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miércoles, 13 de marzo de 2019

Jonás arrojado al mar

Jonas arrojado al mar. Siglo IV. Anónimo
Catacumba de los santos Marcelino y Pedro (Roma)

La Eucaristía del Miércoles primer de Cuaresma trae a colación dos figuras de la antigüedad, cuya fe en medio de difíciles circunstancias se contrapone a la incredulidad de quienes están escuchando en Jesús el cumplimiento de las promesas: la reina de Saba, y el profeta Jonás. La pasada cuaresma, abordamos el tema de la Visita de la Reina de Saba a Salomón.

Este año, en cambio, nos centraremos en la figura de Jonás, el profeta que fue enviado a Nínive para anunciar que la ciudad sería destruida por sus pecados. Jonás no está dispuesto a cumplir la voluntad de Dios y huye hacia Tarsis. Sin embargo, cuando está navegando, Dios desata una gran tormenta. Los navegantes preguntan a Jonás por qué sucede aquello y, al descubrir su falta, lo tiran al mar, que inmediatamente se calma. Un gran pez se tragó a Jonás, que estuvo en su vientre tres días y tres noches. Por fin, es devuelto a la tierra, predica en Nínive, y consigue la conversión de sus malvados habitantes. Jesús utiliza el símil de Jonás para decir que a sus contemporáneos no se les dará otro signo para creer en el Hijo del Hombre que el de Jonás, que estuvo tres días en el seno del pez. Así, Jesús mismo, estará tres días en el seno de la tierra, resucitando por fin.

A causa de su relación con la resurrección, establecida por el mismo Jesús, y también su obvia relación el con bautismo, por el hecho de sumergirse en el agua, fue utilizado frecuentemente este tema en el primer arte cristiano, el que llamamos paleo-cristiano. Un ejemplo es el fresco que hoy traemos a consideración, pintado en la Catacumba de los santos Marcelino y Pedro, en Roma, que fue pintado poco después del final de las persecuciones. Los marineros viajan en una galera, movida a remos; y tiran al profeta al mar. A la derecha de la representación, un monstruo marino está dispuesto para devorarlo.

Es llamativo no sólo el hecho de la antigüedad de este representación, sino también su ubicación en una catacumba, es decir, un lugar donde los cristianos eran enterrados a la espera de la resurrección. Esta obra nos invita, por muchos motivos, a fortalecernos en la fe, en medio de los combates que tengamos que afrontar.

domingo, 17 de septiembre de 2017

Cristo Pantocrator - Berze la Ville

Cristo Pantocrator - XII - Anónimo
Pintura al fresco
Berze la Ville - Francia

No lejos de Cluny se encuentra un pequeño pueblo que alberga un gran tesoro. Se trata de Berze la Ville. Aquí estableció Cluny un priorato, en el que gustaba el gran abad san Hugo de Semur de retirarse a orar. Hoy se conserva la pequeña iglesia románica, ornamentada con unos frescos admirables, en los que destaca la majestuosa imagen de Cristo en majestad.


El Señor aparece sentado en un trono, portando en la mano izquierda un pliego que alude al evangelio de la vida;  la mano derecha, al mismo tiempo, esta desplegada en actitud de bendecir. Su figura se encuentra rodeada de una mandorla mística, signo de su trascendencia o divinidad.

jueves, 11 de mayo de 2017

Berzé-la-Ville


Pinturas del ábside de la capilla del "Chateau des Moines" s. XII.
Berzé-la-Ville, Francia.

Hoy recordamos en el calendario a los santos abades de Cluny El monasterio de Cluny, fundado el año 909, por obra de los santos abades que se sucedieron por espacio de dos siglos, fue uno de los más famosos centros de vida monástica. 

La Imagen pertenece a una capilla, posterior priorato,  cercana al monasterio que sirvió incluso de enterramiento de abades. Berzé-la-Ville era un priorato cluniacense próximo al monasterio, apenas a unos de kilómetros. En su interior encontramos una de las decoraciones pictóricas más importantes del Románico francés. Realizada hacia 1109 con una técnica muy cuidada, sobre un espeso enlucido de base, se representaba en el interior del ábside una composición en tres niveles: arriba, Cristo en majestad; en el medio, escenas relativas a los martirios de san Blas y san Lorenzo o san Vicente; abajo, una serie de bustos de santos, en total, dieciséis figuras alrededor del Pantocrátor. Ademanes y caracterización de los rostros denuncian el conocimiento de obras bizantinas. Sin embargo, es posible, como creen algunos especialistas, que el pretendido bizantinismo no corresponda a una dependencia directa, sino a algo aprendido a través de modelos italianos; seguramente, dados los estrechos contactos existentes, con Montecasino; no faltando una coincidencia en los detalles ornamentales con la misma pintura romana coetánea. 

Podemos distinguir dos escuelas diferentes dentro de la pintura románica en Francia: la escuela de Borgoña que se inspira en la benedictina de Italia, y la escuela del Loire, que mantendrá contactos con las escuelas españolas. La escuela de Borgoña era continuadora de la pintura italobizantina porque el monasterio de Cluny mantenía una buena relación como ya hemos apuntado con el de Montecassino. Se caracterizaba por utilizar colores muy decorativos, y realizar figuras de delicado modelado y suntuosos vestidos sobre fondos azules.  Estas majestuosas figuras aparecen en los frescos de Berzé-la-Ville, que era el lugar donde reposaban los abades de Cluny, y en la cripta de la catedral de Auxerre.

Pero vamos a recordar de forma breve a los abades que hoy recordamos:

Odón, anteriormente canónigo de la iglesia de Tours, muy luego hizo profesión de vida monástica. Elegido abad de Cluny en 927, ilustró a los monjes los tesoros escondidos en la observancia de la Regla. Hizo florecer muchos monasterios en Francia y en Italia. Murió en Tours el 18 de noviembre de 942, en la octava de la fiesta de san Martín.

Máyolo, nacido en Provenza, de noble familia, canónigo de la iglesia de Mácon, joven aún fue nombrado arcediano. En 948 hizo profesión de vida monástica en Cluny, y muy pronto fue elegido abad. Fue tan apreciado por los príncipes de aquel tiempo, que Otón II tenía interés enhacerlo elegir Sumo Pontífice, a lo que Máyolo se opuso resueltamente. Fundó innumerables monasterios y aceptó reformar otros muchos. Murió en Souvigny (Alvernia) el 11 de mayo de 994.

Odilón, nacido en Alvernia en 962, fue primero canónigo de la iglesia de Brioude, y después monje de Cluny. Nombrado por Máyolo coadjutor suyo en 991, le sucedió en el cargo abacial. Extendió la observancia cluniacense en España. Fue el primero en instituir la conmemoración litúrgica de todos los difuntos. Murió el 1 de enero de 1049 en Souvigny, junto a la tumba del padre Máyolo.

