Mostrando entradas con la etiqueta Trinidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Trinidad. Mostrar todas las entradas

martes, 7 de marzo de 2017

Francisco Caro. La Santísima Trinidad

La Santísima Trinidad. Siglo XVII. Francisco Caro (atribuida)
Óleo sobre lienzo. 125 x 125 cm
Museo del Prado. Madrid

El Evangelio de la Eucaristía del primer martes de Cuaresma nos cuenta cómo Jesús enseñó a orar a sus discípulos, dejándonos la oración del Padre Nuestro. Jesús no sólo nos dejó una fórmula a repetir, sino que en esta breve oración sintetizó una nueva relación del hombre con Dios, al que puede llamar con verdad Padre, y para quien somos verdaderamente hijos en el Hijo eterno, amén de dejarnos toda una serie de actitudes que impiden que la fe sea una espiritualidad privada.

Para ilustrar este pasaje, hemos escogido una representación de la Santísima Trinidad, atribuida al pintor Francisco Caro. El misterio de las tres divinas personas del único Dios no nos es ajeno, desde el momento en que ha decidido la creación y la redención del género humano. Ambos hechos se muestran en esta obra en la composición triangular, que tiene como centro la esfera del mundo, sostenida por los ángeles y bendecida por la Trinidad. Además, el Hijo porta la la Cruz, donde realizará la obra de la Salvación.

domingo, 22 de mayo de 2016

Durero. Adoración de la Trinidad

Adoración de la Trinidad, 1511. Alberto durero
Óleo y temple sobre tabla. 135 x 123 cm
Museo de Historia del Arte. Viena

Celebramos hoy la solemnidad de la Santísima Trinidad. Toda la Iglesia se postra para adorar el misterio de nuestro Dios, revelado por él mismo en la persona del Hijo, de su unidad en la Trinidad. Confesamos un solo Dios, pero el nuestro es un monoteísmo Trinitario, pues la Unidad de la Trinidad encieera en sí el misterio de las tres personas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Por este motivo, hemos escogido una obra de la etapa católica de Durero: el Retablo de Todos los Santos. Se trata de un cuadro encargado por Matthäus Landauer, ejecutado por Durero a la vuelta de su segundo viaje a Venecia. Existe un dibujo preparatorio en el Museo Condé de Chantilly, datada del año 1508, lo que hace pensar que ya había sido contratada por entonces. Tuvo como destino la capilla de Todos los Santos, en Núremberg, que formaba parte del «Hogar de los Doce Hermanos», fundado en 1501, centro de acogida de artesanos arruinados.

Lo mismo que el Martirio de los diez mil (1508), ejecutado en la misma época, esta Adoración de la Trinidad, basa su composición en la multiplicación de personajes, así como en una construcción esférica -copernicana- del espacio.

La obra se articula en dos planos. En el superior, en una figura de óvalo cuya parte de arriba está marcada por la propia forma del retablo, ocupan el centro, de arriba abajo, el Espíritu santo (una paloma), Dios Padre formidable y Jesucristo crucificado. Las figuras son trazadas con monumentalidad. Tanto a su alrededor, como abajo, en formación ligeramente curvada, se encuentran todos los santos en adoración: reyes, cardenales, mártires, héroes y profetas flotan sobre un paisaje de vista panorámica. Esta composición sintetiza de manera sublime el cielo y la tierra», confiriéndole un «carácter visionario anunciador de Altdorfer, Bruegel, Tintoretto y los Maestros del Barroco.

La composición recuerda a La disputa del Sacramento de Rafael que se encuentra en la Stanza della Segnatura del Vaticano, obra que Durero no pudo conocer, dada la fecha en que se comenzó. En realidad, esta interacción entre elementos circulares y geométricos que se ve en ambas obras no es más que una forma «clásica» a la que tendía toda la pintura de la época, partiendo de la pintura renacentista italiana.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Francesco Pasellino. La Santísima Trinidad

La Santísima Trinidad. 1455-1460. Francesco Pesellino
Témpera y óleo sobre tabla. Medidas: 227 cm x 357 cm.
National Gallery. Londres.

Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que ésta, para vuestro asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo el juicio de todos, para que todos honren al Hijo como honran al Padre.

