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sábado, 6 de abril de 2019

Imago Pietatis



Icono-relicario. Icono, 1300. Caja de reliquias,1380. Anónimo
Procedente del Monasterio de Santa Catalina del Sinaí
Temple sobre tabla, Icono: 23 × 28 cm, caja de reliquias: 98,7 × 97,1 cm

Tanto la lectura de ayer del libro de la Sabiduría, como hoy Jeremías me ha traído a la memoria a Cristo como Varón de Dolores y recordando su iconografia mi recuerdo y devoción me ha llevado a recordar un magnifico icono bizantino que se conserva en Roma y que es el origen de esta iconografía que evoluciona en occidente de manera muy elevada a partir del siglo XIV y XV de manos de maestros flamencos hasta el mas abigarrado barroco. 

La representación de Cristo como Varón de Dolores, culmen de la historia de la salvación anunciada por los profetas del antiguo testamento y verificada en el nuevo, es un motivo iconográfico que se remonta hasta  la época del Papa San Gregorio Magno (segunda mitad del siglo VI, principios del siglo VII) donde  hemos de buscar el origen de la iconografía del Varón de Dolores. Cuenta la leyenda que durante la celebración de la Santa Misa en la iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén celebrada por el santo,  uno de los asistentes hizo pública su duda sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Inmediatamente y ante las oraciones del Santo Padre una imagen de Cristo se apareció sobre el altar, en pie, mostrando los estigmas sangrantes de la Pasión así como los atributos típicos de ella ( Santa Cruz, corona de espinas, clavos, sepulcro) y derramando sobre el cáliz su propia sangre que manaba de las llagas.  San Gregorio ordenó dejar un recuerdo pictórico de tal acontecimiento en la Iglesia de Santa Cruz de Roma, lugar del acontecimiento. Venía esta nueva iconografía y el esparcimiento de las distintas versiones populares del milagro a significar un respaldo al culto al Santísimo Sacramento, así como a los postulados teológicos del propio San Gregorio a favor de la corporeidad de la Resurrección de Cristo, en contra de algunas corrientes de la época que defendían la incorporeidad de una resurrección meramente espiritual. Cabe pues considerar esta iconografía como una plasmación visual de los planteamientos ideológicos defendidos por el Magno Papa, idealizados en un Cristo palpitante, sangrante y rotundamente corpóreo.

Desde este Ecce Homo o Imago pietatis, Cristo se va a representar con los elementos de la pasion, mostrando las llagas redentoras o en el Lagar místico o surgiendo de si un surtidor que riega la tierra. En ella Cristo vierte la sangre de su costado sobre un cáliz, manteniendo plenamente su simbolismo sacramental y su carácter alegórico. Por evolución de la teatralidad barroca el Varón de Dolores se nos muestra en ocasiones aún crucificado a la Santa Cruz que se fue incluyendo con el tiempo en la composición, dando lugar a interpretaciones tan particulares. Lo podemos ver también redimiendo el globo terráqueo. En este caso el Varón de Dolores se dispone sobre el orbe que representa la tierra, de rodillas, con todas las llagas de la pasión presente, pleno de sentido alegórico y elevando en súplica la mirada a los cielos.

La piedad popular fue acoplando el pasaje a su devocionario particular. Dado que la mística representación de características casi alegóricas resultaba compleja de asimilar por el pueblo llano, este fue poco a poco incluyendo el pasaje entre aquellos que conformaban parte de la pasión para su más fácil comprensión y, dado que Cristo se nos mostraba con todas las llagas de la pasión patentes y en el sepulcro, la presencia del ángel o ángeles se vió directamente relacionada con la del Ángel de la Resurrección mencionado en las sagradas escrituras, ubicándole en el interior del sepulcro en el momento de la Resurrección de Cristo. En este tipo de representaciones, Cristo parece mostrar los primeros signos vitales en pleno misterio divino de la resurrección: entre la vida y la muerte, en una mirada que parece volver a brillar de vitalidad mientras el cuerpo inerte aún a penas le sostiene, cual despertando de un letargo.

viernes, 5 de abril de 2019

Jan provost. Ecce Homo

Ecce homo. XVI. Jan Provost
Óleo sobre tabla. Medidas: 45 cm x 30 cm.
Museo Diocesano de Palencia

Se dijeron los impíos: «Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones,nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.