Hugo, hijo de Dalmacio conde de Semur, nació en 1024. Contra la voluntad de sus padres, en 1039 se retiró al monasterio de Cluny, de donde fue prior. A la muerte de Odilón, fue elegido abad. Construyó la célebre basílica de su monasterio, hizo redactar el código de las costumbres monásticas, y fundó de planta muchos monasterios. Después de sesenta años de gobierno, murió en Cluny el 29 de abril de 1109.

Pedro, llamado el Venerable, nació en Alvernia hacia el 1092. Educado en el monasterio de Sauxilanges, fue nombrado prior y responsable del escolasticado del monasterio de Doméne, y, más tarde, en 1122 fue elegido abad de Cluny. Se preocupó por la observancia regular en los monasterios. Personalmente eminente en el estudio de las letras, estimuló a sus monjes para que se dedicasen a los estudios, pero demostrando siempre un perfecto equilibrio entre acción y contemplación. Murió el año 1156 en el día de Navidad.

(De la Historia del monasterio de Cluny)

jueves, 9 de marzo de 2017

Orante

Orante, s.III. 
Pintura mural

El orante, es representada con los brazos abiertos, símbolo muy representado en las catacumbas como imagen del alma que vive ya en la paz divina. Es un tema iconográfico que en el arte paleocristiano representa personas de frente, con las manos extendidas a lo alto. Un gesto de oración, de plegaria, de súplica. Es una típica posición de oración que se cita ya en algunos textos del Antiguo Testamento. Fue, sin embargo, poco representado en el arte del mundo clásico para quienes ésta era un imagen de la pietas como virtud, (entendida como "sumisión", más que piedad religiosa, es decir, un respeto por el orden natural social, político y religioso, aludiendo también a las ideas de patriotismo y devoción). Después y con este sentido se empezó a representar en los enterramientos paleocristianos. El orante es una de las mas antiguas representaciones del Cristianismo, junto con el pez, el buen pastor y la caridad.

Hoy la liturgia nos presenta la oración de la reina Ester, junto con la confianza que Cristo nos da,  pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá. Textos que hacen ponernos en actitud y posición orante, mirar a lo alto y suplicar con gran humildad:

"Señor mío, único rey nuestro. Protégeme, que estoy sola y no tengo otro defensor fuera de ti, pues yo misma me he expuesto al peligro. Desde mi infancia oí, en el seno de mi familia, cómo tú, Señor, escogiste a Israel entre las naciones, a nuestros padres entre todos sus antepasados, para ser tu heredad perpetua; y les cumpliste lo que habías prometido. Atiende, Señor, muéstrate a nosotros en la tribulación, y dame valor, Señor, rey de los dioses y señor de poderosos. Pon en mi boca un discurso acertado cuando tenga que hablar al león; haz que cambie y aborrezca a nuestro enemigo, para que perezca con todos sus cómplices. A nosotros, líbranos con tu mano; y a mí, que no tengo otro auxilio fuera de ti, protégeme tú, Señor, que lo sabes todo."

miércoles, 8 de febrero de 2017

La Creación de Adán

La Creación de Adán, XII. Anónimo
Pintura al fresco sobre revestimiento mural trasladado a lienzo, 203 x 239 cm.
Museo del Prado. Madrid.

El día en que el Señor Dios hizo tierra y cielo, no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el campo, Porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre que cultivase el suelo; pero un manantial salía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo. Entonces el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió en ser vivo. Luego el Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó en él al hombre que había modelado.

Leemos hoy la creación del ser humano en el Paraíso. Contemplamos la escena en el fresco conservado en el Prado que lo representa. El conjunto de las pinturas murales de la ermita de la Vera Cruz de Maderuelo (Segovia) fue trasladado a lienzo en 1947 y reconstruido en el Museo del Prado lo más fielmente posible a su disposición original. Los muros de la capilla están decorados con figuras de ángeles, Apóstoles y escenas evangélicas, y los testeros presentan dos temas bíblicos:

Las figuras representadas, típicamente románicas, no tienen volumen ni profundidad y están delimitadas por unos simples contornos que dividen los espacios correspondientes. El estilo del artista ha sido siempre considerado muy próximo al Maestro de Tahull.

domingo, 29 de enero de 2017

Cosimo Roselli. Sermon de la montaña

Sermón de la Montaña, 1481-82. Obra de Cosimo Rosselli. 
Fresco, 349 x 570 cm. 
Capilla Sixtina, Vaticano

Sentado, pues, sobre una colina, vemos a Jesús hoy en el evangelio (Mateo 5, 1-12),  desde donde dominaba la multitud, rodeado de sus apóstoles y con el pueblo congregado en torno suyo, el Salvador tomó la palabra y no temió oponer á las pretendidas felicidades del hombre caído, estas bienaventuranzas divinas que ninguna lengua humana había aún proclamado:

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

Quince siglos antes, desde la cima de otra montaña, el mismo Dios había dictado el precepto fundamental impuesto por Él al pueblo como una condición esencial de su alianza. Los ecos del desierto repetían aún las solemnes palabras caídas entonces desde el Sinaí: “Escucha, oh Israel, yo soy el Señor tu Dios, yo soy quien te ha sacado de la servidumbre del Egipto. No tendrás otro Dios delante de mí, porque yo soy el Señor tu Dios, el Dios fuerte y celoso”.

Mas, al tender Jesús una mirada sobre el mundo, vio que todos los pueblos judíos y gentiles adoraban, en presencia del verdadero Dios, a falsas divinidades, personificación vergonzosa de los vicios que manchaban su corazón. Sus dioses o diosas eran el orgullo, la avaricia, la lujuria, la envidia, la cólera, la gula y la pereza. En vez de buscar las bendiciones de Dios, todos, aún el judío, creían encontrar la felicidad en la satisfacción de las pasiones. El fariseo se embriagaba de gloria; el saduceo, de innobles placeres; todos ellos amaban el oro y la plata más que a la Ley, más que a Dios mismo. Y era tal la perversidad de la naturaleza humana, que en los momentos mismos en que Jesús restablecía el reino de Dios sobre la tierra, oía resonar por doquier, en Oriente y en Occidente, en Jerusalén y en Roma, el canto de aquellos idólatras:

“Felices los ricos que disponen a su antojo de los bienes de este mundo. “Felices los poderosos que reinan sobre millares de esclavos. “Felices aquellos que no conocen las lágrimas y cuyos días transcurren en las diversiones y placeres. “Feliz el ambicioso que puede saciarse de dignidades y honores. “Feliz el hombre sensual saturado de festines y voluptuosidades. “Feliz el hombre sin compasión que puede satisfacer su sed de venganza y hacer trizas á su enemigo, “Feliz el hombre sanguinario que pulveriza bajo su planta á los pueblos vencidos. “Feliz el tirano que oprime al justó en la tierra y destruye en el mundo el reino de Dios”.

