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miércoles, 1 de noviembre de 2017

Maestro de la Familia Artés. El Juicio Final

El Juicio Final. 1500-1520. Maestro de la Familía Artés
Óleo sobre tabla. Medidas: 200 cm x 130 cm.
Museo de Arte de Sao Paulo. Brasil.

Contemplamos hoy la escena del Juicio Final, en la solemnidad de Todos los Santos. Lo hacemos a través de una tabla del llamado Maestro de la Familia Artés. Se trata de un pintor anónimo catalán, activo en Valencia alrededor del año 1500. Se le considera en el círculo del Renacimiento hispano, confluyendo en su estilo las influencias pictóricas flamencas, italianas y provenzales, con imaginación académica notable y agudo sentido cromático.

La tabla está dividida en dos partes verticales. La superior está presidida por Cristo resucitado, que muestra las llagas de la Crucifixión y ostenta un manto púrpura. A su derecha está el coro de las vírgenes, encabezado por María, y a la izquierda el de los santos. El ámbito celestial se encuentra delimitado por estructuras almenadas, que simbolizan la ciudad celestial, a la que se refiere el Libro del Apocalipsis.

Justo debajo de él se encuentra una estructura abovedada, dentro de la cual se representa el milagro de la Misa de San Gregorio. A la izquierda se representan los réprobos, distinguiéndose a Judas ahorcado; en el centro un mar de fuego en el que se distinguen varios personajes, entre ellos un eclesiástico; y, por último, debajo, un pozo en que los demonios arrojan las almas condenadas.

A la izquierda, en la parte superior, un ángel va subiendo las almas que se levan en una piscina llena de sangre (son los que lavan sus vestiduras en la Sangre del Cordero); debajo hay una especie de nicho (el limbo de los justos), en el que están sentados varios niños; por último, en la parte inferior, se ve una especie de piscina con tres personajes, que podría responder al Purgatorio en el que son purificadas las almas.

martes, 1 de noviembre de 2016

Maestro de la Familia Artés. El Juicio Final

El Juicio Final. 1500-1520. Maestro de la Familía Artés
Óleo sobre tabla. Medidas: 200 cm x 130 cm.
Museo de Arte de Sao Paulo. Brasil.

Contemplamos hoy la escena del Juicio Final, en la solemnidad de Todos los Santos. Lo hacemos a través de una tabla del llamado Maestro de la Familia Artés. Se trata de un pintor anónimo catalán, activo en Valencia alrededor del año 1500. Se le considera en el círculo del Renacimiento hispano, confluyendo en su estilo las influencias pictóricas flamencas, italianas y provenzales, con imaginación académica notable y agudo sentido cromático.

La tabla está dividida en dos partes verticales. La superior está presidida por Cristo resucitado, que muestra las llagas de la Crucifixión y ostenta un manto púrpura. A su derecha está el coro de las vírgenes, encabezado por María, y a la izquierda el de los santos. El ámbito celestial se encuentra delimitado por estructuras almenadas, que simbolizan la ciudad celestial, a la que se refiere el Libro del Apocalipsis.

Justo debajo de él se encuentra una estructura abovedada, dentro de la cual se representa el milagro de la Misa de San Gregorio. A la izquierda se representan los réprobos, distinguiéndose a Judas ahorcado; en el centro un mar de fuego en el que se distinguen varios personajes, entre ellos un eclesiástico; y, por último, debajo, un pozo en que los demonios arrojan las almas condenadas.

A la izquierda, en la parte superior, un ángel va subiendo las almas que se levan en una piscina llena de sangre (son los que lavan sus vestiduras en la Sangre del Cordero); debajo hay una especie de nicho (el limbo de los justos), en el que están sentados varios niños; por último, en la parte inferior, se ve una especie de piscina con tres personajes, que podría responder al Purgatorio en el que son purificadas las almas.

martes, 24 de noviembre de 2015

Catedral de Bourges. El Juicio Final

El Juicio Final. XIII. Anónimo
Piedra tallada
Catedral de Bourges. Francia

«Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.» Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.»

