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jueves, 20 de abril de 2017

Fra Angelico. La Resurrección de Cristo

La Resurrección de Cristo. 1440-42. Fra Angelico
Fresco. Medidas: 181cm x 151cm.
Convento de San Marcos. Florencia.

El misterio de la Resurrección no sólo se propone a nuestra fe como un elemento para su credibilidad, sino que también requiere de nuestra meditación y oración. Así lo captó Fra Angelico cuando pintó este fresco en una de las celdas del Convento de San Marcos de Florencia. A la izquierda situó a santo Domingo, postrado en oración, ante la tumba de la que la asciende el señor resucitado. Un ángel vestido de blanco, tal como relata las antífonas que se cantan durante la Octava de Pascua, tomadas el Evangelio según san Mateo, se sienta sobre la tumba y dice a las mujeres que el Señor no está en el sepulcro, sino que ha resucitado.

Efectivamente, orlado de un nimbo luminoso, asciende Cristo del sepulcro. Lleva en la mano la una bandera blanca, sobre la que ondea la cruz roja. En la otra mano, lleva un palma, que alude a la victoria de su martirio. Las mujeres situadas a la derecha de la tumba fueron pintadas por un discípulo de Fra Angelico: Benozzo Gozzolli.

miércoles, 1 de junio de 2016

Berruguete. la Resurrección

La Resurrección, XV. Pedro Berruguete
Temple sobre tabla. 96 cm x 57 cm
Museo del Prado. Madrid

En el Evangelio que leemos hoy en la Eucaristía, se presentan ante Jesús un grupo de saduceos, es decir, miembros de la clase sacerdotal de Jerusalén, que negaban la resurrección de los muertos, y le proponen un dilema: una mujer se va casando con los hermanos que sucesivamente van muriendo. ¿Con quién de ellos estarán en la resurrección? Jesús responde poniendo de manifiesto su error:

Estáis equivocados, porque no entendéis la Escritura ni el poder de Dios. Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del cielo. Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: "Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob"? No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados.

La respuesta divina al dilemna de la muerte vendrá dado en la propia Resurrección del Señor. Por eso, contemplamos hoy una tabla de Berruguete, perteneciente a su primera época, en la que aparece el Señor resucitando del sepulcro, con las murallas de la ciudad en perspectiva, sobre un fondo neutro dorado, al estilo bizantino. En él vemos el poder de Dios, que no es Señor de muertos, sino de vivos.

domingo, 19 de abril de 2015

Juan Bautista Maíno. Resurrección de Cristo

Resurrección de Cristo. 1612. Juan Bautista Maíno
Óleo sobre lienzo. Medidas: 295 cm x 174 cm.
Museo del Prado. Madrid

El 14 de febrero de 1612 Juan Bautista Maíno firmaba en Toledo el contrato para realizar las pinturas que conformarían el retablo mayor de la Iglesia Conventual de San Pedro Mártir, en la misma ciudad. Maíno se comprometía a realizar el retablo en el plazo de ocho meses, pintando las historias o asuntos requeridos por el prior del convento. Pese al compromiso establecido en el contrato, las pinturas no estuvieron concluidas hasta diciembre de 1614. Entre ambas fechas el artista ingresó en la Orden y en el propio convento, tras profesar el 27 de julio de 1613.

Los temas principales eran las representaciones más importantes de la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su resurrección gloriosa, y se conformaban por ello en imágenes básicas del mundo católico, las fiestas mayores del año eclesiástico, conocidas como las Cuatro Pascuas. El resto de las obras que componían el conjunto, realizadas en un formato más reducido, eran también bastante populares, pero constituían sobre todo ejemplos de la quietud y el desapego mundano a los que aspiraba la vida monástica.

Situada en el segundo cuerpo del retablo, esta composición representa la resurrección de Cristo. Siguiendo el relato del evangelista San Mateo, Maíno ha simplificado el pasaje evangélico y ha obviado la presencia del ángel que describe Mateo y que suele ser un elemento habitual en la representación. Cristo ocupa la parte central de la tela, alzado sobre el sepulcro y apoyado en una minúscula nube grisácea. En la parte inferior de la composición se han situado cuatro figuras que flanquean al resucitado. La fórmula repite la iconografía al uso, aunque sólo dos de ellas son los guardias referidos en el Evangelio. Maíno los ha convertido en soldados del siglo XVII, vestidos con brillantes armaduras que recuerdan a las de los tercios españoles..

miércoles, 29 de octubre de 2014

Jacopo del Casentino. El Juicio final y la Crucifixión.

