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lunes, 24 de abril de 2017

Anónimo. Jesucristo dándole la comunión a la Virgen

Jesucristo dándole la comunión a la Virgen. 1600. Anónimo
Óleo sobre lienzo. Medidas: 161cm x 118cm.
Museo del Prado. Madrid.

La Pascua es el tiempo litúrgico en el que los los sacramentos de la iniciación cristiana (bautismo, confirmación y eucaristía), cobran una singular importancia. Son los sacramentos que nos engendran a la nueva vida, que en la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo ha sido ofrecida por Dios a todos los hombres. Estos sacramentos congregan a la Iglesia, como el nuevo pueblo de Dios, que camina por este mundo hacia el Reino de Dios.

La iconografía cristiana buscó simbolizar de distintas formas estos ricos contenidos teológicos que fundamentan la fe. Uno de esos intentos es la obra que hoy proponemos para nuestra consideración: Cristo dándole  la comunión a la Virgen. Se trata de una obra de devoción, que no tiene como base hecho histórico alguno. Cristo aparece como sacerdote que celebra la misa con un diácono y un subdiácono, a la que asiste la Virgen María, y en la que los ángeles cantan.

En esta obra, se pone de manifiesto, por una parte, el sentido de la Eucaristía como memorial de lo que Jesús hizo en la Última Cena. Se pone el énfasis en el hecho de que el sacerdote actúa in persona Christi, es decir, actúa en nombre y representación de Cristo. Cristo, por tanto, se nos da por entero en cada Eucaristía, renovando el sacrificio que en vida ofreció sobre la Cruz. Esta Eucaristía da vida a la Iglesia, representada por la Virgen María.

sábado, 14 de mayo de 2016

Cenni di Francesco. La Virgen de la Humildad


La Virgen de la Humildad con el Padre Eterno, el Espíritu Santo y los doce apóstoles.
Temple y oro sobre tabla. Medidas: 76,6 x 51,2 cm
Colección Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Nacional de Arte de Cataluña

Recordamos hoy a san Matías, el apóstol elegido después de la Resurrección del Señor para sustituir al traidor. Dada la escasez de su iconografía, hemos escogido un apostolado completo, en una compleja obra de devoción del Trecentto italiano: La Virgen de la Humildad, de Cenni di Francesco.

Aparece Dios Padre encerrado en una mandorla mística formada por querubines, en azul, y serafines, en rojo. La esfera divina se complementa con dos grupos de ángeles músicos a los lados de la mandorla y la paloma del Espíritu Santo sobre la cabeza de María. En la esfera terrestre encontramos a la Virgen dando de mamar al Niño y sentada en el suelo encima de un cojín; un tipo de representación que responde al conocido como «Virgen de la Humildad». A ambos lados se distribuyen los doce apóstoles, reconocibles por sus atributos. Podemos identificar a nuestra izquierda, de arriba a abajo, a Matías, Santiago el Menor, Simón, Tadeo, Santiago el Mayor y Pedro; y, a la derecha, a Tomás, Mateo, Andrés, Felipe, Juan Evangelista y Bartolomé.

Cenni di Francesco elaboró un tema con fondo de oro donde los personajes se disponen siguiendo una rígida y rigurosa simetría. Las figuras, sin embargo, pese a la ley de la jerarquía que impera entre ellas, mantienen un canon esbelto, al que sin duda contribuyen el esmero y la elegancia con que se pliegan sus túnicas.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Andrea del Sarto. La Virgen con el Niño entre San Mateo y un ángel

La Virgen con el Niño entre San Mateo y un ángel. 1522. Andrea del Sarto
Óleo sobre tabla. Medidas: 177 cm x 135 cm.
Museo del Prado. Madrid. España

El martirologio Romano nos recuerda hoy la figura del evangelista san Mateo, aquel publicano que fue llamado por Jesús, para escándalo de los fariseos, a abandonar su vida de pecado para seguirle. Iconográficamente se le representa con la forma de un hombre o un ángel, del mismo modo que Lucas se representa como un buey, Juan como un águila y Marcos como un león.

Hemos escogido para este día una tabla de Andrea del Sarto, de carácter devocional, en la que aparecen varios personajes. La Virgen María sostiene al Niño Jesús flanqueada por un ángel, a la derecha, y por San Mateo, a la izquierda. En el paisaje de fondo nos muestra una escena de los Evangelios Apócrifos (Protoevangelio de Santiago), Santa Isabel y San Juan Bautista niño huyendo de la Matanza de los Inocentes. 

La presencia de San Mateo en la composición responde a la condición de banquero del personaje que encargó la obra, Lorenzo di Bernardo Jacopi. El santo es considerado patrono de este gremio por su condición de publicano, recaudador de tributos, del Imperio Romano hasta que fue llamado al apostolado por Cristo. 