El Evangelio de este día nos habla del momento final: la llegada del Reino de Dios y el retorno glorioso del Señor. Por eso, contemplamos la magnífica fachada occidental de la Catedral de Bourges. Esta representación, aunque de estilo gótico, sigue los cánones establecidos en la época románica. La escena se presenta dividida en secciones horizontales. En el eje superior, aparece Cristo en Majestad, con los brazos extendidos, y dos ángeles que sostienen el sol y la luna: es el Señor de la entera creación, de la luz y de las tinieblas. A su derecha es izquierda, en su mismo nivel, cuatro ángeles muestran los instrumentos sagrados de la Pasión. Y, de rodillas, en el extremo de dicha banda, María y san Juan interceden por toda la humanidad.

En el centro de la banda central, está san Miguel, de pie, con una báscula para pesar las almas. A la derecha se representan, según la imagen del Evangelio, a los redimidos, que están vestidos entre vegetación y ángeles músicos. En el extremo de la derecha, bajo una arcada, aparece Abraham, en cuyo seno están las almas benditas. Pero, a la izquierda, se representan a los condenados, que están desnudos, y son empujados por los demonios hacia una caldera, cuyo fuego alimentan y avivan con fuelles. En el extremo de la izquierda, dicho recipiente puesto encima del fuego contiene las almas de quienes son destinados al tormento.

En la banda inferior, se representa la resurrección de los muertos, en el día del Juicio. Todos están desnudos, y van saliendo de sus tumbas para comparecer ante el Juez. De esta forma, vemos como los cuatro elementos clásicos de la escatología cristiana quedan representados: muerte, juicio, infierno y gloria.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Cavallini. El Juicio Final

 El Juicio Final, 1293. Pietro Cavallini
Fresco, 320 x 1400 cm
Santa Cecilia in Trastevere, Roma. Italia.

Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu palabra todopoderosa se abalanzó, como paladín inexorable, desde el trono real de los cielos al país condenado; llevaba la espada afilada de tu orden terminante; se detuvo y lo llenó todo de muerte; pisaba la tierra y tocaba el cielo. Porque la creación entera, cumpliendo tus órdenes, cambió radicalmente de naturaleza, para guardar incólumes a tus hijos. Se vio la nube dando sombra al campamento, la tierra firme emergiendo donde había antes agua, el mar Rojo convertido en camino practicable y el violento oleaje hecho una vega verde; por allí pasaron, en formación compacta, los que iban protegidos por tu mano, presenciando prodigios asombrosos. Retozaban como potros y triscaban como corderos, alabándote a ti, Señor, su libertador.

Leemos en la Eucaristía de hoy este pasaje del capítulo 18 del Libro de la Sabiduría. Sobre todo la primera frase ha sido utilizada por la liturgia para referirse a la Encarnación del Verbo, la Sabiduría de Dios, en nuestro Señor Jesucristo. Por eso, contemplamos un fresco que representa a Jesucristo Pantocrátor, sentado sobre el trono celestial y rodeado de la mandorla mística, mientras es alabado por los siete áneles.

domingo, 1 de noviembre de 2015

Maestro de la Familia Artés. El Juicio Final

El Juicio Final. 1500-1520. Maestro de la Familía Artés
Óleo sobre tabla. Medidas: 200 cm x 130 cm.
Museo de Arte de Sao Paulo. Brasil.

Contemplamos hoy la escena del Juicio Final, en la solemnidad de Todos los Santos. Lo hacemos a través de una tabla del llamado Maestro de la Familia Artés. Se trata de un pintor anónimo catalán, activo en Valencia alrededor del año 1500. Se le considera en el círculo del Renacimiento hispano, confluyendo en su estilo las influencias pictóricas flamencas, italianas y provenzales, con imaginación académica notable y agudo sentido cromático.

La tabla está dividida en dos partes verticales. La superior está presidida por Cristo resucitado, que muestra las llagas de la Crucifixión y ostenta un manto púrpura. A su derecha está el coro de las vírgenes, encabezado por María, y a la izquierda el de los santos. El ámbito celestial se encuentra delimitado por estructuras almenadas, que simbolizan la ciudad celestial, a la que se refiere el Libro del Apocalipsis.

Justo debajo de él se encuentra una estructura abovedada, dentro de la cual se representa el milagro de la Misa de San Gregorio. A la izquierda se representan los réprobos, distinguiéndose a Judas ahorcado; en el centro un mar de fuego en el que se distinguen varios personajes, entre ellos un eclesiástico; y, por último, debajo, un pozo en que los demonios arrojan las almas condenadas.