Leemos en la Eucaristía de este cuarto miércoles de Cuaresma la polémica que se entabla entre Jesús y los judíos en el Templo de Jerusalén, después de la curación del paralítico en la piscina de Betesda. Jesús establece claramente su filiación divina. Esta pretensión de Jesús de igualarse a Dios en su condición de Hijo fue interpretado como una blasfemia por los judíos, y desembocará en su ejecución. Para los cristianos, en cambio, se erige en la única vía de acceso a Dios.

La iconografía cristiana representó este concepto en la imagen de la Trinidad, revelada en la Crucifixión: aparece Cristo crucificado, cuya cruz es sostenida por Dios Padre, y sobre su cabeza aparece el Espíritu Santo en forma de paloma. La imagen que contemplamos, de hecho, es el llamado Altar de la Trinidad de Pistoya. Este retablo fue encargado en septiembre 1455 por la Sociedad Sacerdotal de la Trinidad en Pistoya. Aparecen los santos de Mamas, Santiago, Zenón y Jerónimo. Cuando Pesellino murió en julio de 1457, la pintura fue terminada por Fra Filippo Lippi , y entregado en junio 1460. El retablo fue desmontado en el siglo XVIII y, con el trascurso de los años, fue adquirido y vuelto a montar en la National Galley de Londres.

martes, 24 de febrero de 2015

Agnolo Gaddi. La Santísima Trinidad

La Santísima Trinidad. 1390. Agnolo Gaddi
Témpera y oro sobre tabla. Medidas: 129 x 70 cm por tabla
 Museo Metropolitano de Arte. Nueva York

El martes del Cuaresma se centra en la oración del Señor. Si este tiempo ha de ser un tiempo especial en nuestra dedicación a la oración, Jesús no sólo nos enseña a orar sino que, a través de la oración, nos manifiesta quién y cómo es Dios: su Padre y nuestro Padre, que a través en el Espíritu Santo forma una unidad, a la que hemos sido invitados a participar sus criaturas en la condición de hijos. Por eso, nos atrevemos a decir: Padre Nuestro.

Hemos escogido, por ello, una tabla típica de la época medieval, que nos muestra a la entera Trinidad: el Padre Eterno, que sostiene con los brazos la Cruz del Hijo, nuestro Señor Jesucristo, donde está posado el Espíritu Santo en forma de paloma. La tabla fue pintada por el florentino Agnolo Gaddi, como tabla central de un tríptico. Su estilo es un término medio entre el de Giotto y el naciente gótico internacional.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Anónimo. Santísima Trinidad

Santísima Trinidad. XVIII. Anónimo
Óleo sobre lienzo. Medidas: 119 cm x 89 cm.
Museo del Prado. Madrid. España

Leemos hoy en la Eucaristía el pasaje del Evangelio según san Lucas en el que Jesús enseña a sus discípulos a orar. La oración de los cristianos es la invocación confiada a Dios en la calidad de hijos, concedida como la gran gracia que Jesús nos concede al redimirnos. Jesús nos sólo enseñó un método de oración, sino que desveló en la oración, hecha en el Espíritu Santo, al Padre y a sí mismo como Hijo de Dios.

No cabe duda, pues, que la oración cristiana es eminentemente trinitaria. Por eso, hemos seleccionado esta obra anónima del siglo XVIII, en la que la tres personas de la Trinidad quedan dispuestas formando un triángulo, que la define simbólicamente. Cada uno porta los atributos que les son propios: el Hijo, la Cruz; el Padre, un cetro y un globo del mundo sobre el que se yergue la Cruz; y lo corona la paloma del Espíritu Santo, desde un nimbo de nubes. Los personajes, evocando los querubines que sostenían el Arca de la Alianza en el Templo de Jerusalén, vienen sustentados por un grupo de ángeles, que actúan a modo de trono.

martes, 11 de marzo de 2014

Francisco Caro. La Santísima Trinidad


La Santísima Trinidad. Siglo XVII. Francisco Caro (atribuida)
Óleo sobre lienzo. 125 x 125 cm
Museo del Prado. Madrid

El Evangelio de la Eucaristía del primer martes de Cuaresma nos cuenta cómo Jesús enseñó a orar a sus discípulos, dejándonos la oración del Padre Nuestro. Jesús no sólo nos dejó una fórmula a repetir, sino que en esta breve oración sintetizó una nueva relación del hombre con Dios, al que puede llamar con verdad Padre, y para quien somos verdaderamente hijos en el Hijo eterno, amén de dejarnos toda una serie de actitudes que impiden que la fe sea una espiritualidad privada.

