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miércoles, 24 de junio de 2015

Perugino. San Juan Bautista

San Juan Bautista. 1502-1510. Perugino
Óleo sobre tabla. Medidas: 160 x 67 cm.
Museo Metropolitano. Nueva York

Celebramos la Natividad de san Juan Bautista. La iconografía lo representa, fundamentalmente, con el dedo de la mano derecho señalando al Cordero de Dios, es decir, a Jesús. Hemos escogido una representación de gran formato, pintado por Pietro Perugino. Forma parte de un retablo para el altar mayor de la iglesia de la Santissima Annunziata de Florencia. Iniciado por Filippino Lippi en 1502, se completó después de su muerte por Perugino. El retablo tenía la forma de un arco de triunfo romano, con grandes escenas, flanqueada por los santos del Perugino, que son notables por el colorido tenue y sutil tratamiento de la luz.

viernes, 20 de febrero de 2015

Perugino. Crucifixión.

Crucifixión. 1485-1490. Pietro Perugino
Óleo sobre tabla. Medidas: 203 cm x 180 cm.
Galleria Uffici. Florencia


En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: «Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio y entonces ayunaran.»

En Jesús ha llegado el Reino de Dios, por eso, ya no cabe el ayuno sino la alegría del cumplimiento de las promesas de la Antigua Alianza. Sin embargo, los discípulos llorarán, precisamente, cuando contemplen al Señor crucificado; aunque esa tristeza se convertirá en gozo, en el cual vivimos los cristianos, cuando Cristo resucite de entre los muertos.

Por eso, este viernes de Cuaresma contemplamos una magnífica tabla firmada por el Perugino. La obra fue pintada para la iglesia del convento de San Justo, junto con la Piedad y una " Oración en el Huerto. La iglesia fue destruida en 1529 durante el sitio de Florencia.

La escena muestra a Cristo en la cruz, con un fondo que es el cielo azul pálido y rocas inclinadas en las que hay una serie de santos. De izquierda a derecha son san Jerónimo en un lugar destacado, san Francisco, María Magdalena que toca los pies de Cristo, el Beato Juan Colombini y Juan Bautista, patrón de Florencia. A los pies de la cruz, vemos el capelo cardenalicio del Cardenal Jernónimo, tirado al suelo para significar su renuncia a los honores mundanos.

lunes, 20 de octubre de 2014

Perugino. Cristo en el sarcófago

Cristo en el sarcófago. 1513. Pietro Perugino
Óleo sobre lienzo. Medidas: 87 cm x 90 cm.
Galleria Nazionale dell’Umbria. Perugia

Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo –por pura gracia estáis salvados–, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir.

Este texto pertenece al comienzo del segundo capítulo de la Carta a los Efesios. Está asignado a la primera lectura de la Eucaristía de hoy. Nos habla de la obra de la Redención que Jesucristo ha realizado con su muerte y resurrección, movido por el inmenso amor con el que Dios ha amado a sus criaturas.

La imagen que contemplamos es la llamada Pala o Altar de los Decemviri o Cristo en el Sarcófago, lienzo pintado por el Perugino para la Iglesia de la Asunción de Perugia. Cristo aparece resucitado, emergiendo del sepulcro, y mostrando las heridas de manos y costado. Lleva la corona de espinas, y está rodeado por un sencillo nimbo. La cabeza inclina muestra un rostro de gran serenidad, con los ojos cerrados. El fondo oscuro confiere a la imagen de Cristo una luminosidad que alude a la luz de la resurrección.

jueves, 14 de marzo de 2013

Jesús entrega las llaves a san Pedro


Jesús entrega las llaves a san Pedro, 1481. Obra de Perugino
Fresco, 3,3 x 5,5 m.
Capilla Sixtina, Ciudad del Vaticano.

Uno de los muros de la capilla Sixtina, donde ayer eligieron al al sucesor de Pedro, representa la entrega de las llaves del Reino de los cielos por parte de Jesús a san Pedro, después que éste lo manifieste como el Hijo de Dios. El evangelista san Mateo nos lo narra de esta manera.
Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?»
Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les dijo: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.»
Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerán contra ella.
A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.»
Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo.
Mateo 16, 13 - 20

Hoy la Iglesia celebra con gozo la elección del nuevo Papa Francisco y reza por él para que confiese a Cristo con verdad y decisión. Un Papa que, como sucesor de Pedro, posiblemente tenga momentos de oscuridad y abatimiento aunque con la ayuda del Espíritu Santo pensamos y rogamos será capaz de llevar la barca de Pedro a buen puerto, a pesar de que agitadas aguas y oscuras tormentas amenacen con hundirla. Un Papa que, entregando su vida por Cristo, nos aliente con su ejemplo en el combate contra el mal y nos consuele ante la dificultad que tantas veces conlleva creer y defender la verdad. 

“Un papa no está solo, dijo su antecesor Benedicto XVI, cuando guía la barca de Pedro, incluso si es su primera responsabilidad. Yo nunca me he sentido solo al llevar la alegría y el peso del ministerio petrino. El Señor me ha puesto al lado a tantas personas que con generosidad, y amor a Dios y a la Iglesia, me ayudaron y estuvieron cerca de mí”. Y nosotros rezaremos por el nuevo papa para sostenerlo con nuestra oración, como ayer nos enseñaba a rezar juntos en su primera alocución publica.

Amar a la Iglesia, decía Benedicto XVI, significa también tener el coraje de hacer elecciones difíciles, sufridas y poniendo siempre delante el bien de la Iglesia y no a nosotros mismos”. Porque la Iglesia es de Cristo no pertenece a nadie sino que somos un cuerpo en Él y todos nosotros, defendiéndola,  a ella defendemos a quien nos ha enviado.

"Dios guía a su Iglesia, la sostiene siempre, y especialmente en los tiempos difíciles, (proseguia el Papa Benedicto). Nunca perdamos esta visión de fe, que es la única visión verdadera del camino de la Iglesia y del mundo”. El estará ahí siempre en la dificultad sosteniendo con amor a quien da todo por seguirle, animando y fortaleciendo a su siervo fiel.

Que el Señor le bendiga, Santidad, y que lo llene de fuerza en este ministerio que ahora comienza