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lunes, 18 de marzo de 2019

Gil de Siloé. Cristo crucificado.

Cristo Crucificado - 1496 - Gil de Siloé
Madera tallada y policromada
Retablo mayor de la Cartuja de Miraflores

Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo, nos dice hoy Jesús en el Evangelio. Contemplamos estas palabras en la representación genial de Gil de Siloé en el Retablo mayor de la Cartuja de Miraflores. La Cruz del Señor es sostenida a la izquierda por el Padre eterno, y a la izquierda por el Espíritu Santo. La Santa Trinidad, nuestro Dios, se ha compadecido del género humano, y en la Pasión y Muerte del Señor nos ha dado el acceso a la vida.

viernes, 15 de marzo de 2019

Juan de Valmaseda. Calvario

Calvario. 1524. Juan  de Valmaseda
Madera tallada y policromada
Catedral de León

Este primer viernes de Cuaresma contemplamos el misterio de la Pasión y Muerte de nuestro Señor. Ello nos lleva a venerar, en la catedral de León, al Santo Cristo, cuya escultura se encuentra en la Capilla del mismo nombre.

Hacia 1524, quiso don Andrés Pérez de Capillas, arcediano de Tricastella, quiso enriquecer la antigua estancia de los sacristanes con un calvario que encargó a Juan de Valmaseda. Dos años más tarde, el mismo artista completó el retablo con los cuatro evangelistas y sus correspondientes símbolos. Por una parte, se encuentra dentro de las líneas y espiritualidad goticista; por otra, ya aporta, dentro de su austeridad, manifestaciones renacentistas.

lunes, 14 de enero de 2019

Cristo Crucificado. Monasterio de las Clarisas de Castrojeriz

Cristo crucificado .XIV. Anónimo
 Madera tallada y policromada.
Monasterio de las Clarisas de Castrojeriz

En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas.En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles cuanto más sublime es el nombre que ha heredado.

Comienzo de la Carta a los Hebreos

jueves, 2 de noviembre de 2017

Anónimo. Cristo en Majestad

Cristo en Majestad. XII. Anónimo
Madera tallada y policromada. Medidas: 156 cm x 120 cm. x 40 cm.
Museo de Arte de Cataluña

El 2 de noviembre conmemora la Iglesia a todos los fieles difuntos. Este año, al coincidir con el domingo, nos hace considerar de forma más profunda el misterio de la Cruz y de la Resurrección de nuestro Señor. De la Cruz, pues a través de la muerte Jesús ha compartido nuestra condición y nosotros compartimos con nuestra muerte su Cruz; de la Resurrección, pues de ella esperamos poder participar por su misericordia.

Por eso, hemos escogido una de las obras maestras de la escultura románica: la llamada Majestad de Batlló. Se trata de un Cristo crucificado, pero que ostenta toda la realeza del Resucitado. El nombre de Batlló se debe al coleccionista que lo donó en 1914 a la Diputación de Barcelona, de donde pasó al Museo de Arte de Cataluña.


Cristo no está desnudo, sino revestido con ropajes reales; no muestra el sufrimiento del tormento, sino la serenidad de quien ha triunfado y observa a quienes todavía tenemos que caminar por el valle de las sombras y de la muerte. A la talla le faltan los pies y algunos dedos. En la parte superior del madero, se lee la inscripción: Jesús Nazareno, Rey de los Judíos.

jueves, 18 de mayo de 2017

Gil de Siloé. Pentecostés

Pentecostés. XV. Gil de Siloé
Óleo sobre tabla.
Cartuja de Miraflores. Burgos.

La primera lectura de la Eucaristía de hoy nos presenta uno de los momentos más trascendentales de toda la Historia de la Iglesia: el Concilio de Jerusalén. El tema del debate fue si Cristo es el único camino de salvación, o si es posible mantener la Antigua Alianza como camino de salvación. Es decir, ¿es Cristo el único medio de llegar a Dios?

La respuesta de la primera Iglesia fue clara y nítida: Jesús es el único camino de salvación. Esta respuesta, urgida por el Espíritu Santo, nos lleva hoy a contemplar el Misterio de Pentecostés, es decir, la presencia del Espíritu Santo, en la célebre talle del pentecostés del tambor giratorio del retablo de la Cartuja de Miraflores, esculpido por Gil de Siloé.