La primera lectura, del Libro de la Sabiduría, nos pone sobre la pista de la temática central de la Liturgia de este domingo: el anuncio de la Pasión del Señor. Por eso, hemos escogido esta conocida obra, perteneciente a la colección del magnífico Museo Diocesano de Palencia. Jan Provost fue uno de los más famosos pintores de su generación. Conoció a Durero en Amberes, en 1520. Hay una efigie de este último en la National Gallery de Londres que se cree pintada por Provost. Las pinturas religiosas de Provost acusan la influencia tanto de Gérard David como de Hans Memling.

sábado, 1 de abril de 2017

Imago Pietatis



Icono-relicario. Icono, 1300. Caja de reliquias,1380. Anónimo
Procedente del Monasterio de Santa Catalina del Sinaí
Temple sobre tabla, Icono: 23 × 28 cm, caja de reliquias: 98,7 × 97,1 cm

Tanto la lectura de ayer del libro de la Sabiduría, como hoy Jeremías me ha traído a la memoria a Cristo como Varón de Dolores y recordando su iconografia mi recuerdo y devoción me ha llevado a recordar un magnifico icono bizantino que se conserva en Roma y que es el origen de esta iconografía que evoluciona en occidente de manera muy elevada a partir del siglo XIV y XV de manos de maestros flamencos hasta el mas abigarrado barroco. 

La representación de Cristo como Varón de Dolores, culmen de la historia de la salvación anunciada por los profetas del antiguo testamento y verificada en el nuevo, es un motivo iconográfico que se remonta hasta  la época del Papa San Gregorio Magno (segunda mitad del siglo VI, principios del siglo VII) donde  hemos de buscar el origen de la iconografía del Varón de Dolores. Cuenta la leyenda que durante la celebración de la Santa Misa en la iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén celebrada por el santo,  uno de los asistentes hizo pública su duda sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Inmediatamente y ante las oraciones del Santo Padre una imagen de Cristo se apareció sobre el altar, en pie, mostrando los estigmas sangrantes de la Pasión así como los atributos típicos de ella ( Santa Cruz, corona de espinas, clavos, sepulcro) y derramando sobre el cáliz su propia sangre que manaba de las llagas.  San Gregorio ordenó dejar un recuerdo pictórico de tal acontecimiento en la Iglesia de Santa Cruz de Roma, lugar del acontecimiento. Venía esta nueva iconografía y el esparcimiento de las distintas versiones populares del milagro a significar un respaldo al culto al Santísimo Sacramento, así como a los postulados teológicos del propio San Gregorio a favor de la corporeidad de la Resurrección de Cristo, en contra de algunas corrientes de la época que defendían la incorporeidad de una resurrección meramente espiritual. Cabe pues considerar esta iconografía como una plasmación visual de los planteamientos ideológicos defendidos por el Magno Papa, idealizados en un Cristo palpitante, sangrante y rotundamente corpóreo.

Desde este Ecce Homo o Imago pietatis, Cristo se va a representar con los elementos de la pasion, mostrando las llagas redentoras o en el Lagar místico o surgiendo de si un surtidor que riega la tierra. En ella Cristo vierte la sangre de su costado sobre un cáliz, manteniendo plenamente su simbolismo sacramental y su carácter alegórico. Por evolución de la teatralidad barroca el Varón de Dolores se nos muestra en ocasiones aún crucificado a la Santa Cruz que se fue incluyendo con el tiempo en la composición, dando lugar a interpretaciones tan particulares. Lo podemos ver también redimiendo el globo terráqueo. En este caso el Varón de Dolores se dispone sobre el orbe que representa la tierra, de rodillas, con todas las llagas de la pasión presente, pleno de sentido alegórico y elevando en súplica la mirada a los cielos.