A la izquierda, en la parte superior, un ángel va subiendo las almas que se levan en una piscina llena de sangre (son los que lavan sus vestiduras en la Sangre del Cordero); debajo hay una especie de nicho (el limbo de los justos), en el que están sentados varios niños; por último, en la parte inferior, se ve una especie de piscina con tres personajes, que podría responder al Purgatorio en el que son purificadas las almas.

lunes, 23 de febrero de 2015

Jan van Eyck. El Juicio Final

El Juicio final. 1435-1440. Jan van Eyck
Óleo sobre tabla. Medidas: 55 x 19 cm por tabla
 Museo Metropolitano de Arte. Nueva York

Contemplamos la imagen del Juicio Final, con la que la liturgia nos invita a revisar nuestra vida cristiana mirando a nuestro prójimo. Este tema tuvo una hondo repercusión en la iconografía cristiana. Hoy contemplamos un díptico de Van Eyck, que nos muestra a la izquierda la Crucifixión del Señor; y, a la derecha, el Juicio final.

Estas pinturas exquisitas, yuxtaponiendo el sacrificio de Cristo para la salvación de la humanidad con el Juicio Final, son de Jan van Eyck, el pintor más célebre de la Europa del siglo XV, y un asistente. La crucifixión se presenta como una visión de un personaje ante un paisaje lejano, sorprendente por su profundidad y sutileza de la descripción. Por el contrario, el juicio final está organizado hieráticamente en tres niveles.

En el nivel superior Cristo preside el tribunal que juzga el mundo. En el centro, los muertos resucitan al toque de los ángeles que rodean al Señor, tanto en la tierra como en el mar. Por último, en la parte inferior, aparece el infierno y los condenados, dentro de una caverna que preside el esqueleto de la muerte.


domingo, 23 de noviembre de 2014

Catedral de Bourges. El Juicio Final

El Juicio Final. XIII. Anónimo
Piedra tallada
Catedral de Bourges. Francia

Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." 

Leemos en este Solemnidad de Cristo Rey el Evangelio del Juicio Final, que contemplamos esculpido en la magnífica fachada occidental de la Catedral de Bourges. Esta representación, aunque de estilo gótico, sigue los cánones establecidos en la época románica. La escena se presenta dividida en secciones horizontales. En el eje superior, aparece Cristo en Majestad, con los brazos extendidos, y dos ángeles que sostienen el sol y la luna: es el Señor de la entera creación, de la luz y de las tinieblas. A su derecha es izquierda, en su mismo nivel, cuatro ángeles muestran los instrumentos sagrados de la Pasión. Y, de rodillas, en el extremo de dicha banda, María y san Juan interceden por toda la humanidad.

En el centro de la banda central, está san Miguel, de pie, con una báscula para pesar las almas. A la derecha se representan, según la imagen del Evangelio, a los redimidos, que están vestidos entre vegetación y ángeles músicos. En el extremo de la derecha, bajo una arcada, aparece Abraham, en cuyo seno están las almas benditas. Pero, a la izquierda, se representan a los condenados, que están desnudos, y son empujados por los demonios hacia una caldera, cuyo fuego alimentan y avivan con fuelles. En el extremo de la izquierda, dicho recipiente puesto encima del fuego contiene las almas de quienes son destinados al tormento.

En la banda inferior, se representa la resurrección de los muertos, en el día del Juicio. Todos están desnudos, y van saliendo de sus tumbas para comparecer ante el Juez. De esta forma, vemos como los cuatro elementos clásicos de la escatología cristiana quedan representados: muerte, juicio, infierno y gloria.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Memling. El Juicio Final

El Juicio final. 1466-1473. Hans Memling
Óleo sobre tabla. Medidas: 242 cm x 180 cm.
Museo Nacional de Gdánsk. Polonia

Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»

A medida que avanzamos hacia el final del año litúrgico, la liturgia nos invita a considerar nuestro destino final, que la escatología cristiana ha denominado Juicio Final. Por eso, traemos hoy a nuestra contemplación una magnífica tabla de Memmling, cuya historia es, ciertamente, accidentada. La obra fue contratada para el altar de una iglesia en Florencia. Cuando el autor la concluyó, contrató su transporte desde Brujas hasta Florencia en un barco que, finalmente, fue asaltado por los piratas cerca de Londres. El pirata se llevó esta magnífica obra a su ciudad de Dantzing, de donde fue robada por las tropas napoleónicas a comienzos del siglo XIX, siendo llevada y expuesta en el Museo del Louvre. A su vez, las tropas alemanas que invadieron Francia durante la Segunda Guerra Mundial la robaron siendo, a su vez, sustraída por el Ejército Rojo, quienes la llevaron al Ermitage de San Petersburgo. Finalmente, terminó siendo devuelta a su museo original de Gdansk.

