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jueves, 13 de junio de 2019

San Antonio


Visión de San Antonio de Padua, 1660-1662, Obra de Alonso Cano.  
Óleo sobre lienzo, 136 x 111 cm. 
Convento del Ángel Custodio, Granada. España

Hoy celebra la Iglesia a san Antonio, que nació en Lisboa (Portugal) en 1195 y murió en Pádua (Italia) en 1231, de allí que lo llamen de Antonio de Pádua o de Lisboa. En su bautizo recibió el nombre de Fernando de Bulhoes y Tavieira de Azevedo. Joven, ingresó en la Orden de los Conegos Regulares Agustinos e hizo sus estudios superiores: Derecho Canónico, Ciencias, Filosofía y Teología en el Monasterio de Santa Cruz de Coimbra. Conoció los cinco monjes franciscanos (Bernardo de Corbio, Pedro de S. Germiniano, Otao, Adjuto y Acurcio). Instalados en el Convento de Santo Antao, en los Olivares, cerca de Coimbra, los cuales partieron en misión para Marruecos. En 1219/20 Fernando es ordenado sacerdote.

Ese mismo año llegan a Coimbra las reliquias do los Santos Mártires de Marruecos. Fernando cambia el hábito de Conónigo de San Agustín por el de fraile franciscano, toma entonces el nombre de Antonio, recordando al patriarca de los monjes egipcios y porque a él estaba dedicada la casa de los frailes menores a la cual ingresaba.

Embarcó para evangelizar los moros en Marruecos pero, llegando allá, una enfermedad lo obligó a regresar a Portugal, en el viaje de regreso una tempestad llevó el barco hasta Sicilia, donde se quedó en el convento franciscano de Messina y se dirigió rumbo a Asís, con el fin de asistir al Capitulo General de la Orden, del que forma parte San Francisco, el santo fundador de la orden. De allí, se retiró para Eremitorio del Monte-Paulo, un pequeño convento de la Romaña italiana. El 19 de marzo de 1222, en un acto de ordenación, pronuncia un sermón memorable y se revela un gran orador sagrado.

Es consignado al oficio de orador el cual ejerce en la Romaña, contra las herejías de los Cataros, Patarinos y Valdenses. A finales de 1223 San Francisco lo designa como Lector de Teología en Boloña. En 1224 es enviado a Francia, para luchar contra las herejías de los Albigenses. Actúa, primero en Montpellier. Después del Pentecostés, pregona en Tolosa. En septiembre de 1225 es nombrado Guardián del Convento de Puy-en-Velay. En 1226 es elegido por los frailes, Custodio de la Provincia de Limoges. En ese mismo año muere San Francisco. En 1227 pregona en Rimini. En 1231 hace notables y concurridísimos sermones de la Cuaresma. 

Después de la Pascua de 1231, Antonio se retiró a la localidad de Camposampiero, pero decidió retornar a Padua poco después. Ya en las proximidades de Padua, se detuvo en el convento de Arcella donde murió prematuramente cuando todavía no alcanzaba la edad de treinta y seis años. Es solemnemente canonizado el 30 de mayo (fiesta del Espíritu Santo), por el Papa Gregorio IX, en la catedral de Epoleto.

Iconográficamente san Antonio es representado como un joven imberbe con amplia tonsura monacal; es representado con el hábito de su Orden Franciscana, (de color marrón, pero también puede ser grisaceo, como vistieron algunas  comunidades franciscanas hasta finales del siglo XVIII y XIX), en algunos casos puede llevar capa corta. El hábito es cinturado con un cordón con los tres nudos que simbolizan la consagración a Dios como religioso franciscano, por los votos de obediencia, pobreza y castidad, del cual por lo general, penden unos rosarios. El Santo calza sandalias.

El santo en pié o de rosillas aparece con el Niño Jesús, el cual puede estar en pié o sentado sobre él o sobre un libro. Entre los elementos iconográficos más usuales de San Antonio podemos mencionar: El Niño Jesús, el libro, la Cruz, los Lirios y el Pan, en la pintura se pueden encontrar representaciones de San Antonio y sus milagros como por ejemplo: Los Peces escuchando el Sermón, el Burro arrodillado ante la hostia y como en el caso que nos ocupa, San Antonio y la Virgen María.

jueves, 17 de enero de 2019

Zurbarán. San Antonio Abad

San Antonio Abad. 1640. Francisco de Zurbarán
Óleo sobre lienzo. Medidas: 177 cm x 117 cm
Gal­le­ria de­gli Uf­fizi. Florencia

Celebra hoy la Iglesia de Antonio, el primero de los monjes, cuya gloriosa vida fue escrita por san Atanasio de Alejandría, y habría de dar origen al movimiento monástico cristiano, desde su Egipto natal. Contemplamos, con tal motivo, un magnífico retrato de Zurbarán, que nos lo presenta anciano, apoyado sobre un báculo, y vistiendo un hábito religioso.