La piedad popular fue acoplando el pasaje a su devocionario particular. Dado que la mística representación de características casi alegóricas resultaba compleja de asimilar por el pueblo llano, este fue poco a poco incluyendo el pasaje entre aquellos que conformaban parte de la pasión para su más fácil comprensión y, dado que Cristo se nos mostraba con todas las llagas de la pasión patentes y en el sepulcro, la presencia del ángel o ángeles se vió directamente relacionada con la del Ángel de la Resurrección mencionado en las sagradas escrituras, ubicándole en el interior del sepulcro en el momento de la Resurrección de Cristo. En este tipo de representaciones, Cristo parece mostrar los primeros signos vitales en pleno misterio divino de la resurrección: entre la vida y la muerte, en una mirada que parece volver a brillar de vitalidad mientras el cuerpo inerte aún a penas le sostiene, cual despertando de un letargo.

miércoles, 29 de marzo de 2017

Jean Provost. Ecce Homo

Ecce Homo. Finales XV. Jan Provost
Óleo sobre tabla. Medidas: 45cm x 30cm
Museo Diocesano de Palencia

Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allí a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo, muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe él con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicando me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle. 

Son palabras de santa Teresa, procedentes del capítulo 9 del Libro de su Vida. Es una reacción que bien podría haber suscitado esta tabla conservada en el Museo Diocesano de Palencia, atribuida a Jan Provost, procedente de la Parroquia de la Magdalena, de Población de Campos (diócesis de Palencia).

La figura de Cristo transmite serenidad sublime, esperanza y misterio. Como dice el profeta Isaías, sus llagas nos han curado. El Señor fue expuesto por Pilato al populacho, diciendo: Ahí tenéis al hombre. Efectivamente, en la Pasión de Cristo no sólo vemos lo que el hombre es capaz de hacer en su crueldad sino, sobre todo, lo que el hombre nuevo, Cristo redentor, hace en favor de cada uno de nosotros, pecadores.

La reacción orante de santa Teresa en la contemplación de la imagen de Cristo sufriente nos invita, también hoy, a nosotros, a arrepentirnos de cuanto nos aparta de Cristo, quien por nosotros ha sufrido de tal forma.

viernes, 3 de marzo de 2017

Mateo Cerezo. Ecce Homo

Ecce Homo. 1663. Mateo Cerezo
Óleo sobre lienzo
Museo de Burgos

La expresión Ecce Homo procede del relato de la Pasión del Evangelio según san Juan. Después de azotarlo y de haber sufrido las burlas de los soldados, que lo han coronado, en vez de con laureles, con espinos; que le han revestido de un manto púrpura de cualquier soldado, no como el emperador de los romanos; y que le han puesto un cetro real en la mano: precisamente, en tan lamentable estado, quiere exponerlo Pilato ante los ojos de los judíos, esperando que en tal estado se darían por contentos y no pedirían más castigo. Por eso, les dijo: ahí tenéis al hombre, como queriendo decir: ahí lo tenéis, suficientemente castigado, desacreditado y puesto en ridículo. Los judíos, sin embargo, no se dieron por satisfechos, y consiguieron la condena a muerte.

En san Juan, la expresión Ecce Homo va mucho más allá de la obvia exposición de Jesús al populacho. En él, Dios encarnado, descubrimos el rostro verdadero del hombre sufriente, redimido solo por el amor de Dios. En ese hombre torturado, que confía hasta el final en Dios, vemos el verdadero rostro del hombre, hasta dónde puede llegar si se deja redimir por el amor de Dios.

Mateo Cerezo, un pintor del barroco español que murió joven, discípulo de Carreño Miranda, de Tiziano y de Van Dick, nos dejó este Ecce Homo conservado en el Museo de Burgos, en el que destaca el rostro extraordinariamente dulce del Señor, que mira a lo alto para encontrarse en el abismo del amor de Dios, por el que sufre la Pasión.

miércoles, 11 de enero de 2017

Jan Mostaert. Cristo mostrado al pueblo.