La obra perteneció a la Colección Real desde tiempos de Felipe IV (1605-1665). En 1819 ingresó en el Museo del Prado procedente del Monasterio de El Escorial.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Pedro Berruguete. La Virgen de la Leche

Virgen de la Leche. 1450. Pedro Berruguete
Óleo sobre tabla. Medidas: 61 x 44 cm
Depósito del Ayuntamiento de Madrid

La liturgia nos recuerda hoy a Nuestra Señora la Virgen de Fátima. María mostró, a través de su aparición a unos sencillos pastores, la importancia de la conversión y la penitencia para seguir a su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, cuando Europa se desangraba en las crueldades de la Primera Guerra Mundial. Con esta ocasión, queremos hoy hacer un acto de contemplación ante una magnífica imagen de María: la Virgen de la Leche, de Pedro Berruguete.

Es posible que proviniera del hospital de la Concepción, fundado por Francisco Ramírez y del que se hizo cargo su esposa Beatriz Galindo, tras su muerte en 1501. El hospital era también popularmente conocido como ‘hospital de la Latina', en referencia a Beatriz Galindo, apodada ‘la Latina', preceptora de latín de la reina Isabel la Católica y persona muy cercana a ella. El Ayuntamiento se hizo cargo de las pertenencias del Hospital y aunque no existe referencia que confirme la de la pintura de Berruguete a dicho centro, todo parece apuntar a que la comitente de esta obra maestra fue ‘la Latina', que pudo mandar hacerla directamente para dicho hospital o, teniendo en cuenta su pequeño formato, destinarla en origen a su devoción privada y donarla al hospital años después.

Muy posteriormente, la tabla de Berruguete, apareció en el Ayuntamiento, llegando a colgarse en el despacho del alcalde. Siendo alcalde Tierno Galván, se decidió depositarla en el Museo Municipal de la calle Fuencarral -el actual Museo de Historia de Madrid-, donde se exhibió hasta su cierre por obras en 2008. La obra se podía contemplar desde entonces en el Museo de San Isidro.

La composición nos presenta a María en el interior de un templete, coronada como reina de los cielos y entronizada, ofreciendo el pecho a su hijo. Partiendo del modelo rogeriano y de la influencia eyckiana en el manejo de la luz, Pedro Berruguete hace gala de su dominio de la composición y de su originalidad. El artista crea en este templete, una estructura compuesta por elementos arquitectónicos góticos, mudéjares y renacentistas, con la que traduce de forma magistral la indefinición estilística del arte castellano en torno a 1500, en el que no existe un modelo único, sino que los tres coexisten y se utilizan en función de los gustos e intereses del comitente o del uso que se otorgue a un determinado edificio.


Los elementos arquitectónicos que rodean a la Virgen revelan su condición de castellano, a la par que su conocimiento del arte italiano del Quattrocento. El efecto general que se consigue es de un verismo extraordinario, consecuencia de la delicada conjunción de los valores pictóricos y de la elaborada estructura arquitectónica. Sin embargo, el esquema de la perspectiva geométrica subyacente tiene sus imperfecciones. Berruguete, como casi todos los maestros del norte hasta Durero, aplica de forma empírica los conceptos básicos de la perspectiva, pero desconoce las leyes de la geometría científica. El dominio de la perspectiva aérea y el empleo de la perspectiva empírica evidencian que su formación fue más flamenca que italiana.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Andrea del Sarto. La Virgen con el Niño entre San Mateo y un ángel

La Virgen con el Niño entre San Mateo y un ángel. 1522. Andrea del Sarto
Óleo sobre tabla. Medidas: 177 cm x 135 cm.
Museo del Prado. Madrid. España

El martirologio Romano nos recuerda hoy la figura del evangelista san Mateo, aquel publicano que fue llamado por Jesús, para escándalo de los fariseos, a abandonar su vida de pecado para seguirle. Iconográficamente se le representa con la forma de un hombre o un ángel, del mismo modo que Lucas se representa como un buey, Juan como un águila y Marcos como un león.

Hemos escogido para este día una tabla de Andrea del Sarto, de carácter devocional, en la que aparecen varios personajes. La Virgen María sostiene al Niño Jesús flanqueada por un ángel, a la derecha, y por San Mateo, a la izquierda. En el paisaje de fondo nos muestra una escena de los Evangelios Apócrifos (Protoevangelio de Santiago), Santa Isabel y San Juan Bautista niño huyendo de la Matanza de los Inocentes. 

La presencia de San Mateo en la composición responde a la condición de banquero del personaje que encargó la obra, Lorenzo di Bernardo Jacopi. El santo es considerado patrono de este gremio por su condición de publicano, recaudador de tributos, del Imperio Romano hasta que fue llamado al apostolado por Cristo. 