Gil de Siloé es una de las máximas figuras de la escultura hispánica, y europea por extensión, del siglo XV, cuando las formas del gótico postrero, hibridadas por las del arte mudéjar y las influencias flamencas de tipo flamígero, dieron origen al estilo gótico isabelino, exclusivo de España, del que Gil de Siloé es representante emblemático. Los nombres por los que es conocido evidencian la confusión que rodea su origen. En algunos documentos se le cita como Gil de Emberres (Amberes), por lo que se cree fuera originario de Flandes1 en otros como Gil de Urlianes, por lo que podría venir de Orleans. El nombre que habitualmente se repite en los documentos es el de Maestre Gil; sólo en algún momento muy concreto se añade la palabra Siloe, y aplicada sobre todo a su hijo Diego. Para algunos era Abraham de Nürenberg a quien trajo a España Alonso de Cartagena, para otros en cambio provenía del mundo de los conversos. En definitiva, estamos ante alguien venido de fuera con un bagage de formación nórdica, donde acusa lo flamenco, aunque en parte tampoco le es ajeno lo germano y aún esto es para algunos discutible, pues imaginan podría ser burgalés hijo de algún oficial que acompañó a Juan de Colonia cuando se asentó en la ciudad.

El retablo de Miraflores aún presenta otra particularidad. Aunque modificado por la reforma del sagrario, queda un hueco en él para un expositor de escenas. La mayoría de los viajeros no se dieron cuenta de su existencia o no le concedieron valor cuando hablaban del retablo, pero Enrique Cock, arquero de la Guardia Real y notario apostólico, en el relato del viaje de Felipe II en 1585, fue más observador. Alababa los sepulcros reales pero se detuvo en el retablo: El retablo es muy lindo de escultura, y en medio de él hay una cosa que se mueve en derredor, y con él, o en él por mejor decir, se pone cada fiesta principal que viene en el año, que está artificialmente hecha la obra y merece ser vista, porque no me acuerdo haber visto cosa semejante.

sábado, 8 de abril de 2017

Juan de Juni. El santo Entierro

Entierro de Cristo. 1541-1544. Juan de Juni
Madera tallada policromada. Grupo escultórico.
Museo Nacional de Escultura. Valladolid.

En la Antigüedad era común dejar los cadáveres de los ejecutados expuestos durante algún tiempo, como gesto de la ejemplaridad de la justicia y para escarmiento de futuros delincuentes. El espectáculo de un cuerpo así maltratado disuadiría a cualquier persona razonable a intentar nada contra la autoridad establecida. Sin embargo, dado que al día siguiente de la muerte de Jesús se celebraba la solemnidad de la Pascua judía, José de Aritmatea se atrevió a pedir permiso al procurador romano para enterrar el cuerpo de Jesús. Pilato concedió ese permiso y procedieron, entonces, a realizar un rápido entierro, pues apenas tenían ya tiempo ese viernes por la tarde.

Hoy queremos contemplar esta escena a través de una de las obras maestras de la imaginería castellana, que se conservar en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid: el Santo Entierro del hispano-flamenco Juan de Juni. Lo ejecutó entre 1541 y 1544, como fruto del encargo para la capilla funeraria del franciscano fray Antonio de Guevara, escritor, cronista del emperador Carlos y obispo de Mondoñedo, en el convento de San Francisco de Valladolid. El grupo se encontraba dentro de una estructura de retablo realizado en yeso. 

El conjunto ofrece un marcado carácter escenográfico. Pensado para ser visto de frente, se compone de seis figuras dispuestas en torno al Cristo yacente, distribuidas simétricamente en torno a un eje que divide el grupo de la Virgen y San Juan, de forma que el movimiento y actitud de una figura es contrarrestado en el lugar opuesto por otra similar, estando sus posiciones condicionadas a conseguir una visión completa y frontal del conjunto. 