El Juicio Final y la Crucifixión. 1340-1349. Jacopo del Casentino
Técnica mixta sobre tabla. Medidas: 33 cm x 11 cm.
Museo de Arte Walters. Baltimore. Estados Unidos

Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois."

Por la Cruz hasta la luz. Éste sería el resumen tanto del Evangelio que leemos hoy en la Eucaristía, como de la tabla de Trecento italiano que hoy contemplamos. A la izquierda aparece Jesús crucificado, al pie de cuya Cruz se encuentran María y el discípulo Amado, y la Magdalena abrazada a la Cruz, de la que escurre abundante sangre, que redime a la entera humanidad. A la derecha, se manifiesta Cristo resucitado en medio de una mandorla mística, sobre un mundo en el que se yergue la Cruz, y en el que los hombres resucitan para comparecer ante el Juez eterno.

jueves, 22 de mayo de 2014

Dieric Bouts. La Resurrección de Cristo

La Resurrección de Cristo. 1455.  Dirk Bouts
Témpera sobre tabla. Medidas  33 x 47 cm
Alte Pinakothek. Munich.

La Pinacoteca de arte antiguo en Munich es un museo que, sin disponer de fondos tan inmensos como otros grandes museos europeos, sí dispone de una magnífica colección de obras de primer orden del arte cristiano europeo. Un buen ejemplo de ello es la tabla que hoy contemplamos: la Resurrección de Cristo, pintada por el flamenco Dieric Bouts.

Cristo aparece en pie, ante tres soldados que, espantados, han caído al suelo. Un ángel aparece sobre la cubierta de la tumba, que aparece abierta. Cristo está desnudo, y está cubierto con el manto rojo característico de los reyes. Lleva por cetro una cruz, signo de su glorioso triunfo sobre lo que, hasta entonces, era instrumento de ignominia.

Sobre el paisaje del fondo, aparecen otras dos escenas relacionadas con la Resurrección. A la izquierda, a lo largo de un camino, Cristo se aparece a la Magdalena. A la derecha, sobre un monte, se abre el cielo para acoger a Cristo, que allí asciende en presencia de sus discípulos. Por último, llama la atención la referencia al mar, que se ve al fondo, impropio de Jerusalén, que puede referirse tanto al próspero mundo mercantil de Flandes.

viernes, 25 de abril de 2014

Icono ruso. La Resurrección de Cristo.

La Resurrección de Cristo. 1500. Anónimo Ruso
Témpera sobre tabla. Medidas: 131cm x 104cm.
Museo de Iconos de Recklinghausen. Alemania

El arte cristiano en Rusia nació fuertemente ligado a la tradición bizantina. La iconografía típica del misterio de la Resurrección del Señor es el icono del Señor resucitando en el abismo del infierno a los primeros padres, Adán y Eva, como símbolos de toda la humanidad rescatada por Cristo. El presente icono, pintado a comienzos del siglo XVI, sigue estrictamente esa temática. En este sentido, el arte ortodoxo no pretende profundizar la dimensión estética, sino poner en contacto al creyente que venera el icono con el misterio que transmite, a través de un lenguaje conocido. En este sentido, la tradición oriental de los iconos no busca satisfacer el placer estético, sino ponerlo al servicio de la comunicación del misterio sagrado y de la invitación a la oración.

En cuanto a los colores, de entre los colores rojizos o marrones de los personajes terrestres, destaca la luminosidad divina del Señor, símbolo de su condición divina, y fuente de esperanza para toda la humanidad, hacia la que tiende la mano para rescatarla.

jueves, 24 de abril de 2014

Fra Angelico. La Resurrección de Cristo

La Resurrección de Cristo. 1440-42. Fra Angelico
Fresco. Medidas: 181cm x 151cm.
Convento de San Marcos. Florencia.

El misterio de la Resurrección no sólo se propone a nuestra fe como un elemento para su credibilidad, sino que también requiere de nuestra meditación y oración. Así lo captó Fra Angelico cuando pintó este fresco en una de las celdas del Convento de San Marcos de Florencia. A la izquierda situó a santo Domingo, postrado en oración, ante la tumba de la que la asciende el señor resucitado. Un ángel vestido de blanco, tal como relata las antífonas que se cantan durante la Octava de Pascua, tomadas el Evangelio según san Mateo, se sienta sobre la tumba y dice a las mujeres que el Señor no está en el sepulcro, sino que ha resucitado.

