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sábado, 18 de noviembre de 2017

Consagración de San Pedro. Vaticano.


El Papa Urbano VIII dibuja las letras del alfabeto latino en las cenizas durante la consagración de la basílica de San Pedro del Vaticano el 18 de noviembre de 1626, aniversario de la consagración de la Basílica antigua, a 1300 años de la consagración original de la iglesia hecha por el Papa San Silvestre I. 
Tapiz romano, año 1660.
Vaticano

Celebra la Iglesia hoy las consagraciones de las basílicas de San Pedro y San Pablo. La Basílica de San Pedro en el Vaticano y la de San Pablo en la via ostiense son los dos templos más importantes de toda la cristiandad y están edificados respectivamente sobre las tumbas de estos apóstoles. La primera fue consagrada tal día como hoy en 1626, tras 170 años de construcción, sobre la tumba de San Pedro donde ya Constantino había ordenado construir la primera basílica, allá por el año 323. La de San Pablo, por su parte, se encuentra al otro lado de Roma. La antigua basílica fue destruida en 1823 por un incendio, construyéndose la nueva sobre la anterior y siendo consagrada en 1854. En los trabajos de reconstrucción se encontró un sepulcro de antes del siglo IV con la inscripción: "A San Pablo, Apóstol y Mártir". Ambos edificios recuerdan a todos los cristianos en el mundo que la fe en Cristo se fundamenta en la predicación fiel del Evangelio y en la sangre de los primeros discípulos del Señor que supieron ser leales hasta el martirio.

Oración de consagración de la Iglesia.

Oh Dios, santificador y guía de tu Iglesia, 
celebramos tu nombre con alabanzas jubilosas, 
porque en este día tu pueblo quiere dedicarte, para siempre, con rito solemne, esta casa de oración, 
en la cual te honra con amor, 
se instruye con tu palabra 
y se alimenta con tus sacramentos. 

Este edificio hace vislumbrar el misterio de la Iglesia,
a la que Cristo santificó con su sangre, 
para presentarla ante sí como Esposa llena de gloria, 
como Virgen excelsa por la integridad de la fe, 
y Madre fecunda por el poder del Espíritu. 

Es la Iglesia santa, la viña elegida de Dios, 
cuyos sarmientos llenan el mundo entero, 
cuyos renuevos, adheridos al tronco, 
son atraídos hacia lo alto, al reino de los cielos. 

Es la Iglesia feliz, la morada de Dios con los hombres, 
el templo santo, construido con piedras vivas, 
sobre el cimiento de los Apóstoles, 
con Cristo Jesús como suprema piedra angular. 

Es la Iglesia excelsa, 
la Ciudad colocada sobre la cima de la montaña, 
accesible a todos, y a todos patente, 
en la cual brilla perenne la antorcha del Cordero 
y resuena agradecido el cántico de los bienaventurados. 

Te suplicamos, pues, Padre santo, 
que te dignes impregnar con santificación celestial esta iglesia y este altar, 
para que sean siempre lugar santo 
y una mesa siempre lista para el sacrificio de Cristo. 

Que en este lugar el torrente de tu gracia 
lave las manchas de los hombres, 
para que tus hijos, Padre, muertos al pecado, 
renazcan a la vida nueva. 

Que tus fieles, reunidos junto a este altar,
celebren el memorial de la Pascua, 
y se fortalezcan con la palabra y el cuerpo de Cristo. 

Que resuene aquí la alabanza jubilosa 
que armoniza las voces de los ángeles y de los hombres, 
y que suba hasta ti la plegaria por la salvación del mundo. 

Que los pobres encuentren aquí misericordia, 
los oprimidos alcancen la verdadera libertad, 
y todos los hombres sientan la dignidad de ser hijos tuyos, 
hasta que lleguen, gozosos, a la Jerusalén celestial. 
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo 
en la unidad del Espíritu Santo 
y es Dios, por los siglos de los siglos. 

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Salvador Gómez. San Alberto Magno

Aparición de la Virgen a San Alberto Magno. 1660. Vicente Salvador Gómez
Óleo sobre lienzo. 132 x 100 cm
Museo de Bellas Artes.Valencia. España.

Celebramos hoy a san Alberto Magno, patrono de las ciencias naturales. "Doctor Universallis", "Doctor Expertus". Nace en el castillo de Bollstadt, cerca de la ciudad bávara de Lavingen. Es noble y rico, pero además quiere ser sabio. Busca la ciencia con pasión, cuando he aquí que, oyendo predicar en Padua a Jordán de Sajonia, general de los Hermanos Predicadores, se amplían los horizontes de sus anhelos. Ahora quiere ser santo. Cuando Jordán baja del pulpito, el joven alemán cae a sus pies, pidiéndole el hábito blanco de Santo Domingo. Tenía entonces treinta años. Después, toda su vida se resume en estas tres palabras: rezar, estudiar y enseñar. Enseña en las principales casas de su Orden, especialmente en Colonia y en París, y "dondequiera que sienta su cátedra, dice un contemporáneo suyo, parece monopolizar a todos los amantes de la verdad". En 1260, una orden del Pontífice le separa de sus libros para hacerle obispo de Ratisbona. Fue un pequeño paréntesis, en que el profesor descubre sus talentos de administrador y de reformador. Dos años más tarde dejaba la mitra y volvía a coger los libros. Murió a la edad de 87 años en Colonia.

Fue un forjador de grandes maestros, entre los cuales descuella el más ilustre de todos: Santo Tomás de Aquino. En las escuelas de la Edad Media se decía de él este adagio: Mundo luxisti, quia totum scibile scisti. Lo cual quiere decir: "Iluminaste al mundo, porque supiste todo lo que se puede saber."

San Alberto Magno se esfuerza por recoger todos los frutos de la experiencia antigua, atesorados en Aristóteles, Avicena y Nicolás de Damasco, madurándolos y aumentándolos con su propia experiencia. Amplía las consideraciones aristotélicas sobre la esfericidad de la tierra, explica la Vía Láctea como una multitud de estrellas, habla de las antípodas, y determina las horas del día y el ritmo de las estaciones para cada sección del globo; explica la formación de las montañas por la erosión; nos ofrece en uno de sus libros el germen de la descripción de la tierra; en su laboratorio hace interesantes experiencias químicas, formula teorías audaces, es un hábil destilador, conoce el uso del agua fuerte y del arsénico, y separa en el crisol los metales preciosos de las materias impuras.

Sacerdote, obispo y Doctor de la Iglesia, fue un destacado teólogo, geógrafo, filósofo y figura representativa de la química y, en general un maestro de la ciencia medieval. Su humildad y pobreza fueron notables.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Consagración de San Pedro. Vaticano.


El Papa Urbano VIII dibuja las letras del alfabeto latino en las cenizas durante la consagración de la basílica de San Pedro del Vaticano el 18 de noviembre de 1626, aniversario de la consagración de la Basílica antigua, a 1300 años de la consagración original de la iglesia hecha por el Papa San Silvestre I. 
Tapiz romano, año 1660.
Vaticano

Celebra la Iglesia hoy las consagraciones de las basílicas de San Pedro y San Pablo. La Basílica de San Pedro en el Vaticano y la de San Pablo en la via ostiense son los dos templos más importantes de toda la cristiandad y están edificados respectivamente sobre las tumbas de estos apóstoles. La primera fue consagrada tal día como hoy en 1626, tras 170 años de construcción, sobre la tumba de San Pedro donde ya Constantino había ordenado construir la primera basílica, allá por el año 323. La de San Pablo, por su parte, se encuentra al otro lado de Roma. La antigua basílica fue destruida en 1823 por un incendio, construyéndose la nueva sobre la anterior y siendo consagrada en 1854. En los trabajos de reconstrucción se encontró un sepulcro de antes del siglo IV con la inscripción: "A San Pablo, Apóstol y Mártir". Ambos edificios recuerdan a todos los cristianos en el mundo que la fe en Cristo se fundamenta en la predicación fiel del Evangelio y en la sangre de los primeros discípulos del Señor que supieron ser leales hasta el martirio.