La figura de Cristo, de cuerpo y cabeza majestuosos posee una honda expresividad. El resto de los personajes expresan su reacción ante el cadáver, concentrados en la escena, a excepción de José de Arimatea, quien con una espina en la mano, se dirige hacia el espectador. La caracterización fisonómica muestra unos rostros sufrientes, mientras que los cuerpos se cubren con ropajes abundantes muy característicos de la habilidad para el modelado que maneja su autor. Todo se policroma con un exquisito detenimiento, empleándose tanto el estofado como la punta de pincel a favor del verismo.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Maiestas Domini

Maiestas Domini. Finales siglo XI. Autor desconocido
Piedra policromada
Pórtico Sur de la Iglesia Abacial de Conques (Francia)

El Miércoles de Ceniza que hoy celebramos abre las puertas al pueblo cristiano para peregrinar por la Cuaresma y alcanzar, así, el gozo de la Pascua. Caminamos con Cristo hacia la Cruz, confiando en el triunfo de su Resurrección. Hacia él converge nuestra mirada penitente, implorando su misericordia para nuestras faltas y pecados.

Por eso, contemplamos con fe y reverencia a esta obra maestra del Arte Románico: la escultura de la Majestad de Cristo. Se encuentra en el Pórtico Sur de la Iglesia Abacial de Conques. Conserva, en gran medida, su policromía. Representa la escena del Juicio Final según san Mateo: son separados los elegidos, que han practicado la misericordia con sus hermanos, de los réprobos, que ignoraron la suerte de los menesterosos.

Por eso, este tiempo de Cuaresma que iniciamos es tiempo de mirada de fe pero, también, mirada reverencial: el Señor nos ha creado libres, y libres nos quiere salvar, porque el amor, para ser verdadero, ha de ser libre. El riesgo de nuestra libertad es el pecado, que no sólo nos aparta de Dios, sino también de nuestros hermanos y de nosotros mismos. Que esta imagen del Señor en Majestad nos ayude a iniciar el camino Cuaresmal que hoy iniciamos.

jueves, 9 de junio de 2016

Alonso Berruguete. Profetas Elías

Profeta Elías, 1526-1532. Alonso Berruguete
Óleo sobre lienzo. 98 cm x 42 cm x 28 cm
Museo Nacional de Escultura. Valladolid

Tras la etapa de sequía, permite el profeta Elías el retorno de la lluvia a Israel. Este texto que leemos en el primera lectura de la Eucaristía no lleva a la contemplación de esta magnífica talla del profeta, obra del escultor Alonso Berruguete para el célebre retablo de San Benito el Real de Valladolid.

Los benedictinos contactaron directamente con Alonso Berruguete, justo después de su estancia en Italia, de donde venía imbuido de las novedades artísticas que allí se desarrollaban. Berruguete realizó un diseño arriesgado y original, de formas muy ligeras y al mismo tiempo llenas de tensión desenfrenada: balaustradas grutescos y órdenes arquitectónicos clásicos coronados por una gran venera, todo remozado por el espíritu inquieto del artista. La magna obra le supuso unos emolumentos de 4400 ducados

Originalmente, esta gigantesca obra, flanqueada por dos estructuras rematadas en frontón, de once calles verticales y dos grandes cuerpos horizontales sobre el banco, contenía pinturas, relieves, grandes esculturas (como la del propio San Benito), con una iconografía centrada en la infancia de Cristo y en la vida de San Benito, como temas centrales y alrededor una serie de pequeñas estatuas de profetas, apóstoles, evangelistas y santos.

martes, 15 de diciembre de 2015

Alonso Berruguete. San Juan Bautista

San Juan Bautista.1526-1532. Alonso Berruguete
 Madera tallada y policromada. Medidas: 94cm x 38cm x 34 cm.
Museo Nacional de Escultura. Valladolid

Jesús les dijo: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.»

Al hilo de la referencia que hace Jesús a san Juan Bautista en el texto del Evangelio según san Mateo, que leemos hoy en la Eucaristía, contemplamos una de las esculturas que Alonso Berruguete preparó para el impresionante retablo de San Benito el Real de Valladolid. Aparece contorsionado, con escueta vestidura, portando en la mano un voluminoso libro, símbolo de la profecía del Antiguo Testamento que en él culmina.