Así cantaban, siglos hacía, los hijos del Viejo Adán. Las turbad reunidas en la montaña, no conocían otros principios sobre la felicidad y muchos se preguntaban desde largo tiempo, si tales máximas tendrían aceptación en el reino de que se decía fundador Jesús. Aguardábase con impaciencia que se explicase claramente acerca de las disposiciones requeridas para entrar en el número de sus discípulos.

Con las bienaventuranzas, jamás oídas, Jesús, verdadero Salvador del mundo, declaraba a los hombres viciosos que, para entrar en su reino y volver a hallar la verdadera felicidad, era necesario reinstalar en su corazón al Dios que de él habían arrojado y hacer guerra abierta a las falsas divinidades, es decir, a las siete pasiones, fuente de todas nuestras desgracias.

Predicaba a los avaros la pobreza, a los orgullosos la dulzura, a los voluptuosos la castidad, a los perezosos y sensuales el trabajo y las lágrimas de la penitencia, a los envidiosos la caridad, a los vengativos la misericordia, a los perseguidos los goces del martirio. El alma no pasa de la muerte a la vida ni restablece en ella el reino de Dios, ni comienza a gozar en la tierra de la bienaventuranza del reino de los cielos, sino mediante el sacrificio de sus instintos depravados.

Mientras que Jesús hablaba, la mayor parte de los asistentes parecían estupefactos ante aquellas bienaventuranzas, calificadas hasta entonces de verdaderas maldiciones. Escudriñaban la fisonomía del predicador para tratar de sorprender en ella el sentido de sus palabras; pero su rostro permanecía tranquilo como la verdad; su voz dulce y penetrante, no revelaba emoción alguna. Dirigíase a una nueva raza de hombres más noble que la de los patriarcas, más santa que la de Moisés; a la raza nacida; del soplo del Espíritu: divino. Más esto lo comprendían únicamente aquellos a quienes una luz celestial comunicaba la inteligencia de estas misteriosas enseñanzas.

En cuanto a los codiciosos y soberbios fariseos, dábanse de muy buena gana por excluidos de un reino abierto sólo a las almas bastante enamoradas de Dios para despreciar los bienes de este mundo, los honores terrenos y los placeres carnales. Irritábanse contra este soñador que condenaba todas las acciones de su vida y todas las aspiraciones de su corazón. 

Volviéndose entonces hacia los apóstoles encargados de extender su reino, les anunció que los hijos del siglo y sus falsos doctores no cesarían de hacer la guerra a los ministros de Dios, es decir, a todos los que predicaren y practicaren las virtudes enseñadas en la montaña; pero estos embajadores del Padre que está en los cielos, harían traición a su mandato si callasen por temor a los malvados, dejando a las almas sumergirse en la corrupción y en las tinieblas.

Que vuestra luz, pues, brille delante de los hombres, a fin de que vean vuestras buenas obras y glorifiquen á vuestro Padre que está en los cielos.

(Cf. R.P. Berthe, de su obra “Jesucristo. Su vida, Su Pasión, Su triunfo”. Traducción por el E.P. Agustín Vargas. Ed. Establecimientos Benziger & Co. S. A., Tipógrafos de la Santa Sede Apostólica. Insiedeln, Sotza, 1910.)

A la llamada de Jesucristo: "Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré", acude un leproso (parte inferior derecha), quien le ruega que lo libre de su mal. Según la Sagrada Escritura, en el Sermón de la Montaña no hubo curaciones, pero el artista que hoy nos ocupa quiso probablemente transmitir el mensaje de que las palabras del Señor podían salvar a a todo aquel que "impuro" se acercase a Él con verdadera fe y confianza..

Cosimo Rosselli será uno de los más favorecidos en el reparto de la decoración de la Capilla Sixtina ya que se encargará de realizar cuatro escenas, ayudado en algunas por su discípulo Piero di Cosimo. Esta imagen es la continuación de la Vocación de los primeros apóstoles pintada por Ghirlandaio, mostrando en la zona central a Cristo durante el sermón de la montaña, rodeado de todos los discípulos y, a la derecha, la curación del leproso. Las dos escenas se insertan en un paisaje que más bien parece un telón de fondo, en el que se distribuyen figurillas y edificios para acentuar la perspectiva. 

sábado, 24 de diciembre de 2016

Anuncio del ángel a los pastores

Anuncio del ángel a los pasotres. XII. Anónimo
 Pintura mural al fresco
Panteón de los Reyes. San Isidoro de León

Esta noche asistiremos al gozoso momento en el que María da a luz al Salvador de los hombres, en una gruta para los rebaños de Belén, la ciudad de David. Los ángeles iluminan con su presencia la oscuridad de la humanidad, y anuncian a los humildes pastores que dormían junto a sus rebaños el gran milagro, el cumplimiento de las antiguas profecías.

Esta escena fue pintada admirablemente en el Panteón de los Reyes de la Basílica de San Isidoro de León. Este espacio queda compartimentado por dos grandes columnas exentas, resultando así una división en tres naves con un total de seis bóvedas de aristas.Tanto la parte superior de los muros que queda por encima de la línea de impostas como la superficie completa de las bóvedas (incluyendo el intradós de los arcos) fueron decoradas, en una fecha imprecisa entre los años 1124 y 1170, con pinturas al fresco realizadas al temple sobre estuco de color blanco, complementadas además con textos alusivos a los temas representados.

Durante mucho tiempo los frescos de San Isidoro de León fueron adscritos al estilo francorrománico, que penetró en España gracias a los caminos de peregrinación y a los contactos políticos con Francia, y que se estableció en las tierras leonesas, en clara oposición a la corriente que llegaba de Italia, que permaneció en el Nordés. Su desarrollo significó, en su zona de influencia, la erradicación definitiva de los restos de bizantinismo, del simbolismo excesivo y la riqueza de los atavíos, y el comienzo de los grandes ciclos historiados hispanos. Algunos expertos ven esta huella francesa en el predominio de fondos blancos, en la predilección por pocos colores fundamentales aplicados en superficies lisas y en su rudeza y gran expresividad.

La escena del anuncio a los ángeles llama la atención por su delicado realismo. El ángel ocupa una esquina de la escena. Una cartela dice: Angelus ad pastores. Los pastores están en sus ocupaciones habituales, vestidos en la forma usual del siglo XII; uno toca el caramillo, otro da de beber a un perro, dos cabras luchas entre sí, otras pastan. Lo cual significa que, en medio de lo cotidiano del espectador, también nace Dios, como sugiere la acción litúrgica de la Navidad.

domingo, 23 de octubre de 2016

Zeiler. parábola del fariseo y el publicano

El fariseo y el publicano. 1612. Johann Jakob Zeiller
Pintura al fresco
Iglesia Abacial de Ottobeuren

La liturgia de este domingo nos presenta la parábola del publicano y del fariseo. El uno se jacta de su cumplimiento de la ley, mientras que el otro se duele ante Dios de sus pecados. En uno triunfa la soberbia, en el otro la humildad.