Oración de consagración de la Iglesia.

Oh Dios, santificador y guía de tu Iglesia, 
celebramos tu nombre con alabanzas jubilosas, 
porque en este día tu pueblo quiere dedicarte, para siempre, con rito solemne, esta casa de oración, 
en la cual te honra con amor, 
se instruye con tu palabra 
y se alimenta con tus sacramentos. 

Este edificio hace vislumbrar el misterio de la Iglesia,
a la que Cristo santificó con su sangre, 
para presentarla ante sí como Esposa llena de gloria, 
como Virgen excelsa por la integridad de la fe, 
y Madre fecunda por el poder del Espíritu. 

Es la Iglesia santa, la viña elegida de Dios, 
cuyos sarmientos llenan el mundo entero, 
cuyos renuevos, adheridos al tronco, 
son atraídos hacia lo alto, al reino de los cielos. 

Es la Iglesia feliz, la morada de Dios con los hombres, 
el templo santo, construido con piedras vivas, 
sobre el cimiento de los Apóstoles, 
con Cristo Jesús como suprema piedra angular. 

Es la Iglesia excelsa, 
la Ciudad colocada sobre la cima de la montaña, 
accesible a todos, y a todos patente, 
en la cual brilla perenne la antorcha del Cordero 
y resuena agradecido el cántico de los bienaventurados. 

Te suplicamos, pues, Padre santo, 
que te dignes impregnar con santificación celestial esta iglesia y este altar, 
para que sean siempre lugar santo 
y una mesa siempre lista para el sacrificio de Cristo. 

Que en este lugar el torrente de tu gracia 
lave las manchas de los hombres, 
para que tus hijos, Padre, muertos al pecado, 
renazcan a la vida nueva. 

Que tus fieles, reunidos junto a este altar,
celebren el memorial de la Pascua, 
y se fortalezcan con la palabra y el cuerpo de Cristo. 

Que resuene aquí la alabanza jubilosa 
que armoniza las voces de los ángeles y de los hombres, 
y que suba hasta ti la plegaria por la salvación del mundo. 

Que los pobres encuentren aquí misericordia, 
los oprimidos alcancen la verdadera libertad, 
y todos los hombres sientan la dignidad de ser hijos tuyos, 
hasta que lleguen, gozosos, a la Jerusalén celestial. 
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo 
en la unidad del Espíritu Santo 
y es Dios, por los siglos de los siglos. 

martes, 15 de noviembre de 2016

Salvador Gómez. San Alberto Magno

Aparición de la Virgen a San Alberto Magno. 1660. Vicente Salvador Gómez
Óleo sobre lienzo. 132 x 100 cm
Museo de Bellas Artes.Valencia. España.

Celebramos hoy a san Alberto Magno, patrono de las ciencias naturales. "Doctor Universallis", "Doctor Expertus". Nace en el castillo de Bollstadt, cerca de la ciudad bávara de Lavingen. Es noble y rico, pero además quiere ser sabio. Busca la ciencia con pasión, cuando he aquí que, oyendo predicar en Padua a Jordán de Sajonia, general de los Hermanos Predicadores, se amplían los horizontes de sus anhelos. Ahora quiere ser santo. Cuando Jordán baja del púlpito, el joven alemán cae a sus pies, pidiéndole el hábito blanco de Santo Domingo. Tenía entonces treinta años. Después, toda su vida se resume en estas tres palabras: rezar, estudiar y enseñar. Enseña en las principales casas de su Orden, especialmente en Colonia y en París, y "dondequiera que sienta su cátedra, dice un contemporáneo suyo, parece monopolizar a todos los amantes de la verdad". En 1260, una orden del Pontífice le separa de sus libros para hacerle obispo de Ratisbona. Fue un pequeño paréntesis, en que el profesor descubre sus talentos de administrador y de reformador. Dos años más tarde dejaba la mitra y volvía a coger los libros. Murió a la edad de 87 años en Colonia.

Fue un forjador de grandes maestros, entre los cuales descuella el más ilustre de todos: Santo Tomás de Aquino. En las escuelas de la Edad Media se decía de él este adagio: Mundo luxisti, quia totum scibile scisti. Lo cual quiere decir: "Iluminaste al mundo, porque supiste todo lo que se puede saber."

San Alberto Magno se esfuerza por recoger todos los frutos de la experiencia antigua, atesorados en Aristóteles, Avicena y Nicolás de Damasco, madurándolos y aumentándolos con su propia experiencia. Amplía las consideraciones aristotélicas sobre la esfericidad de la tierra, explica la Vía Láctea como una multitud de estrellas, habla de las antípodas, y determina las horas del día y el ritmo de las estaciones para cada sección del globo; explica la formación de las montañas por la erosión; nos ofrece en uno de sus libros el germen de la descripción de la tierra; en su laboratorio hace interesantes experiencias químicas, formula teorías audaces, es un hábil destilador, conoce el uso del agua fuerte y del arsénico, y separa en el crisol los metales preciosos de las materias impuras.

Sacerdote, obispo y Doctor de la Iglesia, fue un destacado teólogo, geógrafo, filósofo y figura representativa de la química y, en general un experto de la ciencia medieval. Su humildad y pobreza fueron notables.

miércoles, 29 de junio de 2016

San Pedro y san Pablo


San Pedro y san Pablo, 1618-20. José de Ribera "el españoleto"·
Óleo sobre lienzo, 126 x 112 cm
Museo de BB. AA. Estrasburgo. Francia

Celebramos hoy la solemnidad de san Pedro y san Pablo, a quienes la liturgia llama "los principes de la Iglesia", grandes testigos de Jesucristo y, anunciadores del evangelio. Son las dos columnas del edificio de la fe cristiana. Dieron su vida por Jesús y gracias a ellos el cristianismo se extendió por todo el mundo. Ellos nos invitan hoy a hacer una solemne confesión de fe en la Iglesia una, santa, católica y apostólica, en esta fiesta de la catolicidad.

Pedro, el amigo vehemente y apasionado de Jesús, es el hombre elegido por Cristo para ser “la roca” de la Iglesia: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” ( Mt 16,16). Aceptó con humildad su misión hasta el final, hasta su muerte como mártir. 

Pablo, el perseguidor de Cristianos que se convirtió en Apóstol de los gentiles, es un modelo de ardoroso evangelizador para todos los católicos porque después de encontrarse con Jesús en su camino a Damasco, se entregó sin reservas a la causa del Evangelio.

Ellos, fundamento de la Iglesia, demuestran su grandeza en el sufrimiento (que es la suprema prueba de la vida). No vivieron un cristianismo alienante; su existir fue duro y conocieron muchas tensiones. Una vez dado el sí a Jesucristo, no se hicieron atrás. Entregaron la vida por la comunidad (por el Cuerpo de Cristo, por Cristo). Se puede notar como en el sufrimiento, a semejanza de Cristo, recibieron el consuelo del ángel y se dieron cuenta de la salvación.

Pablo, hombre de tierno corazón bajo formas exteriores duras, está próximo a la muerte, pero no tiene miedo, no se arrepiente de nada, sino que está contento de haber luchado y de haber aguantado firme en la fe. Es el Señor quien le ha ayudado y le ha dado fuerzas para anunciar el mensaje.

