Jesús entrega las llaves a san Pedro, 1481. Obra de Perugino
Fresco, 3,3 x 5,5 m.
Capilla Sixtina, Ciudad del Vaticano.
Uno de los muros de la capilla Sixtina, donde ayer eligieron al al sucesor de Pedro, representa la entrega de las llaves del Reino de los cielos por parte de Jesús a san Pedro, después que éste lo manifieste como el Hijo de Dios. El evangelista san Mateo nos lo narra de esta manera.
Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les dijo: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.»
Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerán contra ella.
A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.»
Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo.
Mateo 16, 13 - 20
Hoy la Iglesia celebra con gozo la elección del nuevo Papa Francisco y reza por él para que confiese a Cristo con verdad y decisión. Un Papa que, como sucesor de Pedro, posiblemente tenga momentos de oscuridad y abatimiento aunque con la ayuda del Espíritu Santo pensamos y rogamos será capaz de llevar la barca de Pedro a buen puerto, a pesar de que agitadas aguas y oscuras tormentas amenacen con hundirla. Un Papa que, entregando su vida por Cristo, nos aliente con su ejemplo en el combate contra el mal y nos consuele ante la dificultad que tantas veces conlleva creer y defender la verdad.
“Un papa no está solo, dijo su antecesor Benedicto XVI, cuando guía la barca de Pedro, incluso si es su primera responsabilidad. Yo nunca me he sentido solo al llevar la alegría y el peso del ministerio petrino. El Señor me ha puesto al lado a tantas personas que con generosidad, y amor a Dios y a la Iglesia, me ayudaron y estuvieron cerca de mí”. Y nosotros rezaremos por el nuevo papa para sostenerlo con nuestra oración, como ayer nos enseñaba a rezar juntos en su primera alocución publica.
Amar a la Iglesia, decía Benedicto XVI, significa también tener el coraje de hacer elecciones difíciles, sufridas y poniendo siempre delante el bien de la Iglesia y no a nosotros mismos”. Porque la Iglesia es de Cristo no pertenece a nadie sino que somos un cuerpo en Él y todos nosotros, defendiéndola, a ella defendemos a quien nos ha enviado.
"Dios guía a su Iglesia, la sostiene siempre, y especialmente en los tiempos difíciles, (proseguia el Papa Benedicto). Nunca perdamos esta visión de fe, que es la única visión verdadera del camino de la Iglesia y del mundo”. El estará ahí siempre en la dificultad sosteniendo con amor a quien da todo por seguirle, animando y fortaleciendo a su siervo fiel.
Que el Señor le bendiga, Santidad, y que lo llene de fuerza en este ministerio que ahora comienza
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