La narración de la conversión de san Antonio constituye una de las páginas más antológicas de la espiritualidad cristiana. Merece la pena volverla a leer en este día, tal como la escribió san Atanasio:

Cuando murieron sus padres, Antonio tenía unos dieciocho o veinte años, y quedó él solo con su única hermana, pequeña aún, teniendo que encargarse de la casa y del cuidado de su hermana. Habían transcurrido apenas seis meses de la muerte de sus padres, cuando un día en que se dirigía, según costumbre, a la iglesia, iba pensando en su interior cómo los apóstoles lo habían dejado todo para seguir al Salvador, y cómo, según narran los Hechos de los apóstoles, muchos vendían sus posesiones y ponían el precio de la venta a los pies de los apóstoles para que lo repartieran entre los pobres; pensaba también en la magnitud de la esperanza que para éstos estaba reservada en el cielo; imbuido de estos pensamientos, entró en la iglesia, y dio la casualidad de que en aquel momento estaban leyendo aquellas palabras del Señor en el Evangelio:

«Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres —así tendrás un tesoro en el cielo— y luego vente conmigo».

Entonces Antonio, como si Dios le hubiese infundido el recuerdo de lo que habían hecho los santos y como si aquellas palabras hubiesen sido leídas especialmente para él, salió en seguida de la iglesia e hizo donación a los aldeanos de las posesiones heredadas de sus padres (tenía trescientas parcelas fértiles y muy hermosas), con el fin de evitar toda inquietud para sí y para su hermana. Vendió también todos sus bienes muebles y repartió entre los pobres la considerable cantidad resultante de esta venta, reservando sólo una pequeña parte para su hermana.

Habiendo vuelto a entrar en la iglesia, oyó aquellas palabras del Señor en el Evangelio: «No os agobiéis por el mañana». Saliendo otra vez, dio a los necesitados incluso lo poco que se había reservado, ya que no soportaba que quedase en su poder ni la más mínima cantidad. Encomendó stf` hermana a unas vírgenes que él sabía eran de confianza y cuidó de que recibiese una conveniente educación: en cuanto a él, a partir de entonces, libre ya de cuidados ajenos, emprendió enfrente de su misma casa una vida de ascetismo y de intensa mortificación.

Trabajaba con sus propias manos, ya que conocía aquella afirmación de la Escritura: El que no trabaja que no coma; lo que ganaba con su trabajo lo destinaba parte a su propio sustento, parte a los pobres. Oraba con mucha frecuencia, ya que había aprendido que es necesario retirarse para ser constantes en orar: en efecto, ponía tanta atención en la lectura, que retenía todo lo que había leído, hasta tal punto que llegó un momento en que su memoria suplía los libros. Todos los habitantes del lugar, y todos los hombres honrados, cuya compañía frecuentaba, al ver su conducta, lo llamaban amigo de Dios; y todos lo amaban como a un hijo o como a un hermano.

lunes, 13 de junio de 2016

Claudio Coello. San Antonio de Padua

San Antonio de Padua. XVII. Claudio Coello
Óleo sobre lienzo. Medidas: 159cm x 90cm.
Museo del Prado. Madrid

Recordamos hoy litúrgicamente la santidad de un portugués que terminó siendo adoptado por el amor de los italianos en Padua: san Antonio. Hemos escogido para contemplarlo una creación de Claudio Coello, en la que aparece vestido con el típico sayal de los franciscanos, sujeto por el rústico cordón con los tres nudos significativos de los votos de pobreza, castidad y obediencia. De san Antonio conocemos, a través de los escritos de San Bernardino de Siena, que era de aspecto corpulento y bajo de estatura, pero la iconografía habitual prefirió dulcificar su fisonomía e insistir en la amabilidad o gallardía de su persona. De ahí que la escena más frecuente sea aquella ocurrida durante un viaje a Francia, cuando estando en una habitación, se le aparece la Virgen para hacerle entrega de su Hijo Niño.