Los largos años de estancia en Italia, permitieron a Alonso Berruguete conocer profundamente a los maestros del Quattrocento y los modelos de la escultura grecolatina clásica; en su obra hay una admiración profunda por la obra de Donatello, quien le inspira algunos tipos, y, desde luego, Miguel Ángel, por sus volúmenes rotundos y la atormentada terribilitá de su obra final. De Leonardo da Vinci aprendió a individualizar los rostros, pese a lo cual todas las influencias confluyeron en un estilo muy personal y un temperamento fuertemente expresivo, que se refleja en sus figuras de un contorno llameante y anguloso que revive la estética del Gótico.

Se supone que Berruguete debía tener bastante conocimiento del cuerpo humano, adquirido a fuerza de observación, de estudios prácticos sobre el natural, como sus modelos, y posiblemente a estudios científicos hechos en tratados de anatomía y acaso en la disección de cadáveres, dada la apariencia de los cuerpos. Pero, como señala Ricardo de Orueta, muchas veces es la pasión o el sentimiento lo que se exterioriza en su obra.

martes, 24 de noviembre de 2015

Catedral de Bourges. El Juicio Final

El Juicio Final. XIII. Anónimo
Piedra tallada
Catedral de Bourges. Francia

«Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.» Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.»

El Evangelio de este día nos habla del momento final: la llegada del Reino de Dios y el retorno glorioso del Señor. Por eso, contemplamos la magnífica fachada occidental de la Catedral de Bourges. Esta representación, aunque de estilo gótico, sigue los cánones establecidos en la época románica. La escena se presenta dividida en secciones horizontales. En el eje superior, aparece Cristo en Majestad, con los brazos extendidos, y dos ángeles que sostienen el sol y la luna: es el Señor de la entera creación, de la luz y de las tinieblas. A su derecha es izquierda, en su mismo nivel, cuatro ángeles muestran los instrumentos sagrados de la Pasión. Y, de rodillas, en el extremo de dicha banda, María y san Juan interceden por toda la humanidad.

En el centro de la banda central, está san Miguel, de pie, con una báscula para pesar las almas. A la derecha se representan, según la imagen del Evangelio, a los redimidos, que están vestidos entre vegetación y ángeles músicos. En el extremo de la derecha, bajo una arcada, aparece Abraham, en cuyo seno están las almas benditas. Pero, a la izquierda, se representan a los condenados, que están desnudos, y son empujados por los demonios hacia una caldera, cuyo fuego alimentan y avivan con fuelles. En el extremo de la izquierda, dicho recipiente puesto encima del fuego contiene las almas de quienes son destinados al tormento.

En la banda inferior, se representa la resurrección de los muertos, en el día del Juicio. Todos están desnudos, y van saliendo de sus tumbas para comparecer ante el Juez. De esta forma, vemos como los cuatro elementos clásicos de la escatología cristiana quedan representados: muerte, juicio, infierno y gloria.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Anónimo. Cristo en Majestad

Cristo en Majestad. XII. Anónimo
Madera tallada y policromada. Medidas: 156 cm x 120 cm. x 40 cm.
Museo de Arte de Cataluña

El 2 de noviembre conmemora la Iglesia a todos los fieles difuntos. Este año, al coincidir con el domingo, nos hace considerar de forma más profunda el misterio de la Cruz y de la Resurrección de nuestro Señor. De la Cruz, pues a través de la muerte Jesús ha compartido nuestra condición y nosotros compartimos con nuestra muerte su Cruz; de la Resurrección, pues de ella esperamos poder participar por su misericordia.

Por eso, hemos escogido una de las obras maestras de la escultura románica: la llamada Majestad de Batlló. Se trata de un Cristo crucificado, pero que ostenta toda la realeza del Resucitado. El nombre de Batlló se debe al coleccionista que lo donó en 1914 a la Diputación de Barcelona, de donde pasó al Museo de Arte de Cataluña.


Cristo no está desnudo, sino revestido con ropajes reales; no muestra el sufrimiento del tormento, sino la serenidad de quien ha triunfado y observa a quienes todavía tenemos que caminar por el valle de las sombras y de la muerte. A la talla le faltan los pies y algunos dedos. En la parte superior del madero, se lee la inscripción: Jesús Nazareno, Rey de los Judíos.

lunes, 26 de octubre de 2015

Pantocrátor de Moarves

Pantocrátor. Obra anónima del siglo XII
Fachada Iglesia de San Juan Bautista de Moarves de Ojeda (Palencia)

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. 