Cristo mostrado al pueblo. 1510-1515. Jan Mostaert
Óleo sobre tabla. Medidas: 30 cm x 22 cm
The Metropolitan Museum de Arte. New York

Cristo tenia que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo. Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella.

Este texto de la Carta a los Hebreos nos invita a contemplar una tabla flamenca de Mostaert, que nos muestra a Cristo, después de la flagelación, mostrado al pueblo. Se trata de la escena a la que en la iconografía cristiana denominamos Ecce Homo: he aquí el hombre, tl como lo presentó Pilato a la muchedumbre.

Tal vez parte de un díptico, el panel muestra a Pilato presentando a Cristo a los judíos.  De acuerdo con su función devocional, Mostaert coloca los principales personajes en un primer plano del cuadro, mostrándoles sólo en la mitad de longitud. El diálogo de las manos y la inserción de la Virgen, que se ha desmayado, entre las figuras del primer plano, contribuyen a la fuerza expresiva.

domingo, 20 de septiembre de 2015

Jan provost. Ecce Homo

Ecce homo. XVI. Jan Provost
Óleo sobre tabla. Medidas: 45 cm x 30 cm.
Museo Diocesano de Palencia

Se dijeron los impíos: «Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones,nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.

La primera lectura, del Libro de la Sabiduría, nos pone sobre la pista de la temática central de la Liturgia de este domingo: el anuncio de la Pasión del Señor. Por eso, hemos escogido esta conocida obra, perteneciente a la colección del magnífico Museo Diocesano de Palencia. Jan Provost fue uno de los más famosos pintores de su generación. Conoció a Durero en Amberes, en 1520. Hay una efigie de este último en la National Gallery de Londres que se cree pintada por Provost. Las pinturas religiosas de Provost acusan la influencia tanto de Gérard David como de Hans Memling.

viernes, 10 de abril de 2015

Juan de Flandes. Ecce Homo

Ecce Homo. 15012. Juan de Flandes
Óleo sobre tabla. Medidas: 78 cm x 126 cm.
Retablo Mayor de la Catedral de Palencia

Este primer viernes de Pascua, volvemos sobre la historia de la Pasión del Señor a través de las excepcionales tablas que Juan de Flandes pintó para el retablo mayor de la Catedral palentina. Contemplamos este Ecce Homo, en el que aparece Cristo después de la flagelación, coronado de espinas, revestido de púrpura y con el cetro que le pusieron en la mano para burlarse. Un rico judío, al que se distingue por la bolsa que cuelga de su cinturón, se dirige con burla hacia él.

La alegría del tiempo de Pascua no borra el recuerdo de la penosa Pasión por la que el Señor llegó a la gloria de la Resurrección. Sus cicatrices nos han curado, y sólo su inmenso amor triunfó sobre la maldad de quienes procuraron su muerte.

sábado, 28 de marzo de 2015

Adrián Isenbrandt. Ecce Homo y la Virgen de los Dolores

Ecce Homo y la Virgen de los Dolores. 1530-1540. Adrián Isenbrandt
Óleo sobre tabla. Medidas: 105 cm x 92 cm.
Museo Metropolitano de Nueva York

Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: «Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera.» Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. Y aquel día decidieron darle muerte.

Nos acercamos ya a los días en los que celebramos los misterios centrales de la fe. En el Evangelio según san Juan que hoy leemos en la Eucaristía, Caifás no sólo decide la muerte de Jesús como un acto de la maldad humana, sino que también, a través de él, comienza Dios a salvar a los hombres mediante el sacrificio de Jesucristo, tal como había sido profetizado en las Escrituras.