Esta escena fue plasmada en uno de los frescos que adornan la Basílica de Ottobeuren. Ambos aparecen ante las tablas de la ley. Un demonio aparece detrás del soberbio, cuya jactancia le hace ingrato a los ojos de Dios. La obra fue pintada por Johann Jakob Zeiller (1708-1783), pintor alemán que se formó en Italia.

miércoles, 11 de mayo de 2016

Berzé-la-Ville


Pinturas del ábside de la capilla del "Chateau des Moines" s. XII.
Berzé-la-Ville, Francia.

Hoy recordamos en el calendario a los santos abades de Cluny El monasterio de Cluny, fundado el año 909, por obra de los santos abades que se sucedieron por espacio de dos siglos, fue uno de los más famosos centros de vida monástica. 

La Imagen pertenece a una capilla, posterior priorato,  cercana al monasterio que sirvió incluso de enterramiento de abades. Berzé-la-Ville era un priorato cluniacense próximo al monasterio, apenas a unos de kilómetros. En su interior encontramos una de las decoraciones pictóricas más importantes del Románico francés. Realizada hacia 1109 con una técnica muy cuidada, sobre un espeso enlucido de base, se representaba en el interior del ábside una composición en tres niveles: arriba, Cristo en majestad; en el medio, escenas relativas a los martirios de san Blas y san Lorenzo o san Vicente; abajo, una serie de bustos de santos, en total, dieciséis figuras alrededor del Pantocrátor. Ademanes y caracterización de los rostros denuncian el conocimiento de obras bizantinas. Sin embargo, es posible, como creen algunos especialistas, que el pretendido bizantinismo no corresponda a una dependencia directa, sino a algo aprendido a través de modelos italianos; seguramente, dados los estrechos contactos existentes, con Montecasino; no faltando una coincidencia en los detalles ornamentales con la misma pintura romana coetánea. 

Podemos distinguir dos escuelas diferentes dentro de la pintura románica en Francia: la escuela de Borgoña que se inspira en la benedictina de Italia, y la escuela del Loire, que mantendrá contactos con las escuelas españolas. La escuela de Borgoña era continuadora de la pintura italobizantina porque el monasterio de Cluny mantenía una buena relación como ya hemos apuntado con el de Montecassino. Se caracterizaba por utilizar colores muy decorativos, y realizar figuras de delicado modelado y suntuosos vestidos sobre fondos azules.  Estas majestuosas figuras aparecen en los frescos de Berzé-la-Ville, que era el lugar donde reposaban los abades de Cluny, y en la cripta de la catedral de Auxerre.

Pero vamos a recordar de forma breve a los abades que hoy recordamos:

Odón, anteriormente canónigo de la iglesia de Tours, muy luego hizo profesión de vida monástica. Elegido abad de Cluny en 927, ilustró a los monjes los tesoros escondidos en la observancia de la Regla. Hizo florecer muchos monasterios en Francia y en Italia. Murió en Tours el 18 de noviembre de 942, en la octava de la fiesta de san Martín.

Máyolo, nacido en Provenza, de noble familia, canónigo de la iglesia de Mácon, joven aún fue nombrado arcediano. En 948 hizo profesión de vida monástica en Cluny, y muy pronto fue elegido abad. Fue tan apreciado por los príncipes de aquel tiempo, que Otón II tenía interés enhacerlo elegir Sumo Pontífice, a lo que Máyolo se opuso resueltamente. Fundó innumerables monasterios y aceptó reformar otros muchos. Murió en Souvigny (Alvernia) el 11 de mayo de 994.

Odilón, nacido en Alvernia en 962, fue primero canónigo de la iglesia de Brioude, y después monje de Cluny. Nombrado por Máyolo coadjutor suyo en 991, le sucedió en el cargo abacial. Extendió la observancia cluniacense en España. Fue el primero en instituir la conmemoración litúrgica de todos los difuntos. Murió el 1 de enero de 1049 en Souvigny, junto a la tumba del padre Máyolo.

Hugo, hijo de Dalmacio conde de Semur, nació en 1024. Contra la voluntad de sus padres, en 1039 se retiró al monasterio de Cluny, de donde fue prior. A la muerte de Odilón, fue elegido abad. Construyó la célebre basílica de su monasterio, hizo redactar el código de las costumbres monásticas, y fundó de planta muchos monasterios. Después de sesenta años de gobierno, murió en Cluny el 29 de abril de 1109.

Pedro, llamado el Venerable, nació en Alvernia hacia el 1092. Educado en el monasterio de Sauxilanges, fue nombrado prior y responsable del escolasticado del monasterio de Doméne, y, más tarde, en 1122 fue elegido abad de Cluny. Se preocupó por la observancia regular en los monasterios. Personalmente eminente en el estudio de las letras, estimuló a sus monjes para que se dedicasen a los estudios, pero demostrando siempre un perfecto equilibrio entre acción y contemplación. Murió el año 1156 en el día de Navidad.

(De la Historia del monasterio de Cluny)

jueves, 24 de diciembre de 2015

Anuncio del ángel a los pastores

Anuncio del ángel a los pasotres. XII. Anónimo
 Pintura mural al fresco
Panteón de los Reyes. San Isidoro de León

Esta noche asistiremos al gozoso momento en el que María da a luz al Salvador de los hombres, en una gruta para los rebaños de Belén, la ciudad de David. Los ángeles iluminan con su presencia la oscuridad de la humanidad, y anuncian a los humildes pastores que dormían junto a sus rebaños el gran milagro, el cumplimiento de las antiguas profecías.

Esta escena fue pintada admirablemente en el Panteón de los Reyes de la Basílica de San Isidoro de León. Este espacio queda compartimentado por dos grandes columnas exentas, resultando así una división en tres naves con un total de seis bóvedas de aristas.Tanto la parte superior de los muros que queda por encima de la línea de impostas como la superficie completa de las bóvedas (incluyendo el intradós de los arcos) fueron decoradas, en una fecha imprecisa entre los años 1124 y 1170, con pinturas al fresco realizadas al temple sobre estuco de color blanco, complementadas además con textos alusivos a los temas representados.

Durante mucho tiempo los frescos de San Isidoro de León fueron adscritos al estilo francorrománico, que penetró en España gracias a los caminos de peregrinación y a los contactos políticos con Francia, y que se estableció en las tierras leonesas, en clara oposición a la corriente que llegaba de Italia, que permaneció en el Nordés. Su desarrollo significó, en su zona de influencia, la erradicación definitiva de los restos de bizantinismo, del simbolismo excesivo y la riqueza de los atavíos, y el comienzo de los grandes ciclos historiados hispanos. Algunos expertos ven esta huella francesa en el predominio de fondos blancos, en la predilección por pocos colores fundamentales aplicados en superficies lisas y en su rudeza y gran expresividad.