La obra es típica de Memling en lo abigarrado de las escenas y detalles. La tabla central describe el Juicio Final, con la resurrección de los muertos en la parte inferior. La tabla de la derecha describe la Gloria, y la de la izquierda el Infierno.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Maestro de la Familia Artés. El Juicio Final

El Juicio Final. 1500-1520. Maestro de la Familía Artés
Óleo sobre tabla. Medidas: 200 cm x 130 cm.
Museo de Arte de Sao Paulo. Brasil.

Contemplamos hoy la escena del Juicio Final, en la solemnidad de Todos los Santos. Lo hacemos a través de una tabla del llamado Maestro de la Familia Artés. Se trata de un pintor anónimo catalán, activo en Valencia alrededor del año 1500. Se le considera en el círculo del Renacimiento hispano, confluyendo en su estilo las influencias pictóricas flamencas, italianas y provenzales, con imaginación académica notable y agudo sentido cromático.

La tabla está dividida en dos partes verticales. La superior está presidida por Cristo resucitado, que muestra las llagas de la Crucifixión y ostenta un manto púrpura. A su derecha está el coro de las vírgenes, encabezado por María, y a la izquierda el de los santos. El ámbito celestial se encuentra delimitado por estructuras almenadas, que simbolizan la ciudad celestial, a la que se refiere el Libro del Apocalipsis.

Justo debajo de él se encuentra una estructura abovedada, dentro de la cual se representa el milagro de la Misa de San Gregorio. A la izquierda se representan los réprobos, distinguiéndose a Judas ahorcado; en el centro un mar de fuego en el que se distinguen varios personajes, entre ellos un eclesiástico; y, por último, debajo, un pozo en que los demonios arrojan las almas condenadas.

A la izquierda, en la parte superior, un ángel va subiendo las almas que se levan en una piscina llena de sangre (son los que lavan sus vestiduras en la Sangre del Cordero); debajo hay una especie de nicho (el limbo de los justos), en el que están sentados varios niños; por último, en la parte inferior, se ve una especie de piscina con tres personajes, que podría responder al Purgatorio en el que son purificadas las almas.

lunes, 27 de octubre de 2014

Francisco Pacheco. El Juicio Final.

El Juicio Final. XVII. Francisco Pacheco
Óleo sobre lienzo. Medidas: 340 cm x 236 cm.
Museo Goya de Castres. Francia

 En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz. Este texto de la Carta a los Efesios que leemos hoy nos recuerda que la Resurrección del Señor ha creado una nueva situación: los hombres, la creación entera, ha encontrado el definitivo camino a la salvación. El horizonte de esta situación es el la realización del Reino de Dios, que en el Juicio Final encuentra una expresión iconográfica.

En la obra que contemplamos de Francisco Pacheco, aparece sentado sobre un trono de nubes y ángeles Jesucristo; junto a él se encuentra la Virgen María. En una dimensión inferior, rodeado por el coro de los bienaventurados, se encuentra la Cruz erguida por un ángel. Por fin, en un tercer plano, al pie de la composición, aparece el Juicio final, con el ángel san Miguel en el centro y ángeles que tocan las trompetas que anuncian la resurrección de los difuntos para comparecer al juicio.

sábado, 28 de junio de 2014

Juan de Borgoña. Juicio final

Juicio final. 1510. Juan de Borgoña
Pintura al fresco
Sala Capitular de la Catedral de Toledo

La liturgia de este día nos recuerda, junto al Corazón de Jesús, el Corazón Inmaculado de santa María. Por eso, hemos querido contemplar el misterio del amor de Dios manifestado en Jesucristo a través de una de las Déesis más impresionantes de la pintura: la que nos dejó Juan de Borgoña, por encargo del Cardenal Cisneros, en la Sala Capitular de la Catedral de Toledo.