Aquí la homilía de Benedicto XVI en la Basílica Vaticana el Viernes 29 de junio de 2007, Solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo. 

En el cuadro que hoy proponemos, San Pedro y San Pablo aparecen con sus respectivos atributos: la espada y las cartas para Pablo y las llaves para Pedro. Están enfrentados en una viva discusión por un texto bíblico que aparece en el centro de la composición, convirtiéndose en el eje del aspa con el que se estructura la escena. San Pedro aparece en la izquierda, representado como un hombre anciano, calvo y con barba. Posiblemente se trata del mismo modelo que utilizó Ribera para su San Pedro del apostolado incompleto. Por su parte, en la derecha, San Pablo se representa como un hombre maduro y barbado, pudiendo tratarse también del mismo modelo del apostolado. Una vez más, Ribera se interesa por resaltar los detalles, los libros, la llave, la espada que resurge del fondo, haciendo hincapié en el naturalismo que le carcateriza. Tampoco es despreciable la belleza del efecto de luces y sombras que emplea, tomando un foco de luz procedente de la izquierda para bañar a los personajes y los objetos y mantener en penumbra el resto de la composición. De esta manera se refuerza el momento de tensión que alcanza la discusión de los santos. Las tonalidades oscuras empleadas, entre las que destaca el manto rojo y la túnica verde de San Pablo, son herencia de Caravaggio, el maestro que influyó en las primeras etapas de la producción del españoleto aunque el maestro valenciano particularice de manera única su propio estilo. 

El lienzo debía estar en el Monasterio de El Escorial al ser citado en la antesacristía por el padre Santos en 1657. Desapareció en la Guerra Napoleónica pero tuvo gran importancia en España, como se deduce del amplio número de copias existente.

martes, 28 de junio de 2016

La Creación


 Tapiz de la Creación, Siglo XI - XII, 
Tapiz , 365 x 470 cm
Catedral de Gerona, Gerona. España

Hoy celebra la Iglesia a san Ireneo de Lyon, quien educado en Esmirna; fue discípulo de la San Policarpo, obispo de aquella ciudad, quién a su vez fue discípulo del Apóstol San Juan. En el año 177 era presbítero en Lyon (Francia), y poco después ocupó la sede episcopal de dicha ciudad. Recibió la palma del martirio, según se cuenta, alrededor del año 200.

Las obras literarias de San Ireneo le han valido la dignidad de figurar entre los Padres de la Iglesia, ya que sus escritos no sólo sirvieron para poner los cimientos de la teología cristiana, sino también para exponer y refutar los errores de los gnósticos y salvar así a la fe católica del grave peligro que corrió de contaminarse y corromperse por las insidiosas doctrinas de aquellos herejes.

La imagen de hoy nos centra en el personaje principal del tapiz, Jesús, representado como un hombre muy joven y sin barba. A su alrededor hay ocho escenas radiales acompañadas por inscripciones del Génesis desde los días de la creación del mundo hasta la creación de Eva. Encima del Pantocrátor se ven los primeros días del Génesis, cuando el hombre aún no había sido creado: el espíritu de Dios en forma de paloma sobrevolando el agua y, a sus lados, los ángeles de la luz y de las tinieblas con una antorcha, el firmamento y la separación del cielo y de las aguas. Debajo de Cristo hay un fragmento mayor que contiene la creación del mundo animal y vegetal y, a sus lados, Adán y los animales saltando a sus pies; la otra escena es la creación de Eva, que, estando dormido Adán, le sale de una costilla; delante de ellos tiene el árbol del conocimiento del bien y del mal.

Esta imagen viene a mi memoria debido al texto de san Ireneo que leia esta mañana y que dice así:

La claridad de Dios vivifica y, por tanto, los que ven a Dios reciben la vida. Por esto, aquel que supera nuestra capacidad, que es incomprensible, invisible, 'se hace visible y comprensible para los hombres, se adapta a su capacidad, para dar vida a los que lo perciben y lo ven. Vivir sin vida es algo imposible, y la subsistencia de esta vida proviene de la participación de Dios, que consiste en ver a Dios y gozar de su bondad.

Los hombres, pues, verán a Dios y vivirán, ya que esta visión los hará inmortales, al hacer que lleguen hasta la posesión de Dios. Esto, como dije antes, lo anunciaban ya los profetas de un modo velado, a saber, que verán a Dios los que son portadores de su Espíritu y esperan continuamente su venida. Como dice Moisés en el Deuteronomio: Aquel día veremos que puede Dios hablar a un hombre, y seguir éste con vida.

Aquel que obra todo en todos es invisible e inefable en su ser y en su grandeza, con respecto a todos los seres creados por él, mas no por esto deja de ser conocido, porque todos sabemos, por medio de su Verbo, que es un solo Dios Padre, que lo abarca todo y que da el ser a todo; este conocimiento viene atestiguado por el evangelio, cuando dice: A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Así, pues, el Hijo nos ha dado a conocer al Padre desde el principio, ya que desde el principio está con el Padre; él, en efecto, ha manifestado al género humano el sentido de las visiones proféticas, de la distribución de los diversos carismas, con sus ministerios, y en qué consiste la glorificación del Padre, y lo ha hecho de un modo consecuente y ordenado, a su debido tiempo y con provecho; porque donde hay orden allí hay armonía, y donde hay armonía allí todo sucede a su debido tiempo, y donde todo sucede a su debido tiempo allí hay provecho.

Por esto, el Verbo se ha constituido en distribuidor de la gracia del Padre en provecho de los hombres, en cuyo favor ha puesto por obra los inescrutables designios de Dios, mostrando a Dios a los hombres, presentando al hombre a Dios; salvaguardando la invisibilidad del Padre, para que el hombre tuviera siempre un concepto muy elevado de Dios y un objetivo hacia el cual tender, pero haciendo también visible a Dios para los hombres, realizando así los designios eternos del Padre, no fuera que el hombre, privado totalmente de Dios, dejara de existir; porque la gloria de Dios consiste en que el hombre viva, y la vida del hombre consiste en la visión de Dios. En efecto, si la revelación de Dios a través de la creación es causa de vida para todos los seres que viven en la tierra, mucho más lo será la manifestación del Padre por medio del Verbo para los que ven a Dios.



San Ireneo de Lyon, Tratado contra las herejías 

viernes, 24 de junio de 2016

Tintoretto. El nacimiento de san Juan Bautista


El nacimiento de san Juan Bautista, 1554. Jacopo Tintoretto
Óleo sobre lienzo, 181x 266 cm. 
Museo del Hermitage, San Petersburgo. Rusia

La Iglesia nos invita a celebrar la solemnidad de la Natividad de san Juan Bautista, precursor del Señor, que estando aún en el seno materno, al quedar éste lleno del Espíritu Santo, exultó de gozo por la próxima llegada de la salvación del género humano. Su nacimiento profetizó la Navidad de Cristo el Señor, y brilló con tal esplendor de gracia, que el mismo Jesucristo dijo que no hubo entre los nacidos de mujer nadie tan grande como Juan el Bautista. 

Se conmemora el nacimiento terrenal del Precusor: el enviado por Dios para preparar el camino al Salvador. Es el último profeta con la misión de anunciar la llegada inmediata del Salvador. La vida de Juan Bautista nos enseña a cumplir la misión que adquirimos el día de nuestro Bautismo: ser testigos de Cristo viviendo en la verdad de su palabra y transmitir esta verdad a quien no la tiene, por medio de nuestra palabra y ejemplo de vida.