El Evangelio de la liturgia de hoy nos presenta la polémica de Jesús con los fariseos, por haber realizado esta curación un sábado. Jesús no sólo ostenta poder para sanar las enfermedades, sino que se manifiesta con la misma fuente de ese poder, de quien procede la ley del sábado, es decir, se da a conocer como el mismo Dios de Israel.

Hemos escogido una representación de Jesús como Señor todpoderoso. La escultura de la fachada de la Iglesia de San Juan Bautista de Moarves de Ojeda es de una calidad extraordinaria. Cristo aparece con vestidos similares a los que portaban los emperadores romanos,modelo nada extraño teniendo en cuenta el fuerte asentamiento romano en la zona. La finalidad de esta escultura era, por así decirlo, bendecir a los fieles que se acercan al templo a alabar al Señor y a celebrar su triunfo en la Resurrección. Todavía hoy estremece la fuerza del misterio divino que encierra esta representación del Señor. Kyrie eleison.

jueves, 7 de mayo de 2015

Gil de Siloé. Pentecostés

Pentecostés. XV. Gil de Siloé
Óleo sobre tabla.
Cartuja de Miraflores. Burgos.

La primera lectura de la Eucaristía de hoy nos presenta uno de los momentos más trascendentales de toda la Historia de la Iglesia: el Concilio de Jerusalén. El tema del debate fue si Cristo es el único camino de salvación, o si es posible mantener la Antigua Alianza como camino de salvación. Es decir, ¿es Cristo el único medio de llegar a Dios?

La respuesta de la primera Iglesia fue clara y nítida: Jesús es el único camino de salvación. Esta respuesta, urgida por el Espíritu Santo, nos lleva hoy a contemplar el Misterio de Pentecostés, es decir, la presencia del Espíritu Santo, en la célebre talle del pentecostés del tambor giratorio del retablo de la Cartuja de Miraflores, esculpido por Gil de Siloé.

Gil de Siloé es una de las máximas figuras de la escultura hispánica, y europea por extensión, del siglo XV, cuando las formas del gótico postrero, hibridadas por las del arte mudéjar y las influencias flamencas de tipo flamígero, dieron origen al estilo gótico isabelino, exclusivo de España, del que Gil de Siloé es representante emblemático. Los nombres por los que es conocido evidencian la confusión que rodea su origen. En algunos documentos se le cita como Gil de Emberres (Amberes), por lo que se cree fuera originario de Flandes1 en otros como Gil de Urlianes, por lo que podría venir de Orleans. El nombre que habitualmente se repite en los documentos es el de Maestre Gil; sólo en algún momento muy concreto se añade la palabra Siloe, y aplicada sobre todo a su hijo Diego. Para algunos era Abraham de Nürenberg a quien trajo a España Alonso de Cartagena, para otros en cambio provenía del mundo de los conversos. En definitiva, estamos ante alguien venido de fuera con un bagage de formación nórdica, donde acusa lo flamenco, aunque en parte tampoco le es ajeno lo germano y aún esto es para algunos discutible, pues imaginan podría ser burgalés hijo de algún oficial que acompañó a Juan de Colonia cuando se asentó en la ciudad.

El retablo de Miraflores aún presenta otra particularidad. Aunque modificado por la reforma del sagrario, queda un hueco en él para un expositor de escenas. La mayoría de los viajeros no se dieron cuenta de su existencia o no le concedieron valor cuando hablaban del retablo, pero Enrique Cock, arquero de la Guardia Real y notario apostólico, en el relato del viaje de Felipe II en 1585, fue más observador. Alababa los sepulcros reales pero se detuvo en el retablo: El retablo es muy lindo de escultura, y en medio de él hay una cosa que se mueve en derredor, y con él, o en él por mejor decir, se pone cada fiesta principal que viene en el año, que está artificialmente hecha la obra y merece ser vista, porque no me acuerdo haber visto cosa semejante.

viernes, 20 de marzo de 2015

Cristo de las Claras de Astudillo

Crucifijo. XII. Anónimo
Madera tallada y policromada. Medidas: 260 cm x 207 cm.
Museo de los Claustros. Nueva York

Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; declara que conoce a Dios y se da el nombre de hijo del Señor; es un reproche para nuestras ideas y sólo verlo da grima; lleva una vida distinta de los demás, y su conducta es diferente; nos considera de mala ley y se aparta de nuestras sendas como si fueran impuras; declara dichoso el fin de los justos y se gloría de tener por padre a Dios. Veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida.

