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viernes, 3 de noviembre de 2017

Jean van Eyck. La Fuente de la Gracia y el Triunfo de la Iglesia

La Fuente de la Gracia y el Triunfo de la Iglesia. 1430.  Jean Van Eyck
Óleo sobre tabla. Medidas: 181 cm x 119 cm.
Museo del Prado. Madrid. España

Digo la verdad en Cristo; mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento. Siento una gran pena y un dolor incesante en mi corazón, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne, quisiera incluso ser un proscrito lejos de Cristo. Ellos descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes, según la carne, nació el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén.

Leemos en la Eucaristía de hoy este texto de la Carta del Apóstol san Pablo a los Romanos. Se contrapone el nuevo pueblo de Dios, que reconoce a Cristo como el cumplimiento de todo lo prometido, al pueblo de Israel que no sólo rechaza a Jesucristo, sino que lo concdena a muerte. Esta contraposición se plasmó iconográficamente en obras como la que hoy contemplamos.

La representación está realizada en tres planos. En el superior se encuentra Cristo en el trono, entre la Virgen y San Juan Evangelista, con el Cordero a los pies, de donde brota un manantial. En el medio aparecen ángeles músicos y cantores. En el plano inferior se representan a la izquierda reyes, nobles, papas, teólogos, y a la derecha varios judíos confusos y en fuga, uno de ellos con los ojos vendados.

Las Sagradas Formas que manan con el agua dan al tema un claro significado eucarístico y convierten el agua en símbolo de Gracia, que ilumina a la Iglesia Triunfante y ciega a la Sinagoga, es decir, a los judíos que no reconocen a Cristo.

El cuadro está basado en el Políptico de los hermanos van Eyck en la catedral de San Bavón de Gante, aunque existen ciertas diferencias, especialmente el mayor desarrollo de la arquitectura del baldaquino, dispuesto en las tres terrazas, y la posición del Cordero a los pies del Creador. La obra se localiza en España desde mediados del siglo XV cuando fue donado por Enrique IV al Monasterio del Parral de Segovia.

lunes, 23 de febrero de 2015

Jan van Eyck. El Juicio Final

El Juicio final. 1435-1440. Jan van Eyck
Óleo sobre tabla. Medidas: 55 x 19 cm por tabla
 Museo Metropolitano de Arte. Nueva York

Contemplamos la imagen del Juicio Final, con la que la liturgia nos invita a revisar nuestra vida cristiana mirando a nuestro prójimo. Este tema tuvo una hondo repercusión en la iconografía cristiana. Hoy contemplamos un díptico de Van Eyck, que nos muestra a la izquierda la Crucifixión del Señor; y, a la derecha, el Juicio final.

Estas pinturas exquisitas, yuxtaponiendo el sacrificio de Cristo para la salvación de la humanidad con el Juicio Final, son de Jan van Eyck, el pintor más célebre de la Europa del siglo XV, y un asistente. La crucifixión se presenta como una visión de un personaje ante un paisaje lejano, sorprendente por su profundidad y sutileza de la descripción. Por el contrario, el juicio final está organizado hieráticamente en tres niveles.

En el nivel superior Cristo preside el tribunal que juzga el mundo. En el centro, los muertos resucitan al toque de los ángeles que rodean al Señor, tanto en la tierra como en el mar. Por último, en la parte inferior, aparece el infierno y los condenados, dentro de una caverna que preside el esqueleto de la muerte.


domingo, 18 de enero de 2015

Hubert y Jan van Eyck. La Adoración del Cordero Místico.

La Adoración del Cordero Místico. 1432. Hubert y Jan van Eyck
Óleo sobre tabla. Políptico completo: 350 cm x 223 cm
Catedral de San Babón. Gante (Bélgica)

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.» 

Así comienza el Evangelio que leemos hoy en la Eucaristía. Juan señala a Jesús, y dice de él que será el Cordero de Dios, es decir, que se ofrecerá en sacrificio para la salvación de todo el pueblo.

Esto nos va a permitir una obra maestra de la pintura gótica: el retablo la Adoración del Cordero Místico. También conocido como Altar de Gante, es un políptico de doce tablas al óleo realizado por los hermanos Hubert y Jan van Eyck, por encargo de Joos Vyd y su esposa, Elisabeth Borluut. Fue pensado para la iglesia de San Juan de Gante (actual Catedral de San Bavón), donde aún permanece.

El tema central es la narración bíblica sobre la redención del hombre por el sacrificio de Jesús, ofreciendo una lectura de la Teología cristiana desde la Anunciación (en su exterior) hasta la Adoración del Cordero (en su interior). Normalmente se mostraba cerrado, pero en las festividades se abría, dejando a la vista los colores vibrantes del interior.


