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lunes, 15 de septiembre de 2014

Murillo. La Dolorosa

La Dolorosa. 1660-1670. Bartolomé Esteban Murillo
Óleo sobre lienzo. Medidas: 52 cm x 41 cm.
Museo del Prado. Madrid. España

Después de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, celebra la Iglesia la memoria de la Virgen Dolorosa, la Madre que permaneció al pie de la Cruz, tal como nos lo transmite el Evangelio según san Juan. Se trata de un tema frecuente en la iconografía, ya sea en la escena de la Piedad, en la que aparece la Madre sosteniendo el cadáver del Hijo bajado de la Cruz, o bien el retrato de la Virgen Dolorosa. Este segundo tema es el que hemos escogido hoy, en la diestra mano de Murillo.

La Virgen, pintada de busto y levemente girada hacia la izquierda, surge desde el fondo neutro gracias a la iluminación dirigida al rostro, que entra por el lateral, hacia el que se inclina la figura. Lleva, debajo del velo que le cubre la cabeza, una toca blanca que rodea la cara y el cuello y cuyo borde despegado origina zonas de sombras. Murillo demuestra ser el pintor español que mejor expresa el sentir católico del momento. Es de suponer que quien realiza temas amables con soltura no debe tener predilección por representar asuntos relativos a la Pasión de Jesucristo, pero cuando lo hace, como en este caso, no es menos devoto, aunque procure dulcificar el dramatismo con un lenguajes más blando y suave, propio, sin duda, de su madurez. El rostro de María corresponde al modelo femenino habitual en el pintor, aquí con expresión apenada pero serena, sin crispaciones exageradas y con los ojos hinchados por el llanto y todavía llenos de lágrimas.         

sábado, 23 de marzo de 2013

Mater Dolorosa


Mater Dolorosa, 1638. Obra de José de Ribera
Óleo sobre lienzo. 77 x 64 cm

Hoy sábado, a las puertas de la semana santa, recordamos de nuevo la figura de María y nos ponemos delante de ella para orar ante el misterio de la participación de la Virgen madre dolorosa en la pasión y muerte de su Hijo. Éste es probablemente el acontecimiento evangélico que ha encontrado un eco más amplio y más intenso en la religiosidad popular, en determinados ejercicios de piedad  como por ejemplo, el Via crucis. Éste doloroso momento de María es, en proporción con los demás misterios que a ella atienden, el más representado tanto en la liturgia cristiana de oriente y de occidente. 

Es curioso cómo esta dimensión de la piedad está idealmente unidas en la liturgia de rito romano en el Stabat Mater, atribuido a Jacopone de Todi, secuencia nacida en un contexto de intensa religiosidad popular, utilizada de varias maneras en los ejercicios piadosos y aunque de forma facultativa, presente en la liturgia de las horas y en la secuencia de la misa del 15 de septiembre, memoria de la Virgen de los Dolores. 
Esta singularidad revela que la piedad "popular" que hemos señalado, refleja agudamente lo esencial del misterio evangélico. 

Dejamos aquí el texto para mediatción ante esta figura de la Madre de Cristo orante y sufriente.

1.Versión latina 
Stabat Mater dolorosa
Iuxta crucem lacrimosa,
Dum pendebat filius.
Cuius animam gementem
Contristatam et dolentem
Pertransivit gladius.
2.
O quam tristis et afflicta
Fuit illa benedicta
Mater unigeniti
Quae maerebat et dolebat.
Et tremebat, cum videbat
Nati poenas incliti.
3.
Quis est homo qui non fleret,
Matrem Christi si videret
In tanto supplicio?
Quis non posset contristari,
Piam matrem contemplari
Dolentem cum filio?
4.
Pro peccatis suae gentis
Jesum vidit in tormentis
Et flagellis subditum.
Vidit suum dulcem natum
Morientem desolatum
Dum emisit spiritum.
5.
Eja mater fons amoris,
Me sentire vim doloris
Fac ut tecum lugeam.
Fac ut ardeat cor meum
In amando Christum Deum,
Ut sibi complaceam.
6.
Sancta mater, istud agas,
Crucifixi fige plagas
Cordi meo valide.
Tui nati vulnerati
Tam dignati pro me pati,
Poenas mecum divide!
7.
Fac me vere tecum flere,
Crucifixo condolere,
Donec ego vixero.
Juxta crucem tecum stare
Te libenter sociare
In planctu desidero.
8.
Virgo virginum praeclara,
Mihi jam non sis amara,
Fac me tecum plangere.
Fac ut portem Christi mortem,
Passionis eius sortem
Et plagas recolere.
9.
Fac me plagis vulnerari,
Cruce hac inebriari
Ob amorem filii,
Inflammatus et accensus,
Per te virgo sim defensus
In die judicii.
10.
Fac me cruce custodiri,
Morte Christi praemuniri,
Confoveri gratia.
Quando corpus morietur
Fac ut animae donetur
Paradisi gloria.
Amen.
1.Traducción literal
Estaba la Madre dolorosa
junto a la Cruz, llorosa,
en que pendía su Hijo.
Su alma gimiente,
contristada y doliente
atravesó la espada.
2.
¡Oh cuán triste y afligida
estuvo aquella bendita
Madre del Unigénito!.
Languidecía y se dolía
la piadosa Madre que veía
las penas de su excelso Hijo.
3.
¿Qué hombre no lloraría
si a la Madre de Cristo viera
en tanto suplicio?
¿Quién no se entristecería
a la Madre contemplando
con su doliente Hijo?
4.
Por los pecados de su gente
vio a Jesús en los tormentos
y doblegado por los azotes.
Vio a su dulce Hijo
muriendo desolado
al entregar su espíritu.
5.
Ea, Madre, fuente de amor,
hazme sentir tu dolor,
contigo quiero llorar.
Haz que mi corazón arda
en el amor de mi Dios
y en cumplir su voluntad.
6.
Santa Madre, yo te ruego
que me traspases las llagas
del Crucificado en el corazón.
De tu Hijo malherido
que por mí tanto sufrió
reparte conmigo las penas.
7.
Déjame llorar contigo
condolerme por tu Hijo
mientras yo esté vivo.
Junto a la Cruz contigo estar
y contigo asociarme
en el llanto es mi deseo.
8.
Virgen de Vírgenes preclara
no te amargues ya conmigo,
déjame llorar contigo.
Haz que llore la muerte de Cristo,
hazme socio de su pasión,
haz que me quede con sus llagas.
9.
Haz que me hieran sus llagas,
haz que con la Cruz me embriague,
y con la Sangre de tu Hijo.
Para que no me queme en las llamas,
defiéndeme tú, Virgen santa,
en el día del juicio.
10.
Cuando, Cristo, haya de irme,
concédeme que tu Madre me guíe
a la palma de la victoria.
Y cuando mi cuerpo muera,
haz que a mi alma se conceda
del Paraíso la gloria.
Amén.