Cristo aparece sentado sobre la bola del mundo, con los bazos abiertos en actitud de acoger a toda la Creación. Bajo él se muestra la Cruz, envuelta en un hálito luminoso, signo de la gloria con la que aparecerá al final de los tiempos. A su derecha e izquierda están arrodillados san Juan y la Virgen en actitud orante, y envuelve toda la escena el senado de los apóstoles, sentados sobre sus tronos. Por debajo de ellos, a su derecha, están los elegidos; a su izquierda, los réprobos, con cartelas que aluden a los siete pecados capitales. Por último, bajo todos ellos, los difuntos que resucitan al toque de la trompeta para comparecer al Juicio.

El centro de la obra está en Cristo, exaltado al punto central de toda la creación. A sus pies, María y san Juan interceden por toda la Humanidad, implorando la salvación de los seres humanos. Este mensaje de amor es el que se pone de relieve en la fiesta de hoy: María intercede por nosotros en el amor ante el amor por excelencia, contenido en el Corazón de Jesús.

lunes, 10 de marzo de 2014

El Juicio Final. Tímpano de Sangüesa


El Juicio Final. Siglo XII. Leodegarius
Piedra tallada
Iglesia de Santa María la Real (Sangüesa)

El texto del Juicio Final, del capítulo 25 del Evangelio según san Mateo, que hoy nos propone la liturgia del primer lunes de Cuaresma, fue en repetidas ocasiones plasmado en piedra durante la época románica. La majestad de Cristo, como Señor y Emperador de la tierra, se apartaba de los criterios mundanos del poder, para poner el acento del destino último de los humanos en su capacidad para la caridad. Una de las representaciones más hermosas de esta escena es la tallada en el pórtico de la Iglesia de Santa María la Real de Sangüesa.

La obra está atribuida a un maestro de origen borgoñón, cuyo nombre conocemos por su propia firma en la talla de esta magnífica fachada. Cristo aparece en medio, dividiendo en dos grupos a los humanos, convocados ante el trono de su majestad por ángeles que tocan unos cuernos. A la izquierda se produce la escena del juicio de los condenados, cuyas almas son pesadas por san Miguel, y se ve a los réprobos entregados al demonio, figurado en unas máscaras que los engullen. Debajo de la escena hay una galería, con María al centro, y doce personajes que representan a los doce apóstoles.

Esta imagen nos hace considerar que la nuestro juicio ante la majestad de Dios se solventará en base a la actitud que cada uno mantuvo ante el sufrimiento ajeno, es decir, que la caridad que practicamos u olvidamos durante nuestra existencia será la medida de nuestro destino eterno, con Dios o alejados de su presencia.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Jean Cousin, el jóven. El juicio final


El juicio final, 1585. Jean Cousin, el joven. 1522–1595. 
Óleo sobre lienzo,  145x142 cm 
Museo del Louvre. Paris. Francia

Nos acercamos al final del año litúrgico y las lecturas de este domingo nos llaman a meditar sobre el final de los tiempos presentes y prepararnos al encuentro con Cristo, Juez y Señor del universo. Así el profeta Malaquías como el evangelista san Lucas nos llaman la atención a mirar a lo alto y estar preparados para la venida del salvador, Juez de vivos y muertos, Señor de la historia. 

Jesús les dijo.
Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.
...Luego les dijo.
Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.
Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio.
Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

Como dice el salmo 97, "El Señor llega para regir los pueblos con rectitud. Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. Retumbe el mar y cuanto contiene, la tierra y cuantos la habitan; aplaudan los ríos, aclamen los montes al Señor, que llega para regir la tierra. Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud."

Y la Profecía de Malaquías no advierte de la suerte de los perversos y la fortuna de los justos. Solo Dios salva a los que, como fieles y valientes testigos de su Hijo y confiados en la fuerza del Espiritu Santo, dieron la vida por quien antes les había rescatado de la muerte.

Mirad que llega el día, ardiente como un horno: malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir - dice el Señor de los ejércitos -, y no quedará de ellos ni rama ni raíz. Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Cavallini. El Juicio Final

 El Juicio Final, 1293. Pietro Cavallini
Fresco, 320 x 1400 cm
Santa Cecilia in Trastevere, Roma. Italia.

Leyendo la perícope del libro de la sabiduría que la liturgia propone para hoy me ha venido a la mente esta maravillosa imagen de Cavallini y de su maravillo fresco conservado en Roma en el que aparece Jesucristo quien es el poder de Dios y la sabiduría de Dios (1 Cor. 1,23-24). Él no es uno de un número infinito de caminos a Dios; Él es el camino, la verdad y la vida. San Juan dice (14,6) Jesús dijo, "Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí. ” "En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvados. ” (Hch. 4:12).