La escena del anuncio a los ángeles llama la atención por su delicado realismo. El ángel ocupa una esquina de la escena. Una cartela dice: Angelus ad pastores. Los pastores están en sus ocupaciones habituales, vestidos en la forma usual del siglo XII; uno toca el caramillo, otro da de beber a un perro, dos cabras luchas entre sí, otras pastan. Lo cual significa que, en medio de lo cotidiano del espectador, también nace Dios, como sugiere la acción litúrgica de la Navidad.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Giotto. La presentación de la Virgen en el Templo

Fresco, 200x185 cm

Celebramos hoy la presentación de la Virgen María en el Templo de Jerusalén por sus padres Joaquín y Ana. U día este, en que se recuerda la dedicación, el año 543, de la iglesia de Santa María la Nueva, construida cerca del templo de Jerusalén. 

Esta fiesta la celebramos, junto con los cristianos de la Iglesia oriental, la "dedicación" que María hizo de sí misma a Dios, ya desde su infancia, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su concepción inmaculada. Ya se celebraba en el siglo VI en el Oriente. En el 1372, el Papa Gregorio XI, informado por el canciller de la corte de Chipre sobre la gran celebración que en Grecia se hacía para esta fiesta el 21 de noviembre, la introdujo en Aviñón. Sixto V promulgó la fiesta para la Iglesia universal. 

Este episodio de la vida de la Virgen, está ausente de los Evangelios oficiales, teniendo que recurrir al evangelio del pseudo-Mateo (4 - 6), uno de los evangelios apócrifos. Según se narra en este Evangelio:

Y, destetada que fue al tercer año, Joaquín y su esposa Ana se encaminaron juntos al templo, y ofrecieron víctimas al Señor, y confiaron a la pequeña a la congregación de vírgenes, que pasaban el día y la noche glorificando a Dios. Y, cuando hubo sido depositada delante del templo del Señor, subió corriendo las quince gradas, sin mirar atrás, y sin reclamar la ayuda de sus padres, como hacen de ordinario los niños. Y este hecho llenó a todo el mundo de sorpresa, hasta el punto de que los mismos sacerdotes del templo no pudieron contener su admiración. (...) Y su semblante resplandecía como la nieve, hasta el extremo de que apenas podía mirársela. (...) Toda su conversación estaba tan llena de dulzura, que se reconocía la presencia de Dios en sus labios.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Waräthi. Santa Gertrudis.

Santa Matilde y Santa Gertrudis de Helfta.1720. Inocente Waräthi
Fresco
Biblioteca del monasterio de Metten. Alemania

Santa Matilde de Hackeborn, que era quince años mayor que Santa Gertrudis, era también un alma mística. Por sus dotes naturales para el canto, Matilde sería también nombrada maestra de coro. La tradición acabó llamándola “Ruiseñor de Cristo”.  A los cincuenta años, se enteró de que su discípula había ido anotando cuidadosamente todas sus enseñanzas y cuanto oía contar sobre sus experiencias. Matilde se alarmo al saberlo; pero el Señor le comunicó que El mismo había inspirado a Gertrudis el deseo de poner por escrito esos datos. Con ello, se serenó Santa Matilde y aun corrigió personalmente el manuscrito. Se trata de la obra titulada "Libro de la Gracia Especial", o "Revelaciones de Santa Matilde". Siete años más tarde, el 19 de noviembre de 1298, Cristo llamó a Sí a Santa Matilde; "ella le ofreció su corazón y lo introdujo en el Suyo. Nuestro Señor trocó el corazón de Matilde con el suyo y le dio la gloria eterna, donde esperamos que con su intercesión nos alcanzará muchas gracias". Santa Matilde no ha sido nunca canonizada formalmente, pero se concedió su fiesta a muchos monasterios de monjas benedictinas. Algunos autores la identifican con la "Donna Matelda" del purgatorio de Dante (cantos 27 y 28).

lunes, 11 de mayo de 2015

Berzé-la-Ville


Pinturas del ábside de la capilla del "Chateau des Moines" s. XII.
Berzé-la-Ville, Francia.

Hoy recordamos en el calendario a los santos abades de Cluny El monasterio de Cluny, fundado el año 909, por obra de los santos abades que se sucedieron por espacio de dos siglos, fue uno de los más famosos centros de vida monástica. 

La Imagen pertenece a una capilla, posterior priorato,  cercana al monasterio que sirvió incluso de enterramiento de abades. Berzé-la-Ville era un priorato cluniacense próximo al monasterio, apenas a unos de kilómetros. En su interior encontramos una de las decoraciones pictóricas más importantes del Románico francés. Realizada hacia 1109 con una técnica muy cuidada, sobre un espeso enlucido de base, se representaba en el interior del ábside una composición en tres niveles: arriba, Cristo en majestad; en el medio, escenas relativas a los martirios de san Blas y san Lorenzo o san Vicente; abajo, una serie de bustos de santos, en total, dieciséis figuras alrededor del Pantocrátor. Ademanes y caracterización de los rostros denuncian el conocimiento de obras bizantinas. Sin embargo, es posible, como creen algunos especialistas, que el pretendido bizantinismo no corresponda a una dependencia directa, sino a algo aprendido a través de modelos italianos; seguramente, dados los estrechos contactos existentes, con Montecasino; no faltando una coincidencia en los detalles ornamentales con la misma pintura romana coetánea. 

Podemos distinguir dos escuelas diferentes dentro de la pintura románica en Francia: la escuela de Borgoña que se inspira en la benedictina de Italia, y la escuela del Loire, que mantendrá contactos con las escuelas españolas. La escuela de Borgoña era continuadora de la pintura italobizantina porque el monasterio de Cluny mantenía una buena relación como ya hemos apuntado con el de Montecassino. Se caracterizaba por utilizar colores muy decorativos, y realizar figuras de delicado modelado y suntuosos vestidos sobre fondos azules.  Estas majestuosas figuras aparecen en los frescos de Berzé-la-Ville, que era el lugar donde reposaban los abades de Cluny, y en la cripta de la catedral de Auxerre.

Pero vamos a recordar de forma breve a los abades que hoy recordamos:

Odón, anteriormente canónigo de la iglesia de Tours, muy luego hizo profesión de vida monástica. Elegido abad de Cluny en 927, ilustró a los monjes los tesoros escondidos en la observancia de la Regla. Hizo florecer muchos monasterios en Francia y en Italia. Murió en Tours el 18 de noviembre de 942, en la octava de la fiesta de san Martín.

