miércoles, 20 de marzo de 2013

Cristo con la Cruz a cuestas



Cristo con la Cruz a cuestas. 1565. Tiziano
Óleo sobre lienzo, 67 x 77 cm
Museo del Prado, Madrid. España

Hoy estaba meditando delante de esta imagen y leyendo el santo evangelio según san Juan (8, 31-42) de la liturgia de esta mañana y no dejaba de preguntarme al respecto de la Verdad, la Verdad de la que Cristo habla, esa verdad que hace libres. 
El pecado y su esclavitud, su encadenamiento a lo mas misero del hombre ha sido elevado, por esta cruz que porta Cristo, a lo mas sublime de la creación y ha querido re-crearnos para que no muramos mas y nos acojamos a ésta como elemento liberador.
Me enfrentaba con esta mirada que me provoca cuando me dice como a los de su tiempo; Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió. Y yo añadiría, para liberarme con su dolor de éste mi dolor que produce la esclavitud del pecado, por la falta de sinceridad que tantas veces creo y recreo en mi vida. El crea y recrea en el amor y yo...¿donde me recreo y me re-creo?
Os dejo solo que contempléis esta mirada y busquéis en ella la Verdad, la Libertad, el Amor, que en Cristo nos hace auténticos hombres y mujeres enfrentados a la Verdad que ilumina el mundo. Hombres y mujeres que sin esclavitud ni ataduras realizan libremente el plan de Dios y extienden el Reino anunciando y confesando a Cristo. Hombres y mujeres que llenos de caridad sirven a sus hermanos mas débiles acercando de manera esperanzada la presencia del amor de Dios por cada creatura suya hecha a imagen y semejanza de Él.

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:
«Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.»
Le replicaron:
«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: "Seréis libres"»
Jesús les contestó:
«Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque no dais cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre.»
Ellos replicaron:
«Nuestro padre es Abrahán.»
Jesús les dijo:
 «Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre.»
Le replicaron:
«Nosotros no somos hijos de prostitutas; tenemos un solo padre: Dios.»
Jesús les contestó:
 «Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió.»

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