domingo, 24 de marzo de 2013

Entrada de Jesús en Jerusalén


Entrada de Jesús en Jerusalen, 1320. Obra de Pietro Lorenzetti
Fresco. 
Iglesia inferior de san Francisco, transepto sur, Asís. Italia

Hoy Domingo de Ramos, conmemoramos la entrada de Jesús en Jerusalén. El hecho de hacerlo montado a lomos de un asno evocaba el ritual de la entronización del rey de Israel, tal como David había hecho. De esta forma, Jesús hacía su entrada en Jerusalén como rey, es decir, como Mesías. De ahí el júbilo del pueblo, que recibe al gran profeta como al rey salvador que esperaba, y como a tal, le dirige las expresiones que nos han consignado los Evangelios: Honnana al Hijo de David.

De hecho, en la obra que hoy ilustra esta escena, de Pietro Lorenzetti, Jesús ostenta un manto azul, signo tradicional de realeza en la Edad Media, es decir, es reconocido como rey por el pueblo. Esta escena hace, pues, mucho más paradójica la ejecución que solo seis días después va a tener lugar en la misma Jerusalén. Sin duda, esto marcaba una gran distancia entre la idea del rey que esperaba el pueblo judío, y el verdadero Dios que en Jesús se nos manifiesta, un Dios que se pone al servicio del hombre y llega a dejarse matar por el siervo malvado para tener así la oportunidad de derrotar el poder del mal y rescatarlo de su propia maldad.

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