En el Evangelio según San Lucas ( Lc 1, 57-66. 80) leemos cómo el arcángel Gabriel anunció a Zacarías que su esposa Isabel, ya entrada en años y considerada esteril, le daría a luz un hijo, y cuando Zacarías dudó del ángel lo dejóó mudo. Tintoretto muestra Zacarías (a la derecha de la imagen) en el momento de recuperar el habla alabando al Señor. Recuperó el don de la palabra después que escribió el nombre predestinado del niño recién nacido, Juan.

San Gregorio Palamos dice de él: Si la muerte de sus fieles le cuesta mucho al Señor y si el recuerdo del justo será perpetuo, ¿cuánto más no deberemos alabar el recuerdo de Juan, que llegó a las más aireadas cimas de la santidad y de la justicia, que saltó de gozo y fue el Precursor y heraldo del Verbo de Dios hecho carne por nosotros? De él dijo y afirmó Jesús que era el mayor de todos los profetas, santos y justos de este mundo. Si esto dijo de él, nada pueden añadir todas las alabanzas humanas, pues no necesita nuestros panegíricos quien recibió el testimonio y el favor del unigénito Hijo de Dios. Por tanto, mejor sería callarnos en presencia de aquel a quien la Escritura llama Voz de la Palabra del Altísimo. Pero puesto que recibió de Cristo, Señor de todo, tal testimonio y tamaño calificativo, que toda lengua fiel —en la medida de sus posibilidades— le cante un himno, no cierto, para añadir nada a semejante alabanza —¿cómo podríamos hacerlo?—, sino para pagarle una deuda. Por tanto, que cada cual cante con su lengua y proclame al unísono todas las maravillas que en Juan se han realizado.

Tintoretto, transfirió la luz evangélica de Juan el Bautista en el contexto contemporáneo de una rica familia veneciana del siglo XVI  En el cuadro de Tintoretto, vemos una combinación de elementos del género y un estado de ánimo casi místicamente tenso.

martes, 21 de junio de 2016

San Luis Gonzaga


San Luis Gonzaga meditando en su estudio, 1798-1800. Obra de Goya. 
Óleo sobre lienzo. 260 × 160 cm 
Museo Provincial, Zaragoza. España

Celebramos hoy la memoria de San Luis Gonzaga, religioso jesuita que nació en Castiglione delle Stiviere, Lombardía, el 9 de marzo de 1568  y murió en Roma, el 21 de junio de 1591. Beatificado por Paulo V el 19 de octubre de 1605, y canonizado el 13 de diciembre de 1726 por Benedicto XIII, quien lo declaró patrono de la juventud, título confirmado por Pío XI el 13 de junio de 1926.

Hijo del marqués de Gonzaga. La primera comunión se la dio San Carlos Borromeo, Arzobispo de Milán. Su entrega a Dios en su infancia fue completa y absoluta y ya en su adolescencia, decidió ingresar a la Compañía de Jesús, pese a la rotunda negativa de su padre, que soñaba para él una exitosa carrera militar. Durante los años siguientes, el santo dio pruebas de ser un novicio modelo. 

Su director espiritual fue el gran sabio jesuita San Roberto Belarmino, el cual le aconsejó tres medios para llegar a ser santo: 1º. Frecuente confesión y comunión. 2º. Mucha devoción a la Sma. Virgen. 3º. Leer vidas de Santos. Ante una imagen de la Sma. Virgen en Florencia  se consagro con perpetuo "Voto de castidad".

En 1591 atacó con violencia a Roma una epidemia de peste; Luis atendió con heroísmo a los apestados en S. Giacomo degli Incurabili, en San Juan de Letrán, en S. María de la Consolación, y en el hospital improvisado junto a la iglesia del Gesú, el santo desplegó una actividad extraordinaria; instruía, consolaba y exhortaba a los enfermos, y trabajaba con entusiasmo y empeño en las tareas más repugnantes hasta que contrajo la enfermedad. moría a los 23 años, tras una vida rica en experiencias. Reconocía que "el Señor le había dado un gran fervor en ayudar a los pobres", y añadía: "cuando uno tiene que vivir pocos años, Dios lo incita más a emprender tales acciones".

El cuadro es una obra de altar, de grandes proporciones y de acusada religiosidad y simbolismo. Representa a San Luis Gonzaga, vestido con la negra sotana jesuítica, que medita ante un crucifijo sostenido por su mano derecha a través del blanco paño de pureza. En su mano izquierda, reposando lánguidamente sobre la mesa, el tallo de azucenas, símbolo de la vida de castidad. Sobre la mesa otros elementos simbólicos: la corona que alude a la renuncia de las riquezas terrenales, el marquesado de Castiglione; la calavera y las disciplinas, como los símbolos ascéticos de su vida religiosa.

La luz es la que realmente actúa y crea una atmósfera intimista. Una luz grisácea, casi nebulosa, que desde lo alto invade suavemente la escena matizando y reforzando una composición cargada de simplicidad, creando ese efecto de recogimiento. Sin embargo, el rostro del santo tiene luz propia, una luz más radiante dirigida al crucifijo y recogida por el paño blanco y los objetos de la mesa, concentrando todo el misticismo devocional al que está dirigido.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Waräthi. Santa Gertrudis.

Santa Matilde y Santa Gertrudis de Helfta.1720. Inocente Waräthi
Fresco
Biblioteca del monasterio de Metten. Alemania

Santa Matilde de Hackeborn, que era quince años mayor que Santa Gertrudis, era también un alma mística. Por sus dotes naturales para el canto, Matilde sería también nombrada maestra de coro. La tradición acabó llamándola “Ruiseñor de Cristo”.  A los cincuenta años, se enteró de que su discípula había ido anotando cuidadosamente todas sus enseñanzas y cuanto oía contar sobre sus experiencias. Matilde se alarmo al saberlo; pero el Señor le comunicó que El mismo había inspirado a Gertrudis el deseo de poner por escrito esos datos. Con ello, se serenó Santa Matilde y aun corrigió personalmente el manuscrito. Se trata de la obra titulada "Libro de la Gracia Especial", o "Revelaciones de Santa Matilde". Siete años más tarde, el 19 de noviembre de 1298, Cristo llamó a Sí a Santa Matilde; "ella le ofreció su corazón y lo introdujo en el Suyo. Nuestro Señor trocó el corazón de Matilde con el suyo y le dio la gloria eterna, donde esperamos que con su intercesión nos alcanzará muchas gracias". Santa Matilde no ha sido nunca canonizada formalmente, pero se concedió su fiesta a muchos monasterios de monjas benedictinas. Algunos autores la identifican con la "Donna Matelda" del purgatorio de Dante (cantos 27 y 28).

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Consagración de San Pedro. Vaticano.

El Papa Urbano VIII dibuja las letras del alfabeto latino en las cenizas durante la consagración de la basílica de San Pedro del Vaticano el 18 de noviembre de 1626, aniversario de la consagración de la Basílica antigua, a 1300 años de la consagración original hecha por el papa san Silvestre. 
Tapiz romano, año 1660. Vaticano

Celebra la Iglesia hoy las consagraciones de las basílicas de San Pedro y San Pablo. La Basílica de San Pedro en el Vaticano y la de San Pablo en la via ostiense son los dos templos más importantes de toda la cristiandad y están edificados respectivamente sobre las tumbas de estos apóstoles. La primera fue consagrada tal día como hoy en 1626, tras 170 años de construcción, sobre la tumba de San Pedro donde ya Constantino había ordenado construir la primera basílica, allá por el año 323. La de San Pablo, por su parte, se encuentra al otro lado de Roma. La antigua basílica fue destruida en 1823 por un incendio, construyéndose la nueva sobre la anterior y siendo consagrada en 1854. En los trabajos de reconstrucción se encontró un sepulcro de antes del siglo IV con la inscripción: "A San Pablo, Apóstol y Mártir". Ambos edificios recuerdan a todos los cristianos en el mundo que la fe en Cristo se fundamenta en la predicación fiel del Evangelio y en la sangre de los primeros discípulos del Señor que supieron ser leales hasta el martirio.

