Cristo contemplado por el alma cristiana. 1628. Diego Velázquez
Óleo sobre lienzo. Medidas: 165cm x 206cm
National Gallery. Londres
Mira, ánima mía, cuál estaría allí aquél mancebo hermoso y vergonzoso... tan maltratado y tan avergonzado y desnudo. Mira cómo aquella carne tan delicada, tan hermosa como una flor de toda carne, es allí por todas partes abierta y despedazada. Esto escribía fray Luis de Granada en el Libro de la Oración y Meditación, y nos puede ayudar a introducir esta obra de Velázquez, que se titula Cristo después de la flagelación contemplado por el alma cristiana.
Se trata de una obra que no describe el acontecimiento de la Flagelación del Señor, sino destinada a la contemplación del orante cristiano para despertar su devoción. Consta de treds personajes: Cristo, desnudo e irradiando luz, que mira de frente al espectador; el ángel de la guarda, y el alma cristiana en forma de niño de rodillas. Tirados en el suelo ante Jesús se encuentran los instrumentos de la flagelación: varias y el flagelo.
El derrumbe de Cristo, su cuerpo desnudo y maltratado y, sobre todo, su mirada llena de ternura, buscan invitar al alma cristiana a la compunción. Ese alma cristiana, en palabras del mismo Jesús, ha de hacerse como un niño para entrar en el Reino de los Cielos. Y el pintor busca este efecto sentimental para mover, precisamente, al alma cristiana, a volver a ser como un niño ante Dios, abandonando su perversidad y recuperando la inocencia, por la que Cristo se deja maltratar.
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