El tratamiento de la figura participa de la monumentalidad escultórica propia de las creaciones de Coello y el suave tratamiento del hábito, de ampulosos y pesados pliegues, que le sirve a Coello para expresar su sentido volumétrico y su concepto espacial están aquí presentes, al igual que su gusto por colocar sobre peldaños o banzos las figuras para concederles un sentido de mayor dignidad y aplomo e insistir en efectos de perspectiva.

sábado, 13 de junio de 2015

San Antonio


Visión de San Antonio de Padua, 1660-1662, Obra de Alonso Cano.  
Óleo sobre lienzo, 136 x 111 cm. 
Convento del Ángel Custodio, Granada. España

Hoy celebra la Iglesia a san Antonio, que nació en Lisboa (Portugal) en 1195 y murió en Pádua (Italia) en 1231, de allí que lo llamen de Antonio de Pádua o de Lisboa. En su bautizo recibió el nombre de Fernando de Bulhoes y Tavieira de Azevedo. Joven, ingresó en la Orden de los Conegos Regulares Agustinos e hizo sus estudios superiores: Derecho Canónico, Ciencias, Filosofía y Teología en el Monasterio de Santa Cruz de Coimbra. Conoció los cinco monjes franciscanos (Bernardo de Corbio, Pedro de S. Germiniano, Otao, Adjuto y Acurcio). Instalados en el Convento de Santo Antao, en los Olivares, cerca de Coimbra, los cuales partieron en misión para Marruecos. En 1219/20 Fernando es ordenado sacerdote.

Ese mismo año llegan a Coimbra las reliquias do los Santos Mártires de Marruecos. Fernando cambia el hábito de Conónigo de San Agustín por el de fraile franciscano, toma entonces el nombre de Antonio, recordando al patriarca de los monjes egipcios y porque a él estaba dedicada la casa de los frailes menores a la cual ingresaba.

Embarcó para evangelizar los moros en Marruecos pero, llegando allá, una enfermedad lo obligó a regresar a Portugal, en el viaje de regreso una tempestad llevó el barco hasta Sicilia, donde se quedó en el convento franciscano de Messina y se dirigió rumbo a Asís, con el fin de asistir al Capitulo General de la Orden, del que forma parte San Francisco, el santo fundador de la orden. De allí, se retiró para Eremitorio del Monte-Paulo, un pequeño convento de la Romaña italiana. El 19 de marzo de 1222, en un acto de ordenación, pronuncia un sermón memorable y se revela un gran orador sagrado.

Es consignado al oficio de orador el cual ejerce en la Romaña, contra las herejías de los Cataros, Patarinos y Valdenses. A finales de 1223 San Francisco lo designa como Lector de Teología en Boloña. En 1224 es enviado a Francia, para luchar contra las herejías de los Albigenses. Actúa, primero en Montpellier. Después del Pentecostés, pregona en Tolosa. En septiembre de 1225 es nombrado Guardián del Convento de Puy-en-Velay. En 1226 es elegido por los frailes, Custodio de la Provincia de Limoges. En ese mismo año muere San Francisco. En 1227 pregona en Rimini. En 1231 hace notables y concurridísimos sermones de la Cuaresma. 

Después de la Pascua de 1231, Antonio se retiró a la localidad de Camposampiero, pero decidió retornar a Padua poco después. Ya en las proximidades de Padua, se detuvo en el convento de Arcella donde murió prematuramente cuando todavía no alcanzaba la edad de treinta y seis años. Es solemnemente canonizado el 30 de mayo (fiesta del Espíritu Santo), por el Papa Gregorio IX, en la catedral de Epoleto.

Iconográficamente san Antonio es representado como un joven imberbe con amplia tonsura monacal; es representado con el hábito de su Orden Franciscana, (de color marrón, pero también puede ser grisaceo, como vistieron algunas  comunidades franciscanas hasta finales del siglo XVIII y XIX), en algunos casos puede llevar capa corta. El hábito es cinturado con un cordón con los tres nudos que simbolizan la consagración a Dios como religioso franciscano, por los votos de obediencia, pobreza y castidad, del cual por lo general, penden unos rosarios. El Santo calza sandalias.