Oración de consagración de la Iglesia.

Oh Dios, santificador y guía de tu Iglesia, 
celebramos tu nombre con alabanzas jubilosas, 
porque en este día tu pueblo quiere dedicarte, para siempre, con rito solemne, esta casa de oración, 
en la cual te honra con amor, 
se instruye con tu palabra 
y se alimenta con tus sacramentos. 

Este edificio hace vislumbrar el misterio de la Iglesia,
a la que Cristo santificó con su sangre, 
para presentarla ante sí como Esposa llena de gloria, 
como Virgen excelsa por la integridad de la fe, 
y Madre fecunda por el poder del Espíritu. 

Es la Iglesia santa, la viña elegida de Dios, 
cuyos sarmientos llenan el mundo entero, 
cuyos renuevos, adheridos al tronco, 
son atraídos hacia lo alto, al reino de los cielos. 

Es la Iglesia feliz, la morada de Dios con los hombres, 
el templo santo, construido con piedras vivas, 
sobre el cimiento de los Apóstoles, 
con Cristo Jesús como suprema piedra angular. 

Es la Iglesia excelsa, 
la Ciudad colocada sobre la cima de la montaña, 
accesible a todos, y a todos patente, 
en la cual brilla perenne la antorcha del Cordero 
y resuena agradecido el cántico de los bienaventurados. 

Te suplicamos, pues, Padre santo, 
que te dignes impregnar con santificación celestial esta iglesia y este altar, 
para que sean siempre lugar santo 
y una mesa siempre lista para el sacrificio de Cristo. 

Que en este lugar el torrente de tu gracia 
lave las manchas de los hombres, 
para que tus hijos, Padre, muertos al pecado, 
renazcan a la vida nueva. 

Que tus fieles, reunidos junto a este altar,
celebren el memorial de la Pascua, 
y se fortalezcan con la palabra y el cuerpo de Cristo. 

Que resuene aquí la alabanza jubilosa 
que armoniza las voces de los ángeles y de los hombres, 
y que suba hasta ti la plegaria por la salvación del mundo. 

Que los pobres encuentren aquí misericordia, 
los oprimidos alcancen la verdadera libertad, 
y todos los hombres sientan la dignidad de ser hijos tuyos, 
hasta que lleguen, gozosos, a la Jerusalén celestial. 
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo 
en la unidad del Espíritu Santo 
y es Dios, por los siglos de los siglos. 

domingo, 15 de noviembre de 2015

Salvador Gómez. San Alberto Magno

Aparición de la Virgen a San Alberto Magno. 1660. Vicente Salvador Gómez
Óleo sobre lienzo. 132 x 100 cm
Museo de Bellas Artes.Valencia. España.

Recordamos hoy a san Alberto Magno, patrono de las ciencias naturales. "Doctor Universallis", "Doctor Expertus". Nació en el castillo de Bollstadt, cerca de la ciudad bávara de Lavingen. Es noble y rico, pero además quiere ser sabio. Busca la ciencia con pasión, cuando he aquí que, oyendo predicar en Padua a Jordán de Sajonia, general de los Hermanos Predicadores, se amplían los horizontes de sus anhelos. Ahora quiere ser santo. Cuando Jordán baja del pulpito, el joven alemán cae a sus pies, pidiéndole el hábito blanco de Santo Domingo. Tenía entonces treinta años. Después, toda su vida se resume en estas tres palabras: rezar, estudiar y enseñar. Enseña en las principales casas de su Orden, especialmente en Colonia y en París, y "dondequiera que sienta su cátedra, dice un contemporáneo suyo, parece monopolizar a todos los amantes de la verdad". En 1260, una orden del Pontífice le separa de sus libros para hacerle obispo de Ratisbona. Fue un pequeño paréntesis, en que el profesor descubre sus talentos de administrador y de reformador. Dos años más tarde dejaba la mitra y volvía a coger los libros. Murió a la edad de 87 años en Colonia.

Fue un forjador de grandes maestros, entre los cuales descuella el más ilustre de todos: Santo Tomás de Aquino. En las escuelas de la Edad Media se decía de él este adagio: Mundo luxisti, quia totum scibile scisti. Lo cual quiere decir: "Iluminaste al mundo, porque supiste todo lo que se puede saber."

San Alberto Magno se esfuerza por recoger todos los frutos de la experiencia antigua, atesorados en Aristóteles, Avicena y Nicolás de Damasco, madurándolos y aumentándolos con su propia experiencia. Amplía las consideraciones aristotélicas sobre la esfericidad de la tierra, explica la Vía Láctea como una multitud de estrellas, habla de las antípodas, y determina las horas del día y el ritmo de las estaciones para cada sección del globo; explica la formación de las montañas por la erosión; nos ofrece en uno de sus libros el germen de la descripción de la tierra; en su laboratorio hace interesantes experiencias químicas, formula teorías audaces, es un hábil destilador, conoce el uso del agua fuerte y del arsénico, y separa en el crisol los metales preciosos de las materias impuras. Sacerdote, obispo y Doctor de la Iglesia, fue un destacado teólogo, geógrafo, filósofo y figura representativa de la química. Su humildad y pobreza fueron notables.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Cavallini. El Juicio Final

 El Juicio Final, 1293. Pietro Cavallini
Fresco, 320 x 1400 cm
Santa Cecilia in Trastevere, Roma. Italia.

Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu palabra todopoderosa se abalanzó, como paladín inexorable, desde el trono real de los cielos al país condenado; llevaba la espada afilada de tu orden terminante; se detuvo y lo llenó todo de muerte; pisaba la tierra y tocaba el cielo. Porque la creación entera, cumpliendo tus órdenes, cambió radicalmente de naturaleza, para guardar incólumes a tus hijos. Se vio la nube dando sombra al campamento, la tierra firme emergiendo donde había antes agua, el mar Rojo convertido en camino practicable y el violento oleaje hecho una vega verde; por allí pasaron, en formación compacta, los que iban protegidos por tu mano, presenciando prodigios asombrosos. Retozaban como potros y triscaban como corderos, alabándote a ti, Señor, su libertador.

Leemos en la Eucaristía de hoy este pasaje del capítulo 18 del Libro de la Sabiduría. Sobre todo la primera frase ha sido utilizada por la liturgia para referirse a la Encarnación del Verbo, la Sabiduría de Dios, en nuestro Señor Jesucristo. Por eso, contemplamos un fresco que representa a Jesucristo Pantocrátor, sentado sobre el trono celestial y rodeado de la mandorla mística, mientras es alabado por los siete áneles.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Sevilla. San Leandro

San Leandro y San Isidoro protectores de la catedral de Sevilla, h. 1512-1517.
Madera policromada.44 x 83 x 28 cm.
Retablo mayor. Catedral de Santa María. Sevilla. España.