Efectivamente, orlado de un nimbo luminoso, asciende Cristo del sepulcro. Lleva en la mano la una bandera blanca, sobre la que ondea la cruz roja. En la otra mano, lleva un palma, que alude a la victoria de su martirio. Las mujeres situadas a la derecha de la tumba fueron pintadas por un discípulo de Fra Angelico: Benozzo Gozzolli.

domingo, 20 de abril de 2014

Correa de Vivar. La Resurrección de Cristo

La Resurrección de Cristo.Segundo tercio XVI. Juan Correa de Vivar
 Temple sobre tabla. Medidas: 210cm x 135cm.
Museo del Prado. Madrid. España

ALELUYA. Verdaderamente Cristo ha resucitado. Aleluya. Éste anuncio fue representado en el arte, mediante la salida victoriosa de Cristo del sepulcro que, según el relato de san Mateo, estaba custodiado por soldados romanos por instigación de los judíos, quienes así impedirían que los discípulos robaran el cadáver.

Éste tema fue frecuente en la producción de Correa. El retablo del convento de clarisas de Grinón (Madrid), fechado hacia 1532-1534, conformaría la estructura compositiva esencial, con Cristo como eje central, situado sobre una escalinata de piedra sobre la que descansa el sarcófago y flanqueado por los soldados que custodiaban el sepulcro. Como es habitual en esta escena, el pintor plasmó las variadas y estereotipadas reacciones de los soldados, desde el sueño despreocupado, el estupor y la huida.

Correa realizó una adaptación del modelo inicial que refuerza la impronta clasicista del tema, siguiendo un esquema triangular que entroncaría con la Resurrección de Rafael de la Pinacoteca Vaticana, pero aún más con la personal revisión que del tema hizo el maestro de Correa, Juan de Borgoña. A este se deben los murales de la Sala Capitular de la Catedral de Toledo (1509-1511) donde incluyó una Resurrección que hubo de tener presente Correa para todas sus versiones, pero especialmente para esta.

Este ejemplar recupera la marcada frontalidad y disposición de la figura de Cristo, incluyendo el dibujo ondulante del manto púrpura; la concepción de la cercana gruta, ocupando un lateral de la obra que se contrapone a la luminosa visión del paisaje, bañado por una lírica luz de amanecer; la inclusión de un marco vegetal de ricos matices y pormenorizado dibujo y la representación de los soldados que completan la escena, son elementos que entroncan de manera directa con Borgoña. Se repiten incluso los tipos de corazas a la romana, las alabardas o la presencia del casco que descansa sobre uno de los peldaños, muy próximo a los pies de Cristo.

domingo, 6 de abril de 2014

Duccio di Buoninsgna. La Resurrección de Lázaro

La Resurrección de Lázaro. 1310. Duccio di Buoninsegna
Temple y oro sobre tabla. Medidas: 43,5cm x 46cm.
Museo de Arte Kimbell, Fort Worth. Estados Unidos

Volvemos a ilustrar el Evangelio de este quinto domingo de Cuaresma con la genial obra de Duccio di Buoninsegna. La Resurrección de Lázaro también fue pintada para la predela del Retablo de la Maestá de la Catedral de Siena, y hoy se conserva en el Museo de Arte Kimbell, en los Estados Unidos.

Aparece Cristo, al frente del grupo de discípulos y de judíos que habían ido a Betania para consolar a las dos hermanas. Marta y María aparecen, una junto al Señor, la otra arrodillada suplicándole. Un personaje revestido con un manto amarillo se tapa las narices, indicando que el difunto ya olería. A la derecha, otro personaje quita la tapa que cubre el sepulcro, y aparece Lázaro, con los ojos abiertos, mirando a la mano del Señor, que le llama. La obra tiene evidentes influjos bizantinos, sobre todo en la posición de la mujer suplicante revestida de rojo, y en la serena majestad de Jesús.

San Pedro Crisólogo comenta este Evangelio en un magnífico sermón, en el que comenta la necesidad de la muerte de Lázaro como medio mediante el cual el Señor realizó un signo para despertar la fe de los discípulos. Estas son sus palabras:

Regresando de ultratumba, Lázaro sale a nuestro encuentro portador de una nueva forma de vencer la muerte, revelador de un nuevo tipo de resurrección. Antes de examinar en profundidad este hecho, contemplemos las circunstancias externas de la resurrección, ya que la resurrección es el milagro de los milagros, la máxima manifestación del poder, la maravilla de las maravillas.

El Señor había resucitado a la hija de Jairo, jefe de la sinagoga, pero lo hizo restituyendo simplemente la vida a la niña, sin franquear las fronteras de ultratumba. Resucitó asimismo al hijo único de su madre, pero lo hizo deteniendo el ataúd, como anticipándose al sepulcro, como suspendiendo la corrupción y previniendo la fetidez, como si devolviera la vida al muerto antes de que la muerte hubiera reivindicado todos sus derechos. En cambio, en el caso de Lázaro todo es diferente: su muerte y su resurrección nada tienen en común con los casos precedentes: en él la muerte desplegó todo su poder y la resurrección brilla con todo su esplendor. Incluso me atrevería a decir que si Lázaro hubiera resucitado al tercer día, habría evacuado toda la sacramentalidad de la resurrección del Señor: pues Cristo volvió al tercer día a la vida, como Señor que era; Lázaro fue resucitado al cuarto día, como siervo.