Contemplamos hoy una tabla de Adrián Isenbrandt, un pintor flamenco del renacimiento nórdico, quien a partir de la evidencia documental fue claramente un artista significativo de su época, pero a quien no se pueden atribuir claramente obras específicas. Los historiadores del arte han elaborado la hipótesis de que tuvo un gran taller que se especializó en temas religiosos y cuadros de devoción, pintando de una manera conservadora en la tradición de los primitivos flamencos.

Sobre un fondo arquitectónico compuesto por dos arcos, se muestran a nuestra devoción el Ecce Homo, es decir, Cristo flagelado, coronado de espinas y con una vara en la mano; por otro lado, aparece María enlutada y con las manos cruzadas sobre el pecho en oración.

miércoles, 14 de enero de 2015

Jan Mostaert. Cristo mostrado al pueblo.

Cristo mostrado al pueblo. 1510-1515. Jan Mostaert
Óleo sobre tabla. Medidas: 30 cm x 22 cm
The Metropolitan Museum de Arte. New York

Cristo tenia que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo. Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella.

Este texto de la Carta a los Hebreos nos invita a contemplar una tabla flamenca de Mostaert, que nos muestra a Cristo, después de la flagelación, mostrado al pueblo. Se trata de la escena a la que en la iconografía cristiana denominamos Ecce Homo: he aquí el hombre, tl como lo presentó Pilato a la muchedumbre.

Tal vez parte de un díptico, el panel muestra a Pilato presentando a Cristo a los judíos.  De acuerdo con su función devocional, Mostaert coloca los principales personajes en un primer plano del cuadro, mostrándoles sólo en la mitad de longitud. El diálogo de las manos y la inserción de la Virgen, que se ha desmayado, entre las figuras del primer plano, contribuyen a la fuerza expresiva.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Anónimo veneciano. Ecce Homo

Ecce Homo. 1505-1515. Anónimo veneciano
Témpera sobre tabla. Medidas: 40 cm x 27 cm.
Salters Art Museum. Baltimore

Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.

Este viernes leemos este fragmento de la Carta a los Filipenses, en el que se nos invita a contemplar el cuerpo glorioso del Señor para conformarnos a él. Este cuerpo glorioso fue torturado en la Pasión y exhibido por Pilatos al populacho cuando, después de azotarlo, lo presentó ante la turba diciendo: Ecce Homo, es decir, aquí está el hombre. Efectivamente, en la Pasión de Cristo Dios asume el dolor de la humanidad, lo redime en la Resurrección, y lo transforma en fuente de salvación.

Por eso, contemplamos este viernes una hermosa versión del renacimiento veneciano del Ecce Homo. Cristo aparece coronado de espinas, con una túnica rojiza, y portando la caña que le pusieron como emperador para mofarse de él. El fondo oscuro recalca la tristeza del joven rostro de Cristo, que mira hacia un lado en actitud dolente.

miércoles, 2 de abril de 2014

Jean Provost. Ecce Homo

Ecce Homo. Finales XV. Jan Provost
Óleo sobre tabla. Medidas: 45cm x 30cm
Museo Diocesano de Palencia

Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allí a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo, muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe él con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicando me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle. 

Son palabras de santa Teresa, procedentes del capítulo 9 del Libro de su Vida. Es una reacción que bien podría haber suscitado esta tabla conservada en el Museo Diocesano de Palencia, atribuida a Jan Provost, procedente de la Parroquia de la Magdalena, de Población de Campos (diócesis de Palencia).

La figura de Cristo transmite serenidad sublime, esperanza y misterio. Como dice el profeta Isaías, sus llagas nos han curado. El Señor fue expuesto por Pilato al populacho, diciendo: Ahí tenéis al hombre. Efectivamente, en la Pasión de Cristo no sólo vemos lo que el hombre es capaz de hacer en su crueldad sino, sobre todo, lo que el hombre nuevo, Cristo redentor, hace en favor de cada uno de nosotros, pecadores.