Celebramos hoy la memoria de san Leandro quien natural de Cartagena, pertenecía a una de las familias más importantes de la ciudad integrada por un padre hispanorromano y una madre visigoda. La llegada de los bizantinos a la costa levantina (554) motivó el traslado de la familia a Sevilla, iniciándose un terrible destierro. Será en Sevilla donde Leandro complete su formación, posiblemente influida por la conversión de la madre al catolicismo. La pérdida de los padres motivó que Leandro quedara como tutor de sus hermanos pequeños -entre ellos san Isidoro- ingresando en un monasterio cuando se vio libre del compromiso. En el año 578 era nombrado obispo de Sevilla, participando activamente en la sublevación de Hermenegildo, hijo de Leovigildo. Se apunta la posibilidad de que san Leandro fuera el responsable de la conversión del joven visigodo al catolicismo.

Hermenegildo envió a Leandro a Constantinopla para recabar apoyos para su causa, pasando el obispo tres años en la capital oriental. Estableció una fructífera relación con san Gregorio Magno y redactó la "Expositio in Librum Job". A su regreso a tierras hispalenses sufrió la persecución del monarca visigodo, siendo desterrado durante algunos años. Durante el destierro dedicó la mayor parte de su tiempo a escribir obras contra los arrianos. Regresó a Sevilla e instruyó religiosamente a Recaredo por instancias del propio Leovigildo, síntoma del cambio que se produce en los últimos años de su reinado. 

La conversión de Recaredo y el pueblo visigodo al catolicismo (586) fue felizmente celebrada por Leandro con la convocatoria del III Concilio de Toledo tres años después. Como fundador de la escuela teológica sevillana, se interesó por la enseñanza oral, los escritos y la formación de los clérigos.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

El Greco. San Martín de Tours

San Martín y el mendigo. 1597-1600. El Greco
Óleo sobre lienzo, 193 cm × 103 cm
Galería Nacional de Arte .Washington, Estados Unidos

Hoy celebra la Iglesia la memoria de san Martín de Tours, nacido en Panonia, Hungría en el 316 y muerto en Francia, 397. La representación que contemplamos fue concebida como parte del programa decorativo de la Capilla de san José en Toledo. La pintura fue realizada para agradar al donante, Martín Ramírez, por lo que El Greco muestra a san Martín, patrono del fundador, como Caballero con su exquisita armadura socorriendo a un mendigo, que se encuentra a la izquierda de la composición.

Martín Ramírez, fue un hombre que había destacado por sus buenas acciones exaltando la importancia de la caridad para la salvación del alma, según se había dispuesto en el Concilio de Trento. La escena se desarrolla en primer plano, excesivamente cercana al espectador. San Martín, vestido con una armadura damasquinada típicamente toledana, va montado en un elegante caballo blanco. Comparte su capa con el pobre que ha encontrado desnudo en el camino, figura que contemplamos a la izquierda de la composición. Al fondo vuelve a aparecer el paisaje toledano, envuelto en tormentosas nubes. Recurre a situar los personajes sobre un pequeño espacio de terreno, dando sensación de cierto agobio. La figura del santo es armoniosa y proporcionada. No se puede decir lo mismo de su caballo, de enormes patas, ni del mendigo, de una altura sorprendente que le hace aun más delgado. Emplea, por lo tanto, dos tipos de canon estético: el tradicional y el personal, diferenciados por la proporción de las figuras. La escena tiene un aire especial por el color empleado y por el lirismo con el que se cuenta la historia y que confiere a la escena un gran espiritualismo. Los azules, grises, verdes y blancos se adueñan del conjunto, destacando sobre marrones y negros. La luz refuerza estas tonalidades y resbala por las figuras, resultando de ello un interesante estudio lumínico.

lunes, 29 de junio de 2015

San Pedro y san Pablo

San Pedro y san Pablo, 1618-20. José de Ribera "el españoleto"·
Óleo sobre lienzo, 126 x 112 cm
Museo de BB. AA. Estrasburgo. Francia

Celebramos hoy la solemnidad de san Pedro y san Pablo, a quienes la liturgia llama los principes de la Iglesia, grandes testigos de Jesucristo y, anunciadores del evangelio. Son las dos columnas del edificio de la fe cristiana. Dieron su vida por Jesús y gracias a ellos el cristianismo se extendió por todo el mundo. Ellos nos invitan hoy a hacer una solemne confesión de fe en la Iglesia una, santa, católica y apostólica, en esta fiesta de la catolicidad.

Pedro, el amigo vehemente y apasionado de Jesús, es el hombre elegido por Cristo para ser “la roca” de la Iglesia: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Aceptó con humildad su misión hasta el final, hasta su muerte como mártir. 

Pablo, el perseguidor de Cristianos que se convirtió en Apóstol de los gentiles, es un modelo de ardoroso evangelizador para todos los católicos porque después de encontrarse con Jesús en su camino a Damasco, se entregó sin reservas a la causa del Evangelio.

Ellos, fundamento de la Iglesia, demuestran su grandeza en el sufrimiento (que es la suprema prueba de la vida). No vivieron un cristianismo alienante; su existir fue duro y conocieron muchas tensiones. Una vez dado el sí a Jesucristo, no se hicieron atrás. Entregaron la vida por la comunidad (por el Cuerpo de Cristo, por Cristo). Se puede notar como en el sufrimiento, a semejanza de Cristo, recibieron el consuelo del ángel y se dieron cuenta de la salvación.

Pablo, hombre de tierno corazón bajo formas exteriores duras, está próximo a la muerte, pero no tiene miedo, no se arrepiente de nada, sino que está contento de haber luchado y de haber aguantado firme en la fe. Es el Señor quien le ha ayudado y le ha dado fuerzas para anunciar el mensaje.

Aquí la homilía de Benedicto XVI en la Basílica Vaticana el Viernes 29 de junio de 2007, Solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo. 

En el cuadro que hoy proponemos, San Pedro y San Pablo aparecen con sus respectivos atributos: la espada y las cartas para Pablo y las llaves para Pedro. Están enfrentados en una viva discusión por un texto bíblico que aparece en el centro de la composición, convirtiéndose en el eje del aspa con el que se estructura la escena. San Pedro aparece en la izquierda, representado como un hombre anciano, calvo y con barba. Posiblemente se trata del mismo modelo que utilizó Ribera para su San Pedro del apostolado incompleto. Por su parte, en la derecha, San Pablo se representa como un hombre maduro y barbado, pudiendo tratarse también del mismo modelo del apostolado. Una vez más, Ribera se interesa por resaltar los detalles, los libros, la llave, la espada que resurge del fondo, haciendo hincapié en el naturalismo que le caracteriza. Tampoco es despreciable la belleza del efecto de luces y sombras que emplea, tomando un foco de luz procedente de la izquierda para bañar a los personajes y los objetos y mantener en penumbra el resto de la composición. De esta manera se refuerza el momento de tensión que alcanza la discusión de los santos. Las tonalidades oscuras empleadas, entre las que destaca el manto rojo y la túnica verde de San Pablo, son herencia de Caravaggio, el maestro que influyó en las primeras etapas de la producción del Españoleto aunque el maestro valenciano particularice de manera única su propio estilo. 

El lienzo debía estar en el Monasterio de El Escorial al ser citado en la antesacristía por el padre Santos en 1657. Desapareció en la Guerra Napoleónica pero tuvo gran importancia en España, como se deduce del amplio número de copias existente.

martes, 26 de noviembre de 2013

Francisco Collantes. La visión de Ezequiel


La visión del profeta Ezequiel, 1630. Francisco Collantes
Óleo sobre lienzo, 177 x 205 cm
Museo del Prado, Madrid. España

Hoy en la primera lectura de maitines los monjes comenzamos a leer la visión del profeta Ezequiel del Valle de los huesos (Ezequiel 37,1-14). o la visión sobre la resurrección del pueblo de Dios. 

