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martes, 14 de marzo de 2017

Maestro de los Luna. Tríptico de la Flagelación

Tríptico de la Flagelación. 1495. Maestro de los Luna
Óleo sobre tabla. 106 x 120 cm
Museo del Prado. Madrid

Avanzamos hoy en la contemplación del misterio de la Pasión del Señor. Tras su arresto e interrogatorio, fue sometido a la cruel tortura de la flagelación. Golpe a golpe, hubo de sufrir uno de los más cruentos castigos ideados por el hombre, si es que humano puede llamarse quien comete tal atrocidad. Y Jesús lo había asumido, en obediencia al deseo de Dios de redimir a los hombres de tales maldades y atrocidades.

Para contemplar esta escena tan dolorosa, hemos escogido el llamado Tríptico de la Flagelación del Señor, del llamado Maestro de don Álvaro de Luna. En la tabla central, aparece Cristo atado a una columna, con el flagelo romano tirado a sus pies. Al fondo se puede ver la escena de la Crucifixión frente a la ciudad de Jersualén.  Las tablas laterales se dividen en dos registros, ocupando los superiores el asunto de san Benito y san Bernardo enseñando a través de los Evangelios a dos grupos de laicos y cistercienses, respectivamente, mientras que en los inferiores aparecen dos personajes sedentes con un libro sobre las rodillas y un pañuelo para enjugarse las lágrimas, que bien podrían representar a san Pedro y a san Juan. La cronología de esta obra se sitúa en la última década del siglo XV, sin que, de momento, se pueda precisar las circunstancias del encargo ni las que la llevaron hasta las manos de doña Leonor de Mascareñas -dama portuguesa de la emperatriz Isabel, aya de Felipe II y de su hijo el príncipe don Carlos- que la donaría al convento franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles.

martes, 18 de marzo de 2014

Maestro de los Luna. Tríptico de la Flagelación

Tríptico de la Flagelación. 1495. Maestro de los Luna
Óleo sobre tabla. 106 x 120 cm
Museo del Prado. Madrid

Avanzamos hoy en la contemplación del misterio de la Pasión del Señor. Tras su arresto e interrogatorio, fue sometido a la cruel tortura de la flagelación. Golpe a golpe, hubo de sufrir uno de los más cruentos castigos ideados por el hombre, si es que humano puede llamarse quien comete tal atrocidad. Y Jesús lo había asumido, en obediencia al deseo de Dios de redimir a los hombres de tales maldades y atrocidades.

Para contemplar esta escena tan dolorosa, hemos escogido el llamado Tríptico de la Flagelación del Señor, del llamado Maestro de don Álvaro de Luna. En la tabla central, aparece Cristo atado a una columna, con el flagelo romano tirado a sus pies. Al fondo se puede ver la escena de la Crucifixión frente a la ciudad de Jersualén.  Las tablas laterales se dividen en dos registros, ocupando los superiores el asunto de san Benito y san Bernardo enseñando a través de los Evangelios a dos grupos de laicos y cistercienses, respectivamente, mientras que en los inferiores aparecen dos personajes sedentes con un libro sobre las rodillas y un pañuelo para enjugarse las lágrimas, que bien podrían representar a san Pedro y a san Juan. La cronología de esta obra se sitúa en la última década del siglo XV, sin que, de momento, se pueda precisar las circunstancias del encargo ni las que la llevaron hasta las manos de doña Leonor de Mascareñas -dama portuguesa de la emperatriz Isabel, aya de Felipe II y de su hijo el príncipe don Carlos- que la donaría al convento franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles.

miércoles, 27 de marzo de 2013

La flagelación de Cristo,


La flagelación de Cristo, 1607. Obra de Caravaggio
Óleo sobre lienzo, 286 × 213 cm
Museo de Capodimonte, Nápoles,  Italia

Hoy en la meditación de los textos litúrgicos me venia a la memoria este cuadro. 
En el texto de Isaias, vemos a un siervo favorecido por Dios y sometido a una gran prueba, ¿puede ser esto contradicción  La confianza de éste en su defensor se acentua, no decae, a pesar de los ultrajes padecidos. Es Dios quien sostiene a su siervo, es él quien sostiene a cada uno de nosotros en la tribulación  y tantas veces somos nosotros los que no nos creemos con valentía de decir,  tengo cerca a mi defensor, mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento.
Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados.
El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.
El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí?
Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque.
Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?

La flagelacion de Cristo del Caravaggio encierra en ese dramatismo barroco que es capaz de expresar acciones y momentos de manera tan teatral que llevan a uno a contemplar en esta pintura el misterio de la serenidad contrapuesto a la soez provocación  La sabiduría segura,callada y paciente del siervo se enfrenta a la necedad insegura, vociferante y violenta de la chusma. El misterio de Dios se manifiesta en la quietud y la humildad al aceptar su voluntad, contrapuesto a la rebelde y oscura negación del bien y la justicia operada por el mal. 

El salmo 68 dice:

Por ti he aguantado afrentas, 
la vergüenza cubrió mi rostro. 
Soy un extraño para mis hermanos, 
un extranjero para los hijos de mi madre; 
porque me devora el celo de tu templo, 
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mi.
La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco. 
Espero compasión, y no la hay; consoladores, 
y no los encuentro. En mi comida me echaron hiel, 
para mi sed me dieron vinagre.
Alabaré el nombre de Dios con cantos, 
proclamaré su grandeza con acción de gracias. 
Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, 
y revivirá vuestro corazón. 
Que el Señor escucha a sus pobres,