El santo en pié o de rosillas aparece con el Niño Jesús, el cual puede estar en pié o sentado sobre él o sobre un libro. Entre los elementos iconográficos más usuales de San Antonio podemos mencionar: El Niño Jesús, el libro, la Cruz, los Lirios y el Pan, en la pintura se pueden encontrar representaciones de San Antonio y sus milagros como por ejemplo: Los Peces escuchando el Sermón, el Burro arrodillado ante la hostia y como en el caso que nos ocupa, San Antonio y la Virgen María.

sábado, 17 de enero de 2015

Zurbarán. San Antonio Abad

San Antonio Abad. 1640. Francisco de Zurbarán
Óleo sobre lienzo. Medidas: 177 cm x 117 cm
Gal­le­ria de­gli Uf­fizi. Florencia

Celebra hoy la Iglesia de Antonio, el primero de los monjes, cuya gloriosa vida fue escrita por san Atanasio de Alejandría, y habría de dar origen al movimiento monástico cristiano, desde su Egipto natal. Contemplamos, con tal motivo, un magnífico retrato de Zurbarán, que nos lo presenta anciano, apoyado sobre un báculo, y vistiendo un hábito religioso.

La narración de la conversión de san Antonio constituye una de las páginas más antológicas de la espiritualidad cristiana. Merece la pena volverla a leer en este día, tal como la escribió san Atanasio:

Cuando murieron sus padres, Antonio tenía unos dieciocho o veinte años, y quedó él solo con su única hermana, pequeña aún, teniendo que encargarse de la casa y del cuidado de su hermana. Habían transcurrido apenas seis meses de la muerte de sus padres, cuando un día en que se dirigía, según costumbre, a la iglesia, iba pensando en su interior cómo los apóstoles lo habían dejado todo para seguir al Salvador, y cómo, según narran los Hechos de los apóstoles, muchos vendían sus posesiones y ponían el precio de la venta a los pies de los apóstoles para que lo repartieran entre los pobres; pensaba también en la magnitud de la esperanza que para éstos estaba reservada en el cielo; imbuido de estos pensamientos, entró en la iglesia, y dio la casualidad de que en aquel momento estaban leyendo aquellas palabras del Señor en el Evangelio:

«Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres —así tendrás un tesoro en el cielo— y luego vente conmigo».

Entonces Antonio, como si Dios le hubiese infundido el recuerdo de lo que habían hecho los santos y como si aquellas palabras hubiesen sido leídas especialmente para él, salió en seguida de la iglesia e hizo donación a los aldeanos de las posesiones heredadas de sus padres (tenía trescientas parcelas fértiles y muy hermosas), con el fin de evitar toda inquietud para sí y para su hermana. Vendió también todos sus bienes muebles y repartió entre los pobres la considerable cantidad resultante de esta venta, reservando sólo una pequeña parte para su hermana.

Habiendo vuelto a entrar en la iglesia, oyó aquellas palabras del Señor en el Evangelio: «No os agobiéis por el mañana». Saliendo otra vez, dio a los necesitados incluso lo poco que se había reservado, ya que no soportaba que quedase en su poder ni la más mínima cantidad. Encomendó stf` hermana a unas vírgenes que él sabía eran de confianza y cuidó de que recibiese una conveniente educación: en cuanto a él, a partir de entonces, libre ya de cuidados ajenos, emprendió enfrente de su misma casa una vida de ascetismo y de intensa mortificación.

Trabajaba con sus propias manos, ya que conocía aquella afirmación de la Escritura: El que no trabaja que no coma; lo que ganaba con su trabajo lo destinaba parte a su propio sustento, parte a los pobres. Oraba con mucha frecuencia, ya que había aprendido que es necesario retirarse para ser constantes en orar: en efecto, ponía tanta atención en la lectura, que retenía todo lo que había leído, hasta tal punto que llegó un momento en que su memoria suplía los libros. Todos los habitantes del lugar, y todos los hombres honrados, cuya compañía frecuentaba, al ver su conducta, lo llamaban amigo de Dios; y todos lo amaban como a un hijo o como a un hermano.

viernes, 13 de junio de 2014

Claudio Coello. San Antonio de Padua

San Antonio de Padua. XVII. Claudio Coello
Óleo sobre lienzo. Medidas: 159cm x 90cm.
Museo del Prado. Madrid

Recordamos hoy litúrgicamente la santidad de un portugués que terminó siendo adoptado por el amor de los italianos en Padua: san Antonio. Hemos escogido para contemplarlo una creación de Claudio Coello, en la que aparece vestido con el típico sayal de los franciscanos, sujeto por el rústico cordón con los tres nudos significativos de los votos de pobreza, castidad y obediencia. De san Antonio conocemos, a través de los escritos de San Bernardino de Siena, que era de aspecto corpulento y bajo de estatura, pero la iconografía habitual prefirió dulcificar su fisonomía e insistir en la amabilidad o gallardía de su persona. De ahí que la escena más frecuente sea aquella ocurrida durante un viaje a Francia, cuando estando en una habitación, se le aparece la Virgen para hacerle entrega de su Hijo Niño.