Máyolo, nacido en Provenza, de noble familia, canónigo de la iglesia de Mácon, joven aún fue nombrado arcediano. En 948 hizo profesión de vida monástica en Cluny, y muy pronto fue elegido abad. Fue tan apreciado por los príncipes de aquel tiempo, que Otón II tenía interés enhacerlo elegir Sumo Pontífice, a lo que Máyolo se opuso resueltamente. Fundó innumerables monasterios y aceptó reformar otros muchos. Murió en Souvigny (Alvernia) el 11 de mayo de 994.

Odilón, nacido en Alvernia en 962, fue primero canónigo de la iglesia de Brioude, y después monje de Cluny. Nombrado por Máyolo coadjutor suyo en 991, le sucedió en el cargo abacial. Extendió la observancia cluniacense en España. Fue el primero en instituir la conmemoración litúrgica de todos los difuntos. Murió el 1 de enero de 1049 en Souvigny, junto a la tumba del padre Máyolo.

Hugo, hijo de Dalmacio conde de Semur, nació en 1024. Contra la voluntad de sus padres, en 1039 se retiró al monasterio de Cluny, de donde fue prior. A la muerte de Odilón, fue elegido abad. Construyó la célebre basílica de su monasterio, hizo redactar el código de las costumbres monásticas, y fundó de planta muchos monasterios. Después de sesenta años de gobierno, murió en Cluny el 29 de abril de 1109.

Pedro, llamado el Venerable, nació en Alvernia hacia el 1092. Educado en el monasterio de Sauxilanges, fue nombrado prior y responsable del escolasticado del monasterio de Doméne, y, más tarde, en 1122 fue elegido abad de Cluny. Se preocupó por la observancia regular en los monasterios. Personalmente eminente en el estudio de las letras, estimuló a sus monjes para que se dedicasen a los estudios, pero demostrando siempre un perfecto equilibrio entre acción y contemplación. Murió el año 1156 en el día de Navidad.

(De la Historia del monasterio de Cluny)

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Anuncio del ángel a los pastores

Anuncio del ángel a los pasotres. XII. Anónimo
 Pintura mural al fresco
Panteón de los Reyes. San Isidoro de León

Esta noche asistiremos al gozoso momento en el que María da a luz al Salvador de los hombres, en una gruta para los rebaños de Belén, la ciudad de David. Los ángeles iluminan con su presencia la oscuridad de la humanidad, y anuncian a los humildes pastores que dormían junto a sus rebaños el gran milagro, el cumplimiento de las antiguas profecías.

Esta escena fue pintada admirablemente en el Panteón de los Reyes de la Basílica de San Isidoro de León. Este espacio queda compartimentado por dos grandes columnas exentas, resultando así una división en tres naves con un total de seis bóvedas de aristas.Tanto la parte superior de los muros que queda por encima de la línea de impostas como la superficie completa de las bóvedas (incluyendo el intradós de los arcos) fueron decoradas, en una fecha imprecisa entre los años 1124 y 1170, con pinturas al fresco realizadas al temple sobre estuco de color blanco, complementadas además con textos alusivos a los temas representados.

Durante mucho tiempo los frescos de San Isidoro de León fueron adscritos al estilo francorrománico, que penetró en España gracias a los caminos de peregrinación y a los contactos políticos con Francia, y que se estableció en las tierras leonesas, en clara oposición a la corriente que llegaba de Italia, que permaneció en el Nordés. Su desarrollo significó, en su zona de influencia, la erradicación definitiva de los restos de bizantinismo, del simbolismo excesivo y la riqueza de los atavíos, y el comienzo de los grandes ciclos historiados hispanos. Algunos expertos ven esta huella francesa en el predominio de fondos blancos, en la predilección por pocos colores fundamentales aplicados en superficies lisas y en su rudeza y gran expresividad.

La escena del anuncio a los ángeles llama la atención por su delicado realismo. El ángel ocupa una esquina de la escena. Una cartela dice: Angelus ad pastores. Los pastores están en sus ocupaciones habituales, vestidos en la forma usual del siglo XII; uno toca el caramillo, otro da de beber a un perro, dos cabras luchas entre sí, otras pastan. Lo cual significa que, en medio de lo cotidiano del espectador, también nace Dios, como sugiere la acción litúrgica de la Navidad.

domingo, 1 de junio de 2014

Manfredino de Pistoya. Cristo en la Gloria

Cristo en la Gloria. 1280. 
Fresco
Iglesia de San Bartolomé en el Pantano. Pistoya

Cristo está sentado en la Gloria, a la derecha de Dios Padre todopoderoso. Así lo confesamos en el Credo, y así es con frecuencia representado en la más antigua y venerable iconografía cristiana. Si la tradición bizantina lo hizo con fastuosos mosaicos, cuajados de oro, el arte occidental lo pintó en magníficos frescos, que aún hoy admiramos en muchos templos. Un buen ejemplo es el que hoy contemplamos: el Cristo en Majestad, del ábside de la Iglesia de san Bartolomé en el Pantano, de Pistoia.

La obra está atribuida a Manfredino de Pistoya. En su obra se denota la influencia de Cimabue, en el extraordinario uso del color. Cristo aparece sentado sobre el arco iris y rodeado de ángeles. En una mano porta el Libro de las Escrituras, y con la mano derecha bendice. Está flanqueado por los santos a los que está consagrado el templo: san Bartolomé y san Juan Bautista.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Jonás arrojado al mar


Jonas arrojado al mar. Siglo IV. Anónimo
Catacumba de los santos Marcelino y Pedro (Roma)

La Eucaristía del Miércoles primer de Cuaresma trae a colación dos figuras de la antigüedad, cuya fe en medio de difíciles circunstancias se contrapone a la incredulidad de quienes están escuchando en Jesús el cumplimiento de las promesas: la reina de Saba, y el profeta Jonás. La pasada cuaresma, abordamos el tema de la Visita de la Reina de Saba a Salomón.

Este año, en cambio, nos centraremos en la figura de Jonás, el profeta que fue enviado a Nínive para anunciar que la ciudad sería destruida por sus pecados. Jonás no está dispuesto a cumplir la voluntad de Dios y huye hacia Tarsis. Sin embargo, cuando está navegando, Dios desata una gran tormenta. Los navegantes preguntan a Jonás por qué sucede aquello y, al descubrir su falta, lo tiran al mar, que inmediatamente se calma. Un gran pez se tragó a Jonás, que estuvo en su vientre tres días y tres noches. Por fin, es devuelto a la tierra, predica en Nínive, y consigue la conversión de sus malvados habitantes. Jesús utiliza el símil de Jonás para decir que a sus contemporáneos no se les dará otro signo para creer en el Hijo del Hombre que el de Jonás, que estuvo tres días en el seno del pez. Así, Jesús mismo, estará tres días en el seno de la tierra, resucitando por fin.