Sin duda, tanto Ezequiel como su auditorio tuvieron que haberse pregun­tado cómo sucedería tal cosa. Con Jerusalén en ruinas y el pueblo en el exilio, las perspectivas no podían ser más obscuras y sombrías. En el pasaje de Ezequiel 37,1-39,29, la restauración de Israel (el pueblo de Dios) en triunfo sobre todas las naciones, queda desarrollada y dibujada. Por divina revelación, Ezequiel llega a la seguridad de que todo esto tendrá su cumplimiento.

El Espíritu del Señor conduce a Ezequiel en medio de un valle lleno con huesos secos. Dios invita al profeta a que hable a aquellos huesos. Ante su asombro total, Ezequiel ve cómo los huesos se animan con la vida. Esta resurrección de los huesos muertos, significa la reavivación y la restauración de la totalidad de la casa de Israel, incluyendo tanto al Reino del Norte como al del Sur. Serán reunidos como los israelitas serán reagrupados procedentes de entre las naciones con la específica promesa de que un rey gobernará sobre ellos. El gobernante o “pastor”, de nuevo identificado como “mi siervo David”, deberá ser el príncipe para siempre en tanto el pueblo se conforma a los estatutos y ordenanzas de Dios. En la tierra de Israel, Dios establecerá una vez más su santuario de forma tal, que todas las naciones conocerán que El ha santificado y purificado a su nación de Israel. Cristo sera el nuevo pastor de su pueblo los creyentes y bautizados que El ha santificado y purificado con su muerte y resurrección.

El uso de la muerte para representar un cambio de condición ayuda a entender visiones proféticas como la del libro de Ezequiel, donde se asemeja al pueblo de Dios exiliado en Babilonia a huesos secos y a personas muertas y enterradas. (Eze 37,1-12) Estas tenían que “llegar a vivir” otra vez y establecerse de nuevo en su propio suelo. (Eze 37,13-14) Se hallan elementos comparables en Apocalopsis 11, 3. 7-12 y Lucas 16, 19-31

En la visión de los últimos días el establecimiento de Israel no permanecerá oculto ni sin desafío. (Ezequiel 38, 14-39, 10). Na­ciones procedentes de las partes del norte, especialmente Gog y Magog, reunirán en masa sus ejércitos para luchar contra Israel en los postreros días. El pueblo de Dios se vera amenazado.Viviendo en ciudades sin vallar y gozando de una prosperidad sin precedentes, Israel se convertirá en el objeto codiciado de los enemigos invasores procedentes del norte. Esto, sin embargo, será un día de justicia. "Esto dice el Señor: Tú eres aquel de quien hablé antiguamente por medio de mis siervos los profetas de Israel; ya entonces profetizaron que yo te traería contra ellos. Aquel día, cuando Gog invada la tierra de Israel —oráculo del Señor—, brotará mi cólera y mi indignación." Las fuerzas de la naturaleza en forma de terremotos, lluvia granizo, fuego y azufre serán dejadas sueltas contra el feroz invasor. La confusión, el derramamiento de sangre y la pestilencia prevalecerán mientras luchan el uno con el otro. Ave de presa y bestias salvajes devorarán los ejércitos de Gog y Magog y el enemigo quedará sin ayuda, permitiendo así que Israel tome todos sus despojos de guerra. Enterrarán a los muertos y purificarán la tierra.

El capítulo, entendido en su momento como esperanza inmediata para los israelitas del fin de su exilio y de su alzamiento como nación poderosa protegida por Dios, fue interpretado por los teólogos de siglos posteriores como anuncio de lo que ocurrirá el día del Juicio Final, con la Resurrección de la carne en cumplimiento de la promesa redentora de Cristo.

Con todas las naciones conscientes de los juicios de Dios, a Israel se le asegura la restauración de su buena fortuna. Ellos vivirán con seguridad en la tierra donde nadie tendrá miedo. No quedará nadie entre las naciones, cuando Dios vierta su Espíritu sobre ellas. Israel, el pueblo de Dios, el pueblo escogido al que pertenecemos todos los creyentes sera el pueblo de la justicia y de la vida eterna en Cristo.

La visión de Ezequiel, de Francisco Collantes. quien debió de haber visitado Italia, como parece sugerir el lienzo que aquí mostramos. En un paisaje de ruinas clásicas, el pintor sitúa la visión apocalíptica del profeta, con los muertos levantándose de sus tumbas e invadiendo los restos de la civilización entre rocas y huesos descarnados. El tipo de paisaje es el mismo que durante el siglo XVII se trabajaba en Roma. Allí se afincaron numerosas colonias de pintores extranjeros, que seguían fielmente este tipo paisajístico, grandioso, tratado con la excusa de plasmar un episodio bíblico o mitológico. Los flamencos fueron los que más lo hicieron y se puede rastrear su influencia en el cielo agitado del fondo, así como en las rocas lejanas. Este lienzo sintetiza lo mejor de las tradiciones paisajísticas flamencas e italianas, con un riguroso estudio de la anatomía humana. 



martes, 19 de noviembre de 2013

Waräthi. Santa Gertrudis.

Santa Matilde y Santa Gertrudis de Helfta.1720. Inocente Waräthi
Fresco
Biblioteca del monasterio de Metten. Alemania

Santa Matilde de Hackeborn, que era quince años mayor que Santa Gertrudis, era también un alma mística. Por sus dotes naturales para el canto, Matilde sería también nombrada maestra de coro. La tradición acabó llamándola “Ruiseñor de Cristo”.  A los cincuenta años, se enteró de que su discípula había ido anotando cuidadosamente todas sus enseñanzas y cuanto oía contar sobre sus experiencias. Matilde se alarmo al saberlo; pero el Señor le comunicó que El mismo había inspirado a Gertrudis el deseo de poner por escrito esos datos. Con ello, se serenó Santa Matilde y aun corrigió personalmente el manuscrito. Se trata de la obra titulada "Libro de la Gracia Especial", o "Revelaciones de Santa Matilde". Siete años más tarde, el 19 de noviembre de 1298, Cristo llamó a Sí a Santa Matilde; "ella le ofreció su corazón y lo introdujo en el Suyo. Nuestro Señor trocó el corazón de Matilde con el suyo y le dio la gloria eterna, donde esperamos que con su intercesión nos alcanzará muchas gracias". Santa Matilde no ha sido nunca canonizada formalmente, pero se concedió su fiesta a muchos monasterios de monjas benedictinas. Algunos autores la identifican con la "Donna Matelda" del purgatorio de Dante (cantos 27 y 28).

lunes, 18 de noviembre de 2013

Consagración de San Pedro. Vaticano.


El Papa Urbano VIII dibuja las letras del alfabeto latino en las cenizas durante la consagración de la basílica de San Pedro del Vaticano el 18 de noviembre de 1626, aniversario de la consagración de la Basílica antigua, a 1300 años de la consagración original de la iglesia hecha por el Papa San Silvestre I. 
Tapiz romano, año 1660.
Vaticano

Celebra la Iglesia hoy las consagraciones de las basílicas de San Pedro y San Pablo. La Basílica de San Pedro en el Vaticano y la de San Pablo en la via ostiense son los dos templos más importantes de toda la cristiandad y están edificados respectivamente sobre las tumbas de estos apóstoles. La primera fue consagrada tal día como hoy en 1626, tras 170 años de construcción, sobre la tumba de San Pedro donde ya Constantino había ordenado construir la primera basílica, allá por el año 323. La de San Pablo, por su parte, se encuentra al otro lado de Roma. La antigua basílica fue destruida en 1823 por un incendio, construyéndose la nueva sobre la anterior y siendo consagrada en 1854. En los trabajos de reconstrucción se encontró un sepulcro de antes del siglo IV con la inscripción: "A San Pablo, Apóstol y Mártir". Ambos edificios recuerdan a todos los cristianos en el mundo que la fe en Cristo se fundamenta en la predicación fiel del Evangelio y en la sangre de los primeros discípulos del Señor que supieron ser leales hasta el martirio.

