos recuerda el Martirologio romano la egregia figura del papa san Pío V, cuya vida y labor se sitúa en la etapa posterior al Concilio de Trento, cobrando especial relieve su labor en la promulgación de la Liturgia de la Iglesia y en su preocupación por la vida espiritual. Su condición de dominico le llevó a impulsar la devoción del Santo Rosario, especialmente con motivo de la creación de la Liga Santa, que habría de enfrentarse con los turcos en la batalla de Lepanto.
Hemos escogido para ilustrar su figura un magnífico cobre de Michele Parrasio. Hijo de un patricio veneciano, Michele Parrasio se formó en el taller de Tiziano para asociarse más tarde con Veronés, quien según cuenta Ridolfi, le proporcionaba dibujos para composiciones. Entre éstos figura uno conservado en el British Museum de Londres que reproduce la figura de Cristo muerto y el esqueleto bajo el lecho acompañados de la inscripción Qui mortem nostram muriendo destruxit.
Parrasio se sirvió en dos ocasiones del dibujo de Veronés: en esta obra y en un cuadro de altar para la iglesia veneciana de San Giuseppe realizado en 1573, que muestra al propio pintor adorando el cuerpo de Cristo. Dejando a un lado medidas y soportes, la pintura de San Giuseppe y ésta del Prado son idénticas, distinguiéndose únicamente porque en la segunda Parrasio ha sido sustituido por el papa Pío V, fallecido en 1572.
El contenido eucarístico de la pintura enlaza con la defensa hecha por el Concilio de Trento en su vigésimo tercera sesión (1551) de la teoría de la transubstanciación o conversión total del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo mediante el sacramento de la Eucaristía.Desconocemos cuando adquirió esta obra Felipe II que la depositó en El Escorial. Probablemente, y como sucediera con la otra pintura de Parrasio en su poder, la Alegoría del nacimiento del infante don Fernando, fue .remitida por el pintor sin que se le solicitase para ganar el favor del monarca y conseguir futuros encargos. De El Escorial pasó al Museo del Prado
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