La reacción orante de santa Teresa en la contemplación de la imagen de Cristo sufriente nos invita, también hoy, a nosotros, a arrepentirnos de cuanto nos aparta de Cristo, quien por nosotros ha sufrido de tal forma.

miércoles, 27 de marzo de 2013

La flagelación de Cristo,


La flagelación de Cristo, 1607. Obra de Caravaggio
Óleo sobre lienzo, 286 × 213 cm
Museo de Capodimonte, Nápoles,  Italia

Hoy en la meditación de los textos litúrgicos me venia a la memoria este cuadro. 
En el texto de Isaias, vemos a un siervo favorecido por Dios y sometido a una gran prueba, ¿puede ser esto contradicción  La confianza de éste en su defensor se acentua, no decae, a pesar de los ultrajes padecidos. Es Dios quien sostiene a su siervo, es él quien sostiene a cada uno de nosotros en la tribulación  y tantas veces somos nosotros los que no nos creemos con valentía de decir,  tengo cerca a mi defensor, mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento.
Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados.
El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.
El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí?
Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque.
Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?

La flagelacion de Cristo del Caravaggio encierra en ese dramatismo barroco que es capaz de expresar acciones y momentos de manera tan teatral que llevan a uno a contemplar en esta pintura el misterio de la serenidad contrapuesto a la soez provocación  La sabiduría segura,callada y paciente del siervo se enfrenta a la necedad insegura, vociferante y violenta de la chusma. El misterio de Dios se manifiesta en la quietud y la humildad al aceptar su voluntad, contrapuesto a la rebelde y oscura negación del bien y la justicia operada por el mal. 

El salmo 68 dice:

Por ti he aguantado afrentas, 
la vergüenza cubrió mi rostro. 
Soy un extraño para mis hermanos, 
un extranjero para los hijos de mi madre; 
porque me devora el celo de tu templo, 
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mi.
La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco. 
Espero compasión, y no la hay; consoladores, 
y no los encuentro. En mi comida me echaron hiel, 
para mi sed me dieron vinagre.
Alabaré el nombre de Dios con cantos, 
proclamaré su grandeza con acción de gracias. 
Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, 
y revivirá vuestro corazón. 
Que el Señor escucha a sus pobres, 





viernes, 22 de marzo de 2013

Ecce Homo


Ecce Homo, s. XVI Taller de Luis de Morales
óleo sobre tabla, 99,5 x 72 cm. 
Colección privada.  

Hoy medito delante de esta imagen en la que en el marco está escrito:
  
O vos omnes,qui transitis per viam, attendite, et videte
Si est dolor similis dolori  mei quia eligaverunt oculi mei.

Oh, vosotros todos,los que pasáis por el camino, prestad atención y ved 
si existen dolores como mis dolor porque (ellos) han cerrado mis ojos


Encuentro gran paralelismo con los textos que nos propone la liturgia de este viernes de cuaresma, viernes de dolores. Los textos nos acercan de manera pedagógica a entender el motivo de condena de Cristo, declararse Hijo de Dios. Desde ellos nos acercamos a la semana de pasión del Señor y meditando en esta     nos estremecemos ante ese gran dolor que el Hijo de Dios, la Palabra, tuvo que soportar para liberarnos de la muerte, para que fuésemos dioses los hombres por participación de éste y nos regalase en Él el perdón de nuestros pecados.

El profeta Jeremias (20,10-13), dice en la primera lectura: 

Oía el cuchicheo de la gente: «Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo.» Mis amigos acechaban mi traspié: «A ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él.»
Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará.
Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa.
Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos.

En el evangelio de hoy dice en evangelista san Juan:

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
Él les replicó:
«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?»

y prosigue el evangelista:

Los judíos le contestaron:
«No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios.»
Jesús les replicó:
«¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.»


sábado, 16 de marzo de 2013

Imago Pietatis



Icono-relicario. Icono, 1300. Caja de reliquias,1380. Anónimo (Mt. Sinaí, monasterio de Santa Catalina)
Temple sobre tabla, Icono: 23 × 28 cm, caja de reliquias: 98,7 × 97,1 cm

Tanto la lectura de ayer del libro de la Sabiduria, como hoy Jeremias me ha traido a la memoria a Cristo como Varon de Dolores y recordando su iconografia mi recuerdo y devocion me ha llevado arecordar un magnifico ikono bizantino que se conserva en Roma y que es el origen de esta iconografía que evoluciona en occidente de manera muy elevada a partir del siglo XIV y XV de manos de maestros flamencos hasta el mas abigarrado barroco. 