Para ilustrar este pasaje, hemos escogido una representación de la Santísima Trinidad, atribuida al pintor Francisco Caro. El misterio de las tres divinas personas del único Dios no nos es ajeno, desde el momento en que ha decidido la creación y la redención del género humano. Ambos hechos se muestran en esta obra en la composición triangular, que tiene como centro la esfera del mundo, sostenida por los ángeles y bendecida por la Trinidad. Además, el Hijo porta la la Cruz, donde realizará la obra de la Salvación.

lunes, 3 de junio de 2013

La Trinidad con las ánimas del purgatorio


La Trinidad con las ánimas del purgatorio, 1743. Obra de Corrado Giaquinto
Óleo sobre lienzo, 99,06 x 73,98 cm

Mirando este cuadro y leyendo el evangelio de hoy, no puedo dejar de interrogarme sobre la gran misericordia que Dios tienen sobre nosotros. ¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a otros, dice el evangelista llevado posiblemente por esquemas humanos. Pero no así Jesús, que afirma, "la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente". Él es la fuente de nuestra salvación y aquí el artista ha plasmado muy bien la agonía del hombre que, aunque pecador, se vuelve al Padre quien a pesar de haber entregado a su hijo al suplicio sabe que este era el medio para la única y verdadera eterna salvación del hombre.

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos:
«Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado; a éste lo insultaron y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos los apalearon o los mataron.
Le quedaba uno, su hijo querido. Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron:
"Éste es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia. "
Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a otros.
¿No habéis leído aquel texto: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?»
Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon.

san Marcos 12, 1-1

domingo, 26 de mayo de 2013

La Trinidad



La Trinidad, 1635. Obra de José de Ribera
Óleo sobre lienzo. 226 x 181 cm
Museo del Prado, Madrid. España.

Si el domingo pasado celebrábamos al Espíritu Santo en la solemnidad de Pentecostés hoy domingo celebramos a la Trinidad, un solo Dios en tres personas.

San Atanasio de Alejandría dice: Siempre resultará provechoso esforzarse en profundizar el contenido de la antigua tradición, de la doctrina y la fe de la Iglesia católica, tal como el Señor nos la entregó, tal como la predicaron los apóstoles y la conservaron los santos Padres. En ella, efectivamente, está fundamentada la Iglesia, de manera que todo aquel que se aparta de esta fe deja de ser cristiano y ya no merece el nombre de tal.

Existe, pues, una Trinidad, santa y perfecta, de la cual se afirma que es Dios en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que no tiene mezclado ningún elemento extraño o externo, que no se compone de uno que crea y de otro que es creado, sino que toda ella es creadora, es consistente por naturaleza, y su actividad es única. El Padre hace todas las cosas a través del que es su Palabra, en el Espíritu Santo. De esta manera, queda a salvo la unidad de la santa Trinidad. Así, en la Iglesia se predica un solo Dios, que lotrasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. Lo trasciende todo, en cuanto Padre, principio y fuente; lo penetra todo, por su Palabra; lo invade todo, en el Espíritu Santo.

San Pablo, hablando a los corintios acerca de los dones del Espíritu, lo reduce todo al único Dios Padre, como al origen de todo, con estas palabras: Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.

El Padre es quien da, por mediación de aquel que es su Palabra, lo que el Espíritu distribuye a cada uno. Porque todo lo que es del Padre es también del Hijo; por esto todo lo que da el Hijo en el Espíritu es realmente don del Padre. De manera semejante, cuando el Espíritu está en nosotros, lo está también la Palabra, de quien recibimos el Espíritu, y en la Palabra está también el Padre, realizándose así aquellas palabras: El Padre y yo vendremos a él y haremos morada en él. Porque, donde está la luz, allí está también el resplandor; y donde está el resplandor, allí está también su eficiencia y su gracia esplendorosa.

Es lo que nos enseña el mismo Pablo en su segunda carta a los Corintios, cuando dice: La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros. Porque toda gracia o don que se nos da en la Trinidad se nos da por el Padre, a través del Hijo, en el Espíritu Santo. Pues, así como la gracia se nos da por el Padre, a través del Hijo, así también no podemos recibir ningún don si no es en el Espíritu Santo, ya que, hechos partícipes del mismo, poseemos el amor del Padre, la gracia del Hijo y la comunión de este Espíritu.