sábado, 9 de marzo de 2013

Mater Dolorosa


Mater Dolorosa. 1570. Obra de Luis de Morales
Técnica mixta sobre tabla. 82,5 x 58 cm. 
Museo del Hermitage. San Petersburgo. Rusia

Los sábados la Iglesia suele recordar con especial atención la figura de María. En este tiempo de cuaresma quería traer este magnifico cuadro de "el divino Morales". Una obra que corresponde a los canones contrarreformistas de Trento y que nos hace entender una espiritualidad, que ha llegado hasta nuestros días, cargada de gran contenido espiritual y teológico. Éste concilio promulgó en su última sesión de trabajo, la XXV (el 3 de diciembre de 1563), un decreto sobre las imágenes sagradas, destinado a orientar durante siglos la historia de la iconografía y de la iconología religiosa. La orientación tridentina lleva desde finales del S.XVI a una civilización figurativa bien compuesta y al mismo tiempo unitaria. Una toma de posición contra las iglesias protestantes, que eran iconoclastas por su lógica interna, y sobre el uso de las obras de arte en las iglesias. Los protestantes niegan algunas verdades que se refieren a María y acusan a la iglesia católica de haber hecho que sustituyera a Cristo. Los luteranos y los calvinistas se esfuerzan en reducir su papel en la obra de la redención y niegan hasta la autenticidad de las palabras del ángel: "Ave, Maria, gratia plena" 

Las normas que regulan la iconografía mariana, observadas más o menos por todas partes, están recogidas de este modo por el cardenal Federico Borromeo: "Hay que conservar los símbolos y los misterios que se emplean para representar a la Virgen santísima... No hay que representar a la madre de Dios desvanecida al pie de la cruz, ya que esto va contra la historia y la autoridad de los padres... Que la imagen de la santísima Virgen se parezca en vivo a aquel divino Rostro... Y para que los pintores saquen del natural con más exactitud la imagen de la Virgen , propondré el ejemplo que nos ha dejado el mismo Nicéforo: ... para color prefería el trigueño, cabellos rubios, ojos penetrantes con las pupilas claras y casi del color de oliva. Las cejas curvadas y de buen color negro, la nariz algo larga, los labios redondeados y llenos de la suavidad de las palabras; el rostro ni redondo ni agudo, sino un tanto alargado, lo mismo que las manos y los dedos más bien largos..."
Insistiendo en el parecido de la Virgen madre con el Hijo, característica iconográfica que continúa hasta el S. XVIII, el arzobispo de Milán prescribe: "Por tanto, me gustaría que los pintores, cuando hagan las imágenes de Cristo y de María, recordasen esta sola cosa que la antigüedad creyó de forma unánime y que los santos padres nos transmitieron: que el rostro del Salvador fue admirable por la perfecta semejanza que tenía con el de su madre, de manera que todo el que mire a la madre o al Hijo pueda fácilmente reconocer en la madre al Hijo y en el Hijo a la madre".Denuncia la "indecencia de los que pintan al divino niño mamando de manera que muestran desnudos el pecho y la garganta de la Virgen , siendo así que esos miembros no se deben pintar más que con mucha cautela y modestia" .

El pintor extremeño Luis de Morales, nacido en Badajoz (Extremadura) en 1509, y muerto en 1586, debido a la fama, que disfrutó en vida, y a la predilección por temas religiosos en sus obras, fue llamado "el divino".  Respondió muy bien a las exigencias iconográficas de su tiempo y fue capaz de transmitir en ellas este ideal de Trento de un mayor ardor y devoción. Sus obras estaban caracterizadas por una gran emoción y una matizada delicadeza que las hacía transcender del soporte pictórico elevándolas a cumbres espirituales insospechadas. Algunos estudiosos de Morales sostienen que su estilo manierista estaba inspirado, en Leonardo da Vinci con influencias italianas y flamencas. En su pintura se observa un alargamiento de las figuras y el uso de la técnica del esfumado leonardesco.

Ante una imagen de Morales solo nos queda mirar el personaje y dejar que la serena contemplación nos lleve a adentrarnos en lo mas profundo de la realidad que representa. Una mística pintura que eleva el alma hasta las cumbres divinas, allí donde Dios sosiega y consuela.