Oración de consagración de la Iglesia.

Oh Dios, santificador y guía de tu Iglesia, 
celebramos tu nombre con alabanzas jubilosas, 
porque en este día tu pueblo quiere dedicarte, para siempre, con rito solemne, esta casa de oración, 
en la cual te honra con amor, 
se instruye con tu palabra 
y se alimenta con tus sacramentos. 

Este edificio hace vislumbrar el misterio de la Iglesia,
a la que Cristo santificó con su sangre, 
para presentarla ante sí como Esposa llena de gloria, 
como Virgen excelsa por la integridad de la fe, 
y Madre fecunda por el poder del Espíritu. 

Es la Iglesia santa, la viña elegida de Dios, 
cuyos sarmientos llenan el mundo entero, 
cuyos renuevos, adheridos al tronco, 
son atraídos hacia lo alto, al reino de los cielos. 

Es la Iglesia feliz, la morada de Dios con los hombres, 
el templo santo, construido con piedras vivas, 
sobre el cimiento de los Apóstoles, 
con Cristo Jesús como suprema piedra angular. 

Es la Iglesia excelsa, 
la Ciudad colocada sobre la cima de la montaña, 
accesible a todos, y a todos patente, 
en la cual brilla perenne la antorcha del Cordero 
y resuena agradecido el cántico de los bienaventurados. 

Te suplicamos, pues, Padre santo, 
que te dignes impregnar con santificación celestial esta iglesia y este altar, 
para que sean siempre lugar santo 
y una mesa siempre lista para el sacrificio de Cristo. 

Que en este lugar el torrente de tu gracia 
lave las manchas de los hombres, 
para que tus hijos, Padre, muertos al pecado, 
renazcan a la vida nueva. 

Que tus fieles, reunidos junto a este altar,
celebren el memorial de la Pascua, 
y se fortalezcan con la palabra y el cuerpo de Cristo. 

Que resuene aquí la alabanza jubilosa 
que armoniza las voces de los ángeles y de los hombres, 
y que suba hasta ti la plegaria por la salvación del mundo. 

Que los pobres encuentren aquí misericordia, 
los oprimidos alcancen la verdadera libertad, 
y todos los hombres sientan la dignidad de ser hijos tuyos, 
hasta que lleguen, gozosos, a la Jerusalén celestial. 
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo 
en la unidad del Espíritu Santo 
y es Dios, por los siglos de los siglos. 

viernes, 15 de noviembre de 2013

Salvador Gómez. San Alberto Magno

Aparición de la Virgen a San Alberto Magno. 1660. Vicente Salvador Gómez
Óleo sobre lienzo. 132 x 100 cm
Museo de Bellas Artes.Valencia. España.

celebramos hoy a san Alberto Magno, patrono de las ciencias naturales. "Doctor Universallis", "Doctor Expertus".

Nace en el castillo de Bollstadt, cerca de la ciudad bávara de Lavingen. Es noble y rico, pero además quiere ser sabio. Busca la ciencia con pasión, cuando he aquí que, oyendo predicar en Padua a Jordán de Sajonia, general de los Hermanos Predicadores, se amplían los horizontes de sus anhelos. Ahora quiere ser santo. Cuando Jordán baja del pulpito, el joven alemán cae a sus pies, pidiéndole el hábito blanco de Santo Domingo. Tenía entonces treinta años. Después, toda su vida se resume en estas tres palabras: rezar, estudiar y enseñar. Enseña en las principales casas de su Orden, especialmente en Colonia y en París, y "dondequiera que sienta su cátedra, dice un contemporáneo suyo, parece monopolizar a todos los amantes de la verdad". En 1260, una orden del Pontífice le separa de sus libros para hacerle obispo de Ratisbona. Fue un pequeño paréntesis, en que el profesor descubre sus talentos de administrador y de reformador. Dos años más tarde dejaba la mitra y volvía a coger los libros. Murió a la edad de 87 años en Colonia.

Fue un forjador de grandes maestros, entre los cuales descuella el más ilustre de todos: Santo Tomás de Aquino. En las escuelas de la Edad Media se decía de él este adagio: Mundo luxisti, quia totum scibile scisti. Lo cual quiere decir: "Iluminaste al mundo, porque supiste todo lo que se puede saber."

San Alberto Magno se esfuerza por recoger todos los frutos de la experiencia antigua, atesorados en Aristóteles, Avicena y Nicolás de Damasco, madurándolos y aumentándolos con su propia experiencia. Amplía las consideraciones aristotélicas sobre la esfericidad de la tierra, explica la Vía Láctea como una multitud de estrellas, habla de las antípodas, y determina las horas del día y el ritmo de las estaciones para cada sección del globo; explica la formación de las montañas por la erosión; nos ofrece en uno de sus libros el germen de la descripción de la tierra; en su laboratorio hace interesantes experiencias químicas, formula teorías audaces, es un hábil destilador, conoce el uso del agua fuerte y del arsénico, y separa en el crisol los metales preciosos de las materias impuras.

Sacerdote, obispo y Doctor de la Iglesia, fue un destacado teólogo, geógrafo, filósofo y figura representativa de la química y, en general un polímata de la ciencia medieval. Su humildad y pobreza fueron notables.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Cavallini. El Juicio Final

 El Juicio Final, 1293. Pietro Cavallini
Fresco, 320 x 1400 cm
Santa Cecilia in Trastevere, Roma. Italia.

Leyendo la perícope del libro de la sabiduría que la liturgia propone para hoy me ha venido a la mente esta maravillosa imagen de Cavallini y de su maravillo fresco conservado en Roma en el que aparece Jesucristo quien es el poder de Dios y la sabiduría de Dios (1 Cor. 1,23-24). Él no es uno de un número infinito de caminos a Dios; Él es el camino, la verdad y la vida. San Juan dice (14,6) Jesús dijo, "Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí. ” "En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvados. ” (Hch. 4:12).

Él es la sabiduria del Padre, Él es el camino " la verdad, y la vida". Jesús es el camino al Padre; Él es la verdad encarnada y Él es la vida de todos los que creen en Él.  

"La sabiduría, dice el libro en el cap. 7, 22-8,1, es un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, móvil, penetrante, inmaculado, lúcido, invulnerable, bondadoso, agudo, incoercible, benéfico, amigo del hombre, firme, seguro, sereno, todopoderoso, todo vigilante, que penetra todos los espíritus inteligentes, puros, sutilísimos. La sabiduría es más móvil que cualquier movimiento, y, en virtud de su pureza, lo atraviesa y lo penetra todo; porque es efluvio del poder divino, emanación purísima de la gloria del Omnipotente; por eso, nada inmundo se le pega. Es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios e imagen de su bondad.
Siendo una sola, todo lo puede; sin cambiar en nada, renueva el universo, y, entrando en las almas buenas de cada generación va haciendo amigos de Dios y profetas; pues Dios ama sólo a quien convive con la sabiduría.
Es más bella que el sol y que todas las constelaciones; comparada a la luz del día, sale ganando, pues a éste le releva la noche, mientras que a la sabiduría no le puede el mal.