La Trinidad de Ribera muestra la seguridad del autor en sus posibilidades pictóricas, el dramatismo de la escena queda subrayado por el uso de la luz y la suntuosidad cromática. Contrasta el azulado cuerpo muerto de Cristo, extremadamente naturalista y surcado por la sangre que corre hasta manchar el paño de pureza y el sudario, con el hieratismo de Dios Padre, que nos muestra a su Hijo muerto acompañado de la paloma del Espíritu Santo. El mensaje de esta obra, la muerte y el sufrimiento de Cristo por la Humanidad, queda extraordinariamente patente. 

jueves, 11 de abril de 2013

Trinidad


Trinidad, 1620. Obra de Hendrick van Balen
Óleo sobre tabla, 
Iglesia de Santiago, Amberes. Bélgica

El evangelio según san Juan (3, 31-36) de hoy me hace mirar a la expresión Trinitaria en el Arte. Son tantas las formas y maneras que ésta adquiere a la vista de los artistas a través de los siglos. De igual manera los Padres de la Iglesia intentaron definirla a la luz misma de la revelación dada por la historia de la salvación.

El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica la veracidad de Dios. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él. 

Dice la carta a los Hebreos en su cap. primero:

" ... el Hijo, a quien Dios constituyó heredero de todas las cosas, y por quien asimismo hizo el mundo . Este Hijo, que refleja la gloria (de Dios) y la impronta de su sustancia, sostiene todo con su palabra poderosa .... "

Como rezamos en el Credo.

" ... nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Dios verdadera Luz de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre por medio de él fueron creadas todas las cosas. "

San Agustín habla de la Trinidad en su obra De Trinitate  dividida en cinco grandes partes: Teología bíblica de la Trinidad (I-IV). Teología especulativa y defensa del dogma (V-VII). Introducción al conocimiento místico de Dios (VIII). Búsqueda de la imagen de la Trinidad en el hombre (IX-XIV). Compendio y complemento del tratado (XV).

En La Trinidad Agustín desarrolló la doctrina de las relaciones: las tres personas divinas son El Ser mismo, eterno, inmutable, consustancial, pero se distinguen por sus relaciones; la explicación psicológica; la doctrina sobre las propiedades personales de El Espíritu Santo, que procede como amor; la vida de la gracia; y sobre cómo el hombre siendo imagen de Dios es imagen de la Santísima Trinidad.

En la perspectiva del amor, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son el amante, el amado y el amor:

 " Et ideo no Amplius quam tria sunt:. unus diligens aquí eum de illo est, et unus diligens eum de quo est, et ipsa dilectio "
 " Las personas divinas no son más que tres: la primera que ama, de la que nace, la segunda que ama, de quien viene y la tercera, que es el mismo amor. "

" Ecce sunt tria, Amans et quod et Amatur amor. "
" Estas son tres:. el Amante, el Amado y el Amor "

Hilario de Poitiers, dice en su obra de De Trinitate:

" No quitará su Unicidad de Dios Padre, cuando decimos que el Hijo es Dios, porque él es Dios de Dios, uno a uno, por lo que un Dios, porque Dios es Él mismo. Por otro lado, el Hijo no es menos Dios porque el Padre es el único Dios. Como el Hijo Unigénito no está exenta de nacimiento, con el fin de privar al padre de su unidad divina, ni es diferente de Dios, sino porque es nacido de Dios "

San Atanasio de Alejandría en su segunda carta a Carta a Serapión se expresa de esta manera:

" El carácter distintivo de la fe en Cristo es la siguiente: el hijo de Dios, que es, de hecho, en el principio era el Logos Dios, el Logos, y el Logos era Dios - que es la sabiduría y el poder del Padre, Cristo es el poder de Dios y sabiduría de Dios - el final de los tiempos se ha hecho hombre para nuestra salvación. De hecho, John, después de decir: En el principio era el Logos, poco después, añadió, y los logos se hizo carne, es decir, se hizo hombre. Y el Señor dice de sí mismo: porque procuráis matarme, hombre que os he hablado la verdad? y Pablo, que había aprendido de él, escribe: Un solo Dios, un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre "

" Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. "    ( 1 Jn 4, 16 )