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miércoles, 6 de julio de 2016

Claustro de Silos. La duda de Tomás

La duda de Tomás. XI. Primer maestro de Silos
Piedra tallada
Monasterio de Santo Domingo de Silos

En aquel tiempo, Jesús llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó.

El pasaje del Evangelio según san Mateo que se lee hoy en la Eucaristía nos narra la designación de los doce apóstoles por parte de Jesús. Del mismo modo que Israel se formó a partir de las doce tribus surgidas de los hijos de Jacob, así el nuevo pueblo de Dios se forma a partir del testimonio de estos discípulos que convivieron con el Señor.

Hemos escogido el célebre apostolado románico de uno de los frisos del claustro de Silos, en el que se nos describe la duda de Tomás. Dado que la escena tuvo lugar después de la Resurrección del Señor, no aparece Judas Iscariote, sino que es sustituido por Pablo.

La obra fue tallada a finales del siglo XI por el llamado primer Maestro de Silos. Aparecen alineados los apóstoles, excepto Tomás, cuya carencia de fe es remarcada por el artista a través del gesto de Jesús que, levantando el brazo, lo distingue nítidamente de los demás. Todos los apóstoles portan largas y bien talladas barbas, excepto el joven Juan, que muestra una incipiente barba. Cada apóstol porta en su nimbo su propio nombre.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Beato de Silos. El ángel encadena a Satanás

Cristo en su trono y el río de la vida.  1100. Beato de Silos
Iluminación sobre pergamino. Folio 209
British Library. Londres

El ángel del Señor me mostró a mí, Juan, el río de agua viva, luciente como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. A mitad de la calle de la ciudad, a ambos lados del río, crecía un árbol de la vida; da doce cosechas, una cada mes del año, y las hojas del árbol sirven de medicina a las naciones. Allí no habrá ya nada maldito. En la ciudad estarán el trono de Dios y el del Cordero, y sus siervos le prestarán servicio, lo verán cara a cara y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá más noche, ni necesitarán luz de lámpara o del sol, porque el Señor Dios irradiará luz sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.

Hemos llegado al final del año litúrgico, y la Eucaristía nos presenta hoy la imagen de la universal adoración a Jesucristo, el Señor del tiempo y de la historia. Volvemos a recurrir a una iluminación del Beato de Silos, que describe casi literalmente el texto del Apocalipsis.

Cristo aparece en su trono, rodeado de estrellas y circundado por una mandorla oval decorada; desde el propio trono brota el río de la vida. A ambos lados de Cristo se sitúan sentados los veinte, que reinarán con Dios, como indica la inscripción.

Desde la cima de un promontorio, el ángel habla a san Juan y le muestra el río de la vida. Aparecen en la esquina inferior de la imagen, siguiente el esquema compositivo tradicional. Una extensa inscripción explica la misión del ángel a san Juan. El copista desconocía el texto, como demuestra el hecho de haberlo copiado alterando el orden de las palabras, a veces partidas y mal colocadas.

El árbol que aparece en la parte izquierda de la miniatura, cargado de frutos de múltiples tipos, nace en medio de la plaza de la Jerusalén celeste, siguiendo el texto apocalíptico.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Beato de Silos. El ángel encadena a Satanás

El ángel encadena a Satanás.  1100. Beato de Silos
Iluminación sobre pergamino. Folio 199
British Library. Londres

Luego vi a un Ángel que bajaba del cielo y tenía en su mano la llave del Abismo y una gran cadena. Dominó al Dragón, la Serpiente antigua –que es el Diablo y Satanás– y lo encadenó por mil años. Lo arrojó al Abismo, lo encerró y puso encima los sellos, para que no seduzca más a las naciones hasta que se cumplan los mil años. Después tiene que ser soltado por poco tiempo.

A medida que el tiempo toca a su fin, el ángel del abismo que hizo acto de presencia en Apocalipsis 9 regresa, aunque de forma ambigua, no de manera literal. Identificado con Cristo en su primera venida, desciende del cielo con la llave del abismo y una gran cadena –el poder conferido a su pueblo–, con la que aprisiona al dragón-Satanás. Lo arroja al abismo y lo atrapa con un cepo, donde permanece confinado, aprisionado por el cuello, pies y manos. La identidad de ambos seres malignos se pone de manifiesto por la inscripción aclaratoria Ubi angelus adprehendit / draconem et ligauit eum in abissum id est diabolum. Mientras los demás códices incluyen una cadena corta que aprisiona a Satanás, el ilustrador del Beato de Silos ha ideado una especie de cuerda trenzada a base de lacería que se prolonga para formar el cepo donde aquel permanece sujeto por la cabeza, manos y pies.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Silos. Descendimiento de la Cruz

Descendimiento de la Cruz. Siglo XI. Primer Maestro de Silos
Piedra tallada
Monasterio de Santo Domingo de Silos

La Santa Cruz es instrumento no ya de ignominia y tortura, sino para la visión creyente constituye el lugar donde se manifiesta la gloria de Dios salvando a los hombres. La teología de san Juan remarca este concepto, y así lo captó el la escultura del Primer Maestro de Silos en el excepcional relieve que hoy contemplamos.

Cristo aparece muerto, pero su rostro muestra una plácida sonrisa, que infunde confianza o tranquilidad, Está siendo desenclavado de la Cruz por Nicodemo y José de Aritmatea, uno de los cuales le sujeta por la cintura, mientras que el otro suelta el clavo izquierdo. San Juan, con un libro en la mano, lo contempla desde la izquierda, mientras que María recoge reverente la inerte mano de Jesús, que cuelga una vez desenclavada.

Por encima dos ángeles que portan la luna y sol hacen referencia a la oscuridad que se produjo en el momento de la muerte, y tres ángeles incensan desde arriba, aludiendo a la divinidad del que está muerto. La Cruz está levantada sobre un terreno rocoso, que se muestra a través de bultos tallados. En medio, aunque en parte perdida, se encuentra el sepulcro de Adán, sobre el cual se ha levantado la Cruz, y el propio Adán resucitando, tal como dice el evangelista Mateo que sucedió al morir Jesús, cuando las tumbas de muchos santos se abrieron y resucitaron.

miércoles, 9 de julio de 2014

Claustro de Silos. La duda de Tomás

La duda de Tomás. XI. Primer maestro de Silos
Piedra tallada
Monasterio de Santo Domingo de Silos

En aquel tiempo, Jesús llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó.

El pasaje del Evangelio según san Mateo que se lee hoy en la Eucaristía nos narra la designación de los doce apóstoles por parte de Jesús. Del mismo modo que Israel se formó a partir de las doce tribus surgidas de los hijos de Jacob, así el nuevo pueblo de Dios se forma a partir del testimonio de estos discípulos que convivieron con el Señor.

Hemos escogido el célebre apostolado románico de uno de los frisos del claustro de Silos, en el que se nos describe la duda de Tomás. Dado que la escena tuvo lugar después de la Resurrección del Señor, no aparece Judas Iscariote, sino que es sustituido por Pablo.

La obra fue tallada a finales del siglo XI por el llamado primer Maestro de Silos. Aparecen alineados los apóstoles, excepto Tomás, cuya carencia de fe es remarcada por el artista a través del gesto de Jesús que, levantando el brazo, lo distingue nítidamente de los demás. Todos los apóstoles portan largas y bien talladas barbas, excepto el joven Juan, que muestra una incipiente barba. Cada apóstol porta en su nimbo su propio nombre.