La obra perteneció a la Colección Real desde tiempos de Felipe IV (1605-1665). En 1819 ingresó en el Museo del Prado procedente del Monasterio de El Escorial.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Cenni di Francesco. La Virgen de la Humildad

La Virgen de la Humildad con el Padre Eterno, el Espíritu Santo y los doce apóstoles.
Temple y oro sobre tabla. Medidas: 76,6 x 51,2 cm
Colección Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Nacional de Arte de Cataluña

Recordamos hoy a san Matías, el apóstol elegido después de la Resurrección del Señor para sustituir al traidor. Dada la escasez de su iconografía, hemos escogido un apostolado completo, en una compleja obra de devoción del Trecentto italiano: La Virgen de la Humildad, de Cenni di Francesco.

Aparece Dios Padre encerrado en una mandorla mística formada por querubines, en azul, y serafines, en rojo. La esfera divina se complementa con dos grupos de ángeles músicos a los lados de la mandorla y la paloma del Espíritu Santo sobre la cabeza de María. En la esfera terrestre encontramos a la Virgen dando de mamar al Niño y sentada en el suelo encima de un cojín; un tipo de representación que responde al conocido como «Virgen de la Humildad». A ambos lados se distribuyen los doce apóstoles, reconocibles por sus atributos. Podemos identificar a nuestra izquierda, de arriba a abajo, a Matías, Santiago el Menor, Simón, Tadeo, Santiago el Mayor y Pedro; y, a la derecha, a Tomás, Mateo, Andrés, Felipe, Juan Evangelista y Bartolomé.

Cenni di Francesco elaboró un tema con fondo de oro donde los personajes se disponen siguiendo una rígida y rigurosa simetría. Las figuras, sin embargo, pese a la ley de la jerarquía que impera entre ellas, mantienen un canon esbelto, al que sin duda contribuyen el esmero y la elegancia con que se pliegan sus túnicas.

martes, 13 de mayo de 2014

Pedro Berruguete. La Virgen de la Leche

Virgen de la Leche. 1450. Pedro Berruguete
Óleo sobre tabla. Medidas: 61 x 44 cm
Depósito del Ayuntamiento de Madrid

La liturgia nos recuerda hoy a Nuestra Señora la Virgen de Fátima. María mostró, a través de su aparición a unos sencillos pastores, la importancia de la conversión y la penitencia para seguir a su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, cuando Europa se desangraba en las crueldades de la Primera Guerra Mundial. Con esta ocasión, queremos hoy hacer un acto de contemplación ante una magnífica imagen de María: la Virgen de la Leche, de Pedro Berruguete.

En 1951, el historiador Manuel Gómez Moreno atribuyó esta tabla de la Virgen con el Niño a Pedro Berruguete -a quien indiscutiblemente pertenece, después de que fuera hallada entre maderas viejas e imágenes en unos almacenes del Ayuntamiento de Madrid sin que se supiera cómo había llegado ahí ni cuál era su origen.

Es posible que proviniera del hospital de la Concepción, fundado por Francisco Ramírez y del que se hizo cargo su esposa Beatriz Galindo, tras su muerte en 1501. El hospital era también popularmente conocido como ‘hospital de la Latina', en referencia a Beatriz Galindo, apodada ‘la Latina', preceptora de latín de la reina Isabel la Católica y persona muy cercana a ella. El Ayuntamiento se hizo cargo de las pertenencias del Hospital y aunque no existe referencia que confirme la de la pintura de Berruguete a dicho centro, todo parece apuntar a que la comitente de esta obra maestra fue ‘la Latina', que pudo mandar hacerla directamente para dicho hospital o, teniendo en cuenta su pequeño formato, destinarla en origen a su devoción privada y donarla al hospital años después.

Muy posteriormente, la tabla de Berruguete, apareció en el Ayuntamiento, llegando a colgarse en el despacho del alcalde. Siendo alcalde Tierno Galván, se decidió depositarla en el Museo Municipal de la calle Fuencarral -el actual Museo de Historia de Madrid-, donde se exhibió hasta su cierre por obras en 2008. La obra se podía contemplar desde entonces en el Museo de San Isidro.

La composición nos presenta a María en el interior de un templete, coronada como reina de los cielos y entronizada, ofreciendo el pecho a su hijo. Partiendo del modelo rogeriano y de la influencia eyckiana en el manejo de la luz, Pedro Berruguete hace gala de su dominio de la composición y de su originalidad. El artista crea en este templete, una estructura compuesta por elementos arquitectónicos góticos, mudéjares y renacientes, con la que traduce de forma magistral la indefinición estilística del arte castellano en torno a 1500, en el que no existe un modelo único, sino que los tres coexisten y se utilizan en función de los gustos e intereses del comitente o del uso que se otorgue a un determinado edificio.


