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sábado, 29 de abril de 2017

Maíno. Santa Catalina de Siena

Santa Catalina de Siena. 1612. Fray Juan Bautista Maíno
Óleo sobre tabla. Medidas: 118cm x 92cm.
Museo del Prado. Madrid.

Hoy recuerda el Martirologio romano la santidad de santa Catalina de Siena, la monja dominica del siglo XIV, cuya fuerza espiritual animó la vida de la Iglesia, inmersa en esos momentos en una difícil crisis, a causa de la estancia del Papa fuera de su sede romana, en la ciudad de Avignon. Escritora excelsa, nos transmite en sus escritos su experiencia de unión con Cristo, especialmente en lo referente a los misterios de su Pasión. Si el año pasado escogimos el Éxtasis de Batoni, este año vamos a contemplar una tabla de fray Juan Bautista Maíno.

El 14 de febrero de 1612 Juan Bautista Maíno firmaba en Toledo el contrato para realizar las pinturas que conformarían el retablo mayor de la Iglesia Conventual de San Pedro Mártir, en la misma ciudad. Maíno se comprometía a realizar el retablo en el plazo de ocho meses, pintando los asuntos requeridos por el prior del convento. Pese al compromiso establecido en el contrato, las pinturas no estuvieron concluidas hasta diciembre de 1614. Entre ambas fechas el artista ingresó en la Orden y en el propio convento, tras profesar el 27 de julio de 1613. Los temas principales eran las representaciones más importantes de la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su resurrección gloriosa. El resto de las obras que componían el conjunto, realizadas en un formato más reducido, eran también bastante populares, pero constituían sobre todo ejemplos de la quietud y el desapego mundano a los que aspiraba la vida monástica.

Santa Catalina de Siena aparece de perfil, concentrada y en actitud orante, dirigiendo la mirada hacia lo alto, el lugar que ocupaba en el retablo la imagen de Cristo crucificado. Además del hábito dominico, muestra las mismas llagas padecidas por Cristo en la Cruz y cubre la cabeza con una corona de espinas, una alusión directa a las visiones de la Pasión de Santa Catalina.

miércoles, 29 de abril de 2015

Giovanni di Paolo. Santa Catalina intercambia su corazón con Cristo

Santa Catalina intercambia su corazón con Cristo. XV. Giovanni di Paolo
Témpera y oro sobre tabla. Medidas: 28cm x 22cm.
Museo Metropolitano de Arte. nueva York

Catalina, iluminada por la luz de lo alto, intensificó sus plegarias, sus meditaciones y sus austeridades, esquivando la compañía de los hombres y mostrando de todas las maneras a su alcance la inflexibilidad de su resolución de no entregar a un simple mortal el corazón que fuera ya aceptado por el Rey de los Reyes.

Estas palabras están tomadas de la Biografía de Santa Catalina de Siena, escrita por fray Raimundo de Capua. Celebramos hoy la fiesta de la gran mística medieval, cuya intensa vivencia de la presencia de Cristo movió su existencia hasta las más altas cimas de la unión mística con la Trinidad.

Contemplamos, precisamente, una tabla de Giovanni di Paolo, que pertenece a una serie de representaciones de la santa pintadas para la predela de un gran retablo. Constituyeron el primer ciclo pictórico dedicado a santa Catalina de Siena. Se encargaron después de su canonización en 1460 y se basan en la biografía escrita por su confesor, Raimundo de Capua. Entre las características más notables es la disposición del espacio para potenciar su carácter místico.

martes, 29 de abril de 2014

Maíno. Santa Catalina de Siena

Santa Catalina de Siena. 1612. Fray Juan Bautista Maíno
Óleo sobre tabla. Medidas: 118cm x 92cm.
Museo del Prado. Madrid.

Hoy recuerda el Martirologio romano la santidad de santa Catalina de Siena, la monja dominica del siglo XIV, cuya fuerza espiritual animó la vida de la Iglesia, inmersa en esos momentos en una difícil crisis, a causa de la estancia del Papa fuera de su sede romana, en la ciudad de Avignon. Escritora excelsa, nos transmite en sus escritos su experiencia de unión con Cristo, especialmente en lo referente a los misterios de su Pasión. Si el año pasado escogimos el Éxtasis de Batoni, este año vamos a contemplar una tabla de fray Juan Bautista Maíno.

El 14 de febrero de 1612 Juan Bautista Maíno firmaba en Toledo el contrato para realizar las pinturas que conformarían el retablo mayor de la Iglesia Conventual de San Pedro Mártir, en la misma ciudad. Maíno se comprometía a realizar el retablo en el plazo de ocho meses, pintando los asuntos requeridos por el prior del convento. Pese al compromiso establecido en el contrato, las pinturas no estuvieron concluidas hasta diciembre de 1614. Entre ambas fechas el artista ingresó en la Orden y en el propio convento, tras profesar el 27 de julio de 1613. Los temas principales eran las representaciones más importantes de la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su resurrección gloriosa. El resto de las obras que componían el conjunto, realizadas en un formato más reducido, eran también bastante populares, pero constituían sobre todo ejemplos de la quietud y el desapego mundano a los que aspiraba la vida monástica.