A causa de su relación con la resurrección, establecida por el mismo Jesús, y también su obvia relación el con bautismo, por el hecho de sumergirse en el agua, fue utilizado frecuentemente este tema en el primer arte cristiano, el que llamamos paleo-cristiano. Un ejemplo es el fresco que hoy traemos a consideración, pintado en la Catacumba de los santos Marcelino y Pedro, en Roma, que fue pintado poco después del final de las persecuciones. Los marineros viajan en una galera, movida a remos; y tiran al profeta al mar. A la derecha de la representación, un monstruo marino está dispuesto para devorarlo.

Es llamativo no sólo el hecho de la antigüedad de este representación, sino también su ubicación en una catacumba, es decir, un lugar donde los cristianos eran enterrados a la espera de la resurrección. Esta obra nos invita, por muchos motivos, a fortalecernos en la fe, en medio de los combates que tengamos que afrontar.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Giotto. La presentación de la Virgen en el Templo

Fresco, 200x185 cm

Celebramos hoy la presentación de la Virgen María en el Templo de Jerusalén por sus padres Joaquín y Ana. U día este, en que se recuerda la dedicación, el año 543, de la iglesia de Santa María la Nueva, construida cerca del templo de Jerusalén. 

Esta fiesta la celebramos, junto con los cristianos de la Iglesia oriental, la "dedicación" que María hizo de sí misma a Dios, ya desde su infancia, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su concepción inmaculada. Ya se celebraba en el siglo VI en el Oriente. En el 1372, el Papa Gregorio XI, informado por el canciller de la corte de Chipre sobre la gran celebración que en Grecia se hacía para esta fiesta el 21 de noviembre, la introdujo en Aviñón. Sixto V promulgó la fiesta para la Iglesia universal. 


Este episodio de la vida de la Virgen, está ausente de los Evangelios oficiales, teniendo que recurrir al evangelio del pseudo-Mateo (4 - 6), uno de los evangelios apócrifos.

Según se narra en este Evangelio:

Y, destetada que fue al tercer año, Joaquín y su esposa Ana se encaminaron juntos al templo, y ofrecieron víctimas al Señor, y confiaron a la pequeña a la congregación de vírgenes, que pasaban el día y la noche glorificando a Dios. Y, cuando hubo sido depositada delante del templo del Señor, subió corriendo las quince gradas, sin mirar atrás, y sin reclamar la ayuda de sus padres, como hacen de ordinario los niños. Y este hecho llenó a todo el mundo de sorpresa, hasta el punto de que los mismos sacerdotes del templo no pudieron contener su admiración. (...) Y su semblante resplandecía como la nieve, hasta el extremo de que apenas podía mirársela. (...) Toda su conversación estaba tan llena de dulzura, que se reconocía la presencia de Dios en sus labios.

martes, 19 de noviembre de 2013

Waräthi. Santa Gertrudis.

Santa Matilde y Santa Gertrudis de Helfta.1720. Inocente Waräthi
Fresco
Biblioteca del monasterio de Metten. Alemania

Santa Matilde de Hackeborn, que era quince años mayor que Santa Gertrudis, era también un alma mística. Por sus dotes naturales para el canto, Matilde sería también nombrada maestra de coro. La tradición acabó llamándola “Ruiseñor de Cristo”.  A los cincuenta años, se enteró de que su discípula había ido anotando cuidadosamente todas sus enseñanzas y cuanto oía contar sobre sus experiencias. Matilde se alarmo al saberlo; pero el Señor le comunicó que El mismo había inspirado a Gertrudis el deseo de poner por escrito esos datos. Con ello, se serenó Santa Matilde y aun corrigió personalmente el manuscrito. Se trata de la obra titulada "Libro de la Gracia Especial", o "Revelaciones de Santa Matilde". Siete años más tarde, el 19 de noviembre de 1298, Cristo llamó a Sí a Santa Matilde; "ella le ofreció su corazón y lo introdujo en el Suyo. Nuestro Señor trocó el corazón de Matilde con el suyo y le dio la gloria eterna, donde esperamos que con su intercesión nos alcanzará muchas gracias". Santa Matilde no ha sido nunca canonizada formalmente, pero se concedió su fiesta a muchos monasterios de monjas benedictinas. Algunos autores la identifican con la "Donna Matelda" del purgatorio de Dante (cantos 27 y 28).

domingo, 10 de noviembre de 2013

Ambrogio Bergognone. Cristo Resucitado


Cristo Resucitado. S. XV. Ambrogio Bergognone
Fresco. 
Capilla del Baptisterio
Basílica de San Ambrosío. Milán. Italia

El Dios eterno y absoluto se ha hecho presente en la historia de los hombres abriendo nuevos horizontes de vida. Los abre indirectamente, mediante esos valores “que valen más que la vida”. Pero también de forma directa, en la Revelación, en Jesús de Nazaret, que renunciando libremente a su vida por amor nos ha abierto el camino de la vida plena. Jesús no ironiza, pone de relieve con seriedad y agudeza lo absurdo de la fe en un Dios que nos condena a la muerte y, todo lo más, nos conserva en un recuerdo que no va a durar, pues, quitando unos pocos personajes históricos, “conservados” en las páginas de los libros de historia y en los nombres del callejero, ¿quién guarda memoria de nadie, poco más allá de sus abuelos? Y por muy grandilocuentes promesas que hagamos de “recordar para siempre”, también esa débil memoria desaparecerá cuando nosotros mismos seamos pronto olvidados. La única “memoria eterna” que tiene sentido real es la de permanecer en la mente de Dios, en comunión con Él. El Dios que se acuerda de Abraham, Isaac y Jacob es el Dios que no los deja tirados en cualquier esquina de la historia, sino el Dios que tras crear y darles la vida, los salva y los rescata de la muerte. Jesús, fortalece hoy nuestra esperanza. Y, por medio de las palabras de Pablo, nos hace entender que la esperanza de la que hablamos no es una pasiva espera de un “mundo futuro”, sino una fuerza para hacer “toda clase de obras buenas” que hacen presente ya hoy ese futuro de plenitud. Se trata, pues, de una esperanza que nos anima a entregarnos y a arriesgar por esos valores que valen más que los bienes, más que la vida, que nos enseña que el riesgo de hacer el bien no es hacer el primo, sino que merece la pena dar la vida por lo que es Real y Eterno. Todo bien procede de Dios, fuente de la vida. Sacrificar la vida por el bien es conectar con esa fuente, que por medio de Jesucristo ha plantado su tienda entre nosotros. En una palabra, podemos empezar a ser ya desde ahora “como ángeles”, portadores de la buena nueva de Dios, anunciadores con nuestras buenas obras de la presencia viva entre nosotros del Hijo de Dios, muerto y resucitado.

lunes, 10 de junio de 2013


Sermón de la Montaña, 1481-82. Obra de Cosimo Rosselli. 
Fresco, 349 x 570 cm. 
Capilla Sixtina, Vaticano

Sentado, pues, sobre una colina, vemos a Jesús hoy en el evangelio (Mateo 5, 1-12),  desde donde dominaba la multitud, rodeado de sus apóstoles y con el pueblo congregado en torno suyo, el Salvador tomó la palabra y no temió oponer á las pretendidas felicidades del hombre caído, estas bienaventuranzas divinas que ninguna lengua humana había aún proclamado:

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:
«Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

Quince siglos antes, desde la cima de otra montaña, el mismo Dios había dictado el precepto fundamental impuesto por Él al pueblo como una condición esencial de su alianza. Los ecos del desierto repetían aún las solemnes palabras caídas entonces desde el Sinaí: “Escucha, oh Israel, yo soy el Señor tu Dios, yo soy quien te ha sacado de la servidumbre del Egipto. No tendrás otro Dios delante de mí, porque yo soy el Señor tu Dios, el Dios fuerte y celoso”.