Él es la sabiduria del Padre, Él es el camino " la verdad, y la vida". Jesús es el camino al Padre; Él es la verdad encarnada y Él es la vida de todos los que creen en Él.  

"La sabiduría, dice el libro en el cap. 7, 22-8,1, es un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, móvil, penetrante, inmaculado, lúcido, invulnerable, bondadoso, agudo, incoercible, benéfico, amigo del hombre, firme, seguro, sereno, todopoderoso, todo vigilante, que penetra todos los espíritus inteligentes, puros, sutilísimos. La sabiduría es más móvil que cualquier movimiento, y, en virtud de su pureza, lo atraviesa y lo penetra todo; porque es efluvio del poder divino, emanación purísima de la gloria del Omnipotente; por eso, nada inmundo se le pega. Es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios e imagen de su bondad.
Siendo una sola, todo lo puede; sin cambiar en nada, renueva el universo, y, entrando en las almas buenas de cada generación va haciendo amigos de Dios y profetas; pues Dios ama sólo a quien convive con la sabiduría.
Es más bella que el sol y que todas las constelaciones; comparada a la luz del día, sale ganando, pues a éste le releva la noche, mientras que a la sabiduría no le puede el mal.

lunes, 12 de agosto de 2013

Vrancke van der Stockt. El Juicio Final


El Juicio Final.1455. Vrancke van der Stockt
 Óleo sobre tabla. Medidas: 195cm x 77cm.
Museo del Prado. Madrid. España

En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús:
-«Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día.»

La liturgia nos presenta este nuevo anuncio de Jesús de la Pasión que habría de sufrir en Jerusalén. El Señor fue preparando a sus discípulos para e misterio de la Cruz, que habría de tener como desenlace el triunfo de la Resurrección.

Como ilustración de esta imagen, hemos escogido una de las tres partes del conocido Tríptico de la Redención: el Juicio final, que está acompañado de pequeñas representaciones que aluden a las diferentes obras de misericordia. Ante Cristo, vencedor de la muerte, que muestra sus llagas, la virgen y san Juan imploran por la salvación de los que resucitan para el juicio final. 

Van der Stockt siguió de cerca la estética de su maestro Rogier van der Weyden, con su habitual disposición de relieves esculpidos en los arcos que enmarcan las escenas. Pero a diferencia de éste, dota a estos grupos de color, consiguiendo al efecto de esculturas policromadas. Aunque también utiliza idénticos tipos humanos, Van der Stockt no consigue que sus figuras tengan la elegancia de movimiento, ni el profundo dramatismo de las de su maestro. 

Perteneció en el siglo XVI a Leonor Mascareñas, aya de Felipe II, quien lo donó al Convento de Nuestra Señora de los Ángeles, fundado por ella. Durante la desamortización pasó al Museo de la Trinidad, cuyos fondos se integraron en 1872, con los del Museo del Prado.

martes, 30 de julio de 2013

Juan Correa de Vivar. El Juicio Final.


El Juicio Final. 1545. Juan Correa de Vivar
Óleo sobre tabla. Medidas: 136 cm x 100 cm.
Museo del Prado. Madrid España.

El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre.

Ésta es la explicación que dio Jesús a su parábola de la cizaña. Jesús habla de un juicio definitivo, en el que los hombres serán examinados ante el Señor: los corruptores y malvados serán apartados de la presencia del Señor, mientras que los justos brillarán como el sol.

Estas palabras han dado pie a innumerables representaciones pictóricas. La que hoy proponemos como comentario gráfico al Evangelio de la Liturgia pertenece al pintor del renacimiento español Juan Correa de Vivar.

Cristo sobre el arco iris, con los pies apoyados sobre el globo terráqueo y los brazos en alto, flanqueado por María y San Juan Bautista y, al lado de éstos, los doce apóstoles. Dos ángeles trompeteros anuncian el Juicio Final y enlazan con la escena inferior que muestra la resurrección de los muertos, y la gloria o el castigo que corresponde a sus acciones en la tierra. Llama la atención el contraste entre la cabeza del monstruo que engulle a los condenados, frente a la placidez de los salvados que dirigen su mirada agradecida a lo alto.