Santa Catalina de Siena aparece de perfil, concentrada y en actitud orante, dirigiendo la mirada hacia lo alto, el lugar que ocupaba en el retablo la imagen de Cristo crucificado. Además del hábito dominico, muestra las mismas llagas padecidas por Cristo en la Cruz y cubre la cabeza con una corona de espinas, una alusión directa a las visiones de la Pasión de Santa Catalina.

lunes, 29 de abril de 2013

Santa Catalina de Siena


El éxtasis de Santa Catalina de Siena,1743. Obra de Pompeo Girolamo Batoni.
Óleo sobre lienzo 
Museo di Villa Guinigi, Lucca. Italia

Hoy celebra la Iglesia a santa Catalina de Siena. Virgen y doctora de la Iglesia (1347-1380) Fue todo un prodigio de criatura. La penúltima de 25 hermanos. Hija del matrimonio formado por el dulce y bonachón Giacomo Benincasa, tintorero de pieles y de Lapa de Puccio dei Piangenti, mujer enérgica y trabajadora. Nació en Siena el 1347, el año anterior a la tristemente célebre Peste Negra que asoló a toda Europa.

Ella vendría a sanar grandes males que poco después se levantarían también en el seno de la Iglesia. A pesar de su corta vida y de no haber ocupado cargos de responsabilidad, parece casi increíble cómo una joven mujer de pueblo pudo realizar empresas tan grandes como le tenía reservadas el Señor. Aquella niña alegre y juguetona  como correspondía a su edad, quedó prontamente truncada cuando siendo muy niña todavía, caminaba con su hermana y recibió una maravillosa visión del cielo: Veía a Jesús sentado en un rico trono y le acompañaban los Apóstoles San Pedro, San Pablo y San Juan...

Se entregó más a la oración, hacía todo mucho mejor que antes y de modo casi impropio de una jovencita de su edad. Parecía estar ensimismada y fuera de sí. Su madre para quitarle de la cabeza estas "manías", la pone al servicio de la criada de la casa. Catalina acepta gustosa esta nueva misión y se entrega de lleno a servir a los demás. Lo hace con gran cariño. Madre Lapa quiere que se aficione a la vida de sociedad y que piense en contraer matrimonio con un joven bueno y apuesto que ella le propone. Catalina no piensa así.

Ella se ha desposado ya secretamente con su Señor Jesucristo... Por fin el bueno y pacífico de su padre toma cartas en el asunto y dice: "Que nadie moleste a mi hija Catalina. Que ella sea quien tome la decisión de su futuro. Si ella quiere servir a Jesucristo que nadie se lo impida". A los quince años de edad, asistía generosamente a los pobres, servía a los enfermos y daba consuelo a los afligidos y prisioneros. Ella prosiguió el camino de la humildad, la obediencia y la negación de su propia voluntad. En medio de sus sufrimientos, su constante plegaria era que dichos sufrimientos podían servir para la expiación de sus faltas y la purificación de su corazón.

Como una consagración más formal a Dios, a los diez y ocho años, Santa Catalina recibió el largo hábito blanco y negro deseado de la tercera orden de Santo Domingo. El hecho de pertenecer a una tercera orden significaba que la persona viviría la espiritualidad Dominica, pero en el mundo secular. Ella fue la primera mujer soltera en ser admitida. A partir de ese momento su celda llego a ser su paraíso, y se ofrecía a si misma en oración y mortificación. Durante tres años vivió como en una ermita, manteniéndose en silencio y sin hablar con nadie excepto Dios y su confesor. Durante este período, había momentos en que formas repugnantes y figuras tentadoras se presentarían en su imaginación, y las tentaciones más degradantes la asediaban. Posteriormente, el diablo extendió en su alma como una nube y una oscuridad tan grande que fue la prueba más severa jamás imaginable. Santa Catalina continuó con un espíritu de oración ferviente, de humildad y de confianza en Dios. Mediante ello perseveró victoriosa, y al final fue liberada de dichas pruebas que solo habían servido para purificar su corazón. Cuando Jesús la visitó después de este tiempo, ella le pregunto: "¿Dónde estabas Tú, mi divino Esposo, mientras yacía en una condición tan abandonada y aterradora?" Ella escuchó una voz que le decía, "Hija, estaba en tu corazón, fortificándote por la gracia." En 1366, Santa Catalina experimentó lo que se denominaba un ‘matrimonio místico’ con Jesús. Cuando ella estaba orando en su habitación, se le apareció una visión de Cristo, acompañado por Su madre y un cortejo celestial. Tomando la mano de Santa Catalina, Nuestra Señora la llevó hasta Cristo, quien le colocó un anillo y la desposó Consigo, manifestando que en ese momento ella estaba sustentada por una fe que podría superar todas las tentaciones. Para Catalina, el anillo estaba siempre visible, aunque era invisible para los demás.

Uno de los mayores logros de Santa Catalina fue su labor de llevar de vuelta el Papado a Roma a partir de su desplazamiento a Avignon, Francia. Asimismo, se la llego a reconocer como "conciliadora" ella comenzó ayudando a resolver varios conflictos familiares, y luego su trabajo se amplió para incluir el establecimiento de la paz en las ciudades estados italianas. 

Murió en Roma, donde habia sido llamada por Urbano VI, el 29 de abril de 1380, a la edad de treinta y tres años.

Pompeo Batoni era un hombre culto que ganó fama internacional a una edad temprana. Fue el primer artista italiano consciente de elaborar una alternativa formal al arte rococó y la pintura veneciana, que se sentía ya obsoleta. Se formó en Roma, donde estudió a Rafael y el arte del Renacimiento clásico. Rápidamente se acercó con un programa de "reforma" para la pintura a lo largo de las líneas académicas controladas. Se dedicó a crear una serie de pinturas que se podrían utilizar como un nuevo modelo para el arte religioso. En sus pinturas cada figura se plantea de un modo integrado. Con el trabajo de su rival Anton Raphael Mengs, el arte de Batoni marcó los inicios de neoclasicismo, en un fino y cortés estilo.