Santísima Trinidad. XVIII. Anónimo
Óleo sobre lienzo. Medidas: 119 cm x 89 cm.
Museo del Prado. Madrid. España
Leemos hoy en la Eucaristía el pasaje del Evangelio según san Lucas en el que Jesús enseña a sus discípulos a orar. La oración de los cristianos es la invocación confiada a Dios en la calidad de hijos, concedida como la gran gracia que Jesús nos concede al redimirnos. Jesús nos sólo enseñó un método de oración, sino que desveló en la oración, hecha en el Espíritu Santo, al Padre y a sí mismo como Hijo de Dios.
No cabe duda, pues, que la oración cristiana es eminentemente trinitaria. Por eso, hemos seleccionado esta obra anónima del siglo XVIII, en la que la tres personas de la Trinidad quedan dispuestas formando un triángulo, que la define simbólicamente. Cada uno porta los atributos que les son propios: el Hijo, la Cruz; el Padre, un cetro y un globo del mundo sobre el que se yergue la Cruz; y lo corona la paloma del Espíritu Santo, desde un nimbo de nubes. Los personajes, evocando los querubines que sostenían el Arca de la Alianza en el Templo de Jerusalén, vienen sustentados por un grupo de ángeles, que actúan a modo de trono.
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