La representación de Cristo como Varón de Dolores, culmen de la historia de la salvación anunciada por los profetas del antiguo testamento y verificada en el nuevo, es un motivo iconográfico que se remonta hasta  la época del Papa San Gregorio Magno (segunda mitad del siglo VI, principios del siglo VII) donde  hemos de buscar el origen de la iconografía del Varón de Dolores. Cuenta la leyenda que durante la celebración de la Santa Misa en la iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén celebrada por el santo,  uno de los asistentes hizo pública su duda sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Inmediatamente y ante las oraciones del Santo Padre una imagen de Cristo se apareció sobre el altar, en pie, mostrando los estigmas sangrantes de la Pasión así como los atributos típicos de ella ( Santa Cruz, corona de espinas, clavos, sepulcro) y derramando sobre el cáliz su propia sangre que manaba de las llagas.  San Gregorio ordenó dejar un recuerdo pictórico de tal acontecimiento en la Iglesia de Santa Cruz de Roma, lugar del acontecimiento. Venía esta nueva iconografía y el esparcimiento de las distintas versiones populares del milagro a significar un respaldo al culto al Santísimo Sacramento, así como a los postulados teológicos del propio San Gregorio a favor de la corporeidad de la Resurrección de Cristo, en contra de algunas corrientes de la época que defendían la incorporeidad de una resurrección meramente espiritual. Cabe pues considerar esta iconografía como una plasmación visual de los planteamientos ideológicos defendidos por el Magno Papa, idealizados en un Cristo palpitante, sangrante y rotundamente corpóreo.

Desde este Ecce Homo o Imago pietatis, Cristo se va a representar con los elementos de la pasion, mostrando las llagas redentoras o en el Lagar místico o surgiendo de si un surtidor que riega la tierra. En ella Cristo vierte la sangre de su costado sobre un cáliz, manteniendo plenamente su simbolismo sacramental y su carácter alegórico. Por evolución de la teatralidad barroca el Varón de Dolores se nos muestra en ocasiones aún crucificado a la Santa Cruz que se fue incluyendo con el tiempo en la composición, dando lugar a interpretaciones tan particulares. Lo podemos ver también redimiendo el globo terráqueo. En este caso el Varón de Dolores se dispone sobre el orbe que representa la tierra, de rodillas, con todas las llagas de la pasión presente, pleno de sentido alegórico y elevando en súplica la mirada a los cielos.  
La piedad popular fue acoplando el pasaje a su devocionario particular. Dado que la mística representación de características casi alegóricas resultaba compleja de asimilar por el pueblo llano, este fue poco a poco incluyendo el pasaje entre aquellos que conformaban parte de la pasión para su más fácil comprensión y, dado que Cristo se nos mostraba con todas las llagas de la pasión patentes y en el sepulcro, la presencia del ángel o ángeles se vió directamente relacionada con la del Ángel de la Resurrección mencionado en las sagradas escrituras, ubicándole en el interior del sepulcro en el momento de la Resurrección de Cristo. En este tipo de representaciones, Cristo parece mostrar los primeros signos vitales en pleno misterio divino de la resurrección: entre la vida y la muerte, en una mirada que parece volver a brillar de vitalidad mientras el cuerpo inerte aún a penas le sostiene, cual despertando de un letargo.

Yo, como cordero manso, llevado al matadero, no sabía los planes homicidas que contra mí  planeaban: Cortemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra vital, que su nombre no se pronuncie más. Pero tú, Señor de los ejércitos, juzgas rectamente, pruebas las entrañas y el corazón; veré mi venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.
Jeremías 11, 18-20