Mas, para probar lo que acabamos de decir, examinemos algunos detalles del relato evangélico. Dice: Las hermanas le mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, tu amigo está enfermo». Al expresarse de esta manera, intentan pulsar la fibra sensible, interpelan al amor, apelan a la caridad, tratan de estimular la amistad acudiendo a la necesidad. Pero Cristo, que tiene más interés en vencer la muerte que en repeler la enfermedad; Cristo, cuyo amor radica no en aliviar al amigo, sino en devolverle la vida, no facilita al amigo un remedio contra la enfermedad, sino que le prepara inmediatamente la gloria de la resurrección.

Por eso, cuando se enteró —dice el evangelista—de que Lázaro estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba. Fijaos cómo da lugar a la muerte, licencia al sepulcro, da libre curso a los agentes de la corrupción, no pone obstáculo alguno a la putrefacción ni a la fetidez; consiente en que el abismo arrebate, se lleve consigo, posea. En una palabra, actúa de forma que se esfume toda humana esperanza y la desesperanza humana cobre sus cotas más elevadas, de modo que lo que se dispone a hacer se vea ser algo divino y no humano.

Se limita a permanecer donde está en espera del desenlace, para dar él mismo la noticia dp la muerte, y anunciar entonces su decisión de ir a casa de Lázaro. Lázaro —dice— ha muerto, y me alegro. ¿Es esto amar? Se alegraba Cristo porque la tristeza de la muerte en seguida se convertiría en el gozo de la resurrección. Me alegro por vosotros. Y ¿por qué por vosotros? Pues porque la muerte y la resurrección de Lázaro era ya un bosquejo exacto de la muerte y resurrección del Señor, y lo que luego iba a suceder con el Señor, se anticipa ya en el siervo. Era necesaria la muerte de Lázaro para que, con Lázaro ya en el sepulcro, resucitase la fe de los discípulos.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Ambrogio Bergognone. Cristo Resucitado


Cristo Resucitado. S. XV. Ambrogio Bergognone
Fresco. 
Capilla del Baptisterio
Basílica de San Ambrosío. Milán. Italia

El Dios eterno y absoluto se ha hecho presente en la historia de los hombres abriendo nuevos horizontes de vida. Los abre indirectamente, mediante esos valores “que valen más que la vida”. Pero también de forma directa, en la Revelación, en Jesús de Nazaret, que renunciando libremente a su vida por amor nos ha abierto el camino de la vida plena. Jesús no ironiza, pone de relieve con seriedad y agudeza lo absurdo de la fe en un Dios que nos condena a la muerte y, todo lo más, nos conserva en un recuerdo que no va a durar, pues, quitando unos pocos personajes históricos, “conservados” en las páginas de los libros de historia y en los nombres del callejero, ¿quién guarda memoria de nadie, poco más allá de sus abuelos? Y por muy grandilocuentes promesas que hagamos de “recordar para siempre”, también esa débil memoria desaparecerá cuando nosotros mismos seamos pronto olvidados. La única “memoria eterna” que tiene sentido real es la de permanecer en la mente de Dios, en comunión con Él. El Dios que se acuerda de Abraham, Isaac y Jacob es el Dios que no los deja tirados en cualquier esquina de la historia, sino el Dios que tras crear y darles la vida, los salva y los rescata de la muerte. Jesús, fortalece hoy nuestra esperanza. Y, por medio de las palabras de Pablo, nos hace entender que la esperanza de la que hablamos no es una pasiva espera de un “mundo futuro”, sino una fuerza para hacer “toda clase de obras buenas” que hacen presente ya hoy ese futuro de plenitud. Se trata, pues, de una esperanza que nos anima a entregarnos y a arriesgar por esos valores que valen más que los bienes, más que la vida, que nos enseña que el riesgo de hacer el bien no es hacer el primo, sino que merece la pena dar la vida por lo que es Real y Eterno. Todo bien procede de Dios, fuente de la vida. Sacrificar la vida por el bien es conectar con esa fuente, que por medio de Jesucristo ha plantado su tienda entre nosotros. En una palabra, podemos empezar a ser ya desde ahora “como ángeles”, portadores de la buena nueva de Dios, anunciadores con nuestras buenas obras de la presencia viva entre nosotros del Hijo de Dios, muerto y resucitado.