Mas, al tender Jesús una mirada sobre el mundo, vio que todos los pueblos judíos y gentiles adoraban, en presencia del verdadero Dios, a falsas divinidades, personificación vergonzosa de los vicios que manchaban su corazón. Sus dioses o diosas eran el orgullo, la avaricia, la lujuria, la envidia, la cólera, la gula y la pereza. En vez de buscar las bendiciones de Dios, todos, aún el judío, creían encontrar la felicidad en la satisfacción de las pasiones. El fariseo se embriagaba de gloria; el saduceo, de innobles placeres; todos ellos amaban el oro y la plata más que a la Ley, más que a Dios mismo. Y era tal la perversidad de la naturaleza humana, que en los momentos mismos en que Jesús restablecía el reino de Dios sobre la tierra, oía resonar por doquier, en Oriente y en Occidente, en Jerusalén y en Roma, el canto de aquellos idólatras:

“Felices los ricos que disponen á su antojo de los bienes de este mundo.
“Felices los poderosos que reinan sobre millares de esclavos.
“Felices aquellos que no conocen las lágrimas y cuyos días transcurren en las diversiones y placeres.
“Feliz el ambicioso que puede saciarse de dignidades y honores.
“Feliz el hombre sensual saturado de festines y voluptuosidades.
“Feliz el hombre sin compasión que puede satisfacer su sed de venganza y hacer trizas á su enemigo,
“Feliz el hombre sanguinario que pulveriza bajo su planta á los pueblos vencidos.
“Feliz el tirano que oprime al justó en la tierra y destruye en el mundo el reino de Dios”.

Así cantaban, siglos hacía, los hijos del Viejo Adán.
Las turbad reunidas en la montaña, no conocían otros principios sobre la felicidad y muchos se preguntaban desde largo tiempo, si tales máximas tendrían aceptación en el reino de que se decía fundador Jesús. Aguardábase con impaciencia que se explicase claramente acerca de las disposiciones requeridas para entrar en el número de sus discípulos.

Con las bienaventuranzas, jamás oídas, Jesús, verdadero Salvador del mundo, declaraba a los hombres viciosos que, para entrar en su reino y volver a hallar la verdadera felicidad, era necesario reinstalar en su corazón al Dios que de él habían arrojado y hacer guerra abierta a las falsas divinidades, es decir, a las siete pasiones, fuente de todas nuestras desgracias.

Predicaba a los avaros la pobreza, a los orgullosos la dulzura, a los voluptuosos la castidad, a los perezosos y sensuales el trabajo y las lágrimas de la penitencia, a los envidiosos la caridad, a los vengativos la misericordia, a los perseguidos los goces del martirio. El alma no pasa de la muerte a la vida ni restablece en ella el reino de Dios, ni comienza a gozar en la tierra de la bienaventuranza del reino de los cielos, sino mediante el sacrificio de sus instintos depravados.

Mientras que Jesús hablaba, la mayor parte de los asistentes parecían estupefactos ante aquellas bienaventuranzas, calificadas hasta entonces de verdaderas maldiciones. Escudriñaban la fisonomía del predicador para tratar de sorprender en ella el sentido de sus palabras; pero su rostro permanecía tranquilo como la verdad; su voz dulce y penetrante, no revelaba emoción alguna. Dirigíase a una nueva raza de hombres más noble que la de los patriarcas, más santa que la de Moisés; a la raza nacida; del soplo del Espíritu: divino. Más esto lo comprendían únicamente aquellos a quienes una luz celestial comunicaba la inteligencia de estas misteriosas enseñanzas.

En cuanto a los codiciosos y soberbios fariseos, dábanse de muy buena gana por excluidos de un reino abierto sólo a las almas bastante enamoradas de Dios para despreciar los bienes de este mundo, los honores terrenos y los placeres carnales. Irritábanse contra este soñador que condenaba todas las acciones de su vida y todas las aspiraciones de su corazón. 

Volviéndose entonces hacia los apóstoles encargados de extender su reino, les anunció que los hijos del siglo y sus falsos doctores no cesarían de hacer la guerra a los ministros de Dios, es decir, a todos los que predicaren y practicaren las virtudes enseñadas en la montaña; pero estos embajadores del Padre que está en los cielos, harían traición a su mandato si callasen por temor a los malvados, dejando a las almas sumergirse en la corrupción y en las tinieblas.

Que vuestra luz, pues, brille delante de los hombres, a fin de que vean vuestras buenas obras y glorifiquen á vuestro Padre que está en los cielos.

(Cf. R.P. Berthe, de su obra “Jesucristo. Su vida, Su Pasión, Su triunfo”. Traducción por el E.P. Agustín Vargas. Ed. Establecimientos Benziger & Co. S. A., Tipógrafos de la Santa Sede Apostólica. Insiedeln, Sotza, 1910.)

A la llamada de Jesucristo: "Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré", acude un leproso (parte inferior derecha), quien le ruega que lo libre de su mal. Según la Sagrada Escritura, en el Sermón de la Montaña no hubo curaciones, pero el artista que hoy nos ocupa quiso probablemente transmitir el mensaje de que las palabras del Señor podían salvar a a todo aquel que "impuro" se acercase a Él con verdadera fe y confianza..

Cosimo Rosselli será uno de los más favorecidos en el reparto de la decoración de la Capilla Sixtina ya que se encargará de realizar cuatro escenas, ayudado en algunas por su discípulo Piero di Cosimo. Esta imagen es la continuación de la Vocación de los primeros apóstoles pintada por Ghirlandaio, mostrando en la zona central a Cristo durante el sermón de la montaña, rodeado de todos los discípulos y, a la derecha, la curación del leproso. Las dos escenas se insertan en un paisaje que más bien parece un telón de fondo, en el que se distribuyen figurillas y edificios para acentuar la perspectiva.