Estos versos del capítulo segundo del Libro de la Sabiduría, que leemos en la primera lectura de la Eucaristía, nos sitúan este viernes en la contemplación del misterio de la Santa Cruz de nuestro Señor, que por nosotros padeció y por nosotros fue crucificado. En la época románica se representó a este Cristo crucificado no como un hombre sufriente, sino como un rey triunfante. 

Un ejemplo magnífico, que nos ayuda hoy a meditar sobre este misterio, es el del Convento de las Claras de Astudillo, que se exhibe en el Museo de los Claustros de Nueva York. Este Cristo en Majestad expresa simultáneamente sus naturalezas humana y divina. Mientras que las imágenes posteriores de la Crucifixión enfatizan la agonía de Cristo, aquí su corona de oro y expresión serena dan poco indicio al dolor y al sufrimiento; implican, por el contrario, su triunfo sobre la muerte. El cuerpo simétrico y la talla estilizada transmiten una sensación de desapego y de calma. La talla está cubierta con capas de yeso y pintura. Una cantidad considerable de la policromía se mantiene, sobre todo en la cara y el pelo negro trenzado de Cristo. La cruz originalmente colgaba en lo alto de la iglesia para ser adorada.

domingo, 8 de marzo de 2015

Expulsión de los mercaderes del Templo

Expulsión de los mercaderes. 1690-1710. Fracisco y Manuel Alvear
Piedra tallada
Fachada occidental. Catedral de Astorga

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»

La expulsión de los mercaderes del Templo de Jerusalén inició la polémica más aguda de Jesús con la élite religiosa de Israel. su afirmación de que destruiría el templo y lo volvería a edificar en tres días fue utilizada en su proceso, como una amenaza contra los fundamentos de la fe tradicional. Se trata, más allá de la censura moral a la mercantilización de la fe, de un gesto profético, que en el contexto litúrgico de la Cuaresma apunta a los misterios de la Cruz y la Resurrección.

Contemplamos la escena en la versión que quedó esculpida en la fachada occidental de la Catedral de Astorga, obra ejecutada a finales del siglo XVII y comienzos del XVIII

viernes, 6 de marzo de 2015

Juan de Valmaseda. Calvario

Calvario. 1516-1522. Juan de Valmaseda
Madera policromada
Capilla Mayor. Catedral de Palencia

El segundo viernes de Cuaresma escuchamos en la Eucaristía la parábola de los viñadores homicidas, que claramente apunta hacia la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Él es el hijo amado, a quien el Padre envía el mundo para que le devolvamos la honra que le es debida. Nosotros fuimos quienes lo echamos fuera de la viña y lo asesinamos. Así de destructivo es el poder del pecado humano, y así de inmenso es el misterioso amor de Dios.

Contemplamos hoy el Calvario que corona el monumental retablo de la Capilla Mayor de la Catedral de Palencia, obra de Juan de Valmaseda. No se sabe con exactitud la fecha de su nacimiento ni de su muerte pero se cree que nació hacia 1487 y murió hacia 1576 o antes. Por su apellido paterno se le considera de ascendencia vasca y por el materno (su madre se llamaba María de Vertabillo) se le considera castellano; se cree que nació en la provincia de Palencia, pues ese pueblo de Vertabillo pertenecía y pertenece a esta provincia. Juan de Balmaseda se casó con Catalina de Medina con la que tuvo tres hijos: Juan, fray Francisco y María.

Como escultor se le considera precursor y maestro de Alonso Berruguete. Coincidió en Burgos con Felipe Vigarny y con Diego de Siloé cuya influencia se advierte a partir de 1520; de estos dos maestros aprendió a tratar los pliegues de sus esculturas, las líneas curvas y los elementos del Renacimiento. El sentido italiano renacentista se impregna en todos sus relieves. Es un gran intérprete de la religiosidad castellana adaptada a las formas renacentistas.