El panel inferior central muestra la escena principal, la Adoración del Cordero Místico, representando al Hijo de Dios y su Eucaristía. Se trata de una obra fundamental en la historia de la pintura ya que ofrece un nuevo campo de visión naturalista, resultado de ampliar sobre una tabla escenas y representaciones que hasta entonces solo fueron accesibles a los conocedores de las miniaturas.

La sangre de Jesús es recogida en la copa. En el cielo surge la paloma, símbolo del Espíritu Santo, que ilumina la escena. El Cordero está rodeado por catorce ángeles, algunos de ellos con los símbolos de la Pasión (la cruz, la columna, la corona de espinas, la lanza, la esponja). Delante, la fuente de la vida de la que nace un arroyo, cubierto de joyas.

En la escena se observa una campiña con una ciudad al fondo. Esta campiña presidida por el trono del Cordero es un espacio que alberga un despliegue de numerosas figuras y detalles prodigiosamente concretos. Una ola de luz penetra toda la naturaleza, liga sin brusquedad todos los ambientes y une armoniosamente todas las materias, desde las telas de los ropajes y los metales de las hebillas y coronas hasta la piel de los rostros, las hojas de los árboles y los edificios del fondo.


Los cuatro grupos que adoran al Cordero son:

Un grupo de judíos, sosteniendo el Libro Sagrado. Junto a ellos, los paganos, representado por sus caras orientalizantes y diversidad de sombreros y tocados. Dentro de este grupo, destaca la figura de blanco que pudiera ser probablemente el poeta romano Virgilio.

La iglesia católica, donde figuran los doce Apóstoles en primer término y detrás santos y papas. Se reconoce entre los santos a San Esteban portando las rocas con que fue martirizado.

Mártires masculinos, portando palmas.

Mártires femeninos, que también portan palmas.

El paisaje representa el Jerusalén celestial. Hay plantas parecidas a las mediterráneas. En el horizonte se ven colinas, montañas y ciudades, creyéndose reconocer en la torre que queda detrás del altar el campanario de Utrecht.

viernes, 19 de julio de 2013

Jan van eyck. La fuente de la Gracia

La Fuente de la Gracia y Triunfo de la Iglesia sobre la Sinagoga. 1430. Escuela de Jan van Eyck
Óleo sobre tabla. Medidas: 181 cm x 119 cm.
Museo del Prado. Madrid España.

El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. No comeréis de ella nada crudo ni cocido en agua, sino asado a fuego: con cabeza, patas y entrañas. No dejaréis restos para la mañana siguiente; y, si sobra algo, lo quemaréis. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor.

La primera lectura de la Eucaristía de hoy nos propone el anterior texto, que nos describe la institución de la fiesta judía de la Pascua. Se trata de la intervención de Dios en la historia, para liberar a su pueblo. Dicha intervención alcanza su plenitud en la Pascua de Cristo, el verdadero cordero de Dios que quita los pecados del mundo, con cuyo sacrificio en la Cruz somos rescatados todos los hombres.

Durante la época gótica fue usual representar ambos aspectos del misterio pascual de Cristo, contraponiendo a la Sinagoga, es decir, la fe de Israel que niega a Cristo, con la Iglesia. Aquella es ciega, ésta ha recibido la plenitud de la gracia. Y en el centro, está el cordero, sobre el cual está Cristo.

La representación está realizada en tres planos. En el superior se encuentra Cristo en el trono, entre la Virgen y San Juan Evangelista, con el Cordero a los pies, de donde brota un manantial. En el medio aparecen ángeles músicos y cantores. En el plano inferior se representan a la izquierda reyes, nobles, papas, teólogos, y a la derecha varios judíos confusos y en fuga, uno de ellos con los ojos vendados. 

Las Sagradas Formas que manan con el agua dan al tema un claro significado eucarístico y convierten el agua en símbolo de Gracia, que ilumina a la Iglesia Triunfante y ciega a la Sinagoga, es decir, a los judíos que no reconocen a Cristo. 

El cuadro está basado en el Políptico de los hermanos van Eyck en la catedral de San Bavón de Gante, aunque existen ciertas diferencias, especialmente el mayor desarrollo de la arquitectura del baldaquino, dispuesto en las tres terrazas, y la posición del Cordero a los pies del Creador. 

La obra se localiza en España desde mediados del siglo XV cuando fue donado por Enrique IV al Monasterio del Parral de Segovia.