sábado, 9 de marzo de 2013

Mater Dolorosa


Mater Dolorosa. 1570. Obra de Luis de Morales
Técnica mixta sobre tabla. 82,5 x 58 cm. 
Museo del Hermitage. San Petersburgo. Rusia

Los sábados la Iglesia suele recordar con especial atención la figura de María. En este tiempo de cuaresma quería traer este magnifico cuadro de "el divino Morales". Una obra que corresponde a los canones contrarreformistas de Trento y que nos hace entender una espiritualidad, que ha llegado hasta nuestros días, cargada de gran contenido espiritual y teológico. Éste concilio promulgó en su última sesión de trabajo, la XXV (el 3 de diciembre de 1563), un decreto sobre las imágenes sagradas, destinado a orientar durante siglos la historia de la iconografía y de la iconología religiosa. La orientación tridentina lleva desde finales del S.XVI a una civilización figurativa bien compuesta y al mismo tiempo unitaria. Una toma de posición contra las iglesias protestantes, que eran iconoclastas por su lógica interna, y sobre el uso de las obras de arte en las iglesias. Los protestantes niegan algunas verdades que se refieren a María y acusan a la iglesia católica de haber hecho que sustituyera a Cristo. Los luteranos y los calvinistas se esfuerzan en reducir su papel en la obra de la redención y niegan hasta la autenticidad de las palabras del ángel: "Ave, Maria, gratia plena" 

Las normas que regulan la iconografía mariana, observadas más o menos por todas partes, están recogidas de este modo por el cardenal Federico Borromeo: "Hay que conservar los símbolos y los misterios que se emplean para representar a la Virgen santísima... No hay que representar a la madre de Dios desvanecida al pie de la cruz, ya que esto va contra la historia y la autoridad de los padres... Que la imagen de la santísima Virgen se parezca en vivo a aquel divino Rostro... Y para que los pintores saquen del natural con más exactitud la imagen de la Virgen , propondré el ejemplo que nos ha dejado el mismo Nicéforo: ... para color prefería el trigueño, cabellos rubios, ojos penetrantes con las pupilas claras y casi del color de oliva. Las cejas curvadas y de buen color negro, la nariz algo larga, los labios redondeados y llenos de la suavidad de las palabras; el rostro ni redondo ni agudo, sino un tanto alargado, lo mismo que las manos y los dedos más bien largos..."
Insistiendo en el parecido de la Virgen madre con el Hijo, característica iconográfica que continúa hasta el S. XVIII, el arzobispo de Milán prescribe: "Por tanto, me gustaría que los pintores, cuando hagan las imágenes de Cristo y de María, recordasen esta sola cosa que la antigüedad creyó de forma unánime y que los santos padres nos transmitieron: que el rostro del Salvador fue admirable por la perfecta semejanza que tenía con el de su madre, de manera que todo el que mire a la madre o al Hijo pueda fácilmente reconocer en la madre al Hijo y en el Hijo a la madre".Denuncia la "indecencia de los que pintan al divino niño mamando de manera que muestran desnudos el pecho y la garganta de la Virgen , siendo así que esos miembros no se deben pintar más que con mucha cautela y modestia" .

El pintor extremeño Luis de Morales, nacido en Badajoz (Extremadura) en 1509, y muerto en 1586, debido a la fama, que disfrutó en vida, y a la predilección por temas religiosos en sus obras, fue llamado "el divino".  Respondió muy bien a las exigencias iconográficas de su tiempo y fue capaz de transmitir en ellas este ideal de Trento de un mayor ardor y devoción. Sus obras estaban caracterizadas por una gran emoción y una matizada delicadeza que las hacía transcender del soporte pictórico elevándolas a cumbres espirituales insospechadas. Algunos estudiosos de Morales sostienen que su estilo manierista estaba inspirado, en Leonardo da Vinci con influencias italianas y flamencas. En su pintura se observa un alargamiento de las figuras y el uso de la técnica del esfumado leonardesco.

Ante una imagen de Morales solo nos queda mirar el personaje y dejar que la serena contemplación nos lleve a adentrarnos en lo mas profundo de la realidad que representa. Una mística pintura que eleva el alma hasta las cumbres divinas, allí donde Dios sosiega y consuela.

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