En la catedral de Palencia dejó varias obras siendo la más sobresaliente el Calvario del ático del altar mayor. Es una de las pocas obras documentadas de este artista, con una fecha de ejecución contradictoria que fluctúa entre 1516, 1519 y 1522. El estilo tan característico de esta obra permitió a los estudiosos poder atribuir a Balmaseda otros trabajos semejantes.

martes, 16 de diciembre de 2014

Alonso Berruguete. San Juan Bautista

San Juan Bautista.1526-1532. Alonso Berruguete
 Madera tallada y policromada. Medidas: 94cm x 38cm x 34 cm.
Museo Nacional de Escultura. Valladolid

Jesús les dijo: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.»

Al hilo de la referencia que hace Jesús a san Juan Bautista en el texto del Evangelio según san Mateo, que leemos hoy en la Eucaristía, contemplamos una de las esculturas que Alonso Berruguete preparó para el impresionante retablo de San Benito el Real de Valladolid. Aparece contorsionado, con escueta vestidura, portando en la mano un voluminoso libro, símbolo de la profecía del Antiguo Testamento que en él culmina.

Los largos años de estancia en Italia, permitieron a Alonso Berruguete conocer profundamente a los maestros del Quattrocento y los modelos de la escultura grecolatina clásica; en su obra hay una admiración profunda por la obra de Donatello, quien le inspira algunos tipos, y, desde luego, Miguel Ángel, por sus volúmenes rotundos y la atormentada terribilitá de su obra final. De Leonardo da Vinci aprendió a individualizar los rostros, pese a lo cual todas las influencias confluyeron en un estilo muy personal y un temperamento fuertemente expresivo, que se refleja en sus figuras de un contorno llameante y anguloso que revive la estética del Gótico.

Se supone que Berruguete debía tener bastante conocimiento del cuerpo humano, adquirido a fuerza de observación, de estudios prácticos sobre el natural, como sus modelos, y posiblemente a estudios científicos hechos en tratados de anatomía y acaso en la disección de cadáveres, dada la apariencia de los cuerpos. Pero, como señala Ricardo de Orueta, muchas veces es la pasión o el sentimiento lo que se exterioriza en su obra.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Catedral de Bourges. El Juicio Final

El Juicio Final. XIII. Anónimo
Piedra tallada
Catedral de Bourges. Francia

Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." 

Leemos en este Solemnidad de Cristo Rey el Evangelio del Juicio Final, que contemplamos esculpido en la magnífica fachada occidental de la Catedral de Bourges. Esta representación, aunque de estilo gótico, sigue los cánones establecidos en la época románica. La escena se presenta dividida en secciones horizontales. En el eje superior, aparece Cristo en Majestad, con los brazos extendidos, y dos ángeles que sostienen el sol y la luna: es el Señor de la entera creación, de la luz y de las tinieblas. A su derecha es izquierda, en su mismo nivel, cuatro ángeles muestran los instrumentos sagrados de la Pasión. Y, de rodillas, en el extremo de dicha banda, María y san Juan interceden por toda la humanidad.

En el centro de la banda central, está san Miguel, de pie, con una báscula para pesar las almas. A la derecha se representan, según la imagen del Evangelio, a los redimidos, que están vestidos entre vegetación y ángeles músicos. En el extremo de la derecha, bajo una arcada, aparece Abraham, en cuyo seno están las almas benditas. Pero, a la izquierda, se representan a los condenados, que están desnudos, y son empujados por los demonios hacia una caldera, cuyo fuego alimentan y avivan con fuelles. En el extremo de la izquierda, dicho recipiente puesto encima del fuego contiene las almas de quienes son destinados al tormento.

En la banda inferior, se representa la resurrección de los muertos, en el día del Juicio. Todos están desnudos, y van saliendo de sus tumbas para comparecer ante el Juez. De esta forma, vemos como los cuatro elementos clásicos de la escatología cristiana quedan representados: muerte, juicio, infierno y gloria.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

San Pedro de los Montes. Retablo de las santas benedictinas.

Santas Benedictinas. XVII. Anónimo
Madera tallada y policromada
San Pedro de los Montes. León.

Si hace unos días celebrábamos la santidad de santa Gertrudis, recordamos hoy a su maestra, santa Matilde. El retablo que contemplamos se encuentra en la iglesia del que fuera venerable Monasterio benedictino de San Pedro de los Montes, en la diócesis de Astorga. Se trata de un retablo barroco popular, cuya hornacina central está ocupada por santa Escolástica, y las laterales por santa Gertrudis y santa Matilde.