Los elementos arquitectónicos que rodean a la Virgen revelan su condición de castellano, a la par que su conocimiento del arte italiano del Quattrocento. El efecto general que se consigue es de un verismo extraordinario, consecuencia de la delicada conjunción de los valores pictóricos y de la elaborada estructura arquitectónica. Sin embargo, el esquema de la perspectiva geométrica subyacente tiene sus imperfecciones. Berruguete, como casi todos los maestros del norte hasta Durero, aplica de forma empírica los conceptos básicos de la perspectiva, pero desconoce las leyes de la geometría científica. El dominio de la perspectiva aérea y el empleo de la perspectiva empírica evidencian que su formación fue más flamenca que italiana.

lunes, 28 de abril de 2014

Anónimo. Jesucristo dándole la comunión a la Virgen

Jesucristo dándole la comunión a la Virgen. 1600. Anónimo
Óleo sobre lienzo. Medidas: 161cm x 118cm.
Museo del Prado. Madrid.

La Pascua es el tiempo litúrgico en el que los los sacramentos de la iniciación cristiana (bautismo, confirmación y eucaristía), cobran una singular importancia. Son los sacramentos que nos engendran a la nueva vida, que en la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo ha sido ofrecida por Dios a todos los hombres. Estos sacramentos congregan a la Iglesia, como el nuevo pueblo de Dios, que camina por este mundo hacia el Reino de Dios.

La iconografía cristiana buscó simbolizar de distintas formas estos ricos contenidos teológicos que fundamentan la fe. Uno de esos intentos es la obra que hoy proponemos para nuestra consideración: Cristo dándole  la comunión a la Virgen. Se trata de una obra de devoción, que no tiene como base hecho histórico alguno. Cristo aparece como sacerdote que celebra la misa con un diácono y un subdiácono, a la que asiste la Virgen María, y en la que los ángeles cantan.

En esta obra, se pone de manifiesto, por una parte, el sentido de la Eucaristía como memorial de lo que Jesús hizo en la Última Cena. Se pone el énfasis en el hecho de que el sacerdote actúa in persona Christi, es decir, actúa en nombre y representación de Cristo. Cristo, por tanto, se nos da por entero en cada Eucaristía, renovando el sacrificio que en vida ofreció sobre la Cruz. Esta Eucaristía da vida a la Iglesia, representada por la Virgen María.

viernes, 16 de agosto de 2013

Tiziano. La Virgen con el Niño, entre San Antonio de Padua y San Roque


La Virgen con el Niño, entre San Antonio de Padua y San Roque.1510. Tiziano
 Óleo sobre lienzo. Medidas: 92cm x 133cm.
Museo del Prado. Madrid. España


En multitud de lugares, a la solemnidad de la Asunción sigue la celebración de la memoria de san Roque, de tal forma que en el lenguaje popular suele hablarse en el ámbito hispano de las fiestas de la Virgen y san Roque. La popularidad de san Roque se debe a que llegó a considerarse intercesor principal en los difíciles y frecuentes momentos de pestilencia. De pronto, la enfermedad se cebaba sobre una población, produciendo multitud de víctimas sin que nada pudiera hacer la medicina. El recurso de aquella gente era recurrir a la intercesión del santo peregrinos, que también conoció los efectos de la enfermedad y libró en vida a muchas personas de la enfermedad.

El Martirologio Romano nos da la siguiente noticia del santo: En la Lombardía, san Roque, que, nacido en Montpellier, del Languedoc, en Francia, adquirió fama de santidad peregrinando piadosamente y curando por toda Italia a los afectados de peste (c. 1379).

Por este motivo, hemos escogido una obra de Tiziano en la que se juntan estas dos devociones, a la no menos popular de san Antonio. Delante de ellos, en el suelo, aparecen un libro y la vara de azucenas que siempre acompaña a San Antonio. Sobre el paisaje del fondo destaca el telón que cuelga tras la Virgen, recurso decorativo que Tiziano aprendió de Giorgione.  Tiziano conoció a Giorgione en 1507, y hasta la muerte de éste en 1510 asimiló de tal modo su técnica de aplicar directamente los colores sin dibujo preliminar que apenas se distinguen las obras de ambos en esos años. 

Esta pintura, ha sido tradicionalmente atribuida a Giorgione, aunque ahora se considera del joven Tiziano por sus similitudes con otras obras contemporáneas del artista. Aunque no se sabe la fecha exacta en que fue pintado, el cuadro debe fecharse antes de 1511, momento en el que parte de la figura de la Virgen fue copiada por Domenico Mancini. Esta obra se encontraba en el Monasterio de El Escorial en 1657, pasando en 1839 a las colecciones del Museo del Prado.