El tratamiento de la figura participa de la monumentalidad escultórica propia de las creaciones de Coello y el suave tratamiento del hábito, de ampulosos y pesados pliegues, que le sirve a Coello para expresar su sentido volumétrico y su concepto espacial están aquí presentes, al igual que su gusto por colocar sobre peldaños o banzos las figuras para concederles un sentido de mayor dignidad y aplomo e insistir en efectos de perspectiva.

lunes, 19 de agosto de 2013

Luis Tristán. San Antonio Abad


San Antonio Abad.Siglo XVII. Luis Tristán
 Óleo sobre lienzo. Medidas: 167cm x 110cm.
Museo del Prado. Madrid. España

El muchacho le dijo: -«Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?» Jesús le contestó: -«Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo- y luego vente conmigo. »

La liturgia nos presenta hoy el episodio del joven rico que se acercó a Jesús con el propósito de seguirle, pero ante la invitación del Señor a renunciar a todos sus bienes, no fue capaz de hacerlo. Esta escena nos trae a la memoria a otro joven que sí siguió al Señor, san Antonio Abad. El día de su celebración litúrgica, contemplamos el célebre cuadro de Juan Bautista Maíno. Hoy hemos escogido la obra del pintor manierista Luis Tristán.

San Antonio aparece ya maduro, con varios libros abiertos que nos indican su meditación de la Palabra de Dios, y tiene la mano en el pecho mientras mira orante al cielo. La calavera que aparece sobre el libro abierto es característica de la estética barroca, indicando la fugacidad de la vida y la vaciedad de sus placeres.

San Antonio viste el hábito de los religiosos antonianos, una orden monástica oriunda del norte de Francia, y que llegó a contar con varias casas en el Reino de Castilla.

viernes, 16 de agosto de 2013

Tiziano. La Virgen con el Niño, entre San Antonio de Padua y San Roque


La Virgen con el Niño, entre San Antonio de Padua y San Roque.1510. Tiziano
 Óleo sobre lienzo. Medidas: 92cm x 133cm.
Museo del Prado. Madrid. España


En multitud de lugares, a la solemnidad de la Asunción sigue la celebración de la memoria de san Roque, de tal forma que en el lenguaje popular suele hablarse en el ámbito hispano de las fiestas de la Virgen y san Roque. La popularidad de san Roque se debe a que llegó a considerarse intercesor principal en los difíciles y frecuentes momentos de pestilencia. De pronto, la enfermedad se cebaba sobre una población, produciendo multitud de víctimas sin que nada pudiera hacer la medicina. El recurso de aquella gente era recurrir a la intercesión del santo peregrinos, que también conoció los efectos de la enfermedad y libró en vida a muchas personas de la enfermedad.

El Martirologio Romano nos da la siguiente noticia del santo: En la Lombardía, san Roque, que, nacido en Montpellier, del Languedoc, en Francia, adquirió fama de santidad peregrinando piadosamente y curando por toda Italia a los afectados de peste (c. 1379).

Por este motivo, hemos escogido una obra de Tiziano en la que se juntan estas dos devociones, a la no menos popular de san Antonio. Delante de ellos, en el suelo, aparecen un libro y la vara de azucenas que siempre acompaña a San Antonio. Sobre el paisaje del fondo destaca el telón que cuelga tras la Virgen, recurso decorativo que Tiziano aprendió de Giorgione.  Tiziano conoció a Giorgione en 1507, y hasta la muerte de éste en 1510 asimiló de tal modo su técnica de aplicar directamente los colores sin dibujo preliminar que apenas se distinguen las obras de ambos en esos años. 

Esta pintura, ha sido tradicionalmente atribuida a Giorgione, aunque ahora se considera del joven Tiziano por sus similitudes con otras obras contemporáneas del artista. Aunque no se sabe la fecha exacta en que fue pintado, el cuadro debe fecharse antes de 1511, momento en el que parte de la figura de la Virgen fue copiada por Domenico Mancini. Esta obra se encontraba en el Monasterio de El Escorial en 1657, pasando en 1839 a las colecciones del Museo del Prado.

jueves, 13 de junio de 2013

San Antonio


Visión de San Antonio de Padua, 1660-1662, Obra de Alonso Cano.  
Óleo sobre lienzo, 136 x 111 cm. 
Convento del Ángel Custodio, Granada. España

Hoy celebra la Iglesia a san Antonio, que nació en Lisboa (Portugal) en 1195 y murió en Pádua (Italia) en 1231, de allí que lo llamen de Antonio de Pádua o de Lisboa. En su bautizo recibió el nombre de Fernando de Bulhoes y Tavieira de Azevedo. Joven, ingresó en la Orden de los Conegos Regulares Agustinos e hizo sus estudios superiores: Derecho Canónico, Ciencias, Filosofía y Teología en el Monasterio de Santa Cruz de Coimbra.

Conoció los cinco monjes franciscanos (Bernardo de Corbio, Pedro de S. Germiniano, Otao, Adjuto y Acurcio). Instalados en el Convento de Santo Antao, en los Olivares, cerca de Coimbra, los cuales partieron en misión para Marruecos. En 1219/20 Fernando es ordenado sacerdote.

Ese mismo año llegan a Coimbra las reliquias do los Santos Mártires de Marruecos. Fernando cambia el hábito de Conónigo de San Agustín por el de fraile franciscano, toma entonces el nombre de Antonio, recordando al patriarca de los monjes egipcios y porque a él estaba dedicada la casa de los frailes menores a la cual ingresaba.

Embarcó para evangelizar los moros en Marruecos pero, llegando allá, una enfermedad lo obligó a regresar a Portugal, en el viaje de regreso una tempestad llevó el barco hasta Sicilia, donde se quedó en el convento franciscano de Messina y se dirigió rumbo a Asís, con el fin de asistir al Capitulo General de la Orden, del que forma parte San Francisco, el santo fundador de la orden. De allí, se retiró para Eremitorio del Monte-Paulo, un pequeño convento de la Romaña italiana. El 19 de marzo de 1222, en un acto de ordenación, pronuncia un sermón memorable y se revela un gran orador sagrado.

Es consignado al oficio de orador el cual ejerce en la Romaña, contra las herejías de los Cataros, Patarinos y Valdenses. A finales de 1223 San Francisco lo designa como Lector de Teología en Boloña. En 1224 es enviado a Francia, para luchar contra las herejías de los Albigenses. Actúa, primero en Montpellier. Después del Pentecostés, pregona en Tolosa. En septiembre de 1225 es nombrado Guardián del Convento de Puy-en-Velay. En 1226 es elegido por los frailes, Custodio de la Provincia de Limoges. En ese mismo año muere San Francisco. En 1227 pregona en Rimini. En 1231 hace notables y concurridísimos sermones de la Cuaresma. 

Después de la Pascua de 1231, Antonio se retiró a la localidad de Camposampiero, pero decidió retornar a Padua poco después. Ya en las proximidades de Padua, se detuvo en el convento de Arcella donde murió prematuramente cuando todavía no alcanzaba la edad de treinta y seis años.

Es solemnemente canonizado el 30 de mayo (fiesta del Espíritu Santo), por el Papa Gregorio IX, en la catedral de Epoleto.

Iconográficamente san Antonio es representado como un joven imberbe con amplia tonsura monacal; es representado con el hábito de su Orden Franciscana, (de color marrón, pero también puede ser grisaceo, como vistieron algunas  comunidades franciscanas hasta finales del siglo XVIII y XIX), en algunos casos puede llevar capa corta.

El hábito es cinturado con un cordón con los tres nudos que simbolizan la consagración a Dios como religioso franciscano, por los votos de obediencia, pobreza y castidad, del cual por lo general, penden unos rosarios. El Santo calza sandalias.

El santo en pié o de rosillas aparece con el Niño Jesús, el cual puede estar en pié o sentado sobre él o sobre un libro. 

Entre los elementos iconográficos más usuales de San Antonio podemos mencionar: El Niño Jesús, el libro, la Cruz, los Lirios y el Pan, en la pintura se pueden encontrar representaciones de San Antonio y sus milagros como por ejemplo: Los Peces escuchando el Sermón, el Burro arrodillado ante la hostia y como en el caso que nos ocupa, San Antonio y la Virgen María.