El papa Benedicto XVI dedicó una catequesis a la santa. Aquí leemos su primera parte:

Hoy desearía hablaros de santa Matilde de Hackeborn, una de las grandes figuras del monasterio de Helfta, que vivió en el siglo XIII. Su hermana, santa Gertrudis la Grande, en el libro VI de la obra Liber specialis gratiae (Libro de la gracia especial), en el que se narran las gracias especiales que Dios concedió a santa Matilde, afirma: «Lo que hemos escrito es muy poco respecto a lo que hemos omitido. Únicamente para gloria de Dios y utilidad del prójimo publicamos estas cosas, porque nos parecería injusto guardar silencio sobre tantas gracias que Matilde recibió de Dios, no tanto para ella misma, según nuestra opinión, sino para nosotros y para aquellos que vendrán después de nosotros» (Matilde de Hackeborn, Liber specialis gratiae, VI, 1).

Esta obra fue redactada por santa Gertrudis y por otra monja de Helfta, y tiene una historia singular. Matilde, a la edad de cincuenta años, atravesaba una grave crisis espiritual acompañada de sufrimientos físicos. En estas condiciones, confió a dos religiosas amigas las gracias singulares con que Dios la había guiado desde la infancia, pero no sabía que ellas tomaban nota de todo. Cuando lo supo, se angustió y se turbó profundamente. Pero el Señor la tranquilizó, haciéndole comprender que cuanto se escribía era para gloria de Dios y el bien del prójimo (cf. ib., II, 25; V, 20). Así, esta obra es la fuente principal para obtener informaciones sobre la vida y la espiritualidad de nuestra santa.

Con ella entramos en la familia del barón de Hackeborn, una de las más nobles, ricas y potentes de Turingia, emparentada con el emperador Federico II, y entramos también en el monasterio de Helfta, en el período más glorioso de su historia. El barón ya había dado al monasterio una hija, Gertrudis de Hackeborn (1231-1232/1291-1292), dotada de una notable personalidad, abadesa durante cuarenta años, capaz de dar una impronta peculiar a la espiritualidad del monasterio, llevándolo a un florecimiento extraordinario como centro de mística y cultura, escuela de formación científica y teológica. Gertrudis les dio a las monjas una elevada instrucción intelectual, que les permitía cultivar una espiritualidad fundada en la Sagrada Escritura, la liturgia, la tradición patrística, la Regla y la espiritualidad cisterciense, con particular predilección por san Bernardo de Claraval y Guillermo de Saint-Thierry. Fue una verdadera maestra, ejemplar en todo, en el radicalismo evangélico y en el celo apostólico. Matilde, desde la infancia, acogió y gustó el clima espiritual y cultural creado por su hermana, dando luego su impronta personal.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Anónimo. Cristo en Majestad

Cristo en Majestad. XII. Anónimo
Madera tallada y policromada. Medidas: 156 cm x 120 cm. x 40 cm.
Museo de Arte de Cataluña

El 2 de noviembre conmemora la Iglesia a todos los fieles difuntos. Este año, al coincidir con el domingo, nos hace considerar de forma más profunda el misterio de la Cruz y de la Resurrección de nuestro Señor. De la Cruz, pues a través de la muerte Jesús ha compartido nuestra condición y nosotros compartimos con nuestra muerte su Cruz; de la Resurrección, pues de ella esperamos poder participar por su misericordia.

Por eso, hemos escogido una de las obras maestras de la escultura románica: la llamada Majestad de Batlló. Se trata de un Cristo crucificado, pero que ostenta toda la realeza del Resucitado. El nombre de Batlló se debe al coleccionista que lo donó en 1914 a la Diputación de Barcelona, de donde pasó al Museo de Arte de Cataluña.


Cristo no está desnudo, sino revestido con ropajes reales; no muestra el sufrimiento del tormento, sino la serenidad de quien ha triunfado y observa a quienes todavía tenemos que caminar por el valle de las sombras y de la muerte. A la talla le faltan los pies y algunos dedos. En la parte superior del madero, se lee la inscripción: Jesús